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  Los recuerdos  (Les souvenirs)
  Dirigida por Jean-Paul Rouve
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Entrevista con Jean-Paul Rouve (director, guionista, e intérprete del hostelero)

P: ¿Cómo tuvo la idea de adaptar el libro de David Foenkinos?

R: Conocí a David cuando estaba de gira con Cuando sea pequeño. Tenemos una amiga en común, Émilie Simon, que compuso la música de La Delicadeza y de mi anterior película. Los productores, a quienes yo no conocía, adquirieron los derechos de Los Recuerdos. Seguidamente conocí a Romain Rousseau (uno de los dos productores junto a Maxime Delauney), y mi agente entonces les hizo saber mi interés para el proyecto.


P: Ha colaborado en la escritura del guion junto a David Foenkinos...

R: Primero leí su novela, después lo llamé. Él redactó una primera versión dialogada de su libro. Le confesé que su trabajo estaba muy cerca de mi primera película, Cuando sea pequeño, ¡incluso demasiado! Entonces retomamos el texto juntos. Por mi parte, avanzaba con mucha prudencia, porque se trataba de su trabajo y no quería ofenderle. Pero al cabo de dos horas, me di cuenta de que no había prepotencia fuera de lugar y entonces, partimos sobre bases muy simples, como si él no hubiera escrito el libro.

Mi objetivo era dar énfasis a la comedia. Primero desarrollamos el papel del padre, interpretado por Michel Blanc, y luego creamos al personaje del compañero de piso: con él es con quien dialoga el protagonista, lo que permite conocer los estados de ánimo de Romain (el protagonista interpretado por Mathieu Spinosi) sin tener que recurrir a una voz en off. Por otra parte, si en la novela la madre vive en un asilo, nosotros decidimos una opción diferente en la adaptación. Finalmente, el guion se basa en dos tercios del libro ya que la última parte, sobre la vida de Romain con la joven, fue eliminada.


P: ¿Se encontraba en sintonía con David Foenkinos a lo largo de la fase de escritura?

R: Nos dimos cuenta de que nos emocionaban las mismas cosas, de que nos reíamos con las mismas bromas y de que teníamos bastantes gustos en común. Y finalmente ¡nos hicimos amigos! Así que escribimos nuestra versión en común bastante rápido, en tres o cuatro meses. Hicimos que nuestros productores la releyeran, la volvimos a trabajar y finalmente la enviamos a los actores.


P: Las relaciones familiares, y sobre todo la relación con el padre, a aparecen a menudo en sus películas...

R: Exactamente, la relación de paternidad me interesa mucho. Cuando crecemos, a menudo decimos que hay que "matar al padre" para madurar. No creo que sea una necesidad obligatoria: en mi opinión, podemos crecer de otra manera. Esto puede incluir otro aspecto (que no impida el amor a los padres) que encarna una forma inédita de ver el mundo. Puede tratarse de una persona, o de un escritor que descubrimos. No siempre aprendemos a ser hombres sólo con la figura paternal. El personaje del hostelero en la película es mucho más joven que en el libro. Se hizo a propósito porque no queríamos que apareciera como competencia del padre: aquí no son rivales sino que se complementan.


P: La película describe tres trayectorias iniciales, de tres generaciones diferentes: el muchacho, el padre y la abuela.

R: Hablar de la vida es muy difícil. Y aún así no existe nada más interesante: lo cotidiano, el curso de los hombres, de la gente normal, me fascina. Como director me gusta hacer cine, como espectador me gusta verlo, eso es muy francés.


P: Los personajes, a pesar de cuál sea su edad, están todos buscando algo, como si no hubieran encontrado aún su lugar.

R: Sí, y en cierta manera se buscan a sí mismos: el muchacho, que aún no ha encontrado ni su camino ni el amor, el padre que no sabe bien cómo afrontar la vida de jubilado, el hostelero que se encuentra lejos de su hijo, e incluso la abuela que aspira a volver a su tierra de la infancia...

Un día, un periodista belga que escribió una crítica de Cuando sea pequeño, me dijo que me interesaba por la gente que no estaba en su lugar. Y de hecho, me gusta la gente que no se encuentra en su sitio: eso forma parte de la vida y concierne a una gran mayoría de la gente. Permanecemos ahí por pereza, por seguridad, por amor... Y a veces nos damos cuenta. No es el caso de Romain, pero él ya siente miedo de no estar donde debería. Esto también afecta al personaje de Michel Blanc: el paso a la jubilación actúa como una revelación. Del mismo modo, la abuela dejó pasar la vida y repentinamente toma otro camino. Me gusta la idea de que la gente haga lo que puede. Con frecuencia intentamos hacer el bien, y a veces nos equivocamos.


P: ¿Cómo explica una cercanía tan grande entre el muchacho y la abuela, viniendo de una generación y de un mundo que le son totalmente desconocidos?

