Una entrevista con Julie Delpy (Violette, coguionista y directora)
P: ¿Cómo nació la película?
R: Un día estaba bromeando con la coguionista Eugénie Grandval sobre qué relación tendría con mi hijo de seis años, "mi pequeño emperador", dentro de quince años. La idea nos divirtió, y también la de construir una pareja poco habitual; el hombre sería ingenuo, provinciano, mientras que ella trabajaría en la moda, y la relación entre ambos se tensaría por la presencia del hijo. Una historia sencilla con personajes, situaciones y diálogos divertidos.
P: La película Tanguy, ¿qué hacemos con el niño? ya habla de un caso similar, pero Lolo es realmente especial.
R: Sin desvelar demasiado de la película, diré que es tremendamente manipulador. Siempre he disfrutado con los personajes neuróticos y me encanta filmar a los psicóticos. Conozco a bastante gente así. En la vida real no son nada cómicos, pero en el cine tienen algo que me hace mucha gracia.
P: Violette, la madre, a la que interpreta usted, es una mujer de cuarenta años con mucho éxito profesional, pero cuya vida sentimental no ha conseguido despegar.
R: Era importante que se sintieran sus debilidades y sus vertientes más frágiles. Al principio de la película, el personaje de Karin Viard, su mejor amiga, le dice: "Eres superfuerte en el trabajo, pero una auténtica tonta en tu vida sentimental". Es algo que he visto a menudo a mi alrededor. Saber manejarse profesionalmente y tener un buen piso no significa que todo vaya sobre ruedas emocionalmente. Violette se ha dedicado a trabajar y a ocuparse de su hijo. No tardamos en entender que ese hijo le hace la vida imposible, pero ella no intenta cambiar la situación. Sigue siendo la madre amantísima que le prepara el desayuno y le sirve huevos pasados por agua. Por cierto, una pequeña referencia freudiana: los dos huevos que le sirve en una huevera doble evocan dos senos.
P: Hasta ahora, sus películas siempre han dado un papel central a la familia. Pero en LOLO, Violette vive sola con su hijo.
R: Efectivamente, al contrario de mis películas precedentes, los padres de Violette no existen. Quería que pareciera un poco desarraigada, sin un ancla familiar. Solo tiene a su hijo y a su amiga. Quizá porque ahora estoy del otro lado, porque soy madre.
P: Y hablando de las relaciones entre padres e hijos, el personaje de Karin Viard está en el lado opuesto al suyo, no soporta a su hija.
R: La odia. No soporta la relación tiránica que existe entre las dos. Quería que Karin, que no aparece constantemente en la película, tuviera un papel fuerte. Generalmente hablando, me gusta que todos los personajes existan de verdad. Era una característica del cine francés que se fue perdiendo poco a poco y disfruto resucitándola.
P: En la película, los personajes de Karin Viard y el suyo hablan de sexo muy abiertamente, algo refrescante que ocurre en contadísimas ocasiones en el cine francés.
R: Se lo debo a mis padres (Albert Delpy y Marie Pillet). Me crié con "Charlie Hebdo" y "Hara Kiri". A los seis años leía "Le Gros Dégueulasse", el cómic de Jean-Marc Reiser. Llegaba al límite, pero era inteligente, muy divertido y nunca caía en la vulgaridad. A mí también me gusta llegar al límite, es mi forma de escribir. Vivimos una época en que los códigos del idioma y lo políticamente correcto nos encorsetan cada vez más. No sirve para mejorar a la gente, al contrario, todos tienen miedo, y el fascismo cobra fuerza.
P: Violette conoce a Jean-René en una fiesta en el País Vasco francés y, contra todo pronóstico, se enamora de él. Hay una vertiente muy generacional en la historia de amor que surge entre los dos cuarentañeros.
R: Me pareció interesante mostrar que el amor no está donde uno lo espera; mucha gente busca a alguien que se le parezca. Al tratarse de una generación, quise mostrar que la gente que se enamora a esa edad ha adquirido cierta sabiduría. Cumplidos los cuarenta años, si se está cómodo con uno mismo y se tiene la suerte de conocer a alguien con corazón, no se mira más allá. No interesa tanto la apariencia, la pasión, todo es más real. Es más sano.
P: Violette es directora artística de pasarelas de moda, Jean-René es un modesto informático de provincias. Al igual que en 2 días en París, describe muy bien los medios sociales, como si el hecho de vivir en Los Ángeles desde hace tanto tiempo la hiciera más sensible a cosas que pasan desapercibidas para muchos.
R: El hecho de vivir fuera de Francia y de volver regularmente quizá me permita ver cosas diferentes, no me rodean constantemente. Sin querer caricaturizarlo, es un mundo como cualquier otro, me apetecía hablar del ambiente de la moda. Lo conozco un poco, tengo amigos en ese mundo, Alexandre de Betak y Vanessa Steward, que me ayudaron en la escritura del guión. Me pareció divertido plasmar ese lado un poco desplazado, como la subasta superchic que se celebra en el metro.
P: También se mete con el lado provinciano de Jean-René.
R: Me encanta la escena en la que el médico le dice que sus picores se deben a que vivía en el campo. Para un parisino, Biarritz es el campo. Los habitantes de la capital pueden tener ideas alucinantes acerca de los provincianos. Además, todos se meten con él en la película, Violette, Lolo, claro está, y otros. Jean-René es tan bueno que no se da cuenta de la maldad de los demás. Y todos los que le rodean son malos. Le da una dimensión cómica, pero al fin y al cabo todos estamos con él.
P: Consigue una auténtica hazaña, la de nunca hacerle parecer un idiota.
R: Es un ingenuo, pero no un imbécil. Quiere a Violette y se esfuerza en ganarse el afecto de su hijo. La ingenuidad es buena y pura, pero no tiene nada que ver con la idiotez. También es un crédulo, piensa que todo lo que le dicen es verdad.
Es difícil enfrentarse a alguien tan maquiavélico como Lolo si se es como Jean-René. Yo también era una ingenua y viví una situación similar cuando empecé en el cine. Conocí a actrices que decían quererme y luego me daban la puñalada por la espalda.
P: Lolo es igual de malvado con su madre que con Jean-René.
R: Quiere comérsela, literalmente. Proyecta sus deseos en los hombres que se interesan por ella y le dice que Jean-René es un psicópata que quiere devorarla. Jean-René es el lobo feroz que va a comerse a su mamá. Bajo una apariencia de artista muy "guay" y de seguridad en sí mismo, Lolo es un chico infantil que no ha cortado el cordón umbilical. Es un pervertido total porque nació así, pero también porque Violette le ha malcriado. Y por fin se da cuenta.
P: Al igual que en muchas películas suyas, la pareja que forma con Dany Boom se construye y se solidifica a base de malentendidos.
R: Es la idea de que todo lo que nos destruye, nos hace más fuertes, y reconozco que es una idea un poco obsesiva por mi parte. Mucha gente me ha destruido, y he conseguido reconstruirme cada vez y salir más fuerte. En el fondo, todo lo que vive es así, las células se destruyen y reproducen constantemente... hasta que el cáncer gana.
P: En el caso de Violette y de Jean-René, es como si cada uno se despojara cada vez más de sus defensas.
R: Entre los dos hay una honradez y una generosidad refrescantes que les permiten sobrevivir al infierno que Lolo les impone. Lolo da asco. Conozco a muchos como él. Lo pasé realmente bien escribiendo el personaje.
P: ¿Pensó enseguida en Vincent Lacoste para el papel?
R: Lo escribí para él. Trabajamos juntos hace cinco años en El Skylab. Vincent solo tenía 17 años, pero su talento, su profesionalidad y su calma me dejaron asombrada. Recuerdo una escena en la que debía contar una historia a los niños bajo la tienda y asustarlos. Repitió diez veces la toma sin equivocarse nunca en los diálogos, las diez tomas eran válidas. Me gusta trabajar con gente así, auténticos profesionales que respetan al equipo.
P: Háblenos de Dany Boon.
R: Siempre le imaginé en el papel de Jean-René. A pesar de su enorme éxito, tiene un lado infantil, una auténtica ingenuidad que me gusta mucho. Aceptó el papel a los tres días de leerse el guión. Me pasa a menudo cuando dirijo. Pienso en alguien que en principio parece inaccesible, pero acaba interpretando el papel.
P: Karin Viard también estaba en El Skylab.
R: Hace mucho que nos conocemos, trabajó con mi madre, Marie Pillet. La llamé y le dije: "Voy a escribir un papel para ti, pero no es el papel protagonista". Se quedó un poco decepcionada, pero los diálogos eran tan divertidos que se le olvidó la decepción.
P: En LOLO aparece Karl Lagerfeld interpretándose a sí mismo, y Frédéric Beigbeder da clases de cocina vasca en televisión. Tiene un don para convencer a las personas de que salgan en sus películas.
R: Frédéric Beigbeder, que no sabe cortar un pimiento o freír un huevo, estaba encantado con el papel. Unos amigos que trabajan en Chanel me ayudaron a convencer a Karl Lagerfeld. Era importante que saliera en la película, es el diseñador por excelencia, todo un icono.
P: Violette y su amiga son mujeres que se han hecho a sí mismas, como usted.
R: Me di cuenta muy pronto de que en esta profesión solo podía contar con mi trabajo. Soy muy íntegra, e incapaz de autopromocionarme mandando notitas o cajas de champán, ir a fiestas o estar con gente que no me cae bien. Hice caso a lo que me decía Godard en una carta que me mandó para el estreno de Detective: "Sigue tu camino. Eres el río y ellos son las orillas que intentarán canalizarte y banalizarte". Escogí defender mi punto de vista y no parecerme a nadie. No tenía elección.
P: ¿Por qué actúa en sus propias películas?
R: No encontraría financiación si no fuera así. Además, aporto energía. Lo comprendí durante el rodaje de 2 días en París y de Dos días en Nueva York, un poco como si fuese el caballo que tira del carro. Pero también me gusta ser realizadora sin más, es un placer intenso.
P: ¿Qué tipo de realizadora es? ¿Cree estar muy influenciada por los métodos estadounidenses?
R: A veces, los rodajes son muy rígidos en Estados Unidos. Intento buscar un equilibrio. Soy muy cuadrada, no soporto avanzar a ciegas y preparo minuciosamente cada plano. Pero cuando estoy en el plató y veo, o alguien me hace ver, que hay una solución mejor, no dudo un momento en cambiarlo todo. El cine es un trabajo en equipo de principio a fin.
Me gustan las personas que trabajan mucho sin hacerse notar, que son serias y divertidas a la vez. Intento ser así, trabajar lo mejor posible dejando una puerta abierta para que entren ideas. No tengo método. Cada actor, cada día, cada escena son diferentes, solo me queda adaptarme.
P: Nunca había trabajado con el director de fotografía Thierry Arbogast.
R: Michaël Gentile, el productor, me habló de él. Le parecía que sus universos coloridos podían aportar algo visual a la película que se diferenciara del estilo cámara al hombro de mis películas anteriores. Hay muchas escenas rodadas cámara al hombro en LOLO, pero el trabajo de Thierry Arbogast en cuanto a la luz consigue una tonalidad nueva.
A pesar de adorar a Lubomir Bakchev, con el que ruedo desde que empecé, a veces soy infiel. Me pasa lo mismo con los productores y los coguionistas. También es la primera vez que trabajo con Eugénie Grandval. Está muy bien no acostumbrarse a nada.
P: También es la primera vez que trabaja con un compositor. Hasta ahora componía la música de sus películas.
R: Porque no encontraba un compositor con el que me apetecía trabajar.. y al que le apetecía trabajar conmigo. Mathieu Lamboley ha hecho un trabajo soberbio. Es muy joven, está abierto a todo. Entendió inmediatamente lo que quería.
P: Se la compara a menudo con Woody Allen...
R: ¡Me encanta Woody Allen! Compartimos unas cuantas neurosis, la obsesión por la muerte, el sexo, y una especie de bulimia creativa. Por desgracia, al ser mujer, mis proyectos se quedan bloqueados a menudo por falta de financiación. En Estados Unidos se sigue pagando un precio por haber nacido mujer. Nos autorizan a rodar películas románticas, pero nada de comedias bélicas. ¡Yo también escribí un Bananas! La única que puede permitirse escribir películas sobre Iraq es Kathryn Bigelow, pero luchó durante cuarenta años para conseguirlo. Francia está mucho más evolucionada.
P: Al igual que Woody Allen, usted tiende más a rodar comedias.
R: Es mi género preferido, pero también me gustan los dramas. The Countess era un drama, a pesar de que me hiciera cierta gracia. Mi siguiente película será un drama muy intimista. Luego tengo prevista una superproducción acerca de la epopeya del cine americano. Mientras tanto, estoy desarrollando una serie en torno a mujeres cuarentañeras, una comedia.
Una entrevistsa con Dany Boon (Jean-René)
P: Rueda poco como actor, apenas una película al año.
R: Es un ritmo que me viene bien. Me permite trabajar en mis películas; voy a rodar la siguiente, Raid dingue, a principios del año próximo. Estoy a punto de empezar a trabajar en la película de Yvan Attal con Charlotte Gainsbourg, y produzco el primer largometraje de Jérôme Commandeur, Ma famille t'adore déjà. Todo depende del momento, de los proyectos que me proponen.
P: ¿Qué le atrajo de LOLO?
R: El tema es lo primero que me interesa en una película, y también las emociones que me suscitan la lectura del guión. Me gustó lo que pasaba entre los dos cuarentañeros, una historia muy romántica, sin el menor atisbo de cinismo, muy metida en el universo de Julie Delpy, muy directa, a veces un pelín vulgar. Me apasionó la idea de trabajar en una comedia dirigida por una mujer. No hay muchas.
P: Jean-René casi podría ser Cándido en el país de los cínicos, un papel que le satisface especialmente.
R: En el escenario, en las películas que interpreto y dirijo, necesito hablar del ser humano con ternura, se puede ser malo, pero sin cinismo. Jean-René es un personaje que encaja conmigo, se me parece. Le dan por todos lados, pero sigue adelante, evoluciona.
P: Mientras escribía LOLO, Julie Delpy le imaginaba encarnando a Jean-René, pero estaba segura de que rechazaría el papel.
R: Su productor, Michaël Gentile, pensaba que era inaccesible o quizá demasiado caro. Pero no es así, me adapté al presupuesto.
P: ¿Ya conocía a Julie Delpy?
R: Nos habíamos visto varias veces en Los Ángeles, con ocasión de los Oscar, y en las cenas y comidas organizadas por la Embajada de Francia, en el Colcoa, el Festival de Cine Francés. Conocía su cine, que me parece muy interesante. Hablábamos, reíamos, pero nunca dijimos nada de trabajar juntos. Me había gustado especialmente The Countess, una película increíble rodada con muy pocos medios. Con LOLO todo fue perfecto, desde la primera escena, el primer día de rodaje, y no era fácil porque transcurría en la cama. Había complicidad, nos sentíamos cómodos trabajando juntos. Nuestros universos se encontraron.
P: Háblenos del universo de Julie Delpy.
R: Julie está loca de atar, pero es una locura buena, muy positiva, y encima se divierte. Es de esas personas que siempre siguen adelante, siempre en movimiento, pero también es reflexiva y se preocupa. Es muy generosa, delicada y sincera. Dice lo que piensa, es exigente. Pierde los estribos cuando se siente frustrada o insatisfecha. Tiene mucho carácter sin dejar de ser femenina. Es una mujer seductora.
P: Los recorridos de ambos se parecen. A los dos les gusta la comedia, ambos son guionistas, realizadores y actores.
R: También es música, como yo. Efectivamente, compartimos unas cuantas cosas. Pero yo nací en provincias y ella, en París. Sus padres son artistas, los míos son proletarios. Por cierto, funcionaba muy bien para los personajes de Violette y de Jean-René. Lo que más me gusta de LOLO es que el amor puede con las apariencias. Ella trabaja en la moda, se preocupa por la opinión de los demás, pero escoge la realidad de las emociones que Jean-René despierta en ella, y lo dice con total naturalidad. Me encanta cuando le dice a Lolo: "Me siento bien con él, me veo envejeciendo a su lado".
P: Jean-René es ingenuo, pero no es bobo. Su inteligencia nunca queda en duda.
R: Sí, es una ingenuidad bonita. Siempre ha vivido en Biarritz, una ciudad pequeña, y de pronto inventa un programa de éxito y se va a París a vivir con una mujer de la que está locamente enamorado. Este hombre, que hasta entonces solo leía las novelas de espionaje del personaje "S.A.S.", está dispuesto a descubrir el cine de Chris Marker y abrirse al mundo intelectual y cultural de los burgueses progres parisinos. No por eso pierde su faceta romántica, le regala un ramito de violetas a Violette. Su provincianismo es conmovedor.
P: La película ilumina a las nuevas parejas que se forman a partir de los cuarenta. A pesar de todas las trampas que tiende Lolo, la pareja se hace cada vez más fuerte.
R: Se sienten bien juntos, les va bien en la cama y tienen ganas de ser felices. Es otro de los temas que me atraía del guión. Cuando se reconstruye la vida amorosa a esa edad, se tienen ganas de disfrutar de las cosas sencillas, y me gusta.
P: Violette es muy directa con Jean-René, en ocasiones emplea un idioma muy crudo.
R: Violette y Ariane, su mejor amiga, a la que encarna Karin Viard, son groseras a veces, pero me encanta. Son muy graciosas. Los hombres tienden a creer que las mujeres son unas mojigatas, pero es todo lo contrario. Pueden decir auténticas barbaridades cuando hablan de sexo entre ellas. También me gusta el tema del "niño rey" que Julie desarrolla a través del personaje de Lolo. La película es, ante todo, la historia de Violette y de los problemas que tiene por culpa de su hijo.
P: ¿El "niño rey" es un tema que le interesa?
R: Sí, estamos en la época siguiente a Françoise Dolto, y todo está permitido. No solo se considera al niño una persona, también se le deja crecer sin imponer límites. Castigar a un niño equivale a traumatizarle para el resto de la vida. Los "niños rey" abundan, no saludan, no dan las gracias, no piden las cosas por favor. Estos niños me asombran. Y estos niños, cuando crecen, se sienten perdidos. Mis padres eran bastante autoritarios y reconozco que también lo soy con mis hijos. Un niño puede florecer y ser creativo aunque se le enseñe a saludar y a dar las gracias. Los niños necesitan un marco, y Violette no le dio ninguno a Lolo. Esta mujer, que demuestra una enorme lucidez en su vida profesional y en su relación de pareja, está totalmente ciega en cuanto al amor narcisista que siente por su hijo. No ve nada. Lolo es un perfecto egotista, una especie de psicópata. Se ha convertido en lo peor del "niño rey". Solo piensa en sí mismo, es incapaz de sentir algo por los demás.
P: En algunos momentos, la película da la sensación de bascular hacia el thriller.
R: Se debe a la fuerza del guión. Julie tiene el don de dibujar muy bien a los personajes. Cada detalle, por muy pequeño que sea, importa. Hay momentos en que creemos en la locura de Lolo, en su tremenda angustia, sobre todo porque Vincent Lacoste le interpreta de maravilla.
P: Jean-René lo intenta todo para que Lolo le quiera.
R: A pesar de ser un chico algo especial, de esa permanente relación de fuerza y de que es capaz de todo para que su madre sea solo para él, es encantador verle en esos calzoncillos tan suyos.
P: A usted se le conoce por ser muy puntilloso con los guiones, ¿en algún momento deseó aportar alguna modificación a este?
R: No. El personaje de Jean-René existía, bastaba con habitarlo. Físicamente, cambia mucho. Su cambio de vestuario me recuerda un poco a cuando empecé, los trajes que llevaba para salir al escenario eran espantosos, me vestía realmente mal.
P: En LOLO comunica una profunda emoción y mucho humor. ¿Cómo se consigue un equilibrio tan difícil?
R: Es muy fácil interpretar escenas emotivas cuando los personajes están bien definidos y se disfruta rodando. Pero en las escenas de comedia siempre se anda en la cuerda floja. Los diálogos deben despertar una carcajada inmediata. Julie tiene un sentido innato de la réplica.
P: ¿Cómo prepara los papeles?
R: Me aprendo los diálogos. Incluso cuando ya me los sé de memoria, sigo repitiéndolos. Sé que en el momento en que aparecen los gestos, la emoción y el ritmo, el texto memorizado ya no está tan claro. En LOLO había escenas difíciles, por ejemplo, la de la cena con Violette y Lolo, donde mi personaje no para de hablar del programa que ha inventado. No entiendo nada de informática. Si no me sé los diálogos de cabo a rabo, es imposible imprimirles vida y divertirme diciéndolos. Exijo lo mismo de los actores que trabajan en mis películas.
P: Es la primera vez que le dirige alguien que interpreta, escribe y realiza la película, como usted suele hacer.
R: Y me encantó. Julie sabe exactamente lo que quiere, presta atención y es muy escrupulosa, pero también escucha a los actores. Deja mucha libertad en el plató. Hubo momentos improvisados que acogió con entusiasmo. Los dos disfrutamos mucho encarnando a estos dos enamorados, la improvisación era natural. Por ejemplo, la escena en que colgamos los cuadros de Lolo y aprovechamos para susurrarnos palabras de amor como dos adolescentes retrasados.
P: ¿Tuvo algo que ver con el montaje?
R: Para nada. Una vez acabado el rodaje, Julie se empeñó mostrarme un primerísimo montaje. Me sorprendió que mantuviera las pocas sugerencias que le hice. Tiene un ego importante, pero sabe gestionarlo.
P: ¿En algún momento no estuvieron de acuerdo en una escena?
R: Muy pocas veces, pero sí. En ocasiones es importante estar en desacuerdo con el director. Enriquece, incluso es positivo. Es parte del enfoque artístico. Hay que ir un poco más lejos y no limitarse eternamente al "Bravo, eres genial". Es mejor no fiarse demasiado de las personas que siempre hacen cumplidos.
Una entrevista con Vincent Lacoste (Lolo)
P: ¿Cuándo se enteró de que Julie Delpy pensaba en usted para uno de los papeles principales de la película?
R: Me lo dijo casi inmediatamente después del estreno de El Skylab. Acepté incluso antes de saber de qué trataba el guión. Me gusta su cine, su mundo y su forma tan personal y tan graciosa de ver las cosas. Dos años después, cuando leí el guión, me sentí muy feliz de poder rodar LOLO
P: Tiene 22 años y ya ha rodado una segunda película con dos realizadores, no suele pasar...
R: Me gusta trabajar con gente con la que me lo paso bien y que tienen una visión que comparto, como Julie, Riad Sattouf...
P: En la película Hipócrates, de Thomas Lilti, interpreta su primer papel de joven adulto. ¿No le preocupó dar un salto hacia atrás al interpretar a Lolo?
R: Lolo es tan raro que no planteaba ningún problema. Me recuerda al personaje de Tanguy, pero un Tanguy un poco inquietante. La relación con su madre es muy particular, parecen estar fusionados. Es malvado, pero gracioso.
P: ¿Cómo preparó el papel?
R: Me pareció divertido que, además de ser insoportable, Lolo sea dañino y engreído. Cada vez que habla con alguien, adopta una actitud antipática. Quise que fuera pretencioso incluso en sus gestos, que se notara que se pasa la vida mirándose en el espejo. Además, debía ser gracioso. El papel en el guión era exactamente así e intenté ir aún más lejos.
P: ¿Imaginaba los gestos?
R: Los gestos me llegaron realmente cuando me puse la ropa de Lolo. Julie presta mucha atención al vestuario, le gustan las películas de los años sesenta, los filmes de Blake Edwards. Ya en el guión me vestía con calzoncillos americanos. Su cine tiene una faceta muy física. Intenté inspirarme en eso, pensé mucho en Peter Sellers. De hecho, me atrevería a decir que LOLO tiene un cierto parecido con el cine de Blake Edwards.
P: No había ido a la escuela de arte dramático cuando rodó The French Kissers, ¿ha tomado clases de interpretación desde entonces?
R: No, carezco de técnica. Rodar es mi escuela. Observo, aprendo, hablo, y sobre todo veo muchísimo cine. Ya veía muchas películas de niño. A los doce años había visto todo Truffaut; a los quince, todo Bergman. Mi padre es un cinéfilo nato y me alimentó a base de cine. Al no haber estudiado interpretación, trabajo mucho los textos. Me los aprendo con mucha antelación. En realidad, lo hago para no estar estresado durante el rodaje.
P: ¿Se angustia rodando?
R: Me angustio, soy un auténtico neurótico... como en la vida. A nadie puede parecerle natural interpretar escenas en un plató o en un escenario como si no pasara nada. Pero cuando estoy delante de Julie, no me preocupo. Pienso que me queda bastante camino por recorrer antes de alcanzar su nivel de ansiedad. Eso sí, es capaz de ser hilarante con tanto estrés porque siempre se ridiculiza.
P: ¿Le pidió que viera alguna película antes del rodaje?
R: Quería que viese Gaslight, de Georges Cukor. Es un drama, pero el personaje de Charles Boyer tiene muchos puntos en común con el mío, es un tipo perverso que siempre degrada a su esposa.
P: ¿Qué otra indicación le dio?
R: No dice mucho acerca del personaje antes de llegar al plató. Luego tiende a dirigir a los actores hacia algunos gestos, movimientos. Siempre me repetía: "Eres un hipócrita, un hipócrita".
P: ¿Qué le ha gustado más del rodaje de LOLO?
R: La escena en que Dany y yo nos peleamos con unos paraguas en el salón. No nos cortamos y creo que se ve en pantalla. Al final de cada toma, a pesar de la protección de gomaespuma en los paraguas, le rompía el yeso. Llegó a decirme que me pasaba. Fue totalmente desestresante, era mi primera escena de acción.
P: Ya había trabajado con Dany Boon en Astérix & Obélix: Al servicio de su majestad.
R: Fue un encuentro muy rápido. Es un placer trabajar con él. Es generoso, muy atento, sencillo. Eso sí, rodar en la calle con Dany es un circo, todo el mundo quiere hablar con él.
P: Sus personajes siempre tienen una especie de desapego que les da un lado irresistiblemente cómico. ¿Es consciente del potencial cómico que comunica?
R: No sé de dónde viene. En clase, cuando un profesor me pedía que leyera un extracto, los demás siempre se reían. Puede que se deba a mi voz profunda, o porque hablo lentamente, con algo de ironía. Es verdad, intento verlo todo desde cierta distancia. Pero prefiero no pensarlo por si perdiese el don...
Una entrevista con Karin Viard (Ariane)
P: Es la segunda vez que colabora con Julie Delpy.
R: Solo tuve un día de rodaje en El Skylab. Me apetecía pisar otros terrenos con ella, ir a buscar más allá.
P: El personaje que interpreta en LOLO es muy atrevido.
R: Es una mujer libre, segura de sí misma y que dice las cosas tal como son, sobre todo en cuanto a la sexualidad. No se somete a los dictados de la sociedad; es decir, conocer a alguien, tener pareja... Es creativa y está liberada. Es muy diferente a Violette, a la que sirve de detonante. En sus películas, Julie siempre necesita un papel que sirva de contrapeso al suyo. En esta somos un poco como Thelma y Louise. Aunque mi papel es secundario, no tuve la sensación de que fuera así. Ninguna intenta quitar el protagonismo a la otra.
P: No suele hacer papeles secundarios.
R: Julie escribió el personaje para mí. Me pareció divertido, pero sobre todo me gusta el cine de Julie. Me interesa su recorrido como mujer, actriz, guionista y realizadora. Al igual que Maïwenn o Josiane Balasko, ha sabido abrirse camino sola. Siento mucha admiración por este tipo de mujeres, son abanderadas del feminismo y me parece importante. Su osadía, inteligencia y lucidez me atraen. Son mujeres fuertes. Me encantaría tener un papel protagonista en una película suya.
P: Bajo una apariencia de comedia ligera, LOLO toca temas de mucha actualidad.
R: ¿Qué lugar ocupa la sexualidad en la vida de las mujeres de 45 años? ¿Cuál es el lugar del hombre cuando la mujer tiene hijos? ¿Cómo alejarse de un hijo nocivo? La película habla de todo esto con mucho humor. Las situaciones, por muy imposibles que parezcan, son auténticas. Julie no es una realizadora que busca la eficacia, no intenta sacar un chiste a cualquier precio. Más bien permite que el humor se cuele por la puerta de atrás.
P: Violette deja que su hijo la maltrate, pero su personaje demuestra muy claramente su poco amor por los hijos.
R: La maternidad le parece insoportable. Se nota que el desamor entre madre e hijo no es total, hay una connivencia entre los dos, pero la película saca a la luz ciertas cosas muy osadas en torno al tema.
P: ¿Cómo fue trabajar con Julie Delpy?
R: En un plató, las mujeres realizadoras deben luchar a menudo para que reconozcan su autoridad, pero a Julie no le hace falta. Es una persona angustiada por naturaleza, puede ser presa de obsesiones e hipocondrías bastante alocadas, pero no las impone al resto del equipo e incluso permite que se burlen de ella. Es un ambiente cómodo. Julie no comunica su estrés a los demás. Con ella no se hacen muchas lecturas previas, tampoco se ensaya demasiado. Más bien se apoya en la espontaneidad del momento, en el disfrute de construir algo juntos.
P: Háblenos de la preparación.
R: Nos vimos, escogimos el vestuario, regresó a Los Ángeles y nos encontramos en el plató. Es una realizadora muy autónoma, con la suficiente inteligencia como para rodearse de personas que se le parecen. Me gusta. No necesito ver diez veces al realizador para oírle decir lo mucho que me quiere.
P: ¿Julie Delpy da mucha importancia al vestuario?
R: Sí, sobre todo en esta película, que transcurre en el mundo de la alta costura. Julie tenía muy claro lo que quería para mí: pantalones con chaquetas amplias. Pero no es mi estilo, no me quedan bien. El diseñador de vestuario estaba de acuerdo y ella enseguida nos hizo caso. No discutió, sencillamente preguntó qué proponíamos.
P: Cuando una realizadora trabaja como intérprete en su película, debe verse luego en los monitores. Y usted, ¿alguna vez se mira en los monitores?
R: Casi nunca. Únicamente para comprobar algo en el encuadre o un movimiento que me cuesta hacer. Siempre tengo la impresión de estar fatal, me juzgo y pierdo la espontaneidad.
P: ¿Cómo dirige Julie Delpy?
R: Sabe lo que quiere, decide, pero siempre está dispuesta a escuchar una sugerencia. Trabajar con ella es una auténtica colaboración. Algunos directores se sienten agredidos si los actores emiten una opinión. Quieren a intérpretes maleables para moldearlos a su gusto. Me encanta que me dirijan, ir en la dirección que se me indica, sueño con complacer al realizador, pero no quiero limitarme a obedecer. No puedo. Necesito expresar lo que siento, decir que no entiendo una escena. Me gusta imaginar los papeles, olerlos, sentirlos. Si solo debo obedecer, pierdo algo. Julie es lo opuesto de esos directores.
P: En la película se tiene la sensación de que las dos comparten la misma libertad de comportamiento.
R: No nos gustan las circunvoluciones, decimos lo que pensamos. Había un ambiente muy familiar en el plató de LOLO. Es cosa de Julie, basta con seguirla.
Críticas francesas
LE PARISIEN - (Hubert Lizé) *****
Julie Delpy aporta su toque de locura a una comedia formidable e interpretada a lo grande.
POSITIF - Philippe Rouyer ****
Delpy tiene el don de electrificar las escenas más cotidianas. Una película que merece verse por el ritmo, la interpretación y las pequeñas sorpresas que nos reserva.
OUEST FRANCE - Pierre Fornerod ****
Unos diálogos crudos y directos que dejan boquiabierto.
L'EXPRESS - Sandra Benedetti ****
Julie Delpy se salta alegremente los límites de la comedia romántica para dar donde duele. Fantasiosa e imprevisible, una película amable.
METRO - Marilyne Letertre ****
Personajes crujientes, diálogos picantes.
FEMME ACTUELLE - La redacción ****
Una historia de amor difícil, pero nos gusta.
ELLE - Emilie Rivenq ****
La receta de Delpy funciona gracias a una pasta sabrosa en la que cada rasgo está caricaturizado sin nunca caer en el cliché. Da una dimensión cómica al complejo de Edipo, ¡hilarante!
CRITIKAT.COM - Quentin Le Goff ****
La película más sólida y equilibrada de Julie Delpy.