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  La madriguera  Dirigida por Kurro González
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Syldavia Cinema distribuye la película de 32 Historias Producciones, protagonizada por Francisco Conde, Adriana Torrebejano, Cristina Castaño, Carlos Santos y Javier Mora.

Adriana Torrebejano debuta en el cine como protagonista dando vida a Caterina

La Madriguera llega a los cines después de su periplo por tres importantes festivales internacionales. La premiere mundial en el Festival Internacional de Cine de Austin (Texas, EE UU). Premiere europea como película inaugural del 35º Festival Internacional de Cine de Terror de Molins de Rei (Barcelona). También inaugurará el 15º Festival Internacional de Cine de Almería (FICAL).


Kurro González
La madriguera es la ópera prima de Kurro González, director, montador y escritor. Estudió Comunicación Audiovisual en la CEU San Pablo y Montaje en la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid (ECAM). Montador de multitud de spots y tres series de televisión, ha producido y montado el documental El regreso a ninguna parte. Su labor como mezclador de sonido de cortometrajes ha sido reconocida en certámenes nacionales e internacionales, como Cortogenia Madrid, Filmlab Brescia, 24FPS Texas o Kalidoscopi Cullera.


Entrevista al director

P: ¿Por qué has realizado este proyecto?

R: Empecé a escribir La Madriguera cuando no tenía ninguna garantía, ni siquiera un atisbo, de que alguien quisiera producirla. Pero hay algo que te impele, que te conduce a querer contar historias, que va más allá de lo racional. Llámalo pasión, llámalo impulso. Es algo que no tienes más remedio que seguir. Yo admiro a muchos directores, y quizás por eso, esa especie de respeto por la misma palabra director me ha conducido a querer adquirir todos los conocimientos que pudiera antes de abordar con seguridad un proyecto.

Tras varios años dedicado a la postproducción -al montaje, al sonido, a los efectos-, después de infinidad de conversaciones y de aprendizajes muy variados, supe que había llegado el momento, que estaba preparado.

La Madriguera era un proyecto que reunía lo que yo consideraba que debían ser condiciones óptimas para una primera película. Una historia con una trama clara y directa, con unos personajes y un espacio definidos. Lo escribí precisamente con esas premisas. Sabía que era un reto complicado, porque cuando te encierras con dos personajes en una casa, no hay escapes, no hay posibles huidas cuando el ritmo o la escena no funcionan, y eso me atraía profundamente. Y la dificultad de darle valor y dimensión, no solo narrativa, sino también estética a la película cuando estás encerrado en un espacio, era algo que me atraía muchísimo.

Además, influyó también el hecho de que conociese a alguien que sentía la misma pasión que yo por contar historias de forma honesta y seria, que abordase el cine desde parámetros muy similares a los míos y que estuviera dispuesto, no solo a producirla, sino también a protagonizarla.


P: ¿Qué querías contar con esta película?

R: Siempre me ha preocupado el miedo, no ya desde una dimensión lúdica, sino como algo capaz de distorsionar nuestra concepción de las cosas, de la vida, de nuestras aspiraciones y de las relaciones con quienes nos rodean. Todos tenemos miedos, y a medida que crecemos desaparecen unos miedos pero aparecen otros más intangibles, pero que creo que son más poderosos, que nos bloquean sin que apenas nos percatemos. Tenemos miedo a perder la seguridad, la estabilidad, miedo a emprender, a defraudar, a no formar parte del colectivo en el que estemos integrados, a perder una especie de identidad que nos hemos ido fabricando. Cuando tienes hijos quieres que crezcan sanos y libres de miedos, pero te da miedo que les ocurra algo, y sin querer les transfieres parte de tus miedos.

En La Madriguera quería contar cómo un miedo provocado por algo tan crudo y real como un ataque conduce a un personaje a bloquear su vida por miedo a cuanto le rodea, a algo que en el fondo es irreal. Pierde de forma brusca su seguridad. Y ese miedo le acaba conduciendo a provocar más miedo en otra persona. En definitiva, no es tanto una película de miedo como una película sobre el miedo. Pero para mí hay algo que es absolutamente fundamental a la hora de hacer una película: yo tengo mucho respeto por el tiempo del espectador, por esa decisión que conduce a alguien a pagar una entrada y sentarse en una sala oscura para que le cuentes una historia. Por eso mi premisa era que la película, ante todo, debía ser entretenida. Es una concepción que responde a todo el bagaje de películas con el que desde niño he venido disfrutando y nutriendo mi visión del cine. Eso me llevó a construir la película en base a las acciones de los personajes, a mostrarlos haciendo en lugar de que nos cuenten lo que piensan y nos suelten algún discurso.

La idea surge de un hecho que para mí fue sobrecogedor. Se trata de una noticia de un hombre y su pareja que fueron atacados mientras echaban un polvo en la Casa de Campo de Madrid por una banda latina. A él le pegaron una paliza y le metieron en el maletero, desde donde podía escuchar cómo violaban a su mujer mientras daban vueltas por la M30. Hasta que acabaron con ella. Era algo que me impactó. Me pregunté qué habría sido de este chico, y pensé que yo en su lugar no volvería a salir de mi casa. Y ahí es donde empieza La Madriguera, con un hombre paralizado por el miedo, apartado del mundo, que recobra la necesidad de contacto humano cuando su editorial decide enviarle una joven asistente.


P: ¿Qué tiene esta película que no tengan otras?

R: Varias cosas, pero fundamentalmente el punto de vista. A pesar de que nos estamos moviendo en un marco de género, en un thriller, me interesaba mucho huir del maniqueísmo, de los arquetipos. Yo no quería presentar a un malo muy malo, que hace cosas de malo. Para mí los personajes más interesantes son aquellos que a través de sus contradicciones vemos su humanidad, porque todos somos contradictorios en una medida u otra, y eso es reconocible. Es más interesante alguien bueno que actúa mal y que sufre por ello que alguien malo siendo un sádico. Carlos no es un psicópata. Es alguien con problemas, alguien corriente, cuyas circunstancias le llevan a cometer una atrocidad, y él lo sabe y sufre con ello. Según nos comentaron varios psiquiatras forenses, habíamos definido perfectamente a alguien con un cuadro de delirio por estrés postraumático.

Es decir, estas personas, estos comportamientos, existen, son reales. Esa dinámica nos permitía llegar a entender e incluso a compadecer como espectadores a Carlos, precisamente por esa contradicción moral que sufre, porque literalmente la sufre. Por eso me interesaba mucho poner el foco en el drama que sufre este personaje, cuando normalmente se pone sobre el personaje cautivo.


P: ¿Cuál ha sido la aproximación estética y visual de la película?

R: Desde el inicio tuve claro que La Madriguera debía contarse a través de una utilización muy expresiva de todos los elementos narrativos. Yo entiendo el cine fundamentalmente como una experiencia visual y auditiva, y por tanto he procurado mostrar en lugar de hacer que los personajes nos cuenten. Para eso tenemos varios elementos. Por un lado, la propia configuración espacial, el diseño de espacios. Era crucial que la casa estuviera en un entorno urbano. La idea de tener una casa aislada en medio de ninguna parte me parecía que nos alejaba de la verosimilitud de este tipo de personaje. En un entorno urbano, paradójicamente, creo que conseguimos un ambiente más sofocante, entre otras cosas porque las salidas de Caterina son más evidentes, y el hecho de que no consiga usarlas ayuda a incrementar la sensación de encarcelamiento.

La arquitectura de la casa es obra de Fernando Contreras, nuestro diseñador de producción, pero ambos coincidimos en que debía ser antigua, un semisótano desde el que Carlos mirase el mundo, situado siempre por debajo.

Los arcos sobre los que se asienta la casa constituyen un elemento que nos ayudaba a enmarcar constantemente a los personajes, encerrándolos en el plano, tal y como hacía Eisenstein en Iván el Terrible. Esto nos permitía trabajar con frecuencia los encuadres a un nivel simbólico, y en ese sentido utilizamos también los espejos, creando reencuadres manieristas que apuntalaban la idea de contenedor que debía tener la casa.

La iluminación debía ir en el mismo sentido. Hemos fabricado una luz bastante contrastada. A mí me apasiona el expresionismo alemán. La utilización de las sombras que se hacía en este movimiento y el simbolismo de los encuadres me impresionan. La Madriguera era una película idónea para poder trabajar con estos referentes. Vemos últimamente demasiadas películas que huyen de las sombras. Sin embargo, a mí me encanta jugar con ellas, de manera que tratamos de hacerlo ajustando siempre cualquier elemento técnico a la historia que estábamos contando. Con un tratamiento tan expresivo de la luz conseguíamos varias cosas: por un lado, generar una mayor densidad en los espacios, lo que nos permitía seguir profundizando en la construcción de esa madriguera en la que Carlos pretende encerrar a Caterina, y por otro, potenciábamos los espacios emocionales de los personajes, y con ello dotábamos de una dimensión puramente narrativa a la luz.

Es decir, hemos tratado de convertir la dimensión estética en narrativa, de manera que cualquier elemento no es caprichoso, sino que responde a un criterio y tiene un sentido dentro de la estructura de la película.

Esto creo que se ve tanto en los encuadres como en la utilización de la luz como en los colores básicos de los personajes, con los que hemos tratado de jugar con un cierto simbolismo. Desde sombras creadas olvidando por completo el raccord y que nos hablan del mundo interior de los personajes, hasta la utilización de los colores que visten.

De igual modo, los movimientos de cámara han buscado enlazar directamente con el estado emocional de los personajes, de manera que el espectador se adentre en su psicología sin necesidad de verbalizarla. Es un lenguaje que me apasiona. Dejar la cámara quieta o moverla son decisiones que, en mi opinión, nunca deben responder a criterios meramente estéticos, sino que deben expresar algo.

Tanto cuando decido mover la cámara como cuando decido no moverla es porque quiero generar algo en el espectador. Para mí debía ser el reflejo más palpable del estado mental de Carlos: serena y elegante cuando tiene la cabeza fría y alterada y discontinua cuando su percepción de la realidad está más agitada.

Por último, el tratamiento de sonido que hemos llevado a cabo entronca directamente con esta misma concepción. Hemos querido generar un espacio sonoro que describa bien el estado psicológico y emocional de Carlos. Incluso, por lo que a la música se refiere, hemos tratado de crear dos espacios musicales: una más psicológica, compuesta a base de sintetizadores, y otra más descriptiva a base de piezas clásicas con instrumentación tradicional. En determinados momentos hemos tratado de meternos directamente en la cabeza de Carlos, para trasladar el miedo que le acosa en cuanto se expone al exterior de su madriguera. Pero, al igual que hicimos con la luz y la cámara, todos los elementos sonoros están al servicio de la historia y de una expresión del estado emocional de los personajes.


Notas del productor
Somos una productora cinematográfica que apuesta por proyectos que aspiran a ser historias universales y profundamente humanas independientemente de su género, películas que puedan ser adquiridas y admiradas en cualquier otro país del mundo. Esta joven productora nace con un propósito muy sólido: apostar por el talento de jóvenes directores y guionistas, con gran personalidad y carácter en la dirección cinematográfica, con mundos creativos únicos, para poder producir películas de gran calidad artística, técnica y narrativa.

Apostamos por un cine valiente, que asuma riesgos para poder llegar al mayor número de espectadores con un sello de calidad, contando con actores que destaquen primordialmente por su gran talento. Apostamos por el talento y por el riesgo, si deseas llevar a cabo la realización de cualquier pieza audiovisual, te consideras una persona creativa, con gran personalidad, valentía y con ganas de darle salida a tu verdadero mundo creativo, estamos dispuestos a realizarlo, seas del lugar que seas, queremos conocer tu historia para conseguir mostrarla al mundo en sus diferentes pantallas.