Han dicho
"Una emocionante, sangrienta y divertida película de género" - (Oliver Lyttelton, INDIEWIRE / THE PLAYLIST)
"Patrick Stewart aporta una presencia imponente e intimidante (...) Para aquellos que disfrutan de los thrillers sangrientos" - (Eduard Douglas, NEW YORK DAILY NEWS)
"Una obra maravillosamente cruel y de alta tensión" - (Barry Hertz, THE GLOBE AND MAIL, TORONTO)
Sobre el director, Jeremy Saulnier
Jeremy Saulnier es un realizador y director de fotografía establecido en Brooklyn. Pasó su juventud haciendo películas de acción en super-8 con sus amigos en los suburbios de Alexandria, Virginia (EE.UU.). Más tarde estudió cine en la Universidad de Nueva York. Su segundo largometraje, el thriller Blue Ruin, se estrenó en 2013 en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, alzándose con el premio FIPRESCI. Posteriormente, la película consiguió otros galardones, entre ellos el premio al Mejor Director en el Festival Internacional de Cine de Gijón 2013. Previamente, Saulnier dirigió el premiado cortometraje Crabwalk (2004) y la afamada comedia de terror Murder Party (2007). Entre sus trabajos como director de fotografía, destacar Septien (Michael Tully, 2011) y sus colaboraciones junto al director Matthew Porterfield en Hamilton (2006), Putty Hill (2010) y I Used to Be Darker (2013).
Filmografía como realizador
2015 - GREEN ROOM
2013 - BLUE RUIN
2013 - THE KILLER SPEAKS (serie documental para TV) - Un episodio
2007 - MURDER PARTY
2004 - CRABWALK (cortometraje)
1998 - GOLDFARB (cortometraje)
Entrevista a Jeremy Saulnier
P: ¿Cómo se te ocurrió el singular argumento y la ambientación de Green Room?
R: La idea de Green Room se ha ido gestando durante años. La mayor parte de mis años en secundaria los dediqué a hacer películas de zombis y a tocar en bandas de punk. Yo no era realmente músico, así que lo mío era gritar ante el micrófono mientras que mis amigos, más talentosos, tocaban los instrumentos. Durante un tiempo estuve profundamente relacionado con el sonido, la estética y la fisicidad del punk y el hardcore, así como en la búsqueda de ideas para realizar películas. Sentía como algo muy lógico combinar esos dos mundos en Green Room. Se trata de una impactante historia, destinada a ser una experiencia visceral, directa al estómago. El choque entre esos punks alejados de su ciudad y el local neonazi fue simplemente el punto de partida. A medida que la trama va desarrollándose y las situaciones se van descontrolando, la ideología y las filiaciones que asentaron las bases del conflicto quedan completamente despojadas. No me interesaba que la película versara sobre ideas o posturas, lo que me interesaba es que fuera impetuosa, potente.
P: En los primeros compases de la película, la banda es atrapada por unos captores decididos a no dejarlos escapar con vida, aspecto éste que recuerda a películas como Asalto en la comisaría del distrito 13, Suburbia, Deliverance o incluso La noche de los muertos vivientes. ¿Has tenido alguna influencia de películas que han tratado ese tema de los personajes sitiados, y qué nuevas vías has intentado explorar en Green Room?.
R: ¡Excelentes referencias! Yo añadiría también a esa selección Perros de paja y Jungla de cristal. Como influencias estéticas y visuales incluiría Apocalypse Now, Mad Max 2 e Instinto sádico. Como en Blue Ruin, la vía más adecuada para aproximarse a ese enfoque de "cine de asedio", si se puede decir así, era centrarse en unos protagonistas que están terriblemente desubicados. Ninguno tiene un plan sensato para afrontar esa situación: el momento es realmente desesperante para ellos. Cuando escribía el guion apelé más a mis instintos que a mi cerebro.
Así, al tiempo que hay una rígida estructura visual y temática en Green Room, la historia avanza gracias a unos personajes que actúan impulsivamente y bajo una extrema coacción. Cuando toman decisiones en estado de pánico, les dejo que se equivoquen. No son héroes de acción, son muchachos asustados, y no tan valientes como podían haber pensado tan sólo unos minutos antes.
La película está planeada como algo experiencial, físico, que provoque una respuesta emocional primaria. Green Room no es un reloj suizo, es un mazazo.
P: ¿Cómo se equilibra el recorrido del espectador durante la película con las consecuencias de tanta violencia?