R: Es un poco como si el chico estuviera hambriento de creerse los recuerdos con su abuela, y además era consciente de ello. Esta relación me interesaba y tenía ganas de escarbar en ella. Tengo la impresión de que, muy rápidamente, él deja de verla como su abuela y la empieza a ver como a una mujer: se pregunta cuál ha sido el curso de la vida de esta mujer que fue joven, se casó, tuvo hijos, nietos. No se plantea su estatus social sino lo humana que es.


P: La madre, interpretada por Chantal Lauby, es también sin duda el mejor personaje en su papel, a gusto en las relaciones con su hijo e incluso con su marido.

R: Exactamente. La madre es el personaje que más se parece a nosotros, la que más tiene los pies en la tierra. Como ella, está el jefe del hotel, que dice cosas razonables. Ambos personajes aportan consejos y verdades, que orientan a los personajes principales. Siempre es interesante tomar un elemento (la abuela que ha desaparecido en este caso) y ver las diferentes maneras de reaccionar ante esta situación: la visión dramática del padre "mi madre ha muerto ", la capacidad de relativizar diciendo "son cosas que pasan" de la directora del asilo, o incluso la mirada de la madre o del hostelero "los viejos, les obligamos a hacer lo que nos conviene y ellos se largan". Me gustan esos personajes secundarios que arrojan luz a la trayectoria del protagonista.


P: Desde París, la película pasa a Étretat sin impresión de ruptura. ¿Era importante tomar aire normando?

R: Hay un momento en el que la historia se divide, de ahí el cambio de lugar. Creo que la ausencia de ruptura se explica porque intento mostrar París como una ciudad de provincias. Da igual que se trate de París o de Étretat, tengo la sensación de tener esa visión, una visión de la vida, de la gente, y esto constituye una unidad, un enlace entre dos ciudades. Por ejemplo, existen dos escenas que tienen conexión: mientras el muchacho empuja la puerta de una cafetería en Étretat, el padre entra en una cafetería parisina.


P: El decorado sumerge al espectador en la realidad.

R: Presto mucha atención a la veracidad de la vida en el cine: no grabo si no me lo creo. En la película, los dos chicos viven en un piso compartido. Desde el principio hago que mi decorador y mi encargada de vestuario tomen consciencia de lo que son mis personajes, lo que viven, lo que ganan... Y a partir de ahí construyen los decorados y el vestuario. No quiero un decorado en el que no creamos.

Cuando volvemos a París, podemos reencontrarnos rápidamente con los decorados magníficos porque tenemos monumentos excepcionales. A mí me gusta encontrar una cierta estética en lo natural, en lo que puede parecer banal a primera vista.


P: ¿Cuáles eran, aparte de los decorados, sus prioridades en la puesta en escena?

R: Intento sobrevolar la vida tanto como pueda; incluso en la ficción. No se trata de un documental, pero a veces utilizo las mismas armas que en ellos. Yo elijo el plano, pero lo que ahí pasa se me escapa. Es una mezcla de ángulos rectos, de simetría (el plano como marco) y de pasajes inesperados en el centro (el escenario).

Respecto a la preparación, trabajo con mi director de fotografía para estar listo el día del rodaje. Se trata de una forma de seguridad psicológica. ¡Me preparo para olvidar cuando grabo! Lo que sigue manteniéndose esencial a mis ojos es la verdad que surge de la interpretación de los actores. Y por último, el actor proporciona verdad al plano. Imagino que la cámara es un testigo, que está con nosotros en situaciones, a una buena distancia y nunca es obsceno. Una especie de amigo indulgente. Me gustaría citar a Claude Berri como cineasta que me pudo inspirar: hay en él esa humanidad, especialmente en Os amo a todos, una película magnífica sobre la vida y el amor.


P: ¿Qué evolución ha notado en su trabajo?

R: La primera película se hace con la inconsciencia de la primera película: tenemos ideas, exploramos y tentamos pistas. Es algo un poco experimental. Después me pregunté qué escena disfruté más rodando: se trata de una secuencia de Sin armas, ni odio, ni violencia sobre lo no dicho y la mentira entre Alice Raglioni, Gilles Lellouche y yo. Así que partí de esta idea para mi segunda película, Cuando sea pequeño. Es como si hubiera apretado una esponja al máximo para la segunda película, para ir hacia lo esencial, incluso siendo demasiado seco. Después, para la tercera película, liberamos un poco la esponja y un poco de agua se queda en ella. Esta película es a la que más me parezco: hay una mezcla equilibrada de emoción y comedia. ¡Como la vida misma!


P: ¿Cómo se desarrolló el casting?

R: Desde el principio veía a Annie Cordy en el papel de la abuela: le hice llegar el guion, quedamos y en seguida vi en su mirada a Madeleine. Después, recordé a Michel Blanc, a quien no conocía. Me contestó al cabo de dos días, ¡con lo selectivo que es! Estaba muy contento y orgulloso ya que Michel no es sólo un gran actor sino también director, guionista y dialoguista sin igual.


