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  Pastel de pera con lavanda  (Le goût des merveilles)
  Dirigida por Éric Besnard
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Éric Besnard (el director y guionista)
Después de acabar sus estudios en Ciencias Políticas, Éric Besnard rueda en 1998 su primer largometraje, Le sourire du clown. A partir de 2003 trabaja como guionista de varios géneros para directores como Nicolas Boukhrief (Le Convoyeur), Mathieu Kassovitz (Babylon A.D.) y Thomas Vincent (Le nouveau Protocole). En 2008 se hace cargo de la dirección de la comedia policíaca CA$H – Abgerechnet wird zum schluss con Jean Dujardin. En los siguientes años dirige la película de aventuras 600 Kilo pures Gold. En 2012 realiza su película más personal hasta la fecha, Mes heros, con Josiane Balasko y Gérard Jugnot. Besnard vive y trabaja actualmente en la ciudad de París.

Filmografía (selección)
2015 Pastel de pera con lavanda.
2011 Mes heros
2009 600 Kilo pures gold
2008 CA$H – Abgerechnet wird zum schluss
1998 Le sourire du clown


Entrevista con Éric Besnard

P: ¿Cómo tuvo la idea de este proyecto?

R: Una película sensorial; partí de esta idea, de olvidar un poco la narración, provocar un sentimiento. Soy guionista. A menudo para los demás y algunas veces para mis propias películas. Escribo mucho, con distintos propósitos y en distintos géneros, pero siempre con la voluntad de contar una historia, de ser comprendido por aquellos que la ven. Sin embargo, en este caso, quería otra cosa. Algo menos racional. Escribí tras un duelo. Quería trabajar en la detención del tiempo. La permeabilidad emocional.

Resulta que, por motivos familiares, el autismo es un tema que conozco un poco. Mi mujer es psicóloga, por lo que ha trabajado con niños autistas. Ella me contaba anécdotas que me llamaban la atención y me puse a leer sobre el tema. Rápidamente, me pareció que un personaje que padeciera el síndrome de Asperger podría permitirme trabajar en los temas que me interesaban. Un personaje así se encuentra en un estado de hipersensibilidad hacia el mundo. Así debería ser un director de cine. Por lo tanto, si podía reflejar su mirada (o prestarle la mía), podría intentar hacer sentir lo que yo quería transmitir.


P: ¿Escribir el guion fue especialmente complejo?

R: En primer lugar, me dejé llevar por mi espíritu de guionista. Mientras escribía, comencé a crear una película policiaca. El personaje posee unas características tan excepcionales que exigía de forma natural una intriga complicada. Puede convertirse rápidamente en una especie de súper héroe. Sin embargo, acabé por darme cuenta de que eso no se correspondía con mi proyecto original. Entonces, volví a empezar, construyendo la película con la conciencia de crear un personaje que no evoluciona, es decir, exactamente lo contrario a lo que aconseja el «manual de jóvenes castores» para la creación de guiones. Ninguna curva evolutiva. El personaje es como es. Un bloque. Es la mirada de los demás hacia él la que cambia, en concreto, la de otro personaje con el que podría sentirse identificado el espectador. Por lo tanto, el objetivo se convirtió en hacer evolucionar el punto de vista del espectador sobre el personaje principal. Comprenderle, incluso envidiarle. La diferencia, considerada patológica al principio, se convertiría en una cualidad. Y con un poco de suerte, se transmitiría la permeabilidad del personaje a las maravillas del mundo.

Desde el momento en que mi eje para el guion pasó a ser este, era natural optar por una historia de amor.


P: ¿Se documentó en gran medida?

R: Leí muchos testimonios y hablé largo y tendido con psicólogos como Chantal Lheureux-Davidse, que, en mi opinión, es una de las personas más apasionantes de las que han trabajado en este campo. No tardé en plantearle las características del personaje tal como yo lo imaginaba, remarcando que, ante todo, quería interesarme por su hipersensibilidad. Le hablé sobre todo de una relación muy fuerte con la naturaleza: quería que mi protagonista fuera un genio matemático, pero que fuera capaz de dejarlo todo para contemplar un rayo de sol durante horas. Porque no hay nada más esencial que eso. Nada más bonito. Las personas que padecen el síndrome de Asperger pueden tener dificultades en sociedad y, por esta razón, desarrollan sistemas de compensación. Sin embargo, poseen algo excepcional: van a lo esencial. Las pequeñas hipocresías del día a día les resultan incomprensibles. Ellos no son hipócritas. No hay juego social. Para ellos, la mentira es imposible, solo supone una pérdida de tiempo.


P: ¿Qué concepción del autismo se forjó usted gracias a la película?

R: El espectro del autismo es muy amplio y, para la mayoría de las personas a las que el autismo toca de cerca, va acompañado de sufrimiento. Reclusión en uno mismo. Mi personaje padece el síndrome de Asperger, que es algo diferente. Yo me inclinaría a decir que solo hay casos particulares, pero lo que me parece esencial, es luchar contra la idea de que los autistas son insensibles. Por el contrario, son hipersensibles que crean sistemas de supervivencia para poder soportar la realidad. Esto puede conducirles a encerrarse totalmente en sí mismos. Nosotros solemos acostumbrarnos y ya no vemos la realidad como es, pero hay que reconocer que vivimos en un mundo muy agresivo.

Esto también trata de decirlo la película. La sensibilidad no es una tara, y cuanto más desarrollados están nuestros sentidos, más magnífico… y violento nos parece el mundo.


P: La singularidad del protagonista genera relaciones amorosas inusuales.

R: Lo que me interesaba era tener dos personajes principales que no pudieran tocarse. Y construir una relación amorosa a partir de ahí. En una comedia romántica, la naturaleza del obstáculo es el motor de la historia: clases sociales, razas, religiones… Sidney Poitier cena en casa de sus futuros suegros blancos, Gene Tierney se enamora de un fantasma, Natalie Wood canta su amor a un Jet, un joven hombre lobo ama a una joven vampiro, etc. Con esta película, tenía un obstáculo formidable.

Podía inscribirme en el género de la comedia romántica aportando mi subjetividad porque la propia esencia del obstáculo generaría su estilo. Esperaba que eso pudiera provocar una erótica diferente. Mezcla de contención y sobresensualidad. No se tocarían, pero se mirarían las manos. Porque él tocaría todo lo demás. Él toca. Él acaricia. Cuando terminé el guion, me vino a la cabeza la película STARMAN de Carpenter, en la que un extraterrestre descubre el mundo y el amor, y sus reacciones son como las de un niño. Justas. Honestas. Mi personaje es honesto, franco, directo. No está interesado en el dinero y nunca miente. Es un extraterrestre…


P: ¿Cómo definió a los personajes principales?

R: En él, era la hipersensibilidad lo que me interesaba: es un ser permeable al mundo, en el sentido positivo y negativo. Es lo que nosotros deberíamos ser y, sin embargo, no dejamos de protegernos. Eso podía proporcionarme tanto belleza como dolor.

Frente a este hombre frágil, necesitaba una mujer fuerte. Rápidamente, me dije que iba a optar por una viuda que hubiera heredado algo que no deseara. Tiene problemas con sus hijos y su ocupación, que no le gusta. Ahora bien, a pesar de su dimensión patológica, este hombre sorprendente va a solucionar sus problemas y, poco a poco, la manera en que ella le ve a él cambia, mientras que él no se mueve un ápice: es la mirada femenina y, por lo tanto, la del espectador, la que evoluciona. Hacía falta que ella fuera como nosotros, que lidiara con la realidad. Elegí su trabajo (arboricultora) porque, puesto que quise hablar de la relación con la naturaleza y la belleza del mundo, me pareció interesante tener un personaje que vive mal la naturaleza, que la padece. Deseaba que ambos tuvieran perspectivas opuestas sobre la naturaleza desde el principio.


P: El héroe parece también reconectar a los niños con la tierra y el espacio donde viven.

R: El personaje de Pierre vive siempre en el presente. Los niños son muy sensibles a eso. Ellos saben si se está con ellos o se está pensando en otra cosa. Esto también ocurre en las relaciones de seducción. Vivir el momento, estar plenamente con el otro. En algún lugar leí que ese era el gran poder de Marlon Brando; siempre daba la impresión de estar al cien por cien con él o ella, de escuchar. En un género diferente, Pierre también tiene esta capacidad. Este hombre fuera de lo común reconecta a cada uno con la persona que es y con el lugar en que se encuentra. Devuelve las ganas de estar presente. Gracias a él, estemos donde estemos, podemos estar orgullosos del lugar en que estamos. Él rechaza la constante huida hacia delante.


P: Los personajes secundarios también están muy trabajados.

R: Me pareció que el vecino debía ser muy real, muy «normal», con todos sus defectos: cuando decide comprar las tierras de Virginie Efira, no se trata solo de cinismo. Su razonamiento es lógico. Ambos serán más fuertes si aúnan sus fuerzas. Él es un aliado. Una solución. Yo quería que fuera un personaje positivo… ¡solo que su competencia resulta ser un súper héroe!

Pierre no podía salir de ninguna parte. Le hacía falta un nido, un entorno protector que también pudiera parecer una jaula de oro. Por eso la librería, un espacio atemporal y lugar de cultura. Y, en la librería, un librero. Un hombre honesto. El mentor de nuestro personaje principal, el que le ha permitido llegar hasta aquí, el que le conoce y sabe que ocurre algo diferente. Su protegido se ha enamorado.

Y también quería que hubiese una psicóloga. Ella aparece para decidir el futuro del personaje. Para trazar la línea entre lo normal y lo patológico (misión imposible por naturaleza). Pero me gustaba la idea de que ella intentara entrar en contacto con él. Intenta comprenderle (yo tenía numerosos relatos de este tipo de conversación), sin embargo, a pesar de su bagaje, acaba reconociendo que se siente superada porque es otra persona la que ha logrado crear un vínculo con Pierre. Los sentimientos no se gobiernan.

Ante todo, quería que cada uno de los personajes tuviera razón a su manera. Tienen puntos de vista diferentes, pero ninguno es el malo. ¡Adiós a la novela policiaca!


P: La presencia de la naturaleza, y sobre todo de los árboles, es esencial.

R: Hace algunos años, escribí un guion titulado L’arbre et l’épée (el árbol y la espada) que trataba de la relación entre un hombre y un árbol en el siglo XIII. Esta película sigue siendo mi santo grial. No sé si algún día la rodaré, pero recoge una dimensión seminal. Me interesa mucho la figura del árbol en sus múltiples dimensiones mitológicas. En esta historia, simboliza principalmente las raíces. Me gustaba esta gran escena de arranque. Me parece muy significativa.

El árbol también permite evocar la situación de los huertos y agricultores. Creo que un arboricultor tiene una dimensión patrimonial. Un árbol frutal esculpe el paisaje, pero están desapareciendo de nuestros campos a causa de la globalización y la rentabilidad. El árbol es salvaje, nutritivo y gráfico. Destruirlo es atacar a la belleza del mundo.


P: ¿Creó a los dos protagonistas con los actores en mente?

R: No. Dicho esto, yo adapto los personajes a la realidad de mis intérpretes. Vuelvo a escribir mi guion varias veces y lógicamente tendría que haberlo reescrito más veces si no hubiera contado con actores que se integrasen tan bien.

Para el personaje principal masculino hice numerosas pruebas, pero cuando encontré a Benjamin Lavernhe, no hubo ninguna duda. Tenía que trabajar con él, a pesar de ser desconocido. Defendí la idea ante mis productores, que confiaron en mí. Estaba convencido (y sigo estándolo) de que era mejor que el actor no fuera conocido. El papel era susceptible de atraer a una estrella, pero me daba miedo que costara olvidarla. Mantuve varias conversaciones con Benjamin y le expliqué que, sobre todo, no quería ir en la dirección de RAIN MAN. Le mostré BIENVENIDO MISTER CHANCE para enseñarle que había otras direcciones de trabajo, y le propuse otra: la permeabilidad. El personaje es permeable a todo lo que le rodea: ruidos, luces, tonos de voz… Benjamin es una verdadera esponja emocional. A partir de ahí, mi trabajo consistía en asegurarme de que siguiera en dicho estado del primer al último día de rodaje.


P: ¿Cómo se le ocurrió Virginie Efira?

R: Teniendo en cuenta que quería un desconocido para el papel masculino, necesitaba a alguien conocido para la mujer. Además, ella es el personaje con el que el espectador debería sentirse identificado. Alguien con empatía. Puesto que Pierre es especialmente sensible a la belleza del mundo, la mujer de la que se enamorase no podía ser poco agraciada, sino más bien guapa. Pero hacía falta que fuera creíble con un par de botas en los pies y en un entorno rural. Tenía dos o tres nombres en la cabeza. Encontré a Virginie, a quien no conocía. No tengo mucho mérito por haberla elegido porque es evidente que tiene un lado terrestre y entero que corresponde exactamente al papel. Adoro a esta mujer. ¡Se puede ser hermosa y real a la vez!


P: ¿Por qué eligió rodar en la Drôme provenzal?

R: El guión evocaba árboles frutales, lavanda, campos de trigo y girasoles. En otras palabras, necesitaba una región solar. También hacía falta que yo pudiera materializar la luz, ya que el personaje principal es sensible a ella. A fuerza de buscar localizaciones, descubrí la Drôme provenzal.


P: ¿Cuáles eran sus elecciones de luz y entorno?

R: No quería salirme de los colores de la naturaleza y quería conservar una paleta sencilla, rechazando los efectos de publicidad o saturación. Rápidamente, decidí que el protagonista iba a ver el mundo a través de unas gafas de sol polarizadas, que aumentan los contrastes de colores sin desnaturalizarlos. Por este motivo, hacía falta que la imagen fuera un poco más definida que en la realidad. Más precisa. Por otro lado, quería intentar materializar la luz. Por eso trabajamos en equipos reducidos. No es nada caro tratar de obtener el plano correcto a hora correcta, pero para lograrlo hay que poder ser reactivo y, por lo tanto, ser pocos. Por último, trabajamos mucho a contraluz, frente al sol.


P: ¿Cuál era su intención con respecto a la música?

R: Es mi tercera película con el mismo músico, Christophe Julien. Hemos probado nuevas experiencias cada vez. Me gusta esta colaboración en el tiempo porque permite plantearse retos diferentes. Creo que él estaba entusiasmado con la idea de hacer algo que nunca había probado. En teoría, yo quería un Philip Glass para hacer que, de alguna manera, la música fuera un himno a la naturaleza y que se percibiera la composición matemática de la música, como en las fugas de Bach. No tardamos en inclinarnos por el esbozo de un piano en suspensión: conservé la idea original a lo Philip Glass, vertiginosa, sobre las peregrinaciones del héroe. Conservé el poder del mundo para esos momentos.


Entrevista con Virginie Efira

P: ¿Cómo llegó usted a este proyecto?

R: Lo que me interesa es el director sobre todo. Yo no conocía bien el trabajo de Éric Besnard y, en primer lugar, leí el guion. Me gustó por los peculiares diálogos del protagonista, en una especie de legua directa que, a primera vista, puede aportar comicidad al mismo tiempo que arroja otra luz sobre el mundo: se trata de un hombre que no forma parte de las relaciones jerarquizadas de la sociedad, sino que vive en una cierta verdad. Después, quedé con Éric; me gustó lo que el guion revelaba sobre su intimidad y la razón para realizar esta película en ese momento de su vida. Es un hombre lleno de filosofía, sabiduría, erudición, y lo que me contaba me hizo ver que debía seguirle. En ocasiones, hablábamos antes de rodar. Y cuando me explicaba por qué se regía por determinados principios dramatúrgicos (la intimidad sin deseo físico, por ejemplo), me emocionaba con lo que me decía. Había la confianza necesaria para que yo encontrara mi lugar.


P: ¿Cómo describiría a su personaje?

R: Recuerdo que Éric me había dicho que yo tenía una cara rural y real que le gustaba. Por este motivo, creo que mi personaje se define, ante todo, por lo que hace, por su relación con la tierra, por la necesidad económica de meter las manos en aceite quemado, por una melancolía ligada a la pérdida de su marido, por las obligaciones que siente. Me gustaba el hecho de que fuera una persona un poco seca y que, de pronto, hubiera una forma de apertura entre ellos que la ablandara, ya que es una mujer que está a punto de resignarse de algún modo. Gracias a este hombre diferente, ella regresa a su eje principal y recupera su fuerza: él la conecta de nuevo con esta tierra y este país. Suelen elegirme para personajes dinámicos y me gustó que Éric me eligiese para un papel más interior.


P: ¿Qué piensa ella del chico al principio?

R: ¡Su extrañeza le sorprende! Es una persona que obliga a los demás a estar «aquí y ahora». Ella no le juzga, por otra parte. LO que me gusta es que ella ve como él la mira: eso le perturba, porque ella no tiene tiempo para eso, pero es una situación que le gusta.


P: ¿Qué le atrae de él?

R: ¡Su trasero! (Risas.) Ahora en serio, ella sabe que él se le parece de alguna manera, aunque sea un sentimiento que ha ocultado en cierta medida. Porque cuando amamos a otra persona, nos reconocemos en ella. Por otro lado, también le atrae lo diferente que es él. Ella percibe su lentitud y su contemplación del mundo. Siente que él puede «curarla», si bien, en un primer momento, se niega a ello. Cualquiera con unas cualidades como las de él tiene también una cara oscura: las crisis que sufre le hacen ser difícil en esos momentos. Sin embargo, en general, lo que le atrae es que él amplía su universo: claro está, ella es muy sensible al hecho de que él la ayude con la casa y que se lleve tan bien con sus hijos, pero no es eso lo que le hace enamorarse de él. Lo más importante para ella es que él es muy seductor sin querer seducir o hacerse querer. Por eso, ella llega a preguntarse si está a la altura de la relación que crea con su entorno.


P: ¿Cómo fue la colaboración con Benjamin Lavernhe?

R: Yo había visto RADIOSTARS y él está increíble: hay muy pocos actores que tengan la seguridad suficiente para interpretar lo que él interpreta. Cuando un actor reúne técnica y gracia, la combinación es extraordinaria. Me gusta su femineidad: hay algo etéreo en sus movimientos. Por mi parte, yo soy más consistente y me parece que nos complementamos bien. Además, fue emocionante rodar con alguien que interpreta su primer papel protagonista en el cine.


P: Hábleme de la dirección de Éric Besnard.

R: Cuando se siente que un director se preocupa mucho por un proyecto y supera obstáculos para llevarlo a cabo, sobre todo, en un marco fenomenal, surge la mezcla ideal. He vivido otros rodajes en los que no lo he pasado tan bien. Sentí que confiaba en nosotros. En algunos momentos, me pedía más inmovilidad y yo temía ser demasiado contemplativa, pero él me tranquilizaba continuamente con una dulzura increíble.


P: ¿Cómo vivió el rodaje en la Drôme?

R: Yo vivía en el pueblo de al lado del lugar del rodaje y me dije que podría pasar allí el resto de mi vida perfectamente. ¡Fue la primera vez que no eché de menos París! Cuando llegué a la estación de Lyon, me agobié. Otra ventaja es que, al estar lejos de París, afianzas lazos con las personas y te metes mejor en la piel del personaje. La belleza te penetra. Dicho esto, rodamos mucho en casa y me gustan las películas que transcurren en el mismo decorado.


Entrevista con Benjamin Lavernhe

P: ¿Cómo llegó usted a este proyecto?

R: Gracias a una cita directa con el director, al que acompañaba el director de casting, David Bertrand… Es extraño y agradable a la vez ver a estos dos interlocutores reunidos tan pronto en el proceso de selección del reparto. Éric quiso hacer una audición a varios actores y, sobre todo, a actores de teatro. Nuestra primera cita duró cerca de dos horas y de inmediato mantuvimos una conversación bastante profunda sobre el tema de la película y el recorrido del personaje.

Yo había tenido la oportunidad de leer el guion íntegro, lo que me permitió hablar de él al director en este primer encuentro. Unos días más tarde, hicimos las primeras pruebas filmadas: él se preocupó sobre todo por la actitud, las miradas, y comenzamos el trabajo de apertura y permeabilidad al mundo, sin entrar en una investigación «documental» sobre Asperger. Éric estaba más centrado en la naturaleza de las miradas, los gestos, la sensibilidad, la capacidad de fascinación del personaje.


P: ¿Habló con el director de la dificultad de mezclar el realismo de este síndrome con la ficción?

R: Sí, es un tema del que hablamos desde el principio. ¿Cómo hablar del síndrome de Asperger en el cine y, sobre todo, contemplar lo que transmite este síndrome para la humanidad? De hecho, en la película, Asperger es un vector. Se trata más de un pretexto para abordar la cuestión de la inocencia, la ingenuidad, la permeabilidad al mundo y la candidez perdida hoy en día en nuestra sociedad y convertida en una rareza, una singularidad extraña.


P: ¿Qué le sedujo del guión?

R: No tardé en ver mi interés, como actor, por explorar una nueva manera de interpretar, un acercamiento al fraseo, la musicalidad, la entonación, y la comedia y la emoción que ofrece este personaje. Era una auténtica oportunidad de trabajar en un tipo de papel único. Como me apasiona la comedia, me pareció una manera original y singular de abordar el género. Había poco texto y al leer ya me hizo sonreír. Rápidamente me sentí identificado con Pierre, aunque no tuve miedo: me proyecté inmediatamente y leí el guion imaginándome en el papel.


P: ¿Cómo describiría a su personaje?

R: Para mí, se trata de un artista o un poeta a su pesar. El origen es su sensibilidad, evidentemente, pero también su aspecto desfasado. Desprende poesía en su mirada, sus gestos, su dulzura, su torpeza que le supera y le da imagen de payaso. Su desfase le convierte en un personaje atractivo que suscita empatía. Es seductor: yo mismo he sido seducido por él y espero que el público lo sea por todas sus facetas, creadas por la escritura y los sueños del guionista. La sencillez de su lengua, sus palabras, su forma de hablar, sus muletillas, su emotividad, sus reacciones, le convierten en una persona misteriosa y apasionante.


P: ¿Cómo se metió en el personaje?

R: Al principio, estaba asustado y me dije que debía ser totalmente fiel a este síndrome para no herir a nadie. Como actor, uno no puede evitar preguntarse qué pensarán las personas afectadas por Asperger de la película. Aunque Éric me decía que no era un documental, que podíamos distanciarnos de la realidad, me sentía obligado a investigar. Afortunadamente, no existe un «prototipo» de Asperger, sino que cada ser humano es único, lo que daba un gran margen de libertad para la interpretación. Entonces, vi documentales, leí obras, principalmente los testimonios de Daniel Tammet, Josef Schovanec o Temple Grandin, bastante edificantes.

Tuve la oportunidad de conocer a Chantal Lheureux, psicóloga clínica y psicoanalista de niños autistas, psicóticos o discapacitados desde hace muchos años en IME. Ella me habló sobre los autistas que trataba, sobre sus rasgos generales: su idioma y la musicalidad de su voz, y me interesó su relación con el cuerpo, su rectitud, en correspondencia con los gestos, con determinados tics que pueden tranquilizarles. Esto me enriqueció interiormente y, a continuación, hablé del tema con Éric para saber qué conservábamos y qué no. Él quería depurar y me pidió que olvidara la información que yo había acumulado.

Éric no quería olvidar sus referencias cinematográficas, sus sueños de figuras poéticas: me citaba a menudo a Buster Keaton o a Bienvenido Mister Chance de Hal Ashby y Punch - Drunk Love de Paul Thomas Anderson, donde respectivamente Peter Sellers y Adam Sandler encarnan a personajes de soñadores sublimes muy parecidos a la poesía de los Asperger.

Por consiguiente, tratamos de crear una figura, una silueta gracias al trabajo de la encargada de vestuario, Elisabeth Lehuger Rousseau. Una actitud, gestos, andares, una mirada… Entonces, nos dimos cuenta de que, con demasiados tics y demasiada singularidad, podríamos perdernos porque el personaje sería demasiado extraño, casi alarmante. Ahora bien, era necesario que su amiga pudiera enamorarse de él. Yo no debía caer en la sobreactuación de ninguna manera.


P: ¿El hecho de proceder de la Comédie Française es una ventaja para encarnar un personaje así?

R: Quizá sí… Es difícil decirlo porque a menudo, en el cine, nos elijen por lo que desprendemos de forma natural con nuestra energía, nuestro físico, y solemos tender a lo evidente. Sin embargo, en teatro, se nos suele exigir que pasemos por distintos repertorios, sobre todo en la Comédie Française, y se olvida el empleo. Por ejemplo, yo, que en otra época solo habría interpretado a jóvenes enamorados, tuve la oportunidad de interpretar seis papeles diferentes en Hamlet, dirigida por Dan Jemett, y por lo tanto, de crear personajes con su voz y su cuerpo. Esta experiencia en el trabajo de composición en el teatro me permitió abordar el papel en el cine sin miedo ni complejos. La intensidad del trabajo del Théatre Français es un instrumento de exploración que me permitió ir más rápido en este tipo de roles y componer.

Cuando un director te da esta oportunidad, hay que aprovecharla.


P: Hábleme de su relación con Virginie Efira.

R: Es una compañera extraordinaria: tiene una benevolencia y generosidad que son un refugio ideal para trabajar. Estas son las condiciones de trabajo más agradables. Humanamente, fue muy fácil. Además, es una currante y enseguida supimos comunicarnos, hablar de la película y nuestros personajes; nos apoyamos y fuimos solidarios en el trabajo hasta el final. ¡También nos reímos mucho! Es una gran actriz; posee auténticas cualidades de escucha, invención y reacción. Por eso, cada escena se construyó entre dos, en la interacción. Nos influimos mucho mutuamente.


P: Tiene una gran complicidad con Hervé Pierre, que interpreta al librero.

R: Él procede también de la Comédie Française. Quiero mucho a Hervé; nos conocemos bien y por eso nos encontramos rápidamente en la misma longitud de onda. Hay una especie de emulación cuando se trabaja con actores a los que uno admira, aunque eso también ejerza una fuerte presión para estar a la altura. Se da lo mejor de uno mismo para responder a lo que nos proporciona nuestro compañero.


P: ¿Cómo fue su colaboración con Éric?

R: En primer lugar, me emocionó la manera en que me habló de su proyecto y el papel. Se mostró reconfortante y claro sobre el proceso de búsqueda. Eso despertó mi interés, ya que sentí que íbamos a explorar varias vías: él quería que trabajásemos con antelación para determinar todas las posibilidades que se abrían ante nosotros. Tiene un oído muy musical y es increíblemente sensible a los sonidos y el sentido. Sabe en qué punto, en qué nota aproximada, una frase ya no cuenta lo mismo. De hecho, en una nota aproximada, podíamos abandonar la comedia o, por el contrario, estar demasiado en ella. Asimismo, me pareció que me abría perspectivas: a veces me decía «cierra tus frases» o incluso «atención, no tienes que cantar». Había un trabajo de minuciosidad y equilibrio entre el fraseo que se debía encontrar y el límite que no se debía superar para que no sonara falso. Él era el compositor, y yo, el intérprete de alguna manera. Éric es profundamente apasionado, generoso y amable. Y muy exigente. Le estoy agradecido: nunca me ha descuidado y a veces llegábamos a las quince tomas para conseguir lo que él quería. No es complaciente con sus actores y creo que habríamos podido plantarnos si no hubiera sido tan exigente.


P: ¿Qué le pareció el entorno?

R: Estábamos inmersos en una especie de burbuja sensorial ligada al lugar de rodaje: esta naturaleza es increíble, y los paisajes, magníficos. Yo no conocía la región y quedé fascinado por lo que veía: eso me ayudó a sentir una admiración que a veces se pierde un poco en París. ¡Pero no estamos de vacaciones! El hecho de estar sumergido en este entorno acariciaba nuestros sentidos y beneficiaba a nuestra moral. También creo que este entorno contribuye en gran medida a la atmósfera de la película. La elección de los decorados es primordial. Rodar en la Drôme no es una casualidad, sino una verdadera elección de puesta en escena por parte de Éric. Esta región infunde magia a la imagen en la película.


La crítica ha dicho
Una perla. LE FIGARO

Una película iluminada por el sol de la Provenza. LE DAUPHINÉ LIBÉRÉ

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La maravillosa historia de esta singular pareja reconforta con paisajes de una belleza catártica. LE NOUVEL OBSERVATEUR

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