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  1898. Los últimos de Filipinas  Dirigida por Salvador Calvo
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A finales del siglo XIX España se puso en guerra con Estados Unidos y la perdió, lo que supuso la pérdida de las últimas colonias. Ya no podría volverse a repetir la frase de que "en España nunca se pone el sol".

A finales del siglo XIX España está librando sus últimas batallas para no perder todas sus colonias. Perdidas ya Cuba y Puerto Rico, ahora tratan de defender Filipinas. Baler es una aldea situada en plena selva sin ningún tipo de conexión con Manila, la capital. En esta zona se está desarrollando, bajo el mando de un tal Luna Novicio, un movimiento de resistencia que pelea por la rendición de los "castilias", que es como llaman a los españoles.

En la noche del 4 al 5 de octubre de 1897 el destacamento español (50 hombres) fue asaltado. Tan sólo 13 quedaron con vida. Los jefazos de Manila decidieron que no había que rendirse y enviaron a otro grupo de 50 hombres. El mando lo ostentaba el capitán Enrique de las Morenas y le acompañaban el teniente Martín Cerezo, un médico llamado Vigil y Fray Cándido, un cura.

Carlos es uno de los soldados recién llegados. Muy buen dibujante, se convierte en el narrador de la película. Se encarga de restaurar las pinturas de la iglesia que hay en la aldea y entabla una buena relación con el teniente Martín Cerezo.

Pasadas unas semanas llega un jinete, un correo español, que les cuenta que ha venido por tierra porque la flota americana ha destrozado a la armada española. "No sé lo que ha ocurrido en Manila pero aquí vamos a pelear hasta el último hombre".

A partir de aquel momento los tagalos ofrecen múltiples ocasiones para que los españoles depongan las armas pero éstos, a pesar de que no tienen comida ni van a tener más suministros, se niegan y se refugian en la iglesia de Baler.

Se declara una epidemia de Beri Beri (Enfermedad provocada por la falta de vitamina B-1 y que afecta principalmente al sistema nervioso y al cardiovascular) y el capitán de las Morenas, muere. Los tagalos hacen llegar a los españoles diarios de Madrid pero Martín Cerezo mantiene que están falseados. Un día llega a la iglesia un teniente coronel del Ejército Español con la orden de que abandonen la plaza y Martín Cerezo le expulsa del lugar. "Estáis todos locos, muy locos", "Nos limitamos a cumplir el reglamento, aquí nadie lucha por gusto", "Vais a morir por idiotas" concluye el teniente coronel" mientras sube de nuevo al vapor que le ha traído.

Y durante días y semanas sigue la lucha entre tagalos y españoles. Aquellos lanzando sin parar flechas incendiarias contra la iglesia y los españoles defendiéndose a tiros. Una noche tres soldados tratan de abandonar la iglesia pero son sorprendidos. Cerezo no se lo piensa ni un minuto y ejecuta a uno de ellos, el que había logrado abandonar los límites del destacamento, tal y como rezan las ordenanzas.

Una noche Carlos descubre a Martín Cerezo en el sótano, bebiendo vino y leyendo los diarios que les dejara el teniente coronel que les visitó. Ve preocupado al teniente y le extraña esa forma tan continuada de beber. El joven soldado se acerca al oficial y le pregunta si le pasa algo. Cerezo le dice que sí y añade "y algo muy grave". Ha leído algo en uno de los periódicos, una pequeña noticia de cinco líneas que le ha hecho darse cuenta de que estaba equivocado, de que los periódicos eran auténticos y que la guerra terminó un año antes. Coge un papel en blanco y comienza a escribir en él. "Estoy firmando la rendición", le explica a Carlos.

Carlos iza la bandera blanca y, desde el campanario divisa todo el territorio en el que ha transcurrido el último año de su vida. El Presidente de Filipinas firmó un Decreto para que el destacamento pudiera abandonar el país y les llamó héroes.

Baler fue el último territorio del imperio español en caer.