R: La violencia en Green Room es absolutamente brutal. Pero aquí lo que la genera no es el número de muertos (que es relativamente bajo en el cine de acción) o los efectos de maquillaje (que son espantosos, se miren como se miren), sino el impacto emocional de la misma y la pérdida que origina. Cuando te preocupas por las víctimas de la violencia en la pantalla, a medida que te vas preocupando por esos chicos, es ciertamente desgarrador verlos sufrir. Incluso se podría sentir compasión por alguno de los neonazis. El objetivo es proporcionar al espectador ese recorrido de emociones que buscan en una película de género, incluso privándolos de tener que celebrar una muerte en la pantalla (excepto, quizá, para un tiroteo catártico, que -francamente- podría terminar provocando algunos aplausos si hemos hecho bien nuestro trabajo).
Usando una clara analogía, Green Room es casi como una montaña rusa: sólo después de haber sobrevivido a esa aterradora experiencia, es cuando la disfrutas.
P: En ese sentido Green Room parece volver a tratar ciertos temas similares que aparecen en tus dos primeros largometrajes Murder Party y Blue Ruin. ¿A qué contenidos querías aproximarte de manera diferente en esta película?
R: Green Room es una película agresiva y, al tiempo, es un adiós a mi juventud y un homenaje a mis referencias cinematográficas. Evidentemente, es heredera de temas que aparecen en Murder Party y Blue Ruin, pero Green Room está destinada a ser diferente. Después del éxito de Blue Ruin buscaba hacer algo nuevo.
Es ésta una devota película de género de amplio espectro que aborda tanto las conversaciones como el suspense y el terrible caos. Blue Ruin era una especie de melancólico fuego lento, más contemplativa y emocional, Green Room es una locura, totalmente impulsiva y completamente extrínseca.
Por supuesto, hay elementos fundamentales que siempre van a ser importantes para mí, sea cual sea la película: personajes trabajados con seriedad, importancia de lo visual, viejos efectos de cine splatter y humor. Esos son los elementos de las películas que me atrajeron en mis inicios, por lo que, en un grado u otro, se van transfiriendo de una película a otra.
P: Green Room mezcla destellos de humor y despreocupación con elementos de thriller de terror y acción. ¿Lo has dispuesto todo para crear una película que combine varios géneros?
R: No pensé en combinar deliberadamente los géneros porque, de hecho, me niego a reconocer los límites que los separan. Tiendo a hallar el humor en los lugares más oscuros y me aferro a ese instinto fundamentalmente durante la fase de escritura. Para mí es cuando no existe ningún tipo de presión y el proceso creativo está en su estado más puro. Cuando estoy solo con mi portátil puedo regodearme en detalles y en tangentes y extraños instantes que, teóricamente, se deben abandonar en la sala de montaje. Pero por el hecho de ser verdaderos e inesperados pueden funcionar realmente bien en la pantalla. En muchos casos actúan como válvula de escape para el público.
Lo único que lamento es que sólo puedo disfrutar de esos impulsos cuando estoy escribiendo: en el momento en que entramos en producción hay demasiadas cosas para hacer, hay horarios que deben cumplirse, así que no hay demasiado espacio para ese tipo de experimentación.
P: Los personajes de tus películas siempre tienden a estar con los pies en la tierra, son bastante más verosímiles que excepcionales. ¿Qué es lo que buscas al crear a los personajes, que los espectadores conecten y empaticen con ellos?
R: Me gusta la gente corriente como protagonistas, porque son también mi público. Cuando se ven en pantalla no sólo mejora su vínculo emocional con la trama, sino que aumentan las expectativas y se intensifica la experiencia cuando surge el conflicto. Todos esperamos que un increíble Hit Man atraviese cada escena con un gesto triunfal; pero en mis películas no hay comodidades. Si los espectadores pueden reconocer algo de sí mismos en la pantalla, algo del mundo real, no sólo se logra que uno se identifique más con la historia, sino que también se consigue que se capte el peligro en mayor medida. Si se sugiere la idea de que no se va a jugar con las reglas del "juego cinematográfico", inmediatamente los héroes aparecen del todo vulnerables.
P: ¿Cómo lograste reunir a un reparto tan potente? ¿Cuándo hiciste que Patrick Stewart se involucrase en el proyecto?
R: El reparto es fantástico. Todo lo estructuraba en torno a ellos para sacar el proyecto adelante. Necesitábamos unas actuaciones convincentes y necesitábamos un completo compromiso físico y emocional. La banda está confinada en un pequeño espacio durante buena parte de la película. Para que funcionase teníamos que estar totalmente compenetrados entre nosotros y con cada uno de ellos. Trabajamos con la directora de casting Avy Kaufman y vimos una multitud de buenos actores. Una de las partes más difíciles de esto es no poder seleccionar a algunos de los increíbles talentos con los que nos reunimos. Pero al final supimos que teníamos a la versión perfecta de The Ain't Rights y al grupo perfecto de los neonazis.
En lo que respecta a Sir Patrick, interpreta a un hombre especialmente cruel llamado Darcy Banker, el villano principal, y tuvimos mucha suerte. Fue como si nos hubiera tocado la lotería. El plan de producción de la película estaba siendo extremadamente dificultoso, con tantas piezas que ir colocando en su lugar, cada una dependiendo de otra. Estábamos ya muy cerca del inicio del rodaje y todavía no teníamos a nuestro Darcy. Y entonces, por casualidad, alguien de mi empresa de gestión comentó que Patrick se había unido a ellos. Al principio fruncí el ceño ante la idea porque Patrick es un actor digno y querido por todo el mundo, y un hombre encantador, mientras que Darcy es un auténtico hijo de puta. Pero entonces se me ocurrió: ¡exacto, por eso mismo es perfecto para ese papel!
Y supimos que, de hecho, en ese momento, Patrick estaba especialmente interesado en interpretar a un villano. Vio mi película anterior, hablamos por teléfono, los astros se alinearon, y aproximadamente dos semanas después ya estaba en el set de rodaje dando órdenes a sus secuaces (como personaje, como Darcy, he de puntualizar).
Fue increíble y puedo asegurarte que no habrás visto nunca a Patrick Stewart tal y como aparece en esta película.
P: ¿Y qué hay de Macon Blair, que tiene un pequeño pero complejo papel, y que, hasta el momento, ha aparecido en todas tus películas?
R: Sinceramente, de inicio era reticente a que Macon estuviese en Green Room. Tras nuestra experiencia en Blue Ruin, pensé en él sólo como el Líder. La verdad, sólo podía imaginármelo como Dwight Evans. Pero Macon conectó con el personaje de Gabe de Green Room y me envió una sorpresa, una audición auto-grabada. La preparó para mí a distancia. Se había practicado tatuajes temporales, se afeitó la cabeza y se transformó en el personaje del guion. Le di el papel inmediatamente y recordé por qué es tan sólida nuestra colaboración: porque se gana cada papel y no deja de mostrarme su inestimable valor como actor. No es solamente mi actor fetiche, es mi cómplice creativo y también ha ejercido de coproductor en esta película. Y estaba a mi lado en cada eslabón del camino, y me ayudó en algunos momentos difíciles en el set de rodaje. Con tanto en juego durante nuestra arrolladora producción, siempre podía recurrir a Macon cuando mi creatividad flaqueaba.
P: ¿Fue un reto conseguir que los actores trabajaran juntos de manera convincente como grupo musical?
R: Anton Yelchin, que interpreta a Pat, el bajista, y Alia Shawkat que interpreta a Sam, la guitarrista, habían tocado anteriormente rock and roll. Pero Callum Turner (Tiger, el vocalista) y Joe Cole (Reece, el batería) se incorporaron a esta banda ficticia sin ninguna experiencia musical previa. Antes grabamos música compuesta por mis excompañeros de secundaria para que pudieran familiarizarse con las canciones. Supuse que tal vez aprenderían lo suficiente como para saber fingir que tocaban y poder hacer que las imitaciones funcionasen durante el proceso de edición. Pero lo que terminó sucediendo fue que se convirtieron en una auténtica y jodida banda. Joe practicó con la batería religiosamente, cada día, haciendo estallar todo. "Nazi Punks Fuck Off" de los Dead Kennedys no es una canción fácil de tocar, pero él trabajó de lo lindo y fue capaz de lograrlo. Callum se quedó sin voz varias veces, simplemente dejándose llevar por la canción. Anton y Alia comenzaron a escribir nuevos temas para la banda, y ¿quiénes crees que terminaron tocando en nuestra fiesta de final de rodaje? Nuestra banda de ficción, The Ain't Rights. El compromiso de todos ellos fue asombroso. Por ello la respuesta a tu pregunta es no, no fue un reto para mí, ya que ellos hicieron todo el trabajo.
P: Citas el clásico tema punk "Nazi Punks Fuck Off", que la banda toca en una de las primeras secuencias en el club. ¿Por qué elegiste esa canción? ¿La banda contribuye, entonces, a su propio destino mediante ese mensaje dirigido a un público hostil?
R: The Ain't Rights pueden o no contribuir a su propia suerte al tocar "Nazi Punks Fuck Off" delante de un grupo de neonazis. Sí, es provocativa y antagónica. Pero eso es el punk. Y con qué otra canción podrían, realmente, haberse ganado el respeto en ese entorno tan hostil. La banda caldea el ambiente con energía y luego la aprovecha para su siguiente actuación -suficiente para que, aunque sólo sea por un breve instante, las cosas se perciban más puras por allí.
El álbum de los Dead Kennedys "Fresh Fruit for Rotting Vegetables" fue realmente mi primera experiencia con el hardcore punk. Durante un viaje a través del país con mi familia en 1985, un amigo me dejó escuchar esa grabación. Necesitaba llevármela conmigo de retorno a casa, pero sólo tenía disponible un casete con la banda sonora de Superdetective en Hollywood. Hice de tripas corazón y cubrí con cinta adhesiva los orificios de protección del casete y grabé el álbum. El hecho de que exactamente 30 años más tarde Green Room rinda homenaje a ese momento crucial de mi vida es algo extraordinario para mí.
P: Patrick Stewart y su grupo de skinheads son realmente aterradores y, al mismo tiempo, inquietantes. ¿Hiciste algún tipo de investigación específica sobre la Hermanda Aria (Aryan Brotherhood) o grupos similares con el objetivo de que aparecieran convincentes y fieles a la realidad?
R: Entre la historia de esos "grupos de odio" americanos y el visionado de fotos de ataques de pit-bulls, la investigación para esta película me atormentará para siempre. Aún es más preocupante el hecho de que esta película pueda ser cada vez más relevante con el paso del tiempo. Estos racistas no están desaparecidos, vencidos, no son seres ficticios: se trata de una ideología tóxica que crece con fuerza en el mundo hoy en día, en 2015.
Pero Green Room es más una visión general de la estructura de poder conservadora americana que una crítica a un grupo en particular. Esa era la preocupación desde el principio, así que me aseguré de que a través de los diálogos quedase bien claro que los skinheads de mi película "no están afiliados". La cuestión era mostrar cómo unos pocos e influyentes son capaces de usar el miedo y su propio carisma para captar y apropiarse de personas vulnerables, conseguir que actúen en contra de su propio interés, y sacar provecho de ello. Y esa es la gran mentira de Darcy Banker: en realidad, él actúa más por dinero que por convicción.
P: ¿Sientes que en nuestro tiempo nos encaminamos cada vez más hacia "extremismos", ya sean culturales, políticos o de otra índole?
R: Absolutamente. No sólo hay un incremento de extremismos y de desigualdad económica, sino que también tenemos nuevos medios de comunicación que nos permiten un acceso instantáneo a cada atrocidad, cada tragedia y a cada voz disgregadora. Añades a esto una combinación de interferencias y "ruidos de fondo", y uno puede llegar a enloquecer. Pero esta película pretende ser para los espectadores una delirante montaña rusa de punk rock, no un discurso. Los villanos nazis están ahí de todos modos. Así que mi objetivo era en realidad humanizar a cada uno de los personajes de la película y centrar la atención en la historia. En todo caso, Green Room es un análisis de la estructura de poder americana y cómo los propios intereses pueden ser vendidos como ideología para aquéllos que menos se beneficiarían de ellos.
En definitiva, el cine es mi refugio personal de ese "ruido de fondo", y la historia y la experiencia son primordiales. La política tiende a filtrarse en mis películas, pero nunca con intención de convertirse en un elemento primordial.
Premios y festivales internacionales
FESTIVAL DE CANNES 2015: Quincena de los Realizadores
FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE FANTÁSTICO DE NEUCHÂTEL (Suiza) 2015: Mejor Película, Premio del Público y Premio de la Juventud
FESTIVAL DE CINE FANTÁSTICO DE AUSTIN (EE.UU.) 2015: Premio del Público
SITGES 2015-FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINEMA FANTÀSTIC DE CATALUNYA: Sección Oficial
MONTRÉAL FESTIVAL DU NOUVEAU CINÉMA 2015 (Montreal, Canadá): Premio del Público