P: Annie Cordy es impresionante: olvidamos completamente su personaje de cantante popular.

R: Era evidente. Vale, ya la había visto interpretando en El pasajero de la lluvia y El Gato. Todo el mundo me decía "¿estás seguro?". Siempre le dieron papeles duros en el cine que no se parecían en nada a sus canciones. Me alegro de que estuviera genial. ¡Espero que consiga el César a la mejor promesa femenina! (risas) Tiene un sentido de la interpretación muy desarrollado porque tiene una enorme capacidad de escucha.


P: ¿Cómo supo que Mathieu Spinosi debía interpretar a Romain?

R: Tuve que entrevistar una treintena de actores, muchachos de entre 20 y 25 años. Fue muy complicado porque necesitábamos a alguien capaz de defender el papel principal frente a peces gordos. Buscaba un actor que poseyera tanto el oficio como la frescura. Lo que me gustó de Mathieu es que era violinista de formación: ¡así que conoce perfectamente el oficio! Estudió en el conservatorio y aprendió a levantarse temprano y trabajar. Tiene una relación concreta con el trabajo. Me gusta ese aspecto artesano que desprende.


P: ¿Y Chantal Lauby en el papel de la madre?

R: Nunca había trabajado con ella, pero me encanta desde hace mucho tiempo. Tenía ganas de que fuera ella después de verla en La Jaula Dorada: ha conseguido una madurez de actriz extraordinaria, como si hubiera almacenado un montón de cosas de la vida y lo sacara en sus interpretaciones con una magnífica pureza.


P: En el escenario, todos venían de orígenes diferentes...

R: Me di cuenta de que había un punto en común entre Annie Cordy, Michel Blanc, Chantal Lauby, y yo: venimos de la época de la "coña": opereta, café teatro o sketches en la tele. Así pues, todos tenemos más o menos la misma base. Para mí éramos un poco de la misma familia de actores.


P: ¿Qué intenciones tenía respecto a la música?

R: Confié la música de la película a Alexis Rault. No lo conocía pero mis productores me lo presentaron. Lo encontré humanamente formidable. Trabajo en la música a partir del guion, y le expliqué que aunque no estaba verdaderamente cualificado para componer, quería muy pocos temas. Porque la música es un personaje con muchas facetas y forma parte integrante de la película: debe ser tejida con la película. Quería una música ligera, discreta, púdica, mezclando la alegría y la melancolía. El mismo tipo de melodías que las que encontramos en Sarde o en Roubaix.

Seguidamente, seleccione el estándar "Que reste-t-il de nos amours?" que trabajamos para que sonara más actual. Julien Doré quiso reinterpretarla y se apropió de ella con el inmenso talento que sabíamos que tenía.


Entrevista con Michael Blanc (intérprete de Michel)

P: ¿Qué le sedujo de este proyecto?

R: La mezcla de comedia y de auténticas emociones, porque se trata de una verdadera película de autor que propone una representación real de la vida. Es exactamente como en la vida real, con el estilo de Jean-Paul. ¡Lo que yo llamo el "toque de Rouve"! Por ejemplo, su personaje de hostelero destartalado que bebe y se llena de afección por el muchacho me llega mucho. A veces, en un guion, se puede sentir que el autor se ha dado el gusto de escribir una escena bonita, pero que no aporta nada y que caerá finalmente en el montaje. Éste no es en absoluto el caso de Los Recuerdos: hay una originalidad y una mezcla de réplicas muy graciosas (como en la escena del policía) con secuencias de pura emoción en torno a Annie Cordy.


P: ¿Ha vuelto a trabajar algunos diálogos?

R: En absoluto. Por norma general respeto mucho el trabajo de los demás. A veces, cuando acepto un proyecto, no me gustan los diálogos y pido volver a trabajarlos. Pero a veces también sucede que los diálogos me gustan y ése era el caso de Los Recuerdos. Intenté decir los diálogos de Jean-Paul de la forma más fiel.


P: ¿Cómo describe a su personaje?

R: Es un tipo incapaz de confesar que no soporta haberse jubilado de forma anticipada y haberse entregado a sí mismo: no se da cuenta de que es él el que cambia, el que se hace insoportable ¡y el que arruina la vida de su mujer! Entonces, aparece el problema de su madre, lo que le deja particularmente debilitado en un momento en el que debería ser fuerte. Eso me pareció muy edificante para construir el personaje. Ahí, donde debería haber un tipo que pone los puntos sobre las íes, se deja guiar por sus hermanos: las ideas de dejar a su madre en el asilo o de vender el apartamento no salen de él. Para mí, es un hombre que se ha desbordado en un momento en el que el mar ya estaba revuelto.


P: Es un ser totalmente a la deriva.

R: Ya no se encuentra a sí mismo: mi personaje no reacciona con los demás, ni distingue lo que tiene relación directa con él. Ya no sabe quién es. Ha pasado muchos años en Correos y, de repente, no le queda nada. Profesionalmente tiene la sensación de no haber hecho nada en la vida, que no ha construido nada. Es un pollo sin cabeza. Es vertiginoso decirse, a los 60 años, "todo lo que pensaba que era, ha desaparecido", y no "empieza una nueva etapa". Y como no se da cuenta de su estado, se echa las dificultades relacionales con su mujer a la espalda. Por otra parte, es ella quien, a sus ojos, está deprimida, y eso resulta una lógica absurda. De repente, utiliza los problemas con su madre para esquivar sus problemas de pareja.


P: No obstante, es un personaje conmovedor...

R: De hecho, lo que me sedujo de él fueron los momentos de intensa emoción que experimenta; cuando su mujer le anuncia que quiere dejarlo, o cuando se encuentra frente a su madre, muestra miradas de conmoción. Además, siempre he interpretado delante de Annie Cordy como si tuviera 12 años: primero no tiene ya la edad por culpa de ese "despojo" del que le hablaba antes, y después, nos convertimos rápidamente en niños pequeños cuando tu madre tiene un problema. Así que él es como un niño que ha hecho una trastada y está triste por ver a su madre triste. También se convierte en el "hijo" de su propio hijo y le pide a éste último acompañarle a ver a su madre al asilo. También tiene obsesiones (como el hecho de encontrar un aparcamiento a dos pasos de su destino) y momentos en los que literalmente se derrumba. Está en ese estado de ciclotimia propia de los deprimidos: por ejemplo, toma el toro por los cuernos ¡y le resulta totalmente imposible soportar las chorradas del madero! Tenemos la sensación de que eso le hace volver a poner los pies en la tierra: hay demasiadas tonterías a su alrededor que le aportaban estabilidad. Por eso, se trata de un personaje más complejo de lo que podía parecer a primera vista.


P: ¿Cómo dirige Jean-Paul a sus actores?

R: He descubierto un formidable director de actores. Primero, porque tiene una hipersensibilidad y una total exactitud, y la humildad necesaria para decir a veces "no, tienes razón, es mejor hacerlo como sugieres". Incluso si tiene buena intuición en el 99% de los casos. Intenta constantemente rastrear la verdad, la realidad de la vida. Además, no se le escapa nada: rehacemos una escena hasta que obtiene lo que desea, y él explica perfectamente lo que quiere. A menudo, los actores que pasan a realización tienen ese sexto sentido para eliminar el problema que se encuentra en la mente de los actores que dirigen. Y es el caso de Jean-Paul.


P: ¿Cómo vivió el rodaje?

R: Con Jean-Paul, la puesta en escena no es nunca una tontería: existe una verdadera búsqueda de los planos, y nunca de esteticismo gratuito. Todo se introduce a través del guion. Quizás es la primera vez que veo a un director trabajar tan bien y tan rápido. A veces terminábamos las jornadas de rodaje una hora antes de lo previsto. Esto también es gracias a que Jean-Paul sabe rodearse de un gran equipo, incluyendo al de sonido. Nunca he pasado tan poco por posproducción, y eso que rodábamos en la calle, en coche, en diversos decorados naturales en los que la toma de sonido es compleja.


P: Es la segunda vez que Annie Cordy interpreta a su madre en el cine

R: Ella posee una profesionalidad inaudita: ¡nunca para de trabajar! Cuando no estaba rodando, ¡se iba de gira o iba a hacer galas! Esta mujer ha estado subempleada en el cine, primero porque siente pasión por su oficio y segundo porque muchos directores olvidaron que ella interpretó para grandes cineastas, incluyendo a René Clément. Posee una precisión y verdad extraordinarias, y algo increíblemente conmovedor en su interpretación.

También posee un halo de misterio detrás de su generosidad. Cuando interpreta a ese personaje en LOS RECUERDOS, toda esa vulnerabilidad y toda esa humanidad son palpables. Y hay pequeños momentos de complicidad en los que bromea con su hijo pequeño que me resultan excelentes. No dejaba de decirle que sería la revelación de la película.

Mathieu Spinosi, que interpreta a mi hijo, tiene algo de desastroso y encantador. Interpreta perfectamente al muchacho que se convierte en el cabeza de familia. Posee una gran madurez y atraviesa las situaciones de la película con la gracia de su abuela. Conmigo, Mathieu ha sido muy justo, como si dijera: "intentemos hacerlo juntos para que todo salga mejor". Con su madre, tenía una verdadera relación de hijo que le quiere y en quien confía.

En cuanto a Chantal Lauby, interpreta a una chica guapa que atraviesa una crisis de pareja con mucha seguridad y una distancia irónica y humorística en la mirada, lo que permite su interpretación totalmente fuera de lo común.

Estaba impresionado con el poder de la comedia y de verdad que emana de la interpretación de William Lebghil. De forma general, me ha sorprendido la cantidad de actores que trabajan con gran precisión y con verdadera sutileza.


Entrevista con Annie Cordy (intérprete de Madeleine)

P: ¿Cómo aterrizó en la película?

R: Fue idea de Jean-Paul Rouve, a quien ya conocía como actor. Imaginaba que quedaría bien en ese papel... Posteriormente, tuve una corazonada y me interesaba verdaderamente deslizarme en la piel de este personaje tan emocionante.


P: ¿Qué le emocionó de la historia?

R: Me conmovió ese personaje de abuela muy sensible a la relación que se establece entre ella y su nieto, afectada por la fuerza de su carácter. Y después, entre nosotros, una parte de la historia se sitúa en Étretat: me encanta esa ciudad, y de hecho, he de confesar que rodar allí junto a Jean-Paul Rouve era realmente tentador (risas).


P: ¿Conocía la obra de Jean-Paul como director?

R: No, no lo conocía como director ¡sino como artista! Nunca antes había trabajado con él. Es un director muy divertido con una excelente relación con el equipo, lo cual es muy importante para mí. Él sabe a dónde va y cuando tiene algo que decir, lo dice. Lo que importa es la manera de decir las cosas. Jean-Paul sabe decir la verdad con las palabras adecuadas. Es muy sutil y, al mismo tiempo, muy claro en sus instrucciones: como actor, te sientes seguro a su lado. Creo que Jean-Paul se ha rodeado de un gran equipo. Como es un hombre con corazón, consigue sacar buenos sentimientos en los demás.


P: ¿Cómo describiría a su personaje?

R: Se trata de una abuela. Elige la libertad porque ya no soporta que le impidan hacer lo que le apetece. Regresa a Étretat, lugar en el que tiene muchos recuerdos de la infancia. No tiene que renunciar a la vida por ser mayor. Se trata de un personaje al que interpreté con mucho gusto. En la película, estoy muy próxima a Mathieu Spinosi, que interpreta a mi nieto, y nuestra relación es el núcleo de la historia.


P: ¿Cómo veía la relación con su nieto y su hijo?

R: Creo que tiene una relación normal, bastante clásica con su nieto. Existe una enorme cercanía entre ellos. Si hubiera sido abuela, siempre demostraría a mi hijo que está equivocado, ¡y sobre todo a mi nieto! (risas) Es un amor tener un nieto tan adorable. Creo que los abuelos son más guays y flexibles con los nietos que con los propios hijos, ya que los retos son distintos. No existe esa misma relación de autoridad. Sin embargo, ella ama enormemente a sus hijos.


P: Hábleme del rodaje.

R: Nos lo pasamos muy bien, y recuerdo momentos estupendos. Hay que trabajar, por supuesto, pero todo se desarrolló en un buen ambiente. Jean-Paul es muy sensible: es un "corazón con patas" que confía en su equipo. También había una buena cohesión en el equipo.


P: ¿Cómo se desarrolló su colaboración con los demás actores?

R: Mi colaboración con el resto de actores me dejó un buen recuerdo. Comparto muchas escenas con Mathieu Spinosi y es un joven maravilloso. Nos entendimos muy bien, incluso encontramos cierta cercanía. En cuanto a Chantal Lauby es una señora encantadora, cuya interpretación es notable en la película. Y Michel Blanc, con quien ya he rodado, es un gran actor: ¡es increíble!


Entrevista con Chantal Lauby (intérprete de Nathalie)

P: ¿Cómo aterrizó en la película?

R: Fue gracias a Jean-Paul Rouve, que deseaba que trabajáramos juntos. Es un actor que me encanta y cuya sensibilidad me llega. Yo estaba feliz por embarcarme en esta aventura con él. Leí el guion y me gustó mucho la historia porque está muy arraigado en la actualidad: se trata de un hombre que se acaba de jubilar y que se cuestiona sus deseos, lo que hará, y en lo que se convertirá. Me gustan las películas en las que los personajes se mueven y permiten que el público se sienta identificado.


P: ¿Conocía las películas de Jean-Paul Rouve?

R: Sí, parte de su filmografía. Siento que rueda las películas con el corazón. En su trabajo como actor, me sorprendió cuando interpretó a Polnareff en Podium: quedó perfecto en ese papel. También lo noté en Aquellos días felices: siempre aporta ese trocito de ternura, de real y de divertido. Confío en él porque sé que tiene una sensibilidad que me hace sentir. Esto no se aprende: o lo tienes o no lo tienes.


P: ¿Cómo describiría a su personaje?

R: Es una mujer de hoy con la que muchas mujeres pueden sentirse identificadas: debe gestionar el crecimiento de su hijo, su suegra no está bien, su marido se jubila. Trata de mantener los pies en la tierra y servir de "columna vertebral" para todos los que la rodean. Por ejemplo, invierte tiempo al teléfono con su hijo para tranquilizarlo, intenta provocar a su marido y ponerlo celoso para hacerle reaccionar. Es una mujer activa y moderna.


P: Usted es sin duda alguna el personaje que mejor se siente y el que más en paz con ella misma está, al contrario que los demás, que se encuentran fuera de lugar...

R: Sí, en cualquier caso, muestra menos sus problemas y debilidades. Al menos lo está de momento, es fuerte, y son los que le rodean los que tienen problemas. Por lo tanto, es su deber asegurar todos los frentes. Es un personaje como los que me gustan: tiene ciertas grietas, pero éstas están bien enterradas y disimuladas. La interpretación con su marido me gusta: le provoca o le miente para darle celos. En realidad, es una especie de juego de seducción para ayudarle a estar vivo de nuevo.


P: La escena en la que se reencuentran es profundamente conmovedora...

R: Es una secuencia rodada con gran pudor. Podemos pensar que esta pareja quizá pueda seguir adelante. Por último, esto sucede en la vida real: pasamos por momentos de nostalgia, y luego caemos en picado antes de volver a levantarnos. La vida está llena de emociones, nunca es lineal, y los episodios más ligeros suceden a otros más difíciles. A Jean-Paul le gusta trabajar a partir de esta materia. Cuando esta mujer recuerda a su marido, lo hace con nostalgia. A ella le gustaría que volviera el hombre que le hizo soñar.


P: La escena en la que se reencuentran es profundamente conmovedora...

R: Es una secuencia rodada con gran pudor. Podemos pensar que esta pareja quizá pueda seguir adelante. Por último, esto sucede en la vida real: pasamos por momentos de nostalgia, y luego caemos en picado antes de volver a levantarnos. La vida está llena de emociones, nunca es lineal, y los episodios más ligeros suceden a otros más difíciles. A Jean-Paul le gusta trabajar a partir de esta materia. Nos damos cuenta de que cuando esta mujer recuerda el reencuentro con su marido, hay notas de nostalgia en su voz. A ella le gustaría que volviera el hombre que le hizo soñar.


P: ¿Cómo fue su colaboración con Michel Blanc?

R: Es un actor excepcional: destaca en todas sus películas. Suponemos a través de sus ojos que hay un matiz de angustia y planteamiento. Esto es lo que me transmitió como humano y como actor. También tiene un lado infantil y conmovedor.


P: ¿Qué opina de Annie Cordy?

R: ¡Ella me impresionó muchísimo! ¡Admiro su energía, su humor, su alegría, y su sensibilidad! Parecía afectada en las escenas funerarias: sentía ganas de abrazarla por los recuerdos que todo eso le traían. Se muestra a flor de piel y es un placer y un orgullo haber interpretado a su lado. Tiene un gran talento como actriz y sus apariciones en pantalla lo demuestran. Forma parte de esas personas verdaderas, ese matiz tan particular de Jean-Paul. Me encontraba muy bien junto a ella desde el principio hasta el final.


P: ¿Y Mathieu Spinosi?

R: No le conocía antes del rodaje. Es muy preciso en su interpretación. Tiene un lado adulto, maduro, y me sorprendía a veces cuando hablaba: es alguien profundo, que reflexiona. Me alegra haberle conocido y le deseo una gran carrera.


P: ¿Qué tipo de director es Jean-Paul Rouve?

R: Le gusta que todo sea lo más natural posible. Cuanto menos "interpretamos", más contento está. "Como la vida misma, en todos los sentidos", ésta era la instrucción que tenía sistemáticamente en la boca. Debemos sentir las cosas y ser sinceros, y por tanto no pasamos muchísimo tiempo repitiendo antes de rodar. Podemos apropiarnos del texto y hacer modificaciones, podemos endulzar el diálogo, pero lo que cuenta, sobre todo, es ser lo más natural posible. Él tiene la película en la mente, sabe a dónde quiere llegar y, en caso de necesidad, también puede ponernos límites.


P: Jean-Paul también es actor.

R: Obviamente conoce nuestros temores y entiende nuestras dudas. Dicho esto, desde el instante en el que aparece en escena, se transforma en director. No realiza muchas tomas, como máximo 5 o 6 desde diferentes ángulos. Lo ajusta demasiado, ciertamente, pero sabe que no merece la pena fatigar a sus actores con una cantidad considerable de tomas.


Entrevista con Mathieu Spinosi (intérprete de Romain)

P: ¿Cómo llegó a este proyecto?

R: Participé en el casting, sin más. Y Jean-Paul me eligió. Cuando eres un actor joven y alguien te propone un papel en un proyecto como este, ¡eres fácil de conquistar! Además, la película está inspirada en un libro magnífico y se ha llevado a cabo con artistas que admiro desde hace mucho tiempo. ¡Así que estaba entusiasmado con la idea de encarnar este personaje!


P: ¿Qué le sedujo del guion?

R: Rápidamente me sentí identificado con los temas, que son universales. Es una historia/reflexión sobre la vida, la muerte, lo fugaz del tiempo, la necesidad de vivir, las relaciones intergeneracionales. Esto, evidentemente, coincide con mi propia historia: tengo abuelos a los que adoro y los tengo muy presentes en mi vida. Me pareció un guion muy bueno, especialmente bien escrito, por David Foenkinos y Jean-Paul. En los diálogos, han tratado de desarrollar un lado más ligero, más divertido que quizá proporciona una visión más cómica en la película que en el libro.


P: ¿Tiene cosas en común con Romain, su personaje?

R: Sí, me siento muy identificado con él: busca los medios para expresarse. Para él es la escritura, para mí es la música y la interpretación. Fuera de ese ámbito, no me parezco en absoluto: primero porque carezco de esa paciencia, además, ¡yo soy mucho más ardiente e impetuoso que él! Porque a Romain le cuesta comunicar, como a otros personajes de la película de hecho, que se hablan con dificultad o no se atreven a expresarse.


P: ¿Cómo podría caracterizarlo?

R: Es un muchacho que evoluciona en un contexto familiar particular. No choca que explote un poco porque es un soñador, un sentimental, un chico tímido e impregnado de dulzura. Mientras espera, se convierte en vigilante de noche en un hotel y se siente empujado entre personajes un poco pirados. Así que es el único personaje "normal", empujado al futuro, mientras que el resto no deja de repetir el pasado. En cierto modo, encarna al "sabio": asume el papel de "padre", incluyendo a su propio padre.


P: ¿Lo encuentra en sintonía con su tiempo?

R: Diría más bien que está desfasado para su época porque es un soñador, ante todo. Y aunque existan aún hoy en día, creo que de manera general los jóvenes están decepcionados por la ausencia de futuro. Hoy nos permitimos menos tener ese tipo de ambiciones, ser escritor... Mientras que quizás, ahora más que antes, tengamos la necesidad de evadirnos.


P: ¿Por qué, en su opinión, él está tan unido a su abuela?

R: En el libro, más que en la película, el principio está marcado por el funeral de su abuelo. Creo que es en ese momento en el que toma consciencia de que el tiempo que pasa hace que todo sea irreversible, y de que ha perdido el tren, porque no ha sabido establecer complicidad con su abuelo. No quiere que eso se vuelva a producir. Por tanto, intenta vivir el instante presente de manera intensa. Por eso se acerca a su abuela, a quien visita continuamente, y siente la necesidad visceral de alimentarse de ella.


P: ¿Cómo fue su colaboración con Annie Cordy, la actriz que interpretó a su abuela?

R: Nos llevamos genial. Y eso se ve en la pantalla. En cierta manera es como mi tercera abuela: ¡aún a día de hoy me deja mensajes de forma regular para despertarme por las mañanas! Desde el primer día de rodaje nos convertimos oficialmente en pareja de canto: cantamos todo el repertorio de Aznavour. Siento mucha ternura por ella.


P: Romain tiene una relación demasiado fuerte con su padre, aunque no se entiendan siempre...

R: Tiendo a decir que los papeles se han invertido: Romain es más el padre de Michel Blanc, que al revés. Siempre es el personaje de Michel el que gime y solicita a su hijo para exponerle sus problemas. Por eso, Romain lo tranquiliza, lo consuela y lo trata de forma maternal. Tiene otras cosas en la cabeza pero se toma el tiempo de escuchar a su padre y de rodearle con toda su atención. Al mismo tiempo, Romain también se busca a sí mismo como muchacho. El padre no es un hombre tierno tampoco: acaba de jubilarse, está empanado y se queja de todo, y esto genera conflictos con su mujer. Es demasiado egoísta y muy retorcido consigo mismo, sin darse cuenta de que su hijo se está buscando y de que debería ocuparse de él.


P: ¿Qué piensa de Chantal Lauby?

R: Soy fan total de Les Nuls y me asustaba un poco conocerla... En realidad, es totalmente adorable: el primer día de rodaje fui a contarle que la admiraba. Respecto a la relación entre los personajes, ella interpreta a una confidente de su hijo, con quien ha desarrollado un vínculo lo suficientemente fuerte.


P: Hábleme de su colaboración con Michel Blanc.

R: Con Michel, que es un gran melómano buen conocedor de la música clásica, me llevé genial, ya que soy violinista de formación. Me contó sus anécdotas de rodaje y nos convertimos rápidamente en cómplices.


P: ¿Cómo dirige Jean-Paul Rouve a sus actores?

R: En el trabajo, Jean-Paul es muy exigente: realmente sabía lo que quería y tiene una visión del cine que sólo él tiene. Hasta que no consigue lo que busca, no abandona. Lo que desea ante todo, es la vida, la vida verdadera, lo natural, la autenticidad con todo lo que ello conlleva: las meteduras de pata y los desaciertos... A menudo decía: "a veces hay situaciones dramáticas en la vida y no podemos impedir tener un ataque de risa, incluso en un funeral". Este ejemplo ilustra un poco la película. Recuerdo que cuando nos equivocábamos, él decía "eso me gusta, c'est la vie".

Por otro lado, no quiere perder tiempo en el escenario: trabaja rápido y ensambla rápidamente las tomas. No quiere perderse ni una pizca de lo que sucede. Era apasionante verlo dirigir: estaba todo el tiempo emulando a Christophe Offstein, el director de fotografía, como dos críos, reflexionando sobre los detalles, buscando ideas de última hora e improvisando. Eso me produjo aun más ganas de pasar algún día en realización.


Entrevista con David Foenkinos (guionista, autor de la novela Los recuerdos)

P: ¿Qué hizo que Jean-Paul Rouve llevara su libro a la pantalla?

R: Es una idea común que compartía con los productores de la película. Desde que pensamos en esa opción, pensamos en un director capaz, y el primer nombre que nos vino a la cabeza fue Jean-Paul Rouve. Teníamos muchas ganas de trabajar con él.


P: ¿Qué le hizo decidir confiarle la adaptación?

R: Después de ver su segunda película en el cine Cuando sea pequeño, supe que sería el director ideal para LOS RECUERDOS. Sentí hasta qué punto compartimos el mismo gusto por contar historias. Pero sobre todo sentí la sensibilidad de los temas tratados en la película. Me gustan sus idas y venidas entre una especie de ligereza y melancolía. Y por supuesto, teníamos otro punto en común: Émilie Simon compuso la música de nuestras películas.


P: ¿Se sintió en sintonía rápidamente con Jean-Paul Rouve?

R: Todo fue fácil entre nosotros, porque nuestra colaboración se basó en una confianza mutua. Lo sentí deseoso de respetar el universo del libro. Y, por mi parte, me gustaba lo que aportaba a la historia, su forma de hacer cine.


P: Usted ha colaborado en la escritura del guion. ¿No le parece difícil, como autor del libro, transportar eso sin serle perfectamente fiel?

R: Creo que la fidelidad debe ser cuestión de tono, de sentimiento. En la película encuentro fielmente la atmósfera del libro. Pero la película debe tener su propia autonomía. No lo considero como un "copia-pega" del libro, más bien como la unión de nuestros universos. Eso forma una película que se parece a los dos.


P: ¿Qué elementos de la novela quería mantener y deseaba particularmente ver en la película?

R: La imagen de la vaca.


P: Y ahora a la inversa, ¿había personajes o situaciones que le parecieran poco transportables a la pantalla?

R: No siento ninguna frustración de cara a una adaptación, porque no trato de encontrar íntegramente la novela en una película. Todo lo contrario, es muy emocionante contar la misma historia de una manera diferente. Al mismo tiempo hay que ser fiel al libro. Por ejemplo, me gustó la idea de que añadiéramos otros personajes.


P: Jean-Paul trató de enfatizar la comedia. Cómo ha sido capaz de intensificar la vena cómica en el guion?

R: Jean-Paul tiene un sentido el humor increíble. Es alguien que puede hacer surgir un ángulo gracioso de cualquier situación. En base a la historia, podía, cuando quería, encontrar réplicas aún más fuertes desde un punto de vista cómico. Y también es una cuestión de puesta en escena. Se dedicó a buscar las reacciones de cada actor.


P: Jean-Paul trató de enfatizar la comedia. Cómo ha sido capaz de intensificar la vena cómica en el guion?

R: Jean-Paul tiene un sentido el humor increíble. Es alguien que puede hacer surgir un ángulo gracioso de cualquier situación. En base a la historia, podía, cuando quería, encontrar réplicas aún más fuertes desde un punto de vista cómico. Y también es una cuestión de puesta en escena. Se dedicó a buscar las reacciones de cada actor.


P: ¿Qué opina de la elección de los actores, encarnando los personajes que usted imaginó?

R: Por haber dirigido una película, sabía que una vez confiada la dirección a Jean-Paul, no intervendría en la elección de los actores. Quizás es mi libro, pero considero que es su película. No ha parado de mantenerme al corriente de sus ideas y, si a veces me sorprendió, deposité mucha confianza en él. Viendo el resultado, soy consciente de la precisión de su intuición.


P: Al final, ¿se ha identificado con la película una vez terminada?

R: Realmente no lo sé. Al contrario, quería ver la película olvidando que yo era el autor del libro. Eso es lo que sentía mientras la veía. Ha conseguido convertirme en espectador.