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  La casa de la esperanza  (The zookeeper's wife)
  Dirigida por Niki Caro
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Una presentación de Focus Features de una producción de Scion Films, una producción de Electric City Entertainment, Tollin Productions y Rowe Miller Productions. Una película de Niki Caro. Jessica Chastain. LA CASA DE LA ESPERANZA. Johan Heldenbergh, Michael McElhatton y Daniel Brühl. Casting de Elaine Grainger y Maya Kvetny. Música de Harry Gregson-Williams. Diseño de vestuario de Sabine Daigeler. Diseño de peluquería y maquillaje de Denise Kum. Montaje de David Coulson. Diseño de producción de Suzie Davies. El director de fotografía es Andrij Parekh. Los productores ejecutivos son Marc Butan, Robbie Rowe Tollin, Mike Tollin, Jessica Chastain, Kevan Van Thompson, Mickey Liddell, Pete Shilaimon, Jennifer Monroe. Producida por Jeff Abberley, p.g.a., Jamie Patricof, p.g.a., Diane Miller Levin, p.g.a., Kim Zubick, p.g.a. Basada en el libro de Diane Ackerman. Escrita por Angela Workman. Dirigida por Niki Caro. Un estreno de Focus Features.

LA CASA DE LA ESPERANZA es una película escrita y dirigida por mujeres, sobre una heroína olvidada. El proyecto tardó una década en llegar a la gran pantalla, durante la cual todas las personas implicadas se inspiraron en la mujer real cuya historia intentaban contar.

En 2007, la productora Diane Miller Levin recibió como regalo de su marido el libro de Diane Ackerman "La casa de la buena estrella". Levin quedó tan cautivada con el relato de fuerza de carácter que se leyó el libro en una sola noche, "sentada en mi escalera. Me quedé completamente impresionada. Me pareció una historia demasiado importante como para no contarla". Su socia en la producción, la ganadora del Emmy Robbie Rowe Tollin, leyó el libro y se sintió igualmente inspirada por él. Juntas, crearon Rowe Miller Productions, con el compromiso de llevar el libro a la gran pantalla.

El libro de no ficción de Ackerman se basó en los diarios de Antonina Żabińska durante la guerra, a la vez que ofrecía una exhaustiva documentación para situar a Antonina y su marido, el doctor Jan Żabiński, en el contexto histórico más amplio de la resistencia polaca a la opresión nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

Robbie Rowe Tollin explica: "Lo que distingue a esta de otras historias sobre la Segunda Guerra Mundial es que es un relato íntimo entre un marido y una mujer. Nos sentimos fascinadas por cómo trataba sobre una familia que luchaba por mantener su vida diaria, y su matrimonio, en buen estado en medio de una guerra".

El Estado de Israel reconocería más adelante a los Żabiński como Justos entre las Naciones, aunque la pareja siempre fue muy modesta en lo referente a sus logros. Aun así, personificaron el valor y la compasión, al alojar a más de 300 personas en su querido zoo de Varsovia, que había sufrido daños durante la invasión alemana de Polonia, manteniendo a salvo a estos invitados y permitiéndoles sobrevivir al Holocausto; tras salvarlos del gueto de Varsovia, a los rescatados los enviaban por rutas de huida hacia la libertad. Algunos de esos invitados aún siguen vivos en la actualidad.

Levin comenta: "Esta historia celebra la vida en todas sus formas. Diane Ackerman nos mostró un mundo en el que los humanos, los animales, el espíritu de todas las cosas vivas, se valoran. Concretamente, trata sobre el heroísmo de una mujer que vive en una época de miedo y destrucción absolutos. Los instintos de Antonina eran tanto científicos como espirituales, una combinación ciertamente poco común. Sabía cómo identificar a un depredador y cómo calmar su agresividad, pero también sabía cómo atender a un animal herido y cómo curarlo. Sobreponiéndose a su timidez natural, aplicó su comprensión innata de la psicología animal a los humanos, lo que le permitió ayudar incluso a los fugados que se encontraban en peor estado a curarse y sentir esperanza por el futuro".

"Robbie y yo nos quedamos pasmadas ante cómo respondió Antonina a la llamada a la acción y aceptó tantos retos: ocultando a la gente en jaulas para animales abandonadas y en túneles subterráneos, sacrificándose para alimentar a sus invitados y levantarles el ánimo con música... todo ello mientras arriesgaba su propia vida y las de sus hijos. Nos sentimos conmovidas por cómo Antonina y Jan se enfrentaron al odio y lucharon por la supervivencia, sin importar lo que les costara a ellos. El libro refleja de manera elocuente su valor y queríamos trasladar eso a una película".

La pareja llamó la atención de Mike Tollin, ganador de los premios Emmy y Peabody, y con un excelente historial a la hora de hacer películas sobre héroes reales, sobre "La casa de la buena estrella". El productor adquirió los derechos del libro para llevar a cabo una colaboración entre Tollin Productions y Rowe Miller Productions. Tollin comenta: "El libro fue una revelación. La oportunidad de contar una historia tan increíblemente impactante y desconocida para la mayoría parecía una oportunidad única en la vida".

La productora Kim Zubick, que por aquel entonces era presidenta de producción de Tollin Productions, completó el cuarteto que se puso a trabajar para seleccionar un guionista y desarrollar la adaptación. Zubick comenta: "Sentía en lo más profundo de mi ser que había que contar la historia de Antonina. Las guerras no solo se libran en el frente; aquí teníamos a alguien luchando por aferrarse a lo bueno de la humanidad. Su historia podía inspirarnos a todos a hacer lo mismo".

"Sabía que necesitábamos encontrar la voz adecuada para contar la historia de Antonina, y quedó inmediatamente claro que esa persona era Angela Workman, nuestra guionista. Angela aportó al proyecto su propia pasión; gracias a la fuerza de su fe en el material y en nuestra colaboración, elaboró un tratamiento impactante, que nos dio una base muy sólida sobre la que seguir trabajando".

Workman señala: "Como escritora, buena parte de esta historia me sorprendió; había muchas cosas que no sabía. Hubo una red clandestina en Varsovia dedicada a poner a salvo a los judíos. Hubo un esfuerzo extraordinario por parte de los gentiles por sacar a la gente del gueto. El zoo se convirtió en una estación de paso de esa red; escondían a los judíos en las jaulas, en los túneles subterráneos de los animales, y en la propia casa de los Żabiński. Era algo tremendamente peligroso, porque había soldados alemanes pululando por todo el zoo, allí guardaban su armamento y, en la Polonia ocupada, el castigo por esconder a judíos era la muerte para el salvador y su familia. Antonina y Jan podrían haber huido, pero en vez de eso optaron por quedarse, para salvar vidas, ante las propias narices de los nazis".

"Ambientar estos actos de valor en un zoo resulta insólito, y maravillosamente cinematográfico. Pero también nos hace pensar en la idea de instintos animales, humanos y no humanos. ¿Quiénes son realmente las bestias? La vida en un zoo sirve para ilustrar la idea básica de cómo se acabaría derrotando a Hitler: no se puede controlar la naturaleza. El mundo sigue girando, la naturaleza sobrevive. La vida animal sobrevive. Y sobrevivirá a un déspota".

Robbie Rowe Tollin agrega: "A los cuatro nos parecía que Angela era una experta en adaptaciones históricas. Lo que descubrimos es que sentía igual pasión por el personaje de Antonina y el material".

Levin aporta: "Angela tuvo que lidiar con una gran cantidad de datos y detalles. Se valió de la imaginería para centrar la historia, a la vez que lograba que cobrara vida con la belleza de sus palabras".

"A lo largo de la última década, hemos desarrollado unas colaboraciones asombrosas, ya que realmente hace falta mucha gente para sacar adelante una película".
El productor Jeff Abberley adquirió los derechos del proyecto a finales de 2009 a través de su sello Scion Films, tras enterarse de su existencia gracias a la agente de Workman, Sandra Lucchesi, que se convirtió en una especie de "hada madrina" del proyecto. Abberley recuerda: "Nos habíamos labrado una cierta reputación a lo largo de los años por ayudar a sacar adelante determinados proyectos especialmente complicados, e instintivamente supe al instante que podíamos llevar este maravilloso proyecto a la gran pantalla. Cualquier película es difícil de hacer. Pero un drama con protagonista femenina, que trata el tema del Holocausto, era demasiado bueno para dejarlo pasar. Era una oportunidad de contar una historia real inspiradora, sobre una familia que asume cada vez más riesgos para salvar a más gente".

"Únicamente tenía dos condiciones antes de abordar el proyecto: primero, Angela tenía que escribirlo, y segundo, teníamos que conseguir la colaboración de los hijos que aún quedaban vivos, Rys y Teresa. Hicieron falta seis meses de negociaciones delicadas, pero mereció la pena".

Prosigue: "Desde la primera reunión con la directora Niki Caro, quedó perfectamente claro que sabía cómo hacer esta película. Entendía qué era lo importante a la hora de contar la historia de Antonina y Jan, y qué era menos relevante. La confianza que tenía desde el principio nos infundió valor a todos. Su dominio de la narración y el lirismo de su enfoque –en especial con niños y animales– sirvió para trazar la esencia emocional de LA CASA DE LA ESPERANZA".

Zubick recuerda: "Una de las primeras cosas que dijo Niki fue: ‘No me interesa hacer una película de guerra’, lo que me hizo gracia recordar cuando la veía disfrutar supervisando la preparación de incendios y explosiones durante el rodaje, pero su visión consistía más bien en que la historia debía contarse desde un punto de vista más femenino, a través del instinto de Antonina de velar por los ánimos de sus invitados y tratar de preservar eso que nos hace humanos. Con las aportaciones de Niki, Angela elaboró otro borrador del guion, que supuso una mejora significativa".

Caro explica: "Las 20 primeras páginas del borrador inicial eran de lo mejor que había leído nunca en un guion, y acabaron tal cual en la película. Fue una suerte contar con Angela como guionista; conocía tan bien el material original que juntas pudimos concebir cómo debía ser la película. El libro de Diane fue un recurso inestimable en cuanto a la textura del filme, ya que se había documentado y lo había plasmado de forma sumamente poética".

"Me gustaba que se tratara de una historia muy exótica, muy doméstica y muy femenina. Pero, sobre todo, era una oportunidad de explorar lo que nos hace humanos y nos humaniza".

El productor Jamie Patricof señala: "Es una historia única, con un título que no hace pensar automáticamente ‘una película de la Segunda Guerra Mundial’ y pica la curiosidad de la gente. ¿Quién habría podido imaginar que pudiera producirse un milagro así en una época como esa?".

Patricof se incorporó al proyecto después de que Caro y Workman hubieran empezado a trabajar juntas, y descubrió que "Niki sabe exactamente lo que quiere y a la vez se muestra increíblemente colaboradora. Siempre se esforzaba por aportar autenticidad a todos los aspectos de la historia".

Levin agrega: "Niki fue capaz de ver a Antonina desde una nueva perspectiva, qué historias de supervivencia podían dramatizarse y cómo debía ser el ritmo del zoo. Si has visto sus demás películas, sabes que se centra en momentos íntimos y delicados en ellas que hila con suma delicadeza, pero también se sumerge en momentos de conflicto que ponen a prueba a sus personajes. Eso describía ciertamente la vida de Antonina, que necesitábamos mostrar".

"No contratamos a Niki para que dirigiera el proyecto por ser mujer; la contratamos porque era la persona adecuada para este película, al ser tanto pragmática como creativa".

Workman alega: "Adaptar cualquier libro a un guion es todo un reto. En la no ficción, tienes que hacer frente a nombres y estadísticas. Pero sabía que Antonina era el motor de la historia, así que tuve que construir una historia que se centrara en ella, e hiciera avanzar la película a lo largo de muchos años".

"Después de reunirme con Niki, nos comunicábamos por teléfono y correo electrónico. Ella me planteaba ideas, yo les daba vueltas y respondía por escrito; era como una baile tranquilo con kilómetros de separación. Niki tiene una forma de ser muy amable, pero es muy astuta con sus ideas. Enseguida nos entendimos. Trabajar con ella ha sido una labor de colaboración y todo un placer".

Caro prosigue: "Mientras trabajábamos en el guion, no dejaba de pensar en la tensión de estar enjaulado, ya seas humano o animal, y la narración visual se vio influida por eso. Suponía filmar muchos planos a través de barrotes de hierro, que es más difícil de lo que podría haberme imaginado".

"A lo que siempre acabábamos volviendo era a la verdad del Holocausto, y a cómo impactaba al mundo y, en concreto, a esa comunidad. Buscamos documentación sobre el Holocausto y el gueto de Varsovia; los niños, el hambre, la pobreza, la enfermedad, el hacinamiento... de algún modo había que reflejarlo de una forma que la gente pudiera soportarlo. No podías arredrarte ante todo ello".

Para interpretar el papel principal de Antonina Żabińska, el equipo responsable del proyecto necesitaba a una actriz que no se amedrentara ante el amplio registro de emociones que exigía el personaje. Jessica Chastain figuraba en lo más alto de las listas de todos; le enviaron el guion y luego se reunió con Caro. Chastain se comprometió con el proyecto, y se mantuvo firmemente comprometida a lo largo de todos los años que hicieron falta para poder empezar a rodar. A tal fin, se convirtió en productora ejecutiva de LA CASA DE LA ESPERANZA. Acumuló su propia documentación sobre la época y el personaje, y visitó el zoo de Varsovia –que se reabrió a los pocos años de terminar la guerra– para hacerse una idea del entorno.

La actriz comenta: "Se trataba de un papel extraordinario para una actriz. Quería interpretar a Antonina porque me encanta la compasión que personificaba y el heroísmo de esa compasión. También me gustaba ese rasgo del personaje que figuraba en el guion de cómo era capaz de percibir la energía de las personas y de los animales. Tenía que ser precavida y segura de sí misma".

"Me fascinaba cómo el proceso de curación que intentaba utilizar con sus invitados incluía un componente musical. Era una pianista de formación clásica y yo quería transmitir cómo ella mantenía eso como un modelo para la gente, de orgullo y de cultura".

La hija de Antonina y Jan, Teresa Żabińska, recuerda: "Varios de nuestros invitados también tocaban, cuando se organizaban conciertos por la tarde".

"El piano tuvo una importancia especial en la casa durante la ocupación, porque se utilizaba para tocar una señal de alarma. Fue idea de mi madre elegir el fragmento de la opereta de Offenbach como aviso a todos los que vivían allí para que se dirigieran a sus escondites designados". Como puede oírse en LA CASA DE LA ESPERANZA, ese fragmento es "Pars pour la Crête", de la ópera bufa de Offenbach "La bella Helena".

Chastain, que no sabía tocar el piano, aprendió a tocar fragmentos de música clásica expresamente para LA CASA DE LA ESPERANZA. Ya había aprendido a tocar una pequeña pieza de Chopin para una película anterior, pero esta vez tenía que dominar al menos un minuto de cada una de las obras, de diferentes compositores, que aparecían en la película. Para ello, Chastain recibió dos meses de clases de piano antes de empezar a filmar y continuó su preparación incluso una vez comenzado el rodaje.

Workman observa: "No creo que la propia Antonina se considerara una heroína. Que nunca se refiriera a esto la convierte en un sujeto interesante, y es una de sus contradicciones; ‘contradicciones’, que no ‘defectos’, que no es lo mismo. Lo que me resultaba especialmente fascinante era que se sintiera impulsada a dar cobijo a personas asustadas y perseguidas".

"Creo que Antonina era extraordinariamente vulnerable; es lo que la hacía tan cariñosa con los animales. Aun así, encontró la voluntad, y la fuerza, para actuar con un valor inmenso, pese a esa vulnerabilidad, o tal vez como consecuencia de ella. Entendía a un animal asustado. Teníamos que ver lo asustada que estaba, cómo su fuerza tenía que proceder de unas grandes reservas. A Jessica le interesaba explorar esa dicotomía de su personaje".

Para Chastain, "el guion ofrecía mucho con lo que trabajar, y una de las cosas en las que me fijé es que nunca cuestiona realmente a su marido al principio de la película. Es bastante sumisa. Pero, a medida que se desarrollan los acontecimientos, es capaz de tratar de igual a igual a los humanos, tal como hace con los animales. Se hace más fuerte".

"Me vuelvo muy posesiva cuando interpreto a un personaje; quiero acceder a sus secretos y sus miedos. Niki trabajaba conmigo para mejorar las escenas y probar distintas cosas, pero nunca aceptó nada que no le pareciera real para Antonina, algo que ella no hubiera hecho".

Chastain agrega: "Nunca había estado en un set de rodaje con tantas mujeres trabajando como teníamos en LA CASA DE LA ESPERANZA, lo que lo convirtió en una experiencia de suma colaboración. Fue genial tener a una mujer manejando la cámara, como Rachael [Levine], y a una coordinadora de especialistas, como Antje [Rau]".

Al actor Daniel Brühl, que interpreta a Lutz Heck, el recién nombrado zoólogo jefe de los nazis, que tiene algo de depredador, le pareció que "Jessica posee una elegancia que me recuerda a las actrices de los años 30 o 40. A veces, me quedaba pasmado con lo perfectamente que personificaba la época".

Patricof señala que las actrices de esa época "interpretaban a mujeres complejas, con múltiples facetas. El papel de Antonina posee distintos matices. Es la mujer de un hombre excepcional, pero ella misma también es extraordinaria. Tiene que lidiar con los alemanes –esos hombres que la rodean– y además ser madre y una figura materna. Jessica era excepcionalmente apropiada para transmitir todo eso con su interpretación".

Chastain confiesa: "Mientras filmábamos algunas de las escenas más oscuras, no quería permanecer todo el tiempo metida en el personaje; lo encuentro agotador cuando hay tantas emociones. Daniel tiene un gran sentido del humor, así que me reía mucho con él en cuanto gritaban ‘corten’".

Brühl se fijó especialmente en las increíbles contradicciones de su propio personaje. El Heck real fue una figura controvertida, partidario del ideal ario nazi y de la creación no solo de humanos perfectos, sino de animales perfectos a través de la cría selectiva. Los proyectos de cría de Heck se crearon con la idea de devolver a la vida a ciertas "superbestias" extintas, en especial su particular obsesión: el uro, un bóvido salvaje, similar al bisonte, que antaño fue muy común en los bosques alemanes.

El actor comenta: "Me sentí fascinado tanto por el libro como por la historia real que había detrás. Cuando tenemos ocasión de conocer inicialmente a Heck, es como amigo de la pareja; comparten la misma pasión y amor por los animales. Tras la invasión alemana, cambia y se vuelve mucho más comprometido con el partido nazi y sus ideales, lo que resulta toda una sorpresa para Antonina y Jan. Quería interpretar esa paradoja de que le interese la naturaleza y la protección de los animales, a la vez que defiende las atrocidades que estaban cometiendo los nazis".

"Considera mantener el zoo abierto –llevándolo como un criadero de cerdos– como una oportunidad de acercarse más a Antonina, no solo porque se sienta atraído por ella, sino porque respeta su talento con los animales e imagina que comparten un don especial. Lo cierto es que salvó a algunos de los animales, pero fue por motivos egoístas, porque los iban a trasladar a su propio zoo de Alemania. Antonina tiene que anticiparse en todo momento a los instintos de Heck".

Abberley agrega: "Heck se preocupaba mucho por los animales y aún así estaba totalmente dispuesto a experimentar con sus genes a fin de volver a traer a la vida a una criatura mitológica. Como ya sabemos todos, en el partido nazi había doctores experimentando con humanos para conseguir la 'purificación' y Heck intentaba algo comparable con los animales".

"Daniel es un actor con un gran encanto, que transmite inteligencia en la pantalla de una forma que resulta cautivadora. Pero también fue capaz de mostrar lo peligroso que podía ser Heck".

Caro afirma: "Me pareció que era importante evitar el típico estereotipo de villano malvadísimo. Lo que vi en Daniel es que no tenía miedo a interpretar la complejidad de su personaje".

Si las razones por las que Heck hizo lo que hizo eran complejas, las de Jan Żabiński eran mucho más simples. Workman señala que "el gueto de Varsovia estaba frente al zoo, cruzando el río. El Holocausto estaba sucediendo justo delante de ellos".

El actor flamenco Johan Heldenbergh, cuyo libro favorito es "El pájaro pintado", de Jerzy Kosinski, que examina la Segunda Guerra Mundial en Polonia, se mostró entusiasmado de poder mostrar cómo se fue transformando el cuidador a lo largo de cinco años "de intelectual liberal a soldado. Lo que creo que descubrió es que su amor por su país y su necesidad de proteger a sus semejantes eran motivaciones mucho más fuertes que su propia seguridad. Jan, que creía conocer a los animales, se encontró cuestionándose si seguía entendiendo al animal humano. Es importante que reconozcamos cómo los humanos se pueden sentir asustados y convertirse ellos mismos en animales peligrosos y desconfiados".

El actor prosigue: "La historia de cada individuo durante el Holocausto es diferente. Hay quienes optaron por la confianza. Ya sea la historia de Oskar Schindler [de 'La lista de Schindler'], la de Wladyslaw Szpilman [de 'El pianista'] o la de Jan y Antonina, se trata de historias que deben contarse una y otra vez".

"Acarrear consigo lo que ve le supone una pesada carga emocional a Jan. Va al gueto de Varsovia y participa en el alzamiento [de 1943]. Sus luchas diarias son más viscerales que las que vive Antonina; no puedo imaginarme viviendo lo que él vivió, viendo lo que vio, haciendo que los niños se ocultaran entre la basura. Oculta a su mujer buena parte de lo que ve y oye fuera del zoo, para protegerla a ella y a sus hijos, pero cuando empiezas a guardar secretos a tu pareja, es duro para una relación".

Levin comenta: "Eran compañeros en la vida y compañeros en el peligro. Pero Jan mantuvo cierta distancia con Antonina durante la guerra. Era doloroso pero necesario; quería evitar que ella se preocupara por él más aún de lo que ya lo hacía".

Zubick señala que para el equipo de la película "Jan era el personaje más difícil de encontrar en el texto, y el más difícil para elegir al actor que lo encarnara. Se mantenía muy estoico, en su afán de proteger a Antonina y a sus hijos de las realidades que tenía que afrontar. Johan dota de una accesibilidad emocional a Jan, que se convirtió en un verdadero punto de acceso a la relación entre Antonina y él, además de servir para esclarecer qué era lo que impulsaba al hombre a asumir los riesgos que corría. Johan llevó su interpretación incluso más allá de lo que esperábamos y fue algo hermoso de ver".

Teresa Żabińska visitó el set de rodaje y habló con los actores y cineastas. Aporta que "mi padre no era un hombre sentimental, y era bastante serio. Pero al mismo tiempo tenía un sentido del humor increíble; mamá también, pero de otro tipo distinto".

Heldenbergh comenta: "Tengo la sensación de que Jan era más bien el cerebro del zoo y Antonina era más bien el alma del zoo. Él miraba a los animales en términos científicos, mientras que ella conectaba con ellos de formas que él no podía. La labor que realizaba ella lo influyó a él para transformar el zoo en un hábitat natural, que era una evolución que casi habían acabado cuando invadieron su país".

"La forma que tenía Jessica de ver a Antonina cambió cómo veía yo a Jan. Además, al interpretar ella a Antonina como vulnerable, eso me permitió a mí ser el más fuerte. Niki nos recordó que así es cómo los hombres y las mujeres se comportaban, por aquel entonces, en sus relaciones".

Durante el proceso de casting, fue Chastain quien había recomendado que Caro y los productores vieran la interpretación de Heldenbergh en la galardonada "Alabama Monroe". Chastain recuerda: "Esa película me dejó boquiabierta y pensé: ‘Este es un actor con quien quiero trabajar!’. Johan es muy dinámico y es capaz de transmitir mucho con una simple mirada. Es conmovedor".

Caro prosigue: "Johan resulta muy masculino, y aun así completamente abierto emocionalmente, lo que resulta emocionante. Es sólido y es sensible, y tiene un perfil muy marcado".

"Siempre que estoy realizando el casting de una película, soy sumamente sensible a la verdad de la historia. Me encanta trabajar con material basado en hechos reales y siempre busco al actor más verosímil para el papel".

Al haber hecho películas que giran en torno a culturas concretas, Caro pone mucho cuidado en la selección del reparto más allá de los actores principales de un determinado proyecto. En palabras de la directora: "Este proyecto era enorme, así que había más de 60 personas a las que elegí no solo por su talento y habilidad, sino también por su conexión personal con el material. Eso asegura que, cuando estemos rodando, esté trabajando con gente que tiene línea directa con la verdad de la historia. En LA CASA DE LA ESPERANZA, estaba decidida a evitar todo lo que resultara sentimental".

"Fue un privilegio en esta película colaborar con actores que encarnaban sus personajes, y la realidad de ese momento y lugar, con tanta pasión y tanta gracia".

La actriz israelí Efrat Dor interpreta a Magdalena (Magda) Gross, la alabada escultora judía polaca conocida por sus representaciones de animales en tonos tierra, inspiradas en sus largas visitas contemplativas al zoo de Varsovia. Era una gran amiga de Jan y, sobre todo, de Antonina.

Dor leyó el guion y "quedé muy conmovida. Estaba maravillosamente escrito. Mi abuela es polaca y judía, y perdió a toda su familia en el Holocausto. Sentí, en cierto modo, que así estaba contando su historia. Mezclé a Magda Gross con mi abuela en mi interpretación; fue la primera persona a la que le hablé del proyecto cuando me lo ofrecieron, y me contó historias sobre cómo fue todo. Mientras rodábamos algunas de las escenas, se me saltaban las lágrimas pensando en ella".

"Mientras está escondida, Magda ya no puede crear arte, pero aun así guarda con ella un trozo de arcilla, como una forma de evitar rendirse. Tras la guerra, volvió a esculpir y se casó".

El compañero sentimental de Magda Gross era Maurycy Fraenkel, interpretado en LA CASA DE LA ESPERANZA por Iddo Goldberg (que, al igual que Dor, perdió parientes en el Holocausto). Fraenkel era un respetado y próspero abogado, así como un mecenas activo de las artes y del zoo de Varsovia. Lo encarcelaron en el gueto de Varsovia hasta que logró reunirse con Magda en casa de Jan y Antonina.

El actor reflexiona: "Mi impresión es que la invasión de Polonia pilló por sorpresa a muchos judíos. Unos cuantos le habían visto las orejas al lobo y se marcharon de Varsovia, pero muchos más no pudieron imaginarse ni por un instante que pudiera suceder algo así".

"Fue algo gradual; primero, se promulgaron una serie de decretos contra los judíos. No puedes caminar en la misma acera que un alemán, no puedes mirar a un soldado alemán a los ojos, tienes que entregar todas tus propiedades a otra persona, no puedes salir del gueto. Poco a poco, les fueron arrebatando la vida".

Representando a todos aquellos cuya infancia quedó marcada para siempre, el personaje de la huérfana Urszula está interpretado por la actriz israelí en alza Shira Haas. Caro confiesa: "Pedí que este personaje se creara específicamente para la película. Era importante representar el brutal horror de la guerra; lo que le hace a los niños es especialmente desgarrador. Pero Urszula también viene a ilustrar la esperanza y la recuperación".

Haas veía a su personaje como "un animal asustado, la verdad. Ha perdido a su familia y sobrevive en el gueto en unas condiciones terribles, y entonces las cosas empeoran aún más. Jan actúa por impulso para salvarla".

"Al principio, Urszula no responde a Antonina ni a nadie. No es capaz de tratar con otras personas; le lleva mucho tiempo volver a creer en la humanidad. Su historia es relevante para los niños en la actualidad, y mostramos que hay esperanza cuando la gente decide ayudar".

Haas colaboró estrechamente con "Niki, que creo que es genial, en los cambios de Urszula, ya fuera en sus ojos, en su voz o en sus movimientos. Además, Jessica fue una compañera estupenda, como actriz y como persona. Incluso cuando no estaba en cámara en nuestras escenas juntas, me apoyaba en todo momento, y esa sensación de seguridad era muy importante".

La estrella de "Juego de tronos" Michael McElhatton fue el elegido para encarnar a Jerzyk, un miembro de la Resistencia que trabaja para la familia y es un leal confidente. McElhatton aporta: "Jerzyk trabaja para Jan y Antonina desde hace mucho tiempo. Es un tipo estoico y muy fiel, que se convierte en un héroe de forma muy discreta. El zoo de Varsovia es su hogar; no tiene otra vida, y se da cuenta enseguida de que, si conserva su fe en él, puede ayudar a la pareja a hacer mucho por gente que se encuentra en situaciones difíciles".

"El guion estaba muy bien escrito, y mi personaje es un hombre parco en palabras. Niki y yo hablamos de cómo Jerzyk es consciente de la división de clases –y respeta esas estructuras sociales– y también trabajamos en su aspecto físico".

Cuando los actores de diferentes nacionalidades se juntaron para contar una historia humana universal, contaron con la ayuda de la tutora de dicción Joan Washington para reproducir las cadencias de los acentos polacos.

El reparto de LA CASA DE LA ESPERANZA se completó entonces con otro grupo independiente pero salvaje, concretamente, animales de verdad. Se mantuvieron al mínimo los efectos digitales y físicos, que se reservaron únicamente para las escenas perturbadoras o peligrosas en las que intervinieran animales, entre ellas las imágenes de muertes.

El reparto de animales incluyó grandes felinos y cachorros, cebras, monos, camellos, elefantes, lobos, bisontes, caballos, cerdos, aves de presa, un loro, una mofeta y algunas especies más. Obtuvieron los animales de adiestradores profesionales que trabajan habitualmente en producciones de cine y televisión, así como de ciudadanos particulares. Los osos polares y las jirafas se filmaron aparte, en hábitats del zoo de Praga, y posteriormente se combinarían con el metraje de la unidad principal de filmación.

Todos los animales tenían a sus adiestradores presentes en el set, algunos de los cuales iban vestidos de época para que pudieran acompañar a los animales en la pantalla. Los animales nunca se manejaron sin la supervisión de expertos, y los adiestradores y veterinarios estuvieron presentes durante el rodaje las 24 horas del día.

Caro sabía que contar con animales complicaría las cosas en el set, pero, para ella, "no había otra opción que contar con animales reales. Resultaría un tanto falso intentar contar una historia real utilizando para ello animales de mentira. No cabe duda de que hoy día se consiguen resultados impresionantes generando animales por ordenador, pero siempre se van a comportar exactamente como nos interese...".

"... y lo que tienen los animales es que son totalmente impredecibles. Se comportan siguiendo su instinto y según su entorno. Soy contraria a que los animales aprendan a hacer trucos para la cámara. Soy un ser humano, así que no puedo decirle a un tigre cómo ser un tigre. Un tigre es perfecto por sí mismo. Así que necesitábamos crear un entorno en el rodaje en el que los animales pudieran sentirse libres para comportarse tal como lo hacen los animales".

Patricof confirma: "Todos pensamos: ‘que los animales se comporten como animales’. Si el guion decía que un animal hacía una cosa y luego decidía hacer lo contrario, ya nos apañaríamos para hacer que eso funcionara. Así se consigue que las escenas con los animales resulten mucho más reales, ya que sus compañeros de reparto humanos estaban complemente metidos en la secuencia".

La diseñadora de producción Suzie Davies no reparó en gastos y trabajó de forma creativa para construir recintos seguros y cómodos para los animales. Creó un hogar temporal idílico para ellos, uno que también reflejara el estilo de un zoo de la década de 1930. Para todas y cada una de las escenas, el equipo de rodaje tuvo el máximo cuidado de cumplir las normas estándar de tratamiento de los animales, lo que incluía el menor número de repeticiones posible, que respetara siempre la capacidad de los animales.

Abberley sugiere: "Se trataba de conseguir que el proyecto fuera lo más realista posible, y que nuestros actores pudieran interactuar de verdad con esos preciosos animales, sin que se les causara daño alguno,serviría para reflejar lo que hacía tan especial al zoo de Varsovia en su época".

Teresa Żabińska cuenta: "Mi madre no tenía estudios de zoología; mi padre le enseñó lo básico para trabajar con los animales. Ella sentía interés por el tema, una buena intuición y un talento increíble".

Chastain, que es una gran amante de los animales desde su infancia, disfrutó ante la oportunidad de tener un contacto más directo con sus particulares compañeros de reparto. Como parte de su amplia preparación para el filme, pasó tiempo con los cuidadores del zoo de Brooklyn, en Nueva York.

Caro comenta: "La combinación de animales reales con una actriz que posee una conexión sobrenatural con ellos nos permitió obtener momentos extraordinarios. Jessica era esencial para mi visión de la película y, cuando la conocí, lo primero que me dijo fue que le encantaban los animales. Pero no tenía ni idea de hasta dónde llegaba su afinidad con ellos. En ese aspecto, Jessica y Antonina comparten un don sumamente singular. Muchas veces durante el rodaje, Jessica calmaba a los animales, los hacía sentirse seguros. