Cinemanía > Películas > Un océano entre nosotros > Comentario
Destacado: En Navidad llega a las salas de cine 'Sonic 3 la película'
  Un océano entre nosotros  (The mercy)
  Dirigida por James Marsh
¿Qué te parece la película?
Gracias
Ver resultados

"Un océano entre nosotros" está dirigido por el ganador del Premio de la Academia® JAMES MARSH (La teoría del todo, Man on Wire) y protagonizado por el ganador del Premio de la Academia® y del Globo de Oro COLIN FIRTH (Kingsman: Servicio secreto, El discurso del rey, Un hombre soltero) en el papel de Donald Crowhurst.

Con guión de SCOTT Z. BURNS (El ultimátum de Bourne, Contagio, Efectos secundarios), el estelar reparto de secundarios incluye a la ganadora del Premio de la Academia®, RACHEL WEISZ (El jardinero fiel, El legado de Bourne, The Deep Blue Sea) en el papel de Clare Crowhurst, la mujer de Donald; DAVID THEWLIS (Harry Potter, La teoría del todo) como su agente de prensa Rodney Hallworth; KEN STOTT (El Hobbit) como su patrocinador Stanley Best, y JONATHAN BAILEY (Testamento de juventud, Broadchurch) en el papel del reportero novato Wheeler.

El director James Marsh llevó a cabo una meticulosa investigación y ahondó en el corazón y el alma de aquello que movía a Donald Crowhurst.

Según el propio James Marsh, el material de investigación disponible sobre Crowhurst era "ilimitado, "hay unos cuantos libros y gran material de primera mano que nos ha dejado, sus cuadernos de bitácora, sus diarios y las cartas que escribió a su esposa". En el curso de la investigación, Marsh también leyó mucho sobre psicología y sobre aislamiento. Las bitácoras de Crowhurst fueron uno de los elementos de investigación más fascinantes.

James Marsh tuvo experiencia previa en la realización de documentales y fue el autor de Man on Wire, ganador de la categoría de Mejor Largometraje Documental en los Premios de la Academia® de 2008. Su multipremiado largometraje La teoría del todo exploraba la juventud del físico Stephen Hawking, por lo que a Marsh no le es desconocida la representación en el cine de personajes reales.

Marsh asumió el guión del aclamado guionista estadounidense Scott Z. Burns. "Es un gran escritor y, siendo estadounidense, su perspectiva era muy interesante. Poseía un interesante punto de vista sobre el desenmarañamiento de la mente humana, lo cual es, de nuevo, parte de esta historia".

Colin Firth ya había manifestado su interés en representar a Donald Crowhurst antes de que James Marsh se uniera al proyecto. sería la persona perfecta para que nos llevara en este viaje.

El guionista Scott Z. Burns tuvo conocimiento por primera vez de la historia de Crowhurst a través del documental Deep Water. Tal y como el mismo reconoce: "fue una de esas historias con las que me identificaba en muchos sentidos, y supe que ésta tenía que contarla. Había muchos libros al respecto y, dada la naturaleza de la travesía de Don y el respaldo de la BBC, había también imágenes de informativos, cuadernos de registros y cintas".

James Marsh acudió a El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad y Apocalypse Now como puntos de referencia literarios para UN OCÉANO ENTRE NOSOTROS. "El corazón de las tinieblas es un texto clave para esta película o para cualquier película que trate sobre salir al mar y sobre personas que se desprenden de la civilización, y en qué se convierten sin estar rodeados de otras personas".


¿Quién era Donald Crowhurst?
Donald Crowhurst nació cerca de Delhi, en la India colonial británica, en 1932, hijo de John y Alice Crowhurst. Con ocho años fue enviado a un internado indio donde pasaba nueve meses al año. Dos años después, sus padres se mudaron a Pakistán Occidental. Tras la Segunda Guerra Mundial, a los catorce años, Donald fue enviado de vuelta a Inglaterra para ingresar en el Loughborough College. Sus padres regresaron a Inglaterra en 1947 cuando la India obtuvo la independencia de Gran Bretaña y se produjo la Partición. Su padre invirtió todos sus ahorros de la jubilación en un desafortunado acuerdo de negocios en el nuevo territorio de Pakistán, así que la vida de Crowhurst en la Inglaterra de posguerra estaba muy alejada de su vida colonial. La falta de recursos obligó a Donald a abandonar el Loughborough College a los dieciséis años tras obtener su Certificado Escolar. Desgraciadamente John Crowhurst murió en marzo de 1948.

Tras iniciarse como aprendiz de ingeniería electrónica en la Escuela Técnica del Royal Aircraft Establishment (Real Instituto de Aeronáutica) en Farnborough, Donald pasó a alistarse en la Royal Air Force (Real Fuerza Aérea) (RAF) en 1953; aprendió a pilotar y se graduó. Disfrutó su vida como joven oficial y fue descrito por muchos como un encantador, entrañable, desenfrenado, intrépido y compulsivo aficionado al riesgo que desafiaba a la autoridad y poseía un extravagante sentido del humor. Después de que le pidieran que abandonara la RAF, rápidamente se alistó al ejército, obtuvo su graduación y realizó un curso de equipos de control electrónico. Se fue voluntariamente del ejército en 1956 y con 24 años comenzó a realizar trabajos de investigación en la Universidad de Reading.

A Crowhurst se le recuerda como un hombre bastante apuesto y atrajo la atención de su futura esposa, Clare, en una fiesta en Reading en 1957. Clare era de Irlanda y llevaba en Inglaterra 3 años. Al parecer él le dijo que "se casaría con un hombre imposible". El suyo fue un noviazgo romántico y vertiginoso que tuvo lugar entre la primavera y el verano de 1957. Se casaron el 5 de octubre y su primer hijo, James, nació al año siguiente. Fue entonces cuando Crowhurst empezó a practicar en serio la navegación a vela.

Consiguió un trabajo en una compañía de electrónica llamada Mullards pero lo dejó al cabo de un año y, a los 26 se hizo ingeniero en jefe de diseño en otra empresa de electrónica en Bridgwater, Somerset. Su verdadero sueño era inventar sus propios aparatos electrónicos y pasaría horas de su tiempo libre trasteando con cables y transistores para crear artefactos. Por entonces hallaba consuelo navegando en su pequeña embarcación azul de 60 metros, Pot of Gold.

Crowhurst no tardó en diseñar el Navicator, un dispositivo de radiogoniometría para veleros y creó su compañía Electron Utilisation para fabricar y comercializar el invento. La familia de Donald y Clare creció con la llegada de Simon en 1960, Roger en 1961 y Rachel en 1962 y vivieron felices en el campo en Somerset.

Cuando Electron Utilisation se encontró con dificultades financieras, Crowhurst conoció a un hombre de negocios de Taunton, Stanley Best, que accedió a respaldar la compañía y acabó patrocinando la tentativa de Crowhurst de circunnavegar el mundo en el trimarán Teignmouth Electron.

Con la desaparición del Imperio en la Gran Bretaña de los años sesenta, se desarrolló una moda en la que los hombres salían a buscar aventura, reconocimiento y heroísmo. Enviar hombres a la luna era algo que Gran Bretaña no se podía permitir, por lo que, en lugar de ello, los héroes aparecían bajo la forma de personas como Francis Chichester, que sería la primera persona en afrontar una circunnavegación del planeta en solitario, con salida y llegada en Inglaterra y con una parada en Sídney. A su llegada en 1967, Chichester fue ordenado caballero por la reina Isabel II y al instante se convirtió en un héroe nacional.

Capitalizando esta ola de interés en los viajes individuales alrededor del mundo, The Sunday Times patrocinó la regata Golden Globe, una carrera de veleros en solitario, sin escalas, alrededor del mundo. No se requería cualificación para los participantes pero la regla consistía en que debían zarpar entre el 1 de junio y el 31 de octubre de 1968 para que atravesaran el Océano Austral en verano. El trofeo sería concedido a la primera persona en completar la carrera sin ayuda, por la antigua ruta de los clíperes, la de los Grandes Cabos: Buena Esperanza, Leeuwin y Hornos. El dominical también ofrecía un premio en metálico de 5.000 libras esterlinas para la navegación en solitario más rápida.

Nueve regatistas iniciaron la carrera, cuatro de los cuales se retiraron antes de abandonar el Océano Atlántico. Chay Blyth, que no tenía ninguna experiencia previa en navegación, se retiró tras superar el Cabo de Buena Esperanza. Nigel Tetley lideraba la carrera pero naufragó a 1.100 millas náuticas de finalizar. El francés Bernard Moitessier rechazaba el carácter comercial de la carrera, por lo que la abandonó pero continuó navegando, completando la circunnavegación además de otra media vuelta al globo.

El Teignmouth Electron de Donald Crowhurst fue descubierto en el Atlántico central, a 1.800 millas de Inglaterra, a las 7.50 am del 10 de julio de 1969 por el Royal Mail Vessel (Buque del Correo Real) Picardy que hacía su ruta de Londres al Caribe. Al ser revisado, el trimarán estaba desierto, por lo que se emprendió una búsqueda de Crowhurst por parte de la US Air Force (Fuerza Aérea de los Estados Unidos), sin éxito.

El regatista británico Robin Knox-Johnston fue el único participante en completar la carrera. Fue galardonado con ambos premios y posteriormente donó el premio de 5.000 libras a Clare Crowhurst y los hijos del matrimonio Crowhurst.

El director James Marsh llevó a cabo una meticulosa investigación y ahondó en el corazón y el alma de aquello que movía a Donald Crowhurst: "si se me permite especular sobre los antecedentes de Crowhurst y su experiencia, parece ser que se encontraba ante una serie de fracasos, por así decirlo, y él escapaba del fracaso apostando más fuerte en la siguiente aventura. Era un hombre de enorme energía y carisma, y esa energía y carisma le condujeron a decisiones como las que tomó al sumarse a la carrera, por ejemplo. Tenía también una enorme seguridad en sí mismo, y las personas de su entorno lo corroboraban. Logró costearse y construir aquel barco, por lo que existe el riesgo de pasar por alto lo que consiguió en esta historia, así como lo que no consiguió. Consiguió muchísimo".

"Era un velerista bastante inexperto pero no era tan inexperto como algunas personas creen. No había navegado en el océano como tal, pero aun así construyó aquel trimarán tan veloz, aunque la embarcación no estaba del todo verificada ni acabada. Se aproximó bastante bien a la circunnavegación - estuvo en el océano prácticamente siete meses así que, en conjunto, consiguió mucho más de lo que la gente jamás pensó que podría, sólo que no consiguió aquello que constituía su objetivo. Fue un caso de extralimitación, era orgullo desmedido y eso fue lo que causó la tragedia de su desaparición", concluye Marsh.

El material de investigación disponible sobre Crowhurst era "ilimitado", dice James Marsh, "hay unos cuantos libros y gran material de primera mano que nos ha dejado, sus cuadernos de bitácora, sus diarios y las cartas que escribió a su esposa".

En el curso de la investigación, Marsh también leyó mucho sobre psicología y sobre aislamiento; "puedes leer sobre lo que les pasa a los prisioneros cuando se quedan solos durante seis meses y lo que le ocurre a su mente. Hice un documental sobre un chimpancé y se volvió loco a los tres días. Hay algo en nosotros en tanto que animales que es enteramente social".

Para Marsh, las bitácoras de Crowhurst fueron uno de los elementos de investigación más fascinantes, "porque eran la realidad cuando no eran la realidad, él está disfrazando la realidad. Y puedes percibir la historia real a través del disfraz".

"Conduciría por el país contemplando lugares escuchando las cintas de Crowhurst", recuerda Marsh. "Él canta en las cintas, principalmente canciones de marineros, y especula sobre la situación del mundo, sobre política, sobre su propia vida. Es realmente increíble, parte de ello es una imagen de un personaje pero parte es también la verdad. Ésa es la gran satisfacción de este tipo de películas -tienes la oportunidad de investigar y cuanto más sabes más quieres saber".

La imagen pública creada por Donald Crowhurst a través de las grabaciones de sus cintas y el modo en que le habla a su familia y a las personas en tierra firme estaban, según James Marsh, "crecientemente diferenciados de lo que él estaba sintiendo y experimentando. En la representación que nosotros hacemos, se vuelve esencialmente primitivo. Ha sido despojado de la civilización y se vuelve mucho más elemental, y eso se nota en su aspecto físico, pierde peso, no lleva tanta ropa y empieza a parecer un vagabundo en el barco. El viaje mental es mucho más interesante que el físico y nosotros debíamos trasladar eso al personaje".

"Hay registros en las bitácoras y en las grabaciones en que toma conciencia de la realidad cósmica en la que estaba", comenta Marsh. "En aquella carrera ninguno se comportaba racionalmente pasado un cierto punto. Moitessier también perdió la cabeza un poco -¡volvió a empezar otra nueva vuelta! Robin Knox-Johnston fue quizá la excepción, pero su barco se encontraba en condiciones muy extrañas cuando regresó a las costas británicas. En definitiva, esta travesía no perdonó a nadie".

"El mar es como un desierto. Y además es caprichoso, tiene estados de ánimo, se altera, y te amenaza. Sin embargo, tú todo lo que ves es un horizonte y un cielo. El mar cambia de color, puede ser tormentoso, y tiene esa especie de personalidad que puede destruirte", reflexiona Marsh. "El aislamiento constituye una enorme parte de lo que va mal en la mente de Crowhurst. La química de tu cerebro cambia cuando no hablas con personas".

Cuando se representa a un personaje real en pantalla, aparece una cierta responsabilidad hacia la memoria de la persona y hacia los sentimientos de sus seres queridos. James Marsh no cree que exista ninguna versión "definitiva" de ninguna historia real, "ésa es la gran virtud de las historias reales, que puedes interpretarlas de una manera o de otra, ilimitadamente". Afirma que Un océano entre nosotros es "una versión de una historia que, creemos, conserva algo de verdad sobre la misma. No hay una versión definitiva más allá de la realidad de lo que ocurrió realmente. Tú lo capturas y de algún modo lo condensas en una forma dramática o en una forma documental. Existe un deber de respetar al personaje y de ser comprensivo. Colin y yo respetamos eso los dos -a ambos nos gustó realmente Crowhurst, sentimos que sabíamos lo suficiente sobre él como para seguir adelante con esta historia y llegar a la verdad sobre ella. Colin le interpreta con gran simpatía y una progresión emocional cuidadosamente precisa, lo cual es totalmente conmovedor".

"Muchos artistas se obsesionaron bastante con Donald Crowhurst", señala Rachel Weisz, que interpreta a su esposa Clare en Un océano entre nosotros. "De hecho creo que esta historia es una descripción muy tierna de él y de sus ambiciones. Hay una especie de Donald Crowhurst en todos nosotros, todos soñamos con algún tipo de gloria. Creo que, en la cultura en que ahora vivimos, se nos anima a ir más allá de nuestra suerte o nuestra condición. Crowhurst podría haberlo conseguido y sería una historia muy diferente. En aquel momento, quizá hubo esa idea de que había engañado y mentido, pero realmente no me parece que la historia trate sobre eso. Es sobre alguien que es un soñador y que se ve atrapado en una especie de mentira piadosa. Todo el mundo exagera un poco de vez en cuando para que su historia encaje pero, obviamente, ésta es una versión muy extrema de ello, y por eso representa un buen drama. Creo que Donald Crowhurst es enormemente humano y reconocible. No es un extraño, un ser incomprensible. Creo que es muy comprensible. Creo que lo esencial de la película es celebrarle como una especie de héroe romántico. Espero que su familia pueda sentirlo así también, porque eso es lo que yo siento sobre la película", concluye Weisz.


Entrevista a Colin Firth: Donald Crowhurst

P: Te incorporaste y comprometiste con el proyecto desde muy temprano, ¿qué había en esta película que te atrajo?

R: No hace falta que hayas estado en el mar, no hace falta que seas un navegante, no hace falta que seas un explorador. Ni siquiera hace falta que te hayas embarcado en algo especialmente extremo obviamente. Creo que la gente reconocerá lo que se siente al ir más allá de lo que de verdad eres capaz, de emprender algo ambicioso, arriesgado, y atreverse realmente a hacer un gesto como ése en sus vidas, aunque sólo sea en lo que respecta a sus relaciones. Creo que también reconocerán la idea de estar ante algo, más bien arbitrario, que parece conspirar contra ellos. Hay muy pocas historias que realmente lidien con eso.

Las dificultades en las que uno puede llegar a meterse son tan graduales y escalonadas que no las ves hasta que son demasiado grandes como para poder hacer nada al respecto. En mi propia experiencia de vida, ese momento en que debería haber dado media vuelta nunca es algo que pueda identificar si no es en retrospectiva.

Creo que cuando examinábamos esta historia, todos los detalles, todos los preparativos, todas las cosas que estaban yendo mal, todas las cosas que conspiraban contra un individuo en particular, ésas serían las historias que se aplicarían a los héroes que celebramos. Siempre que oigas hablar del tipo que alcanzó la cima del Everest, todo el programa espacial o el primer hombre en cruzar el desierto o el océano, si estudias las historias y sus preparativos siempre había algo que fue mal.

El relato se interpreta de manera totalmente distinta si tiene un feliz que si no lo tiene, y creo que a veces hay una diferencia mínima entre que resulte de un modo o del otro.


P: ¿Tuviste una conexión inmediata con Donald Crowhurst y esa dualidad que él experimentaba entre su personaje público y privado?

R: Creo que todos tenemos un personaje público y uno privado, quizá más que eso. Creo que vivimos una época en que todos estamos bastante obsesionados por difundirnos, de un modo u otro, por medio de las redes sociales. Tal vez siempre haya sido así, pero ahora tenemos las herramientas para hacerlo. Nos hacemos fotos de nosotros mismos, publicamos versiones de nosotros mismos y creamos perfiles de nosotros mismos.

Si el perfil se hace importante, y en los casos de personas muy conocidas y que adquieren una reputación, sean políticos o gente del mundo de las artes, creo que puede convertirse en una especie de carga. Creo que puedes llegar a quedar atrapado por tu reputación, sea ésta buena o mala.

En cierto sentido, cuando leí esta historia, pensé que eso era algo que haría eco en muchas personas.


P: ¿Crees que Donald Crowhurst estaba en cierto modo predestinado?

R: No, no lo creo. El destino, ni siquiera creo que se trate de eso. Si crees en el destino puedes considerarlo a través de esa perspectiva pero no, creo que es aleatorio. Nosotros hemos contado una historia diferente; si el barco hubiera contado con una determinada pieza de equipo, si un día el tiempo hubiera sido distinto, si los acuerdos de negocios se hubieran desarrollado de manera diferente. Pero es casi imposible deconstruir todos los "¿y si...?

Existen muchos elementos aleatorios. Otra cuestión muy distinta es considerar aquello que hace que alguien quiera enfrentarse a algo tan extraordinariamente difícil y peligroso. Reflexioné sobre las principales diferencias entre Donald Crowhurst y yo, sus virtudes y sus fortalezas. Yo no me atrevería a hacer lo que él hizo. Yo no tendría la capacidad de entregarme a una labor como aquélla. Yo no sería capaz de diseñar aquel barco, no tendría las habilidades matemáticas, no tendría las habilidades náuticas, y no tendría conocimientos de astronomía y navegación. Todo lo demás podría ser yo y los problemas podrían ser los que cualquiera de nosotros tiene. Yo simplemente no tendría los recursos que él tenía para llegar tan lejos como llegó y hacer lo que hizo. Fue algo de lo más extraordinario.

Incluso a día de hoy, lo que Crowhurst hizo carece de parangón porque, si bien ha habido personas que han dado la vuelta al mundo y han soportado de todo, yo no sé si ahora es siquiera posible crear un reto con una dificultad de esa naturaleza. Creo que fue Robin Knox-Johnston el que dijo que "eran como astronautas". Al navegar atravesaban una frontera, puesto que no había GPS y los medios para encontrarte eran escasos. Tenían una radio pero sus transmisiones eran rudimentarias para los estándares de hoy en día. Navegaban con el mismo tipo de equipamiento que utilizaba el Capitán Cook. No había cambiado mucho. Consistía en un sextante, un barómetro, una brújula, una veleta y tus propias habilidades. Podías perderte y no habría nadie allí para rescatarte, a no ser que fueras afortunado y hubiera alguien dentro del rango de tu código Morse.

En absoluto estoy diciendo nada que menoscabe las extraordinarias proezas que la gente hace hoy, pero la idea de tal nivel de aislamiento durante tal periodo de tiempo no sé cómo podría tener hoy un equivalente, siendo tan globales las comunicaciones. Entiendo que existe algún tipo de plan de repetir esta carrera por el aniversario dentro de un par de años, y si deciden que no van a usar GPS sino exactamente las herramientas y la tecnología que estaba disponible en los años sesenta, sigue habiendo tantos satélites ahí arriba que realmente no puedes perderte tan completa y absolutamente, ni quedarte tan solo, como en aquel entonces.


P: Esto tuvo lugar en un momento de la Historia en que los hombres podían reinventarse a sí mismos y las clases se estaban descomponiendo. Tal vez es por esa razón que la historia de Crowhurst es tan eternamente fascinante. ¿Te preguntaste "por qué lo hizo"?

R: Bueno, simplemente debía aceptar, tal como se me presentaba, lo que él mismo decía al respecto. Pero creo que no aceptar el reto le habría afectado a algo en su interior. Para mí tiene sentido. Creo que tenía la capacidad para hacerlo. Tenía más capacidad que la mayoría de nosotros para crear la posibilidad en términos de diseño de barco, en términos de capacidad de manejo del velero, y en términos de capacidad de navegación. Sencillamente las cosas fueron mal. Hay una línea muy fina entre tener éxito y simplemente no tener éxito. Nueve tipos se lanzaron a esa carrera y en realidad sólo uno volvió a casa, el resto no regresó por diversas razones.

Las personas se enfrentan a cosas extraordinariamente peligrosas. Puedo entender por qué Crowhurst lo hizo. Como dice la famosa frase sobre por qué alguien emprende este tipo de cosas: "Porque estaba ahí". (*cita del explorador George Leigh Mallory).


P: Obviamente hay abundante material de investigación sobre Crowhurst. ¿Puedes hablarnos de tu propia investigación?

R: Simplemente busqué entre todo lo que había disponible. Empecé con el guión, después el documental Deep Water y después el libro The strange last voyage of Donald Crowhurst de Tomalin y Hall. El libro es una interesante lectura. Incluso antes de que me volviera parcial y tendencioso en mis propias posturas y me sintiera personalmente tan atraído por Donald Crowhurst, tuve la sensación de que el libro -que es un excelente periodismo y está escrito con mucho rigor- era injusto con él, de un modo que a veces tenía que ver con la sutileza del tono. Pensé que eran interpretaciones exageradas. Debemos recordar que fue escrito muy poco después de los hechos, y por periodistas del Sunday Times, y creo que seguían un programa, o al menos lo escribían desde un punto de vista particular. Sin embargo, fue en efecto muy, muy absorbente en términos de información.

Está también el metraje de archivo y están las cintas que Donald Crowhurst hizo para la BBC durante su travesía. Resultaban fascinantes en parte debido a la información que pudo aportar sobre su vida diaria. Se centraba en su régimen de alimentación, en lo que veía, en el tiempo, sus problemas con el transmisor. Cantaba mucho -villancicos, canciones de marineros, baladas. Hacía música con su órgano bucal. Paradójicamente, puedes sentir que estás en compañía de un hombre que está completamente solo. Pero en cierto modo constituye más bien su faceta pública. Creo que ha sido señalado, incluso por personas cercanas a él, que en las cintas realmente no parecía él.

Y luego tienes los cuadernos, algunos de los cuales son simplemente cuadernos de bitácora - posiciones y registros de las cosas que se supone que tienes que poner en un cuaderno de bitácora. Otra parte tenía que ver más con sus pensamientos, y eran desgloses muy, muy rigurosos y contundentes de sus problemas prácticos - como calcular sus posibilidades de supervivencia si seguía adelante en un cincuenta por ciento como máximo. Eran además listas muy realistas y profesionales sobre las cosas que necesitaba hacer - las que podrían tener solución, y las no podían tener solución posible. Empiezas a ver la dimensión de sus problemas y la trampa en la que estaba atrapado a través de un análisis muy exhaustivo. Yo soy un aficionado pero lo expone con tal nitidez que lo ves y piensas, "nadie podría seguir adelante, tienes que parar." Pero las condiciones de parar eran brutales. Se trataba de ese tipo de presión, ya sea la presión de la opinión pública o sea algo que tiene que ver con lo que has tenido que reunir en ti para embarcarte en algo así, a lo que se añade la soledad y todo lo que se te pone en contra. No creo que ninguno de nosotros pueda entender eso.

Creo que es muy importante señalar lo que Robin Know-Johnston dijo concretamente sobre Donald Crowhurst: "Nadie tiene el derecho ni está en la posición de juzgar a no ser que haya experimentado esa soledad, que haya experimentado los elementos de esa manera. Al contar esta historia, tengo la esperanza de que ésta pueda condensarse en ese objetivo concreto. Cuando la leí, tuve la sensación de que no estamos en posición de juzgar y que no es bueno que juzguemos, ni nosotros ni nadie.

Es muy interesante leer sobre el caso y fijarte en las experiencias de los otros regatistas de la misma carrera, puesto que había regatistas considerablemente menos experimentados que Donald Crowhurst. Chay Blyth no había practicado velerismo en su vida - partió con un manual de instrucciones y un barco que iba detrás de él gritándole instrucciones. Había cruzado el Atlántico a remo pero nunca había hecho velerismo y ahora es un velerista legendario. A Ridgeway, que había hecho remo con él, le afectó mucho la soledad, muy al principio de la travesía, y se retiró. Carozzo se enfrentaba a problemas similares a los de Crowhurst, pues la fecha límite para zarpar se avecinaba e hizo algo bastante ingenioso en términos de estrategia: cuando llegó la fecha límite zarpó en ese mismo día, y después echó el ancla cerca de la Isla de Wight y pasó dos semanas más haciendo lo que tenía que hacer, pero el estrés debido a todo ello le supuso una úlcera estomacal y tuvo que abandonar.


P: Lo que hace verdaderamente único tu trabajo es cuánto tienes que aproximarte a un personaje y cómo viertes tu empatía hacia él. ¿Cómo es esa experiencia? ¿Oíste la voz de Crowhurst?

R: Literalmente oí su voz porque escuchaba continuamente las cintas. Acudía al material continuamente. Los actores tienen que privarse de juzgar. Juzgar no es nuestro trabajo en absoluto - esto incluso te lo dicen en la escuela de interpretación. Otras personas probablemente harán sus propios juicios y, de nuevo, es algo bastante simplista y fácil de hacer. Como actores, debemos habitar en nuestro personaje y justificarlo y no hay nada de raro o frívolo en ello.

Al ser actores, hacemos nuestro trabajo desde el interior y en cierta medida sientes que durante un largo recorrido te has puesto en la piel de otro. Pero siempre está esa sensación de que no lo has conseguido, especialmente cuando estás contando la historia de un personaje real. Cuando el personaje es ficticio puedes quedarte con la satisfacción, con suerte, de poseerlo, de que has creado algo que te pertenece mucho más. Cuando el personaje es real es en parte un privilegio o simplemente pura suerte y siempre ayuda tener a mano el material existente. Si el personaje es alguien a quien puedes conocer en persona, tienes todo eso para inspirarte y compensar. Pero para mí es también un recordatorio de que tú no eres él. Es cierto que te coloca en una relación muy extraña y muy cercana.


P: ¿Ha de existir un sentido del deber en la medida en que las audiencias considerarán que éste sea el relato definitivo de la historia de Donald Crowhurst?

R: Bueno, lo hay, y es problemático debido a las limitaciones del cine de ficción. No puedes fijarte escrupulosamente en todos los hechos. Tienes que lidiar con la cronología de la historia para poder sintetizarla en sus tres actos. Es frustrante para todos pero aun así estás tratando de conservarla con la mayor honestidad posible. Esperas que, al asumir una aproximación compasiva, acabemos contando la historia de un modo que conecte con la empatía y la comprensión de la gente, incluso si no aspira a ser un relato exacto de lo que ocurrió.

Mi deseo es que, si una película sale a la luz, llegue a ser parte de una conversación que haga que las personas quieran fijarse en ella con más detalle. Hay un documental, hay un libro y hay diferentes versiones de toda esta historia. Incluso el periodismo ha de adoptar un ángulo de visión, por muy imparcial que sea. Incluso un fotógrafo que está capturando una imagen de un hecho ha de colocarse en alguna posición. Así que, en cierta medida, no existe algo así como la perspectiva completamente neutral, de trescientos sesenta grados, sobre ninguna cosa. Simplemente creo que has de hacerlo con toda la empatía y toda la imaginación que realmente seas capaz de reunir.


P: Hablemos de la experiencia real de Crowhurst en aquel barco. Obviamente hay una vertiente muy práctica, técnica, pero está también la experiencia espiritual. ¿Crees que Don llegó a acercarse a estar en armonía consigo mismo?

R: Creo que sí. Creo que estuvo más que cerca. Simplemente a la luz de lo que él mismo decía. No podemos suponer más que lo que tenemos a partir de sus propias palabras. En una de sus grabaciones, cavila y reflexiona sobre la vida y sobre algunas de las preguntas más filosóficas que tienen que ver con la vida cotidiana y que quizá no te harías si estuvieras en tu hogar, en medio de todo aquello, y observó que "ver el sol ponerse en los trópicos le lleva a uno a pensamientos más profundos". Se disculpa por las divagaciones en la cinta, pero éste es el tipo de cosas que se le pasan por la cabeza, y esto es sólo lo que le está diciendo a la BBC. Creo que es inevitable que los parámetros de tu mundo sean diferentes, en sentido literal. Te encuentras en un espacio reducido, diminuto - un barco de doce metros, con un camarote, lo cual es increíblemente pequeño. Es decir, el camarote es totalmente claustrofóbico y tú estás entre eso y el infinito. Así que estás experimentando el espacio extremo y la falta de espacio.

¿Qué relaciones tienes? Las relaciones humanas se limitan a la radio, ya sea el BBC World Service (servicio de radio y televisión internacional de la BBC), Voice of America ("voz de América", servicio de radio y televisión internacional del gobierno de EE.UU.) o comunicación por código Morse o radioteléfono. La relación que estás creando con tu entorno hace que no vuelvas a ser el mismo cuando regresas. Tenía libros pero no llevaba ninguno de ficción o novelas. El material de lectura que sí llevaba era la Teoría de la Relatividad de Einstein. Llevaba libros sobre navegación a vela, y tenía sus cartas náuticas del Ministerio de Marina, pero lo demás era sobre relaciones con los cuerpos celestes: el sol, la luna, las estrellas, el horizonte, la luz, el viento, el mar, obviamente, y su propio barco. Tu barco asume un personaje. El barco se convierte en algo vivo para ti.

Soledad, el entorno físico, los elementos, cuerpos celestes, cualquier vida marina, cualesquiera libros, cualesquiera fragmentos que te lleguen por radio, ése pasa a ser todo tu universo.

Una de las últimas escenas que rodamos fue un momento basado en las propias grabaciones de Crowhurst, en el que encuentra una criatura marina, un pequeño pez; en nuestra historia es un pez de los Sargazos. Los describe como si fueran pequeñas empanadas de Cornualles, que para él eran absolutamente deliciosas. Trató de quedarse con uno como mascota pero murió en el cubo en el que lo guardaba. En realidad, también estableció una relación con un ave migratoria que aterrizó en su barco y escribió un poema sobre él titulado The Misfit (El inadaptado). Escribió una maravillosa pieza en su propio cuaderno personal, describiendo al pájaro, e identificándose claramente con él en cierto sentido, porque no se trataba de un ave marina, simplemente se posó en el barco porque la tierra más próxima estaba a un par de miles de millas de distancia. Estuvo ahí durante un rato y descansó, y él tenía la esperanza de que el ave despegara en dirección a la tierra más cercana pero no lo hizo. Claramente conectó con esa imagen. Tal como entiendo al personaje, hay una constante de esta afabilidad y está en todo lo que escribe. Hay compasión y dignidad, y valora la razón y la sinceridad. Creo que para él era muy importante que las cosas fueran justas y creo que eso explica en parte por qué la trampa en la que se metió debió de ser tan turbulenta.

La imaginación de Crowhurst fue probablemente un gran enemigo para él. Hablaba del ruido. También decía, "todo en el barco está mojado. No está húmedo. Gotea todo el rato en tu oído". Te imaginas pasar un rato abajo en el camarote donde se está a gusto, pero cuando rodamos las escenas de tormenta yo bajaba mucho al camarote pero nunca me quedaba ahí con la escotilla cerrada mucho rato si estábamos en el mar, debido a las olas, la claustrofobia y las náuseas; deseas salir de ahí cuanto antes. Era horrible... ¡imagínate estar tumbado al fondo del pozo de una mina durante un terremoto! Es extraordinaria la valía de Crowhurst, y el hecho de que se mantuviera cuerdo tanto tiempo. Llegó hasta las Malvinas y regresó. Me refiero, la mayoría de veleristas ni soñarían con una travesía como esa.


P: El empeño era algo típicamente inglés, ¿no crees?

R: Oh, es muy inglés aunque no exclusivamente inglés - los americanos tienen su propia versión de salir a intentar algo pero ellos iban a la luna.

Existe una obsesión británica con el mar, con Chichester y Alec Rose y todos esos. En parte es porque somos una isla, en parte es debido a nuestra historia marítima, y en parte es porque teníamos un cierto problema de autoestima en los sesenta. No podíamos permitirnos el programa espacial, así que todo lo que necesitas es un tipo en un barco y demostraríamos lo que valemos.


P: ¿Estar ahí en el barco en la nada fue un buen ejercicio desde un punto de vista interpretativo?

R: Sí, fue interesante, pero estás en colaboración. Lo bueno de ser la única persona delante de la cámara es que eso te acerca mucho más al trabajo que está teniendo lugar la otro lado de la cámara. A veces llegaba a ser un poco como un corrillo entre James Marsh, Eric Gautier (director de fotografía) y yo en el proceso de toma de decisiones. Tienes a un tipo con una cámara de mano, a un director orquestando cosas y lanzando ideas, y luego a un tipo al otro lado de esa cámara, de modo que íbamos tanteando el camino juntos, a menudo sin diálogos. Teníamos que ir descubriéndolo.

Luego por supuesto teníamos los elementos con los que había que lidiar, y ésos no cooperan - cuando quieres mal tiempo, el tiempo es suave. James no quería rodar en tanques, quería rodar en el mar de verdad y lo hicimos. Tuvimos que usar el tanque para un par de momentos, tomas nocturnas en la tormenta, pero en general estuvimos fuera en el mar. Un día el mar estaba tan tranquilo que estaba incluso más tranquilo que el agua del tanque, podría haberse tratado de una piscina, lo cual es frustrante porque un día en el que quieres calma, por supuesto ese día el mar está agitado. Muchas cosas pueden conspirar contra ti cuando estás rodando, y el número de cosas que pueden ir mal según el tiempo avanza es destacado en el proceso de producción cinematográfica.

Cuando al fondo del plano se ve tierra que estás intentando ocultar, y le pasa algo a la cámara y tienes que repetirlo otra vez, pero ahora la tierra al fondo se ve aún más, no puedes simplemente decir "¿podemos mover el barco hacia atrás un par de metros y repetirlo?" Tienes que virar hacia atrás, y para cuando lo has hecho, lo cual podría llevar una hora, la luz ha cambiado y el viento ha cambiado.

Tienes que usar tu imaginación y adaptar la naturaleza de la escena a las condiciones. Hicimos un montón de escenas del interior del camarote en estudio, que era increíblemente claustrofóbico. Yo había supuesto que tendríamos medio camarote y rodaríamos desde el exterior, pero era un espacio cerrado y simplemente le hacían un pequeño agujero para meter la cámara. Estaba construido de tal manera que pudiera balancearse violentamente, así que en realidad llegábamos a casa por la noche con la habitación aún balanceándose.


P: ¿Cuáles fueron tus conversaciones originales con James Marsh sobre qué tipo de película iba a ser ésta?

R: El guión nos dio la forma. No se centra en las otras personas de la carrera, ellos no aparecen en la película, sólo existen en el trasfondo de la historia y se informa sobre ellos, se percibe su presencia pero la película no se centra en ellos directamente. Sí que nos lleva al entorno familiar y se centra en Rodney Hallworth, el agente de prensa, que es un personaje importante, así como el patrocinador Stanley Best.

Creo que trata igualmente de aquello que inspira el deseo de hacerlo y lo que origina los problemas antes de que comience el viaje. La carrera para Donald no comienza probablemente hasta pasada la mitad de la película. Es exactamente igual de interesante ver la trayectoria que conduce a la partida.


P: Hay un mecanismo que opera y una cadena de acontecimientos que le están obligando involuntariamente a embarcarse en la travesía cuando en realidad no está preparado ¿no?

R: Son decisiones que él toma, pero a menudo se trata de aquello que involucran tus propias decisiones. Luego están sus intentos de solucionar los problemas según van apareciendo - son ingeniosos y dan señas de resolución, determinación, disponibilidad de recursos e ingenio. Yo personalmente sentí una enorme admiración y empatía por él en todos los pasos de su recorrido. Podía ver cada problema tal como sucedía; por muy trivial que fuera, es también algo bastante diabólico - todo el concepto de Ley de Murphy (Ley de Sod, Sod's Law, es como se la conoce en el Reino Unido). Hizo un intento muy honesto de afrontar la realidad de que la carrera no iba a ser factible. Explícitamente intentó retirarse - se menciona en el documental. La noche antes de partir les dijo a Hallworth y a Best, "el barco no está listo". Lo sabía pero tenía que partir. Le dijeron que tenía que partir. El contrato que había firmado implicaba perder su casa y su negocio si no partía, y de hecho lo mismo ocurriría si no acababa la carrera. Así que tuvo que zarpar.

Le convencieron de arreglar sus problemas sobre la marcha, y podría haberlo conseguido si hubiera tenido a bordo la pieza de tubería que se suponía que debía bombear el agua que se filtraba por los pontones del casco. Todos los barcos tuvieron filtraciones de agua, pero él tuvo que achicar el agua con un cubo porque le faltaba a bordo un componente que había estado buscando, sólo por la prisa del último minuto en tener todo listo. Hubo un montón de cosas importantes que se quedaron en el muelle y que deberían haber estado en el barco y hubo cosas en el barco que podría no haber necesitado. Al parecer Moitessier estuvo lanzando cosas por la borda a lo largo de su travesía. Tratamos de ofrecer un estudio de lo que condujo hasta el día de la salida y las trampas en las que acabas en una transacción comercial cuando alguien te está dando mucho dinero para ayudarte, ¿cuáles son las condiciones? ¿en qué tipo de trampas te involucra eso?.

Luego por supuesto estaba la prensa, que podía ser una gran herramienta para usar a su favor porque eso fue lo que aportó patrocinio. Pero resultó ser un instrumento difícil de manejar. No es algo que puedas controlar y la versión mitificada de Donald Crowhurst que se hacía más grande antes de la partida no le hizo sentirse especialmente cómodo, pero era algo que su agente de prensa utilizaba para facilitarlo todo. Antes de que él lo supiera, las historias sobre sus progresos estaban siendo enormemente exageradas sin que él tuviera nada que ver.


P: El guionista Scott Z. Burns dijo que es muy consciente de que en nuestra cultura, hoy en día, existe una especie de tendencia a regodearse en el fracaso, ya sea por parte de la prensa sensacionalista o las redes sociales y que, al escribir esta visión de la historia de Crowhurst, tiene la esperanza de que sirva un poco como antídoto.

R: Absolutamente. Creo que esto consiste en decir, "¿quién eres tú para juzgar?" Es una reacción horrible, y creo que hay una parte de nosotros, cuando se forma una turba hostigadora en las redes sociales o en las secciones de comentarios, por la que no somos más que matones de patio de recreo. Es una forma de distanciarnos del espectáculo que representa alguien que se ha visto humillado o que no ha estado a la altura. Se sienten seguros en la masa todos aquellos arrogantes que no están pasando por algo así en estos momentos. Es un fenómeno muy, muy desagradable.

Durante el rodaje estuve leyendo el libro de Jon Ronson, So You've Been Publicly Shamed ("ahora que has sido humillado públicamente"), en el que habla sobre este fenómeno. Es casi como si las redes sociales hubieran revivido la idea del cepo y la picota, donde la humillación pública era una parte de nuestro sistema legal de sanciones. Resulta bastante insólito. Me refiero, ahora la menor metedura de pata se castiga a muy grande escala. Da la impresión de que la gente no está satisfecha hasta que la persona ha quedado reducida a polvo. Tengo la esperanza de que cualquier cosa que ponga en cuestión esta reacción probablemente se trate de algo bueno. Creo que se han aplicado juicios increíblemente simplistas e injustos a la historia de Crowhurst. Mi esperanza es que, haciendo que las personas lo consideren en un nivel personal, y revelando algunos de los matices, esas personas no sean capaces de hacer eso. Cuando todo el reparto nos sentamos y leímos el guión completo ésa fue sin duda la sensación que prevaleció después. La gente no habló durante unos minutos. Creo que lo único en lo que todos coincidimos fue una efusión de compasión por todos los realmente involucrados en la historia y de "¿cómo osamos juzgar?".


P: Rachel Weisz en el papel de Clare Crowhurst representa un gran elemento del cásting. ¿Qué aporta ella a la interpretación y cómo ves tú a Clare Crowhurst?

R: Rachel es, como lo es la propia Clare Crowhurst, una persona tremendamente inteligente, perspicaz y fuerte. Creo que le aporta una mordacidad y una agudeza que le hace percibir las complejidades de lo que Donald quiere hacer. Teme por él y desearía que no estuviera haciendo algo tan peligroso. Cree en él y en su capacidad para llevar su empresa a cabo. No creo que ella estuviera equivocada al creer en eso.

Clare era plenamente consciente de que esto era algo que él realmente necesitaba hacer y que no hacerlo sería para él tan peligroso como hacerlo. Creo que tienes que querer con mucho amor a alguien para aceptar todo eso. Sólo puedo hacer especulaciones según como nosotros lo interpretamos, pero creo que probablemente Rachel coincidiría en todo ello.


P: Rodasteis las escenas familiares antes que las escenas en el barco. ¿Ayudó eso a establecer la cercana relación que tenía con su familia?

R: Creo que habría resultado muy difícil si hubiera tenido que rodar todo lo del barco antes de encontrarme con alguien que interpretara a la familia. Creamos una relación. Siempre esperas, cuando haces una película sobre una familia, poder formar algo parecido a una familia en el proceso, y nosotros sí que empezamos a disfrutar de la compañía mutua. Los niños eran absolutamente geniales. Ayudó el que tuvieran talento y disciplina, cosa que nunca debes dar por sentada. Pero fueron una adorable compañía, y parecían saber lo que tratábamos de hacer en cada escena. También fue muy importante para mí, en las pocas escenas que tuvimos que representar, el poder crear una familia muy feliz, con un padre realmente maravilloso. Los niños le adoraban. Era imaginativo e increíblemente comprometido con ellos. Creo que en cierto sentido su aventura lo fue también para ellos.

Podemos fácilmente emitir un juicio sobre por qué un hombre con una familia correría un riesgo tan grande. Bueno, creo que las personas en efecto necesitan correr riesgos, y algunas de ellas tienen familias, y en mi opinión él creía que podría conseguirlo, que regresaría a casa, y que ello supondría un regalo para su familia, también desde el punto de vista financiero. Él esperaba regresar como el padre que quería ser para ellos. Gran parte de esto que digo soy yo imponiendo cuáles serían mis motivos, porque creo que, cuando interpretas un papel, en cierta medida, deseas ser ese personaje y toda su historia, y esta versión es como si se tratara de mí.

Sinceramente creo que Crowhurst lo hizo todo con su familia en mente.


P: ¿Qué experiencia en navegación a vela tenías ya de antes y qué tuviste que aprender?

R: Casi no tenía experiencia alguna. Mi tío Robin me llevaba a hacer velerismo cuando era pequeño. La última vez que lo hice debía de tener unos ocho años. Vino a visitarme al set de rodaje puesto que ahora vive en Devon, y todavía sale a navegar todos los fines de semana. Ésa fue mi conexión ya que él es de la misma generación que Donald y Clare Crowhurst y lo sabía todo al respecto.

Obviamente había un poco de prisa en que me familiarizara con lo básico para poder hacer esta película. Hice de todo, desde salir con el barco que habíamos construido para la película hasta llevar en solitario un pequeño catamarán cuando estuve de vacaciones en una isla frente a las costas de Camboya, y ahí fue cuando empezó a encantarme. Simplemente estar solo, en una diminuta embarcación, empezando a familiarizarme de verdad con la relación con el viento. Era un barco muy simple, no tenía foque, ni siquiera tenía botavara. Pero sí hacía lo que hacen los veleros en relación con el viento. Y entendí el porqué, especialmente en un multicasco muy pequeño, por ejemplo: porque avanza contra el viento. Aprendí por qué avanza tan bien cuando navega de través. Todo esto era solo teoría y, de alguna manera, si mis primeras lecciones hubiesen sido en un gran barco con una tripulación, podría haber seguido siendo sólo teoría. Sólo pasaba fuera una tarde cada vez, pero para mí comenzó a tener sentido. Luego por supuesto empecé a darme cuenta de la cantidad de personas que conozco que son apasionados de la navegación, así que todo lo que acabo de decir no es más que una versión abreviada y de principiante.

Si practicas navegación a vela todo esto te sonará a novato e ignorante, y si no la practicas hasta lo básico te sonará como una especia de insólita lengua extranjera. Fueron muy pacientes conmigo, pero tuve que aprender su lenguaje y todo tipo de pequeñas reglas. Nunca tuve que navegar el barco de manera efectiva, por mi cuenta, desde luego no sin alguien a bordo esperando a echar una mano si algo salía mal. Pero al final sí que disfruté, y mucho, aprendiendo los fundamentos. ¡Aunque no creo que tenga mucho futuro en ello!


P: Crowhurst zarpó de Teignmouth y vosotros rodasteis allí. El caso está en la memoria reciente de muchas personas que aún viven allí. ¿Cómo sentisteis eso?

R: Las personas de allí fueron realmente encantadoras. Nos hicieron sentir sumamente bienvenidos. La gente aguantaba mucho. No es cómodo tener un equipo de filmación en tu ciudad. Había un enorme cariño por Donald Crowhurst y por esta historia. Había personas mayores que me decían que le habían conocido y estaban impacientes por compartir sus experiencias y anécdotas. Creo que su historia se ve ahora con enorme empatía. Tal vez siempre había sido así, pero nos sorprendió mucho cómo la gente sentía tanto compasión como admiración por Donald Crowhurst.

Fueron todo cortesía y buen humor con nosotros. Devon es el condado más bonito y creo que rodar en Teignmouth fue realmente uno de los puntos culminantes del rodaje.


P: ¿Qué caracteriza a James Marsh como director?

R: Es muy brillante, es extraordinariamente comprometido y cooperativo. A veces pienso que nos metimos los dos un poco en camisas de once varas, discutiendo ideas e intentando resolver conflictos en términos narrativos y de lo que es posible, lo que es importante y lo que debe sacrificarse. Él parecía apreciar esa colaboración. La asociación con James me pareció perfecta para una historia como ésta, de verdad. Una vez que estuve solo ante la cámara, se convirtió aún más en una especie de nexo del que dependí mucho. No se trataba sólo de nosotros dos, obviamente, se trataba de nuestra relación no sólo con la cámara, no sólo con el sonido, sino también con los coordinadores marinos, pues ellos son los expertos.

James es un compañero muy estimulante y es un colaborador muy estimulante. Creo que una cosa es tener ideas muy claras sobre lo que quieres hacer, y otra cosa es tener eso acompañado de flexibilidad, ya que a menudo ambas son excluyentes.


P: ¿Cómo fue la experiencia de rodar en Malta?

R: Obviamente Malta se adecuó a nuestras necesidades en muchos sentidos, porque tienen un tanque espectacular, y la palabra "tanque" en realidad no hace justicia a lo que era aquello. Se trata de una gran piscina infinita con el mar al fondo. Los efectos que puedes crear ahí son un espectáculo impresionante, con unas bombas y cañones de agua que básicamente podían recrear una tormenta. Fue fantástico para rodar los climas más cálidos. Allí fue donde filmamos todo lo del Mar de los Sargazos y todo el material de la zona de verano en el mar. Es una hermosa isla por lo que básicamente constituye un enclave ideal para rodar. Si estás haciendo rodaje en barcos, verdaderamente no creo que exista un entorno mejor.


Del guión a la pantalla
De la original visión de Scott Z. Burns a la realización de James Marsh

El director James Marsh tiene experiencia en la realización de documentales, fue el autor de Man on Wire, ganador en la categoría de Mejor Largometraje Documental del Óscar de 2008. Su multipremiado largometraje La teoría del todo exploraba la juventud del físico Stephen Hawking, por lo que a Marsh no le es desconocida la representación en el cine de personajes reales, de hecho es algo a lo que sabe adaptarse "porque ofrece la oportunidad de llevar a cabo una investigación detallada, lo cual profundiza tu comprensión de la historia".

"La de Crowhurst es una historia real, una historia verdadera, pero sin duda es una mítica historia del mar y de algún modo caló en la cultura como ejemplo de extralimitación en el velerismo amateur británico", comenta Marsh. "El concepto de 'hybris-nemesis' (en la cultura griega, se denomina "hybris" al castigo impuesto por la desmesura, en la que incurre quien transgrede la naturaleza impuesta por los dioses; Némesis era la diosa de la justicia retributiva, que castigaba a los que no obedecían a quienes tenían derecho a mandarles) está integrado en la historia. Vi el documental Deep Water hace unos diez años y refuerza la impresión que tienes. Constituye una narrativa absolutamente fascinante y cautivadora. Literalmente es una tragedia griega. Un hombre que tiene una ambición y la ambición no termina ennobleciéndole, sino corrompiéndole, y entonces la tragedia se desata. Tiene una forma trágica muy clásica".

Marsh asumió el guión del aclamado guionista estadounidense Scott Z. Burns. "Es un gran escritor y, siendo estadounidense, su perspectiva era muy interesante. Cogió esta historia tan arquetípicamente inglesa y se desprendió mucho de su punto de vista, por lo que fue capaz de suprimir algunos de los antecedentes de la historia y condensarla en algo verdaderamente fuerte y atractivo de leer. Poseía un interesante punto de vista sobre el desenmarañamiento de la mente humana, lo cual es, de nuevo, parte de esta historia. El guión me convenció y quise de verdad hacer la película", recuerda Marsh.

"Para mí, siempre es algo positivo si la historia es real", admite Marsh, "te da una base segura si esas decisiones fueron tomadas por personas, y tienes que entender su historia en un contexto dramático. Son decisiones reales y tienes que contar con ellas, y en eso hay algo más persuasivo que en las historias ficticias. Siempre existen puntos de inflexión que buscas en una historia real, pues eso te permite una visión más amplia de la psicología humana y puedes sorprenderte constantemente ante las decisiones que toma la gente. En nuestros tiempos, una historia real parece obtener cada vez más respuesta por parte de la gente. Es un momento muy interesante para un realizador como yo, que tengo experiencia previa en documentales pero también quiero hacer cine de ficción, pues las barreras entre uno y otro están desapareciendo".

"Nunca había entendido realmente la expresión 'la realidad supera a la ficción' hasta que el vi el documental Deep Water", admite el productor Pete Czernin. "Tuvimos la suerte increíble de contar con un guionista tan asombroso e inteligentísimo como Scott, que conocía y había seguido la historia durante años. Tienes que decidir qué tipo de historia vas a contar, especialmente en un caso como éste, pues lo que hizo Crowhurst fue tan increíble y valiente, tan malogrado e interesante, que debes establecer el equilibrio adecuado. Hubo que trabajar mucho en este guión para obtener el tono correcto. Además James Marsh tenía una especie de inteligencia forense y fue exactamente el director apropiado para nosotros dada su experiencia en documentales. Tiene verdadera pasión por contar historias reales. La teoría del todo fue tan veraz, interesante e insólita que realmente nos emocionamos cuando James Marsh se interesó por Un océano entre nosotros. Tal y como esperaba que hiciera, se sumergió en todo el material documental y le apasionó por completo. Fue una absoluta bendición que James Marsh se uniera al proyecto".

"Se ha escrito mucho sobre Donald Crowhurst y yo quería acercarme al máximo a contar la auténtica historia", explica Czernin. "Algunas personas opinan que hizo trampa y que hizo mal esto o aquello, pero no estoy de acuerdo, creo que fue enormemente heroico. Se vio en una situación especialmente difícil y exploró la manera de salir de ella. No creo que en absoluto planeara hacer lo que hizo. Fue heroico y luchador. Para empezar, tener la idea, apuntarse a la carrera, diseñar el barco, construir el barco, reunir el dinero, le hace ser un tipo impresionante. Me encanta el concepto del hombre tratando de hacer algo que puede que esté, o no, más allá de su alcance. Eso concluye en una historia muy humana y fantástica".

Colin Firth ya había manifestado su interés en representar a Donald Crowhurst antes de que James Marsh se uniera al proyecto. "Pensé que era demasiado bueno para ser cierto, estaba emocionado", recuerda Marsh. Como actor, Colin provoca simpatía y pensé que sería la persona perfecta para llevarnos a este viaje tan oscuro. La historia comienza con mucho optimismo y termina en un estado de locura. Para un actor es un auténtico reto imaginar y entender ese viaje y hacerlo con tal capacidad de persuasión y convicción. Cuando supe que Colin se había incorporado, me entusiasmé todavía más con el proyecto. Tiene un talento y una experiencia enormes pero además tuvo un implicación personal con la historia y un compromiso que fueron avasalladores. Hubo preparación técnica y preparación psicológica, lo que tuvo que hacer fue extraordinariamente difícil. Es como la versión psicológica de lo que Eddie Redmayne hizo en mi anterior película, La teoría del todo. Colin fue capaz de revelar el padecimiento de un hombre que está perdiendo la cabeza. Las razones por las que Crowhurst se viene abajo son muy excusables: aislamiento, falta de comunicación con sus seres queridos, la presión por lo que está haciendo, el engaño y la culpa. Colin y yo nos vimos a nosotros mismos en Crowhurst, para bien y para mal. Hubo un interés y una solidaridad con el personaje compartidos por ambos. Fue una colaboración muy gratificante y armoniosa".

James Marsh y Colin Firth coincidían en lo estaban contando y tenían una pasión y un deseo compartidos de llevar la historia de Crowhurst a la gran pantalla. "Estamos relatando la historia de un hombre que, en cierto sentido, quiere tener el reconocimiento que no ha tenido en la vida. Lucha por ello haciendo algo muy valiente y muy temerario", comenta Marsh. "Esa aventura y ese objetivo le destruyen".

El guionista Scott Z. Burns tuvo conocimiento por primera vez de la aventura de Crowhurst a través del documental Deep Water: "lo vi en un cine muy pequeño de Los Ángeles y me sentí identificado en muchos sentidos, supe que esto tenía que contarlo. Había muchos libros al respecto y, dada la naturaleza de la travesía de Don y el respaldo de la BBC, había también imágenes de informativos, cuadernos de registros y cintas".

Burns estaba al tanto de las historias contradictorias y las diferentes conclusiones que la gente extraía sobre Donald Crowhurst, sus motivos y su desaparición. Él explica los propios: "quería escribir sobre el hecho de que todos nos vemos en situaciones en las que nos hemos puesto en peligro sin darnos cuenta, a veces incluso como consecuencia de tener las mejores intenciones, y quería tratar de mostrar algo de compasión al respecto. Deseaba que Don quedara reflejado en el texto como un personaje que inspirara empatía pues, en definitiva, yo me siento así por él pese a lo que hizo".

Nunca se sugirió un final "tipo Hollywood" para Un océano entre nosotros, Burns "quería mostrar a un hombre que toma un puñado de decisiones y acaba pagando el precio. Espero que la gente pueda identificarse con la situación en la que se mete Don, quizá entonces tengamos más compasión entre nosotros. Espero que la forma en que se retrata a Clare Crowhurst en la película sea instructiva en todos los sentidos, de manera que nos permita acercarnos, entre nosotros y a las personas que amamos, con un poco más de generosidad y un poco menos de exigencia. Aprendí de Clare la idea de que cuando quieres a alguien no lo haces sólo por las cosas buenas, tienes que aceptar el hecho de que hay cosas malas. Creo que eso es lo que ella quería transmitir a sus hijos".

Durante el proceso de escritura del guión, Burns reflexionó extensamente sobre las formas en que Crowhurst podría haber resuelto su dilema, pero afirma: "lo que es importante recordar es que Don no tenía el lujo del que disponemos tú o yo, o el público, que es poder hablar con otra persona. Puedes quedarte atrapado en tus propias ideas y creer que ésas son tus únicas soluciones. Los acontecimientos conspiraron en su contra. Es increíble que aquel agente de guardacostas en Argentina decidiera no hacer la llamada delatando a Don. Cuando te pasas años escribiendo el guión empiezas a preguntarte por qué no volcó su barco y pidió ayuda por radio. Sin embargo, si lees el libro de Moitissier, te das cuenta de que los veleristas aman sus barcos, y esa relación que tienen después de nueve meses en el mar no es algo a lo que estén dispuestos a renunciar".


El aspecto visual y sensorial
James Marsh acudió a El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad y Apocalypse Now como puntos de referencia literarios para Un océano entre nosotros. "Aguirre, la cólera de Dios, de Herzog, parecía una película interesante de ver porque trata sobre personas volviéndose locas en un barco, y Cuchillo en el agua de Polanski igualmente es una interesante película sobre la psicología del espacio en un barco. Buscas pistas sobre cómo otros grandes directores han rodado en ese tipo de espacio. La forma de rodar de Coppola era muy diferente de la de Polanski. El corazón de las tinieblas es un texto clave para esta película o para cualquier película que trate sobre salir al mar y sobre personas que se desprenden de la civilización, y en qué se convierten sin estar rodeados de otras personas".

La paleta de color para la película fue visualizada con bastante rapidez, como recuerda el diseñador de producción Jon Henson: "utilizamos muchos azules orgánicos y colores del mar. Podrá sonar obvio, pero usando eso como color de fondo pasamos a muchos colores fuertes. Eric, nuestro director de fotografía, encontró unas increíbles fotografías en color de Capa, son bastante insólitas y tenían muy buena calidad, y eso guió el aspecto visual de la película, así como el etalonaje. Eso fue la semilla de muchas ideas y aplicamos los colores de aquellas paletas tanto en la casa como en el barco".

Intentando no caer en un estilo de los años sesenta estereotipado, Henson quiso crear un mundo naturalista, simple, en el que el público pudiera creer. "Probablemente ése ha sido nuestro reto más duro, curiosamente", reconoce Henson. "Con la casa de la familia Crowhurst, empezamos a fijarnos en papeles pintados de pared, colores y referencias de los años sesenta, y no todo son colores brillantes psicodélicos. Los Crowhurst eran personas sin pretensiones, modestas, que vivían una vida sencilla, así que eso es lo que intentamos crear. También ayudaron mis recuerdos de cuando era niño en esa época, simplemente pequeñas cosas que intenté incorporar a la película".

Para Henson, un punto clave a tener en cuenta fue el deseo de James Marsh y Eric Gautier de crear sets de 360º, incluso en el barco. "Eso le da un estilo casi documental. Decoramos por completo la casa y el jardín para que pudiéramos tener la libertad de movernos por ella durante dos semanas enteras. Poder rodar por toda la casa y recorrerla le aportó una especial energía".