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  El secreto de Marrowbone  (Marrowbone)
  Dirigida por Sergio G. Sánchez
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"Siempre me ha gustado el cine. Desde que tengo memoria, ser director ha sido mi sueño" –dice Sergio G. Sánchez, quien por su trabajo como guionista fue premiado por "El Orfanato" y nominado por "Lo Imposible" y "Fin" al Goya al Mejor Guión- "Me puse a buscar una historia que me diera la oportunidad de hacer lo que siempre he querido. Y esa historia es MARROWBONE. Tiene todo lo que quiero. Hay suspense y terror, pero 'Marrowbone' también es una historia de amor con un gran corazón".

El reparto lo compone un grupo de jóvenes actores británicos y estadounidenses. ANYA TAYLOR-JOY (protagonista de la aclamada "The Witch" y que participará próximamente en "Split" de M. Night Shyamalan), GEORGE MACKAY ("Captain Fantastic" de Matt Ross o "For Those in Peril" de Paul Wright por la que ganó el Scottish BAFTA al Mejor Actor), MIA GOTH ("A Cure for Wellness" de Gore Verbinski, "Nymphomaniac. Volumen 2" de Lars Von Trier), CHARLIE HEATON ("Shut In" de Farren Blackburn junto a Naomi Watts), MATTHEW STAGG ("Macbeth" de Justin Kurzel), y KYLE SOLLER ("The Keeping Room" de Daniel Barber, "Anna Karenina" de Joe Wright).

En el apartado técnico, MARROWBONE cuenta con nombres del cine español como el Director de Fotografía XAVI GIMÉNEZ (ganador de un Premio Goya por "Ágora" y múltiples veces nominado a distintos galardones por "Frágiles", "Palmeras en la nieve" o "The Machinist"); SONIA GRANDE en el Diseño de Vestuario (ganadora de un Premio Goya por "La niña de tus ojos" y nominada a diversos premios por su trabajo en "Midnight in Paris" de Woody Allen, con quién ha participado en varias películas, "Los abrazos rotos" de Pedro Almodóvar o "Los otros" de Alejandro Amenábar); PATRICK SALVADOR en la Dirección de Arte (nominado al Premio Goya por "Autómata" y responsable en su categoría de películas como "Todos están muertos", "Tengo ganas de ti" o "Tres metros sobre el cielo"); SANDRA HERMIDA en la Dirección de Producción (ganadora de dos Premios Goya por "Lo Imposible" y "El Orfanato"); ELENA RUIZ en Montaje (ganadora de un Premio Goya por "Lo Imposible" y nominada por "El Orfanato" y "Eva"), o SERGIO BURMAN en Sonido (ganador del Premio Goya por "El niño" y "Celda 211").


El germen de El secreto de Marrowbone
El Secreto de Marrowbone supone el esperado debut en la dirección de Sergio G. Sánchez.

Hasta la fecha, Sánchez había sido el responsable de algunos de los mejores guiones del cine español reciente, aplaudidos por su capacidad para modular emociones y conectar de manera instantánea con el espectador. Destacan sobre todo los libretos escritos para El Orfanato y Lo Imposible, ambos llevados a la pantalla con enorme éxito por su amigo Juan Antonio Bayona. Sin embargo, Sánchez, que se define primero como director y luego como guionista, llevaba tiempo buscando una historia lo suficientemente poderosa para realizar su primer proyecto como director.

Consciente de la importancia de encontrar un argumento que le removiera en lo más profundo, valoró numerosas propuestas hasta dar con la idónea.

"En un viaje en tren, charlando sobre historias que le habían gustado, hablando de cine clásico y cintas antiguas, surgió el germen de El Secreto de Marrowbone" afirma Belén Atienza, productora de la película. La relación de Atienza y Sánchez viene de lejos. Atienza se había encargado de la producción de las dos películas que Sánchez había escrito para Bayona, por lo que era muy consciente de su gran talento y de lo mucho que tenía que ofrecer como director. Desde el primer instante supo que le gustaría ir de la mano de Sánchez en su nueva etapa.

El guion de El Secreto de Marrowbone se fue construyendo paso a paso. Sánchez rememora el peculiar proceso de creación: "Empecé a desarrollarlo. Fueron varias fases. Durante la primera escritura le iba a entregando varias páginas al día a Belén Atienza. Sin saber muy bien a dónde se dirigía la historia".

Atienza concluye: "Era como una novela por entregas. Cada día ibas descubriendo un tramo más de los personajes y del argumento. Hasta finalmente redondearla porque era una historia compleja, con varias líneas temporales, con múltiples giros, que había que hacer encajar".

La alusión a las novelas por entregas no es casual. El Secreto de Marrowbone comparte con este tipo de literatura la presencia de un universo autónomo, repleto de secretos que seducen al espectador y le invitan a quedarse a vivir en su interior. Cuando la historia terminó de cobrar forma, los implicados en esta primera fase del proyecto coincidieron en que tenían entre las manos una ficción con pulso propio, que respiraba. La odisea de cuatro hermanos que cruzan el Atlántico huyendo de un misterioso trauma había adquirido entidad y peso específico.

Otra de las personas de confianza que se sumó al proyecto fue Sandra Hermida, directora de producción en El Orfanato y Lo Imposible, y que repite su rol en El Secreto de Marrowbone."Es su primera película, pero no tenemos para nada la impresión de que estemos ante un realizador debutante", matiza Hermida, quizás tratando de explicar cómo un director novel había logrado acaparar tanto cariño con la preparación de su primer largometraje.

La respuesta a este misterio podría contestarse observando la trayectoria como guionista de Sánchez, pero conviene aventurarse un poco más lejos para entenderlo del todo. Sánchez había demostrado en los diferentes films en los que había participado su alto grado de compromiso con ellos, una implicación que había ido mucho más allá de la fase de escritura. En especial en las colaboraciones con Juan Antonio Bayona. La relación que establecieron durante la preparación de sus dos películas en común desafiaba la habitual división entre director y guionista. Más bien se podía calificar como simbiosis creativa. Ambos fueron responsables en un amplio porcentaje de los mundos que modelaron. Se pueden rastrear muchas de sus inquietudes compartidas tanto en los recovecos de El Orfanato como en la feroz afirmación de la vida que es Lo Imposible. En concreto, Sánchez asesoró en numerosas decisiones, apoyó en otras y jugó un papel esencial en aspectos como la elección del casting o la dirección de actores.


J. Bayona y Sergio Sánchez, simbiosis creativa
Con relación al binomio creativo que forman Bayona y Sánchez, Hermida también asevera que era inevitable que el primero participara en El Secreto de Marrowbone. Así lo explica: "Son dos cineastas que realizan un cine análogo y complementario, con obsesiones y temáticas parecidas".

Los dos recuerdan con mucho afecto el momento en que empezaron a trabajar en El Orfanato. No se conocían demasiado y por eso resultó más sorprendente comprobar que compartían gustos y que les estimulaba descubrirse películas el uno al otro. "De alguna manera la semilla de esa cinefilia común está en El Secreto de Marrowbone", afirma Bayona, para quien el largometraje de Sánchez bien pudiera encajar en aquellas sesiones de cine de las que tanto disfrutaban.

Bayona siempre se mostró dispuesto a involucrarse al cien por cien con Sánchez en cualquier proyecto en el que se embarcara, a apadrinarle, pero lo cierto es que, más allá de eso, quedó abrumado por la enorme fuerza del guion de El Secreto de Marrowbone. Quizás debido a la calidad que percibió, o quizás porque él también es director, optó por aconsejar a Sánchez, pero siempre desde el respeto, consciente de que el proyecto y sus necesidades se encontraban en las mejores manos posibles. Bayona aportó toda su sabiduría creativa en las diferentes fases de la película. Una vez leído el guion, propuso sus notas y posteriormente durante la etapa de montaje jugó un papel fundamental al compartir su punto de vista.

Pero la pregunta es: ¿cuáles son esas obsesiones que caracterizan a ambos directores? En gran medida, un interés especial por la infancia, por la adolescencia, por todo lo que acontece antes de que sus personajes se sumerjan en las procelosas aguas del mundo adulto. No es casual que El Secreto de Marrowbone esté protagonizada por cuatro chicos que no han alcanzado la edad adulta. Como tampoco lo era que El Orfanato y Lo Imposible pusieran en el centro de la escena los claroscuros de la infancia.

Ambos cineastas defienden la importancia de la ficción como medicamento de probada eficacia para sanar las heridas más profundas o incluso como refugio ante una realidad hostil que no sabemos gestionar. El Secreto de Marrowbone relata la historia de cuatro hermanos huérfanos que sólo se tienen los unos a los otros y que se debaten entre la amenaza de un pasado voraz, que se resiste a dejarlos marchar, y la promesa de un futuro lleno de luz que no acaba de concretarse. Mientras tratan de superar ese impass, se guarecen en una casa que actúa precisamente como una gran ficción, pues les permite vivir bajo el espejismo de que se hallan a salvo de aquello que les causa dolor.

La aventura de crecer es presentada, como en las películas que marcaron la educación cinéfila de Sánchez, a través del género. Pero como apunta Bayona: "Es una aproximación al género sutil, sin apretar las tuercas". El género como vehículo para llegar la verdad, no como fin en sí mismo."Es un tipo de largometrajes que ya no se hacen, que no requiere ni de efectos especiales ni maquillaje; el terror está en el corazón de la historia y va poco a poco devorándolo todo", continúa el director catalán.

El Secreto de Marrowbone se mueve en diversos registros. Un equilibro entre drama y ciertos elementos de género que se ajusta a la mirada de los cuatro hermanos, repleta de ganas de vivir, pero también de ansiedad. Y todo ello empapado de un romanticismo único que matiza cada fotograma.


La gran familia Marrowbone: Actores y personajes
Como es lógico, las dinámicas familiares entre los cuatro miembros constituyen la piedra angular sobre la que se articula toda la película. Por eso desde el principio se concedió una importancia vital a la búsqueda del reparto adecuado. Los actores no sólo debían funcionar de manera individual, sino como un todo. Con la precisión de un reloj suizo en el que no puede desentonar ni una sola pieza.

Sánchez manifestó algunas dudas iniciales sobre lo que podían conseguir al tratarse de su debut en la dirección: "Pensaba que siendo una primera película iba a ser complicado conseguir actores de cierto nivel y la verdad es que me quedé muy sorprendido de las audiciones que iban llegando".

Como decíamos, no sólo se trataba de escoger a cuatro buenos actores, sino que debían ensamblarse de la manera adecuada. Sánchez apostilla: "Me costaba mucho escoger a los personajes individualmente. Debías de conseguir que el grupo funcionase".

Sánchez perfiló con mucho mimo las personalidades de los cuatro hermanos. Jack, Billy, Jane y Sam representan diferentes maneras, a veces contrapuestas y en otras complementarias, de enfrentarse al trauma común que arrastran. De ahí que sus relaciones internas sean tan fascinantes y complejas.

El principal peso de la acción recae sobre Jack. Como hermano mayor se encuentra ante la responsabilidad de cuidar de sus hermanos. Se debate entre las inquietudes habituales de un joven de su edad -como su amor por Allie- y la carga que le ha dejado su madre al pedirle que mantenga a la familia unida.

Como Sánchez comenta en relación con su problemático pasado: "Es un personaje torturado porque vive con angustia un vacío en su memoria y está tratando constantemente de cerrar ese agujero".

Jack está interpretado por George MacKay, un actor de enorme prestigio pese a su juventud. "Seguramente el actor más entregado que haya visto en mi vida", concede Sánchez. "Nunca sale del personaje y, de hecho, daba un poco de miedo meterse en la habitación de su hotel, que la tenía llena de mementos y papelitos sobre el personaje. Estaba encerrado en Jack todo el día". Una entrega superlativa que revela el grado de compromiso con el personaje.

Esa identificación con su personaje fue tan extrema que de alguna manera se trasladó al rodaje, convirtiéndose en "el capitán del grupo de actores, en su líder", referencia Sandra Hermida. Aunque para ser sinceros, MacKay no sólo se convirtió en el corazón de los actores, sino del equipo al completo. Una de las anécdotas que mejor condensan su singular actitud ocurrió en el último día de rodaje, cuando dejó escrita una nota para cada una de las personas implicadas en el mismo, agradeciéndoles que hubieran hecho posible un viaje tan emocionante.

Por el contrario, Jane, la segunda hermana, simboliza la bondad en ausencia de la madre: "Cada vez que hay un instinto violento o negativo, Jane lo compensa. Lucha para que los hermanos puedan dejar atrás su doloroso pasado", explica Sánchez.

La actriz encargada de darle vida es Mía Goth, quien señala que "pese a tener 19 años, Jane es más madura de lo que debería. Es producto de las circunstancias, del medio".

Todo el equipo coincide en destacar la portentosa presencia de Goth. Cómo le bastaba con colocarse delante de la cámara para llenar la pantalla. Algo que a muchos de los implicados les traía a la mente actrices tan emblemáticas como Shelley Duvall o Sissy Spacek. Anya Taylor-Joy, que encarna a Allie en la película, recuerda la secuencia en la que Jane se frota con violencia los brazos y cómo quedó anonadada ante su entrega sin límites: "Ahí puedes apreciar toda su intensidad".

"Mia lo tiene que vivir. Se mete en el papel hasta transformarse en Jane. Si tiene que fingir, no funciona", resume con estas palabras Sánchez su intenso método de actuación.

Billy, el tercero de los hermanos, es acaso el más problemático. Representa el coraje, el valor que a Jack a veces le falta. A cambio tiene tendencia a desbocarse e irse hacia el lado oscuro. Se contrapone a Jane, que conduce a la familia hacia la luz. Billy es por ello uno de los personajes más interesantes de la historia puesto que condensa los temores del grupo, el miedo con el que han de aprender a convivir.

No es más que un adolescente que, como los chicos de su edad, quiere explorar, sentirse libre. Una vehemencia que, dada la peculiar situación en la que se encuentra su familia, resulta contraproducente y peligrosa. La metáfora más evidente para resumir el carácter de Billy se corresponde con la de un pájaro enjaulado que está deseoso de echar a volar.

El encargado de ponerle rostro es Charlie Heaton, que vivió durante el rodaje un momento muy dulce al ver cómo alcanzaba un gran reconocimiento por su participación en la serie Stranger Things. Según todos sus compañeros de reparto, es un actor de una fuerza increíble. Anya Taylor-Joy califica su interpretación como "desgarradora", mientras que George MacKay recuerda lo impresionado que se quedó tras trabajar con él y comprobar su descomunal energía.

El aura de actor clásico, que parece acompañar a todos los intérpretes de la cinta, también resulta evidente en Heaton. River Phoenix o unos jóvenes Leonardo DiCaprio o Jack Nicholson fueron algunos de los nombres que vinieron a la cabeza de los miembros del equipo mientras le observaban a través del objetivo.

El cuarto hermano es Sam. Es el más pequeño, por lo que todos creen sentirse ante la obligación de sobreprotegerle ocultándole los aspectos más escabrosos que les han conducido hasta su situación actual. Algo que resulta curioso, puesto que Sam es muy consciente de lo que ocurre.

En este sentido, Sam constituye un pilar fundamental de la familia. Se hace el inocente ante sus hermanos, como si temiera ponerlos en peligro si contase todo lo que sabe. Parece que sus hermanos mayores necesitan creer que es más tierno e ingenuo de lo que en verdad es. Para ellos su inocencia es una prueba viviente de que no todo está corrompido en el mundo.

Para dar vida a Sam se recurrió al joven Matthew Stagg. El proceso de construcción del personaje con Stagg fue muy distinto al de los otros actores. Al no poseer todavía maldad, hubo que trabajar con cautela toda la oscuridad que transpira la película. Se decidió ir escena a escena en lugar de explicarle todo el pasado de su personaje.

"Matthew disfrutaba descubriendo cada día algo nuevo de su personaje. Era muy bonito cuando entendía cosas delante de la cámara, ser testigos de ello", rememora Sánchez.

Hay un personaje fundamental en la película y que no pertenece al grupo de hermanos. Se trata de Allie, interpretado por Anya Taylor-Joy. Allie es prácticamente el único nexo que mantienen con el mundo exterior, la lente a través de la que observan lo que transcurre fuera de las paredes de su pequeño microcosmos.

Sánchez expone así el carácter de Allie: "Es un personaje luminoso, alegre, que nos ancla a la historia y al momento en que transcurre. Allie representa el mundo real. Su vida es radicalmente distinta a la que han llevado los hermanos".

George MacKay, el actor que más tiempo pasa en pantalla con Anya, no escatima elogios a la hora de hablar de sus aptitudes: "Posee una gran empatía con el personaje, logra que tú también participes de eso. Te involucra en todo lo que tiene que ver con ella".

El romance entre Jack y Allie resume con precisión la idiosincrasia de ambos personajes. Se trata de un amor adolescente compartido por dos jóvenes que ni quieren ni tienen tiempo de plantearse hacia dónde les va a conducir.

Por su parte, Sánchez argumenta en términos similares a los de MacKay. "Anya es una persona adelantada a la edad que tiene. Muchas veces no acababa de creerme que tuviera 20 años. Posee un talentazo espectacular. Es capaz de articular cada uno de sus pensamientos y dudas con una certeza absoluta. Le va muy rápido la cabeza, lo vive todo con una gran intensidad. A veces me daba miedo que se fuera a hacer daño".

Bayona apunta cómo pese a su juventud, Taylor-Joy, gracias a trabajos como La Bruja, Múltiple y ahora El secreto de Marrowbone, se ha convertido en una figura clave del género, similar a la que desempeñó Winona Ryder en los 90.

Los cinco actores tenían por delante el reto de exhibir ante la pantalla una conexión instantánea. Por fortuna, desde el principio hubo una gran complicidad entre ellos. Supieron sacar provecho de las dos semanas que pasaron en Asturias previas al comienzo del rodaje. En lugar de ensayar las escenas previstas en el guion, dedicaron gran parte del tiempo a improvisar, generando entre ellos una relación llena de confianza.

El hecho de que se encontraran en un país extranjero, en el que se hablaba una lengua que desconocían, los forzó a buscar refugio en los brazos de sus compañeros. Una situación que encajaba perfectamente con el aislamiento al que se enfrentan en el film.

En cierto sentido, y aunque fuera por un tiempo limitado, ellos también constituyeron una familia. Bayona considera que el hecho de haber contado con actores tan jóvenes es una de las grandes virtudes que presenta la cinta: "Tienen ese ímpetu de cuando has hecho pocas películas y quieres comerte la pantalla".


La casa Marrowbone, el otro gran personaje
Más allá de los cinco protagonistas interpretados por actores de carne y hueso, hay otro personaje que también resulta esencial y que tiene que ver, de hecho, con la nebulosa Asturias. Se trata de la casa donde viven recluidos los hermanos, el universo en miniatura que los libera y enjaula a un mismo tiempo, y que, pese a que en la película está ubicado en un punto ficticio de Maine, fue rodado en el Principado. Sánchez, que es asturiano, apostó de manera clara por filmar en su tierra y dar la oportunidad a esos paisajes de luz tenue y tamizada de que reforzaran los aspectos más emocionales del argumento. Aunque la trama se ubica en Estados Unidos, lo cierto es que los cielos asturianos habían acompañado a Sánchez durante el proceso de concepción del guion influyendo en su ánimo. Por tanto, se antojaban como el escenario más lógico para la filmación.

Una de las condiciones irrenunciables que Sánchez puso sobre la mesa, y que el resto del equipo secundó con entusiasmo, era que la casa tenía que ser real, no un decorado. Como apunta con sus declaraciones "era vital que crujiese, que respirase". Fue él también quien propuso el Palacio de Torre de Arango en Pravia como set principal.

Patrick Salvador, encargado del diseño de producción y cuyo aplaudido trabajo en Autómata de Gabe Ibáñez le sirvió como carta de presentación para incorporarse al proyecto, tuvo por delante el reto de llevar un palacio de piedra asturiano del siglo XVII hasta Maine. Hubo que ajustar la casa tanto en su fachada exterior como en su morfología interior.

Entre las peticiones que Sánchez le trasladó estaba la de que no quería una casa de terror, sino algo que se sintiera más auténtico, que reflejara el estado emocional de sus habitantes. En este sentido fue preciso reforzar el aspecto de lugar semi-abandonado, en línea con las circunstancias vitales de los hermanos. Se cortó el césped y se dejó crecer durante cinco meses para transmitir esta impresión. Así, el jardín que rodeaba a la casa adquirió un matiz amenazador, más próximo a una selva que a un patio ordenado y acondicionado. Se trataba de marcar el límite entre la casa y la civilización exterior. Nuestros protagonistas viven en mundo con reglas propias, invisibles a la sociedad que continúa con sus preocupaciones del otro lado.

Todo ello fue muy fácil de transmitir gracias a la casa escogida, pues se encontraba totalmente aislada, sin signos de vida moderna a su alrededor (autopistas, gasolineras, etc.), como si realmente la historia hubiera seguido su curso sin contar con ella.

Respecto al interior, la austeridad fue la norma a la hora de definir los espacios. Sin embargo, se insistió a su vez en que cada detalle, cada objeto, contaran parte de la historia de los hermanos. Esa es una de las características que mejor define la carrera de Patrick Salvador: su obsesión por hacer de cada una de las elecciones de su disciplina una prolongación del argumento.

Todos los actores se sintieron especialmente motivados por el hecho de trabajar en un lugar real. Según Charlie Heaton: "Era fascinante actuar en una casa de verdad".

Además de la casa, también fue importante la recreación del pueblo al que Jack sale puntualmente para realizar tareas. Este pueblo está concebido en la película para que contraste de manera agresiva con la realidad de la casa. Mientras esta apenas ha evolucionado desde el año 1931 -cuando según la historia se cerró-, los habitantes pueblo viven plenamente en el año que les corresponde, 1969. Como bien apunta Salvador: "Es un pueblo que se ve muy poco a nivel de metraje, pero la sensación de que estás en otro sitio ha de ser muy rápida". El lugar elegido fue la Antigua Fábrica de Armas de Oviedo, que tuvo también que ser transformada para ajustarse a las necesidades geográficas y temporales del argumento.

El Principado de Asturias, y los habitantes de Pravia en particular, se volcaron con la película, poniendo todos los medios que estaban a su disposición para facilitar el rodaje.

Para que la casa adquiriera toda su relevancia, el trabajo de Patrick Salvador debía encontrar su réplica en la fotografía de Xavi Giménez, prestigioso cinematógrafo con una impresionante carrera a sus espaldas. Su característico estilo fotográfico, atemporal y denso, no podía resultar más adecuado para retratar un emplazamiento, así como la vida de unos jóvenes, que de alguna manera permanecían congelados en el tiempo, en un pasado impreciso y borroso, más mental que físico.

En opinión de Xavi Giménez: "El guion ya recogía las principales claves, el lenguaje fotográfico ya estaba incluido en él." Agrega: "Había una disfunción emocional en la historia muy profunda. Construimos ese contraste con la luz de la película".

La relación entre Sergio G. Sánchez y Xavi Giménez fue muy fluida. Ambos estuvieron de acuerdo en cuáles eran las decisiones sobre la luz y el color que más convenían a la historia. Volviendo a esa idea de un pasado detenido en una juventud que no acaba de alcanzar la edad adulta, Sánchez pidió que "todo tuviera una atmósfera de recuerdo idealizado. El verano de tu infancia que siempre recordarás y al que querrías volver, y que, poco a poco, se va envenenando".


Color y luz: Más allá del género
Al igual que ocurrió con la dirección de arte, Sánchez se mostró explícito a la hora de solicitar que la fotografía no se inclinara hacia los lugares comunes del género. Como apunta Bayona, quien trabajó con Xavi Giménez en la serie Penny Dreadful: "La fotografía que presenta El Secreto de Marrowbone bebe mucho del cine de los 70 como puede ser el de Néstor Almendros. Es muy naturalista, nada efectista. Resulta muy interesante aproximarse al género desde esa perspectiva".

En cuanto al tratamiento de la luz se apostó desde el principio por luz natural, que no pareciera diseñada con escuadra y cartabón. Giménez lo detalla en sus propios términos: "Vimos que había un camino en ese uso de la luz natural, de que la plástica fuera lo más realista posible, logrando que los personajes se movieran dentro de espacios casi naturales y con mucha libertad".

Aunque en El Secreto de Marrowbone la puesta en escena estaba más que definida, se buscó que la luz no deformara las aproximaciones de los actores a sus personajes. Más bien, lo contrario, que las apoyara. La luz debía ser un aliado, nunca un obstáculo. Este detalle también se basó en el hecho de que la principal localización, la casa, tiene tendido eléctrico, pero a consecuencia del abandono se encuentra inutilizado. De este modo el empleo de luz natural respondió de manera orgánica a las necesidades del guion. Como apunta Patrick Salvador en referencia a Xavi Giménez y a la actitud con la que se enfrentó la iluminación: "Es un director de fotografía muy valiente, que no tiene miedo a la intensidad, al claroscuro".

Rodar en Asturias implicó para el equipo de fotografía superar algunos obstáculos. Resultaba, por ejemplo, imposible predecir qué tipo de climatología se iban a encontrar, no ya cada día, sino casi a cada hora. Tan pronto eran sorprendidos por un cielo soleado como minutos después por una intensa niebla. Algo que obligó a tomar decisiones rápidas y a establecer un plan de contingencia acorde a las necesidades. A cambio, la poderosa presencia visual de Asturias terminó de dotar a la película de toda su fuerza expresiva.

Ya en la primera semana de rodaje, Giménez y Sánchez comprendieron que no estaban delante de un largometraje que se pudiera filmar al uso, que no servía de nada tener un plan establecido. Había que liberarse y dejar que las emociones guiaran las decisiones de cámara. Aun así, se puede apreciar un recorrido desde angulares y ópticas medios en los primeros compases hasta ópticas tele a medida que la trama se deconstruye y accedemos a su punto de ignición.

Sánchez, por su parte, tiene una opinión muy formada sobre cuál fue la gran aportación de Giménez al conjunto: "Es un lujo trabajar con un director de fotografía que está siempre tan pendiente de la emoción".

Pero no sólo sobre los hombros de Xavi Giménez recayó el encargo de transmitir las poderosas corrientes de emoción que sacuden El Secreto de Marrowbone. La memorable filmografía de Fernando Velázquez como compositor de bandas sonoras le acreditó como la persona adecuada para poner música a la película. Más cuando se había encargado de hacer lo propio para largometrajes escritos por Sánchez como El Orfanato o Lo Imposible. Sus mundos ya habían colisionado en ocasiones previas y se hallaban frente a una nueva oportunidad de sacar lo mejor el uno del otro.


Un clásico atemporal: La banda sonora
La complicidad entre ambos fue tan evidente que Sánchez animó a Velázquez a que se sintiese libre y volase todo lo que quisiera con su composición.

En palabras de Velázquez: "Se trata de una película con mucho corazón, con mucho espíritu. Lo que espero conseguir es que la gente cuando vea la película tenga con la música la misma sensación que yo tuve al verla. Que piense 'esta historia siempre ha existido', que es atemporal. Espero que la música contribuya a reforzar esa sensación de clásico".

Sánchez no tuvo ninguna duda de que Velázquez era la elección perfecta. Su capacidad para atacar las emociones y su control de melodías sencillas, pero inolvidables, capaces de meterse bajo la piel, parecían sentarle como un guante a la historia. El objetivo era encontrar una composición que no sólo se recordara a la salida del cine, sino que condujera al espectador por la trama, traduciendo cada elemento del guion al ámbito musical.

Velázquez revela que en primer lugar afrontaron las partes más luminosas del argumento para ir poco a poco tratando las más oscuras. Un desplazamiento de la luz hacia la penumbra que es parejo al viaje que realiza al espectador.

En cuanto al tema central, Velázquez decidió que éste iba a sufrir variaciones en función de a cuál de los cuatro hermanos acompañaba, reforzando al mismo tiempo la cohesión del grupo, pero también las particularidades de sus miembros. Por ejemplo, con Sam utilizó instrumentos como el arpa y la celesta, mientras que en Billy se inclinó por violines americanos.

Otro de los aspectos que se tuvo en cuenta es que la musicalidad de Allie y Porter debía ser diferente a la de los hermanos, puesto que los primeros pertenecen a la realidad y los segundos están atados a una suerte de espacio casi irreal . El diseño de la banda sonora permitió a Velázquez disfrutar de la gran oportunidad de trabajar con la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias. "Es una de las grandes orquestas que tenemos en España y nunca habían grabado una película. Mi suerte fue doble. Primero, por poder contar con ellos y segundo, por acompañarlos en su primera experiencia en la grabación de una banda sonora, cuyo proceso es algo diferente al que se sigue en concierto sinfónico. Grabando con ellos me sentí como un niño el día de Reyes", asegura Velázquez con entusiasmo.

La grabación se realizó en Oviedo, en el Auditorio Príncipe Felipe, cuya impresionante acústica otorgó, en palabras de Velázquez, "un color muy particular a la cinta, reforzando la sensación de clásico".

La banda sonora de Velázquez termina de moldear el complejo entorno de El Secreto de Marrowbone. Una película diseñada desde sus primeras fases para soportar múltiples lecturas, lo que demuestra sus grandes posibilidades.

"Lo complicado de esta película es hablar de ella sin revelar ninguno de los detalles. El espectador se va a encontrar un universo muy rico, lleno de matices, con muchos giros y, sobre todo, muchísima emoción. Eso es lo que le hemos puesto a la película y espero que sea lo que se lleve el espectador". Así explica Sánchez lo que espera que la audiencia se encuentre una vez se apaguen las luces de la sala.

"Permite acercarte sin saber absolutamente nada y revisionarla conociendo ya los secretos", continúa. Secretos, un concepto que detalla con precisión la compleja arquitectura interna de su primera película como realizador, una palabra muy presente en la estructura de El Secreto de Marrowbone.


Sergio G. Sánchez
El Secreto de Marrowbone supone la primera película como director de Sergio G. Sánchez, sin embargo, su trayectoria como guionista de éxito está más que acreditada. Debutó de la mano de Juan Antonio Bayona con el libreto de El Orfanato, película apadrinada por Guillermo del Toro y que se convirtió en un fenómeno desde su misma première en el Festival de Cannes, siendo recibida con una impresionante ovación de 10 minutos. De los siete premios Goya que cosechó la cinta, uno de ellos fue a parar a manos de Sánchez por sus labores en la escritura.

Tras el caluroso recibimiento de su primer largometraje, Bayona y Sánchez, lejos de acomodarse, cambiaron de tercio para su siguiente apuesta sin dejar de lado los temas que más les caracterizan. Sánchez escribió el guión de Lo Imposible, tomando como referencia la impactante odisea de una familia española que sobrevivió al tsunami del 2004 en el sudeste asiático. La cinta, en la que de nuevo Bayona hizo las veces de director, no sólo triunfó dentro de las fronteras españolas, sino que obtuvo una gran resonancia internacional alcanzando la cifra de los 180 millones de dólares en la taquilla mundial, valiéndole una candidatura al Oscar a su protagonista, Naomi Watts, en la categoría de Mejor Actriz.

Sánchez también se ha encargado de la adaptación de Fin de Jorge Torregrossa y de Palmeras en la Nieve de Fernando González Molina.

Aunque El Secreto de Marrowbone es su primer largometraje para cine, Sánchez ya había dirigido los cortometrajes 7337 y Temporada baja, así como la cinta para televisión Las manos del pianista.


Notas del director (Sergio G. Sánchez)
Para mi "El secreto de Marrowbone" es una fábula de suspense que combina muchos elementos, thriller, terror, historia de amor y fantasía. Me interesa mucho esa mezcla de géneros que invita al espectador a participar del juego, a participar activamente y componer un puzzle. Mi intención era hacer una película clásica de suspense, rodar con el propósito de que pudiese parecer una película de otra época, alejada de los patrones del cine de género actual. Pero para que tampoco pareciese un ejercicio nostálgico intenté que narrativamente tuviese una estructura compleja y novedosa. A menudo utilizo el símil de una muñeca rusa para definir la estructura de la película. No se trata de una historia clásica en tres actos. El armazón es más complejo. Cada vez que se revela un nuevo misterio es como si abriésemos una de esas matrioshkas , la película cambia y revela una nueva identidad. Lo que empieza como un cuento se convierte en drama familiar, para luego pasar a ser una historia de fantasmas, después un thriller psicológico... y así hasta llegar por fin al a la última de esas muñecas que encierra el corazón de la historia que encierra la emoción de esta fábula.

Durante todo el proceso estuve muy atento a que la película pudiese tener más de una lectura. Creo que si te enfrentas a la película sin saber nada, puedes seguir la trama de misterio y disfrutar con cada giro. Pero una vez conocidos todos los secretos, puedes ver la película otra vez y entenderla de otra manera. La vertiente más poética, o de fábula, que tiene la historia cobra un nuevo sentido una vez que entiendes todo lo que está pasando y puedes volver a verla haciendo un viaje distinto con sus personajes. Para conseguirlo he intentado trufar la historia de pequeños detalles que pueden pasar desapercibidos en un primer visionado y que cobran un nuevo significado en visionados posteriores.

Poder rodar una película con reparto anglosajón ambientada en Estados Unidos en Asturias ha sido un lujo y un placer. Creo que disponemos del mejor plató natural del mundo y deberíamos sacarle más partido. Pocos países en el mundo tienen una variedad de paisajes tan rica como el nuestro y unos profesionales locales tan cualificados. Creo que tan importante como hacer un cine en castellano que represente nuestra cultura es poder atraer rodajes internacionales que fortifiquen nuestra industria. Nos planteamos rodar en Estados Unidos o Canadá, y desde el punto de vista financiero habría sido más interesante por las exenciones fiscales que podríamos haber disfrutado fuera, pero para nosotros era muy importante demostrar que esta película se podía rodar aquí con un equipo local. Trabajamos cuidadosamente desde fotografía, diseño de producción y vestuario para hacerlo creíble y tras pasar la prueba de fuego de Toronto hemos podido comprobar que ha funcionado.

De lo que más orgulloso estoy es del reparto de la película. George Mackay, Anya Taylor Joy, Charlie Heaton, Mia Goth, y Matthew Stagg son todos unos actores sensacionales, de una entrega y exigencia fuera de lo normal y están todos fantásticos en la película. Aún no son nombres muy conocidos para el gran público, todos ellos están al inicio de sus carreras, pero estoy convencido de que todos ellos tendrán un futuro brillante dentro de diez años, cuando mire atrás no voy a creerme la suerte que he tenido de reunir a un reparto tan espectacular en mi primera película.


Juan Antonio Bayona (productor)
En El Secreto de Marrowbone, Juan Antonio Bayona ejerce el rol de productor, pero su carrera se ha desarrollado básicamente en la dirección.

Con tan sólo tres largometrajes, Bayona es una de las figuras más influyentes del cine español y un realizador de incuestionable proyección internacional. De hecho, en estos momentos, se encuentra a los mandos de la superproducción Jurassic World: Fallen Kingdom, su puesta de largo en Hollywood y que verá la luz en 2018 con las mismas estrellas que la primera entrega, Bryce Dallas Howard y Chris Pratt.

Nacido en Barcelona, pudo canalizar su enorme pasión por el cine estudiando en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña (ESCAC). Tras dirigir sus dos primeros cortometrajes -Mis Vacaciones y El Hombre Esponja-, Bayona conoció a Sergio G. Sánchez y formó con él uno de los tándems creativos más cotizados del cine español.

Sánchez fue el responsable del guión de El orfanato, su ópera prima, y con la que alcanzó un descomunal éxito de taquilla, poco habitual en un director debutante, así como catorce nominaciones a los premios Goya. De ellas materializó siete, incluyendo el galardón correspondiente a Mejor Dirección Novel para el propio Bayona y Mejor Guión Original para Sánchez.

En su segundo largometraje, Lo Imposible, tomó como materia prima la historia real de una familia que sobrevivió al tsunami del Océano Índico de 2004. Sánchez se encargó de nuevo de la escritura del guión. Protagonizada por estrellas internacionales del calibre de Naomi Watts o Ewan McGregor, supuso la primera aparición en la pantalla de un prometedor Tom Holland. Este apabullante relato de supervivencia recibió cinco premios Goya incluyendo el correspondiente a Mejor Director para Bayona. Los galardones también llegaron desde fuera de las fronteras españolas. Naomi Watts obtuvo una candidatura al Globo de Oro a Mejor Actriz de Drama y otra al Oscar a Mejor Actriz Principal gracias a su entregada interpretación.

Aunque en su tercer largometraje no trabajó junto a Sánchez, fue este el que le dio a conocer la novela de Patrick Ness que sería la base de su siguiente aventura. Estrenada en 2016, Un Monstruo Viene a Verme supuso un ambicioso reto que combinó imagen real con diferentes técnicas de animación para trasladar a la pantalla el desgarrador drama de un chico que se refugia en su imaginación para afrontar la enfermedad terminal de su madre. En esta ocasión la película obtuvo nueve premios Goya incluyendo de nuevo uno para Bayona como director.

Bayona puede presumir también en su hoja de servicios de haber colaborado en la edad de oro de la televisión. En concreto se hizo cargo de los dos primeros episodios de Penny Dreadful, protagonizada por Eva Green y en cuyo piloto estableció el diseño visual que marcaría el devenir del resto de la serie de Showtime.


La línea que lo cambia todo (por J. A. Bayona)
Hay un momento en Marrowbone que para mí conecta con las dos películas que he realizado junto a Sergio G. Sánchez. Ocurre en los primeros minutos, cuando la madre protagonista dibuja una línea sobre el suelo y apostilla: A partir de aquí cambia todo. Se trata de un mensaje directo a sus hijos, a los que les está diciendo que una vez traspasen la línea están condenados a madurar de manera forzosa, por más que en esencia continúen siendo unos niños. En nuestro cine la mirada siempre está acoplada al punto de vista de un niño. Ocurre en las películas que hemos hecho juntos, ocurre también en Marrowbone. Los personajes se debaten entre distintos mundos, luchan por permanecer en uno, pero están abocados a madurar y entrar a otro.

La frase que pronuncia la madre también se puede entender como un mensaje cifrado al espectador. Nos está indicando que atravesar ese umbral nos conduce directo a los misterios de la película, a un secreto que promete cambiarnos para siempre. Un punto de no retorno. Un viaje que tiene que ver con lo fantástico. Sergio pone siempre en primer plano el drama de sus personajes, pero se sirve del género para relatar las partes en penumbra del mismo. El género es un elemento crucial, fundamental, que se va colando poco a poco por debajo de la puerta, siempre sirviendo a sus personajes, nunca al revés. Lo fantástico tiene que ver con contar lo ordinario de manera extraordinaria, con cómo hay algo que no puede ser y, sin embargo, es. En Marrowbone todos esos principios se dan simultáneamente. Sabemos que está sucediendo algo que va más allá de lo que nos enseña la superficie en relativa calma de sus imágenes y, por supuesto, deseamos descubrir sus recovecos más profundos. Queremos cruzar el umbral y aventurarnos en la historia.

Acompañar a Sergio a cruzar su propio umbral, el de la dirección, ha sido uno de los mayores privilegios de mi vida cinematográfica. Soltar el traje de director y ponerme el de productor ejecutivo ha resultado más fácil de lo esperado, puesto que, ya desde su guión, Marrowbone es una película deslumbrante. Lo maravilloso es cómo con cada paso que ha dado Sergio se ha transformado en un largometraje emocionante, lleno de cine, único. Siempre he pensado que nuestras películas están construidas de una manera u otra sobre personas que crecen. Que al final de la historia saben más sobre sí mismas que cuando comenzaron, por más que a veces la revelación pueda ser algo amarga. En este momento, tras acabar el complejo pero emocionante proceso que ha supuesto la producción de Marrowbone, acompañando al que ya podemos calificar como un director sobresaliente, puedo afirmar que tanto Sergio como yo hemos crecido un poco, quizás mucho. Y además lo hemos hecho en compañía, apoyados el uno en el otro. Por suerte aquí no caben revelaciones amargas. Porque Marrowbone es exactamente la película que soñamos que sería.


La regla de tres (por Paolo Vasile, Ghislain Barrois y Álvaro Augustin)
Para nosotros, Marrowbone no es una película como otras. Sergio G. Sánchez no es un cineasta más que añadir a la lista de ilustres firmas de grandes autores que en los últimos años han dirigido películas con Telecinco Cinema.

La historia que nos presentó Sergio hace algunos años era una maravillosa fábula, cruel y cruenta, inmersa en un clima de gran ternura, ingenuidad y esperanza. Un cuento bellísimo, que sin embargo por su riqueza onírica quedaba demasiado lejano de un guion y difícil de ver como una película.

Pero la historia era tan bella que nos empeñamos en que se convirtiera en un guion y después en un film de Telecinco Cinema. Muchas versiones, muchas reflexiones, mucho amor.

Por eso, ver ahora estas estupendas imágenes con su sabor antiguo, alejadas por momentos de las de las películas contemporáneas, ver sufrir y amar a este grupo de chicos indefensos interpretados por actores que apenas habíamos visto nunca pero parece que los conocíamos desde siempre, provoca en nosotros una emoción especial. La satisfacción y el orgullo de haber podido, una vez más, colaborar para que un sueño se convirtiese en una película.

En orden de tiempo, Sergio Sánchez es el último ejemplar de una dinastía que comenzó con el grande, afamado, aplaudido y por nosotros muy amado Guillermo del Toro. El director mexicano que con El laberinto del fauno, premiado con tres Oscar, nos hizo iniciar un camino que nos ha llevado muy lejos: fue él quien nos presentó a J. Bayona, y de Bayona nace la relación con Sergio Sánchez, guionista de El orfanato y Lo imposible.

Con Bayona fue amor a primera vista para nosotros y para los espectadores, sus tres films, El orfanato, Lo imposible y Un monstruo viene a verme han sido éxitos de crítica y público, y los mejores embajadores posibles para el cine español en el mundo.

Tres Oscar con Guillermo del Toro, tres blockbuster con J. Bayona, y ahora Sergio Sánchez: a ver qué grata sorpresa nos espera con esta particular regla de tres.


La infancia en resistencia (por Belén Atienza)
He tenido la suerte de poder conocer de primera mano los guiones de Sergio G. Sánchez. Cualquiera que les haya echado un vistazo habrá confirmado que en ellos no sólo sobresale un guionista de primera, sino que por encima de todo late un director tras cada línea. Basta fijarse en su estilo, eminentemente visual, en la riqueza de sus detalles. A medida que uno se sumerge en sus páginas vislumbra cada plano gracias a la precisión con que se describen las acciones. Por eso era inevitable que, tarde o temprano, tras tantos buenos guiones, llegáramos a Marrowbone, su primera y esperadísima película como director para la gran pantalla.

Hay elementos en Marrowbone que ya estaban presentes en otros trabajos de Sergio y que aquí ha explorado en todo su potencial. La infancia, la juventud, como territorios varados frente al océano del tiempo. Su cine apela a esa felicidad aparentemente plena, pero de enorme fragilidad, en la que ya se adivinan las grietas de hacerse mayor. Las preocupaciones de la edad adulta esperando a la vuelta de la esquina.

Siempre supe que estaría al lado de Sergio cuando le llegara el momento de dar el salto a la dirección. Es un honor y un privilegio para mí. Ha sido muy estimulante ver cómo la semilla de Marrowbone germinaba ante nuestros ojos, ramificándose en mil y una direcciones. A veces perdíamos el control de la historia, pero ¿acaso hay algo más emociónate que una historia que ha encontrado su propio camino? Esto es lo que, en mi opinión, Sergio ha logrado por encima de todo. Una historia con vida propia. Los cuatro hermanos protagonistas son personas de carne y hueso. Uno quiere quedarse a vivir con ellos, conocer sus secretos, acompañarlos en sus miedos.... Sergio siempre ha tenido un talento enorme para lo emocional, para perfilar personajes tridimensionales. Hasta el momento lo había demostrado en la escritura, pero aquí ha dado un salto cualitativo. Marrowbone partía de un guión excepcional que nos llevó a todos a querer sumarnos a este barco, pero lo mágico es cómo se ha derivado en una película asombrosa. El cásting repleto de actores de un carisma fuera de toda duda, la luz idealizada y teñida de melancolía, el uso del género como un elemento que va poco a poco matizando la historia, la construcción de la casa como un personaje más.... Todo ello demuestra hasta qué punto Sergio estaba destinado a llegar aquí, a empezar una impresionante carrera como realizador de la que sólo podemos congraciarnos por el hecho de estar presentes para disfrutarla.

Decía antes que Sergio nos había regalado unos personajes maravillosos, inolvidables. Cuatro hermanos huérfanos que gracias a su complicidad desafían a todo lo que les acecha. Siempre he creído que el cine de Sergio se parecía a sus personajes. Ahora, su primera película como director me lo confirma. Es un cine militante, una declaración de guerra frente a los sinsabores de un cine que ha madurado mal. Pertenece a un tipo de películas que ya no se hacen, que apuesta por la verdad, por la emoción, por la elegancia. Es, en definitiva, la infancia en resistencia.