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  O los tres o ninguno  (Nous trois ou rien)
  Dirigida por Kheiron
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Ópera prima del humorista franco-iraní Kheiron. Un homenaje a la historia real de sus propios padres, que tuvieron que huir de Irán para refugiarse en Francia. Un viaje que cambió a su familia para siempre.

Protagonizada por Kheiron, Leila Bekhti (La fuente de las mujeres), Gérard Darmon, Zabou Breitman y Alexandre Astier.


Kheiron (dirección, guión)
Hijo de un jurista iraní, autor de libros de sociología y experto europeo sobre cuestiones de violencia y mediación internacional, Kheiron huyó junto a su familia de Irán a Francia en enero de 1983.

Durante cuatro años, Kheiron trabajó como educador social en un proyecto para reconectar a jóvenes con la escuela, mientras intentaba hacerse un hueco en la vida artística.

En 2006, entró en el Club de la Comedia Jamel, dando el pistoletazo de salida a su carrera. Poco a poco se convirtió en un experto del stand-up, inspirándose en humoristas estadounidenses como Jerry Seinfeld, Dave Chapelle y Chris Rock.

Entre sus siguientes proyectos, se encuentra la creación del Bordel Club junto a otros humoristas, un “laboratorio de la broma” que a partir de su creación en 2011 se convertirá en un lugar donde descubrir nuevos cómicos y talentos emergentes.

Kheiron ha aparecido en varias ocasiones en Le grand journal de Canal +, además de participar en numerosas series y programas de televisión (siempre haciendo de sí mismo).

Su talento para el stand-up le ha convertido en un cómico de referencia en el teatro parisino, y tiene el récord de longevidad en el Teatro Europeo de París, donde ha acumulado 18 meses de espectáculo.

El 4 de noviembre de 2015 estrenó su primera película como director, O los tres o ninguno, que cuenta la historia de sus padres desde su juventud en Irán, su resistencia al régimen del Shah y posteriormente a la del ayatolá Jomeini, hasta su huida a Francia, tierra de libertades.

O los tres o ninguno se ha convertido en uno de los fenómenos del año del cine francés y ya ha superado los 600.000 espectadores.


Entrevista con el director y guionista, Kheiron

P: O TODOS O NINGUNO es una maravillosa declaración de amor a sus padres. ¿Cuándo y cómo se le ocurrió la idea?

Kheiron: Sus vidas siempre han sido una fuente de inspiración para mí y me dije que tenía que dar a conocer su historia porque estaba seguro que podría inspirar a otras personas. Con O TODOS O NINGUNO, he querido dedicarles una película. Siento pasión por la escritura desde siempre. Empecé a los 12 años, primero a través del rap y después de la poesía. Después, gracias al Studio-Théâtre de Stains, pude practicar la improvisación y poco a poco me decanté por el monólogo. Y todas experiencias me han permitido conocer medios muy diferentes para las historias que quiero contar. Por ejemplo en mis espectáculos de monologuista nunca he hablado de mi familia porque es un tema demasiado complejo para tratarlo en ese medio. Pero siempre pensé que si un día hacía cine, la historia familiar sería un material fantástico para una película.


P: ¿Y cómo se hizo realidad esa idea?

Kheiron: Cuando mi espectáculo empezó a tener su público, algunos productores cinematográficos me contactaron para saber si tenía alguna película en la cabeza. Y contar la historia de mis padres es lo que me pareció más evidente. Estábamos entonces en el verano de 2013.


P: ¿Por qué quiso colaborar con el productor Simon Istolainen?

Kheiron: Conocí a LES GAMINS de la que era productor y donde yo hacía un pequeño papel. Y nos entendimos a las mil maravillas. Así que le hablé de mi idea de forma espontánea y le interesó inmediatamente. Simon tiene una visión de conjunto excepcional y desde el momento que le conté la idea de la película hasta el último día del montaje, ha sido el socio perfecto porque comprende perfectamente el espíritu de la película. Así que me puse a escribir y enseguida le enseñé las primeras páginas. Después, empezamos a buscar juntos a la actriz perfecta para interpretar el papel de mi madre. Y ambos pensamos en Leïla Bekhti.


P: ¿Por qué ella?

Kheiron: Para este papel quería una actriz que fuera popular pero también con prestigio en el mundo del cine. Además quería a alguien que resultara creíble cuando se pone nerviosa y que sintiera a gusto en los diálogos cómicos. Y Leïla reunía todas estas características. Me pareció evidente cuando vi una entrevista suya en la televisión. Pero fue en el rodaje cuando comprendí que Leïla iba a superar todas mis expectativas. Su registro es infinito, tanto en lo trágico como en lo cómico. Tiene una vis cómica digna de los mejores humoristas y su capacidad de análisis junto con su velocidad de comprensión me ahorró muchísimo tiempo. Consiguió sorprenderme más de una vez. Y lo cierto es que no tenía ningún un plan B. Si hubiera rechazado el papel, no tengo ni idea de a quién habría recurrido. Y lo más gracioso es que descubrí casi inmediatamente cuánto se parecen mi madre y Leïla. Ambas tienen muy mala idea. (risas)


P: ¿Le resultó fácil convencerla?

Kheiron: Haciendo gala de una vanidad infinita, la llamé para decirle que le proponía el papel más bonito de su carrera pero que antes tenía que ver mi espectáculo. (risas) Aceptó venir y al día siguiente le di a leer 7 primeras páginas que había escrito pero lo hice en persona porque quería observar su reacción. Enseguida me dijo que quería hacer la película y recuerdo que le contesté: "Muy bien, entonces, ¡voy a escribirla!" (risas) Así que seguro que creyó que tendría que esperar dos años para rodarla. Pero yo quería ir deprisa. Mi espectáculo acababa en primavera por lo tenía libre el verano para rodar. Así que pisé el acelerador. Acabé el guión en diciembre, Leïla firmó el contrato y Simon encontró financiación en cuatro días. Los planetas se alinearon a la perfección


P: ¿Cómo pudo escribir con tanta rapidez?

Kheiron: Tenía una idea muy exacta de lo que quería  una película muy personal a la vez que universal. Así que empecé entrevistando a mis padres para saber los más mínimos detalles y los hechos más destacados de la aventura que les había llevado a huir de Irán a Francia conmigo. Y me serví de esa realidad para escribir mi guión, intentando no agobiarme por la masa de elementos que había acumulado. Así que era indispensable elegir y atenerme a ello. Por ejemplo era evidente que, teniendo en cuenta el destino de mis padres, no podía evitar la temática política. Me sentía obligado a explicar la situación en Irán con el Sha y después con Jomeini. Pero no quise entrar en muchos detalles. Porque nunca tuve la intención de hacer una película política. La política forma parte del relato y mi trabajo de guionista consistió en jugar todo el tiempo con esa realidad. No siempre le fui totalmente fiel pero siempre quise que todo fuera verídico. Después, una vez que terminé el guión, se lo hice leer a unas 40 personas observando de cerca sus reacciones, tomado notas, y después preguntándoles porque no se habían reído en un momento u otro. De esa forma optimicé al máximo ese trabajo de escritura antes de llegar al plató.


P: ¿Siempre pensó en encarnar a su padre en la pantalla?

Kheiron: Sí. Lo hice porque simbólicamente para cerrar el círculo de la historia, y de forma más prosaica porque sabía que interpretar a uno de los protagonistas de la película me permitiría darme a conocer como actor.


P: ¿Y cómo se las arregló para interpretar a la vez que dirigía a los actores y a un equipo técnico y todo eso en su primera experiencia detrás de las cámaras?

Kheiron: Esta película fue un auténtico desafío a todos los niveles. En tanto que actor, realizador y lógicamente como actor. Pero supe aprovechar la experiencia acumulada en mi espectáculo. Improviso muchísimo en escena y todas las noches son distintas. Así que en cada representación he acostumbrado a mi cerebro a ser autor, director y actor al mismo tiempo. Y en el plató, mientras actuaba, me dividí en dos de la misma forma: una parte de mí concentrada en mis actores y otra en mi interpretación. Pero nunca hubiera podido hacerlo sin esa experiencia en el escenario.


P: ¿Por qué escogió a Gérard Darmon y a Zabou Breitman para encarnar a sus abuelos en la película?

Kheiron: Gérard era una elección evidente. Para este personaje necesitaba un actor que tuviera una vis cómica muy acentuada y que al mismo tiempo resultara extremadamente conmovedor. Y Gérard sabe manejar ambos aspectos a la perfección con una inteligencia interpretativa nada habitual. En lo que se refiere a su mujer, tuvimos más dudas, ya que no teníamos a nadie en mente. Y un día, Simon me habló de Zabou. Y su sugerencia fue una revelación. Sabía que sería la pareja perfecta para Gérard.


P: A través de ella, y lógicamente también su madre, se nota que le gustan los personajes femeninos fuertes…

Kheiron: Soy un feminista convencido. De hecho, en O TODOS O NINGUNO no hay ninguna mujer débil. Ese tipo de personaje me aburre y además, me desagrada porque no conozco ninguna. Se puede hacer callar a las mujeres con violencia pero su fuerza sigue intacta. De hecho, es mi madre y no mi padre la que decidió que tenían que llevarme a mí, un niño, en ese periplo.


P: ¿Y cómo creó el grupo que formaban en el momento de su lucha por la revolución en Irán?

Kheiron: Quería que Alexandre Astier hiciera parte de esa aventura porque en mi opinión es un genio cómico en estado puro. Y para los otros realizamos un casting según los parámetros más clásicos. Pero me gustaría citarlos ya que Sébastien Houbani nos alucinó con su sensibilidad, Khereddine Ennasri con su humanidad mezclada con una fragilidad pasmosa, Jonathan Cohen con su carisma y su inteligencia y Camelia Jordana superó con creces a las otras 15 actrices que se presentaron al casting. Y, gracias a ellos, pero también a los actores de la parte francesa de la película, como Michel Vuillermoz, Carole Franck y Eriq Ebouaney, creamos una auténtica pandilla de amigos en el plató. Y todo surgió con enorme naturalidad, sin forzar nada.


P: ¿Qué tal es como director de actores?

Kheiron: Sé exactamente lo que quiero y doy instrucciones muy precisas. Y eso se debe a que conocía muy bien a los personajes. Pero me gusta que los actores me sorprendan. Si me proponen algo en lo que no había pensado, me adapto inmediatamente. Pero si mi idea me parece mejor, no cedo nunca.


P: Debuta a lo grande incorporando su vis cómica en las escenas en las que su padre es prisionero en las cárceles iraníes…

Kheiron: Era uno de los retos que quería asumir en esta película. Porque hay que recordar siempre que la gente, cuando se enfrenta a situaciones trágicas y angustiosas, utiliza la risa como arma de autodefensa. Los primeros que se ríen de la situación son los que han sufrido ese tipo de trauma. Los demás son los que angustian, ellos nunca...


P: Ver a Alexandre Astier encarnar al Sha de Irán da el tono exacto de lo que describe…

Kheiron: En efecto, su presencia en este papel permite situarse inmediatamente en el universo de un cuento inspirado en historias verídicas. Y O TODOS O NINGUNO avanza siguiendo ese hilo tan fino, con un equilibrio que no rompe de principio a fin. Pero está claro que lo conseguí gracias al apoyo de un equipo fantástico. Personas extremadamente competentes pero también extraordinarias en el plano humano. Escogí a Richard Rousseau que suele trabajo con Jacques Audiard como director de casting por su talento a la hora de encontrar caras no demasiado conocidas. El diseñador de producción Stanislas Reydellet había trabajado en LA VIDA EN ROSA y llegó como miles de ideas. Karen Muller Serreau se había encargado del vestuario de GAMINS y me encantó su trabajo. De Anny Danché, mi montadora, también me había gustado muchísimo su trabajo en LOS INFIELES et 13,99 EUROS. En cuanto a mi director de fotografía Jean-François Hensgens, había iluminado películas con ambientes tan diferentes como DISTRITO 13 y DIKKENEK.

P: ¿Y cómo crearon juntos la fotografía de la película?

Kheiron: Quería y necesitaba un director de fotografía capaz de improvisar en el plató pero sin perjuicio de la belleza de la luz. Y el trabajo de Jean-François superó mis expectativas. Deseábamos obtener una imagen muy contrastada y muy densa con negros rotundos, algo que no se da en las comedias donde todo suele estar muy iluminado y le falta profundidad. A mí lo único que importaba era que los rostros estuvieran iluminados para leer con claridad las expresiones en las escenas cómicas. Y esa misma lógica se impuso en la segunda parte que se desarrolla en Stains.


P: ¿Tenía alguna idea clara sobre cómo representar los suburbios en la pantalla?

Kheiron: Mi objetivo no era hacer un remake de EL ODIO. Pero también era consciente que no abordaba un terreno cinematográfico virgen. Me limité a mostrar los suburbios con la mirada de mi padre para quien la violencia que puede existir en esos barrios no tiene nada que ver con lo que había vivido en las prisiones iraníes. Tenía la firma voluntad de relativizar la situación. De niño, recuerdo a mi padre como a un hombre dotado de una tranquilidad y de una perspectiva impresionantes. Incluso cuando le quemaban el coche o le amenazaban con un Kalachnikov. Por eso construí esa parte que se desarrolla en Stains como una prolongación de los momentos vividos en Irán. Mi padre no tarda en comprender que las dificultades humanas son mucho más complicadas que las financieras por la falta de diálogo y solidaridad.


P: ¿Sintió una responsabilidad especial con relación a su padre, su padre y sus compañeros de ruta tanto en Irán como en Stains a lo largo de la elaboración de la película?

Kheiron: Cuando me lancé a este proyecto siempre pensé que sabía mejor que mis padres lo que resultaría bien en la película. Y seguramente lo hice para protegerme. Así que tenía que pasar por alto los errores en los detalles de los acontecimientos si no interferían en la intriga. Lo importante era no inventar nada y no mentir en lo fundamental. Eso es todo.


P: ¿Y cómo eligió la música?

Kheiron: Intercambiando fragmentos musicales con Simon, que es un melómano, desde el primer día de la escritura del guión hasta el último día del montaje. Y en el plató, una vez que se escogía la música, la poníamos a todo volumen en las escenas para poner ritmo. Fue una parte muy importante del proceso de creación de esta película.


P: En su opinión, ¿cuál es la mayor diferente entre su espectáculo de monologuista y esta película?

Kheiron: Una parte de mi espectáculo se basa en el humor negro con chistes procaces, otros étnicos y otros absurdos. Pero esta película es para mis padres así que quería que fuera para todos los públicos, sin una pizca de vulgaridad. Quería que se sintieran orgullosos y que fuera como ellos.


P: ¿Y cómo reaccionaron?

Kheiron: Afortunadamente habían leído el guión. De lo contrario no habrían podido controlar sus emociones durante el primer pase. Porque de repente mis imágenes y la ficción les hicieron revivir recuerdos violentos y dolorosos. De hecho, ya lloraron muchísimo viendo los rushes…


P: Esta película desprende una gran humanidad. ¿Es de lo que se siente más orgulloso?

Kheiron: Sí, esta película habla de la familia "real" y de la que uno se crea y con la que se convive a diario. Tanto en Irán como en Francia, mis padres conocieron a personas excepcionales. Realizar esta película también era una forma de rendirles homenaje.


Entrevista con la protagonista, Leila Bekhti
(Paris, Je t'aime, La fuente de las mujeres)

P: ¿Cómo aterriza en O TODOS O NINGUNO?

Leïla Bekhti: Conocía muy poco a Kheiron. Tenemos amigos comunes y lo pasábamos bien cuando nos veíamos. Un día, me llamó para hablarme de un proyecto pero la condición sine qua non era ir a ver su espectáculo. Me pareció un poco descarado pero hizo muy bien porque fui a verlo su espectáculo de monologuista y me encantó su mundo. Así que después del espectáculo, en el camerino, me explicó que había empezado a escribir una película y quería que fuera a su espectáculo para conocer su forma de escribir y su puesta en escena. Así que nos citamos para el día siguiente. Me puso delante de su ordenador y me pidió que leyera las siete páginas que había escrito. Se quedó delante de mí para observar mis reacciones. ¡Nadie me había hecho nada parecido! (risas) Y le aseguro que fue una situación tremendamente angustiosa para mí porque la idea de herir los sentimientos de los demás me aterra. Pero no sufrí nada (risas) porque sus páginas me parecieron absolutamente maravillosas.


P: ¿Qué fue lo que le fascinó?

L.B.: Lo cierto es que en sólo siete páginas se distinguía con claridad el tono de su película y con una doble certeza: que el amor que impregna su relato no sería aplastante y que no habría lugar para el sentimentalismo. En mi opinión, O TODOS O NINGUNO da ganas de vivir, de disfrutar de la gente a la que se ama y de ser feliz. Y todo eso ya quedaba patenta en esas primeras páginas. Además, le aseguré en ese mismo momento que haría su película pasara lo que pasara. ¡Era la primera vez que aceptaba una película después de leer siete páginas!


P: Y después todo fue muy deprisa…

L.B.: En efecto. Cuando Kheiron me dijo que me enviaría la primera versión, creí que lo haría un año después. Pero dos meses después, en plena noche, recibí el guión terminado. Y me enamoré de esa familia y aún más de la forma en la que Kheiron cuenta su historia. A medida que leía la historia me emocionaba más. A través del destino de los padres de Kheiron, O TODOS O NINGUNO consigue plantear preguntas fundamentales sobre el compromiso y la resistencia sin necesidad de transformarse en una película política. Kheiron cuenta una historia única que es entrañable para él, pero ha sabido darle un sesgo universal con una mezcla perfecta de humor y de emoción que provoca unas ganas irrefrenables de vivir.


P: ¿Qué le atrajo de su personaje?

L.B.: Su fuerza y su sensibilidad, un punto en común de todas las personas que poseen una personalidad tan fuerte. Pero también el amor infinito que siente por sus padres, su marido y su hijo. Por para todas esas personas que viven sumergidas en una lucha constante, la noción de familia y de amor adquiere una importancia enorme. Y yo comparte ese rasgo de su personalidad : podría irme a las cruzadas para salvar a cualquier miembro de mi familia.


P: Este papel también le permite interpretar sentimientos diferentes y extremos…

L.B.: Ha sido un auténtico placer sumergirme en todo eso. Y me ha permitido vivir momentos muy fuertes. Por ejemplo la escena de la manifestación en la que mi personaje acaba en un furgón de la policía con su marido y se ve obligada a abandonar a su hijo en la acera. La escena se rodó en tres tomas con bastante improvisación. La única guía era dejarse llevar por la situación. Pero también pensé en todas las situaciones en las que esa mujer había conservado la calma en vez de volverse loca. En cierto sentido esa situación es un pretexto para sacar todo lo que se ha guardado durante tantos años. Ha llegado literalmente al límite. Está claro que esa escena me daba miedo. Pero para ser sincera, en ese plató siempre tenía miedo. Quería que Kheiron y su madre estuvieran contentos. No podía soportar la idea de defraudarlos.


P: Me imagino que conoció enseguida a la madre de Kheiron a la que interpreta en la película.

L.B.: Era imprescindible para interpretar este papel. Porque si a sus padres no les hubiera convencido que interpretare el papel, no me habría sentido con legitimidad para hacerlo. Pero no me reuní con ellos con la idea de pasar un examen. Sólo quería saber quiénes eran esas personas que Kheiron describía en su película. Porque para mí, O TODOS O NINGUNO es una de las declaraciones de amor más bellas que un hijo puede hacer a sus padres. Y también a todos sus compañeros de ruta y de lucha. Creo profundamente en esa idea de la familia que no crea y que Kheiron describe tan bien. Sus padres vivieron cosas tan violentas y tan fuertes que nada podrá separarlos jamás. Y cuando les conocí por primera vez, me di cuenta que eran la gente más sencilla de mundo con un corazón enorme. Creo que todavía no habían asimilado que la película de la que les hablaba su hijo iba a hacerse. De todas formas, no les obsesionaba la idea de que se contara su historia.


P: ¿Cómo construyó su personaje?

L.B.: ¡Se puede decir que con Kheiron y el productor, hemos interpretado "nosotros 3 o nada"!  Estábamos siempre juntos antes del rodaje (risas). Leíamos el guión una y otra vez para pulir el texto y los diálogos. He creado este personaje mano a mano con Kheiron. Le hice un montón de preguntas y sus respuestas me ayudaron muchísimo así como las anécdotas que dejaba caer en nuestras conversaciones. Me contó que a los 7 años, al ver que sus padres se llevaban siempre tan bien, les dijo con la mayor naturalidad del mundo, que necesitaba que... ¡se divorciasen!  (risas) Gracias a él, mi interpretación del personaje fue como la seda desde el primer día de rodaje.


P: ¿Qué recuerdo tiene?

L.B.: Los padres de Kheiron habían venido al rodaje. Y como yo no tenía muchas secuencias ese día  me quedé hora y media con su madre y aproveché para hacerle muchas preguntas. Y todas sus respuestas confirmaron lo que yo pensaba. Por ejemplo, que cuando nació Kheiron, el miedo a perderle era la mayor de las angustias tanto para ella como para su marido. En su roce constante con la muerte, ese hijo les devolvió la vida. Así que las conversaciones que mantuve con ella me abrieron más puertas. Lo mismo que la conexión tan fuerte que tuve con Kheiron desde el principio y que ha sido fundamental para el rodaje. Entre nosotros no había secretos ni filtros. Nos lo decíamos todo abiertamente. Y eso permite ahorrar muchísimo tiempo. Así que en esta película, Kheiron fue mi director y mi coprotagonista pero por encima de todo mi hermano. Parecido a lo que me pasó con Géraldine Nakache en TODO BRILLA. Y a pesar de un calendario muy apretado y que se trataba de su primera experiencia como director, logró crear en el plató un ambiente muy acogedor y formar una auténtica familia. Puede parecer un poco cursi  pero lo cierto es que el rodaje de su película refleja con total exactitud lo que ocurre en la pantalla.


P: En su opinión, ¿cuáles son los puntos fuertes de Kheiron como director?

L.B.: Su forma de reaccionar a los problemas. Nunca se queja, siempre está en movimiento. Se puede contar siempre con él. Su solidez es inquebrantable. Kheiron siempre sabe lo que quiere, pero también deja que sus actores hagan todo tipo de propuestas y se queda con lo que encaja en su visión. De hecho, a pesar de lo ambicioso del proyecto y del enorme trabajo que tenía que desarrollar en multitud de áreas, acabé olvidando que era su primera película.


P: ¿Y qué tal es como actor?

L.B.: El primer día, por miedo y por inexperiencia, el director estaba más presente que el actor en nuestras escenas comunes. Pero no tardó en encontrar el equilibrio perfecto y me olvidé de todas las funciones que debía asumir y que era su primer papel en el cine (risas).


P: No hay duda de que el humor irresistible que domina en esta película es suyo…

L.B.: Sí, es una persona divertidísima. Y el humor es imprescindible en la historia que ha escogido contar O TODOS O NINGUNO demuestra que cuando viven una tragedia, las personas intentan olvidar las preocupaciones diarias gracias al humor. Los padres de Kheiron no podían ser meros espectadores de lo que les pasaba ya que eran los protagonistas de esta historia. De hecho su madre me lo resumió perfectamente en una frase  "¿Cómo hubiéramos podido sobrevivir sin reírnos de algunas situaciones?" Y ese es el tono exacto de la película, que Kheiron ha sabido reproducir de forma excepcional.


P: El humor y el amor triunfan sobre el miedo que vuelve a golpearles cuando atraviesan una frontera en su huida de Irán, cuando pasan un control en el que están a punto de ser arrestados…

L.B.: Sí, porque por primera vez, ese hombre y esa mujer no sólo tienen miedo por ellos sino también por su hijo. En sus vidas, hubo un antes y un después de ese nacimiento. De hecho, si decidieron no volver a Irán y quedarse en Francia fue sobre todo por él. Al igual que en UN LUGAR EN NINGUNA PARTE de Sidney Lumet, las luchas se ven de otra forma porque las personas implicadas no sólo asumen sus propias responsabilidades sino también la de un niño que no pide estar ahí.


P: ¿Interpretar a una mujer que está todavía viva en una historia inspirada en hechos reales ha cambiado su forma de actuar?

L.B.: Por supuesto. Sin llegar a la obsesión, lo cierto es que nunca olvidé que estaba contando la historia de la madre de Kheiron, de la que admiro su trayectoria y su valor. Así que era muy emotivo verla de vez en cuando en el plató mirándome, animándome, fijándose en cómo iba vestida. La palabra responsabilidad siempre me asusta un poco, pero al interpretar un papel como éste, no se puede ocultar la realidad de lo que ocurrió. De hecho, ayuda a entregarse al 200% en el plató para respetar todo lo que han vivido esas personas, los peligros que han corrido, con un valor infinito.


P: ¿Y qué sintió al ver la película terminada?

L.B.: Me emocioné al ver esa voluntad de mostrar los aspectos más positivos de la existencia, de insistir en las soluciones más que en los problemas, ya sea en Irán o en Stains. La humanidad de esta película es conmovedora. Vi reflejados en la pantalla las emociones que había vivido durante el rodaje. Es cierto que cuando leí el guión sentí debilidad por la primera parte en Irán, pero Kheiron logró dotar a su relato de tanta fluidez que, a la llegada no existen dos partes diferenciadas sino una continuidad total. Me siento feliz y orgullosa de participar en una película que ofrece tanta esperanza. ¡La necesitamos tanto hoy en día!.