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  La calle de la amargura  Dirigida por Arturo Ripstein
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Una coproducción de José María Morales (Wanda Vision), escrita por Paz Alicia Garciadiego y protagonizada por Patricia Reyes Spíndola y Nora Velázquez, ha participado en los festivales internacionales de cine de Venecia y Toronto. Película inaugural del Festival de Gijón.


Notas del director
El país está convulsionado, la noticia del día anterior descarta y aplasta a la de hace dos días. En este inmenso y contaminado Valle del Anáhuac, cada quien anda en lo suyo. Nada importa, todo vale madre, la indignación en el mejor de los casos es tan sólo una muestra de candor vano.

Imágenes de mi ciudad, mi querida y odiada ciudad, polvosa, mugrienta, vocinglera, feraz, me rondaban en la cabeza a partir de haber urdido esta historia de putas y enanos… Porque mi ciudad es cruel. Este es un valle alimentado de sangre, custodiado por la Coatlicue, la devoradora de los hombres y las almas.

Y este turbulento altiplano, páramo de la ignominia, parece que está alimentado por el azar, el destino, la equivocación… el 'perdone a usted, me lo chingué pero fue sin querer', el 'metí la pata', el 'me llevó la fregada'… el destino.

El destino que es al mismo tiempo dios inexorable y un demiurgo cáustico que nos pone jugarretas.

La historia del asesinato inocente de dos luchadores enanos era, al menos para mí, más que un caso que hablara de corrupción, de injusticia, de podredumbre de la sociedad, uno que hablara de mala pata. Hablaba, para ponerlo con mayúsculas, del Destino.

Cuando me di cuenta de ello, comprendí por qué inconscientemente este cuento me había fascinado. El destino, inexorable, terrible ha sido el tema de muchas de mis películas, por no decir todas… Esa fuerza imposible de modificar, que arropa gentes, biografías, amores.

'El Imperio de la Fortuna', 'Profundo Carmesí', 'La Perdición de los Hombres', 'Cadena Perpetua' son algunos de los títulos de mi filmografía que de manera más marcada hablan de la fatalidad, del destino.

Las minúsculas víctimas y las putas desopilantes que van apenas llegando al final de su jornada, que llevan la vida a jalones, sin saber qué quieren y siguiendo el rumbo al que las lleva su destino, se vuelven un par de asesinas por error, por casualidad, lo que en este país se dice, 'sin querer…' Todos estos: mis derrotados esenciales.

Ellas son producto del viejo y feroz centro de la Ciudad de México, mi ciudad. La ciudad de mi ira, de mis desencantos y de mis entusiasmos.

Esta historia me llevará a filmar en sus calles llenas de sombras y de charcos, como en otras ocasiones.

Cuando me di cuenta de que el tema que me ha obsesionado se aunaba a mi escenario predilecto supe por qué me interesaba este cuento extraño. Me obsesionaba.

Más aún supe que era una película mía. Qué quería filmarla, qué debía filmarla… Que era cosa del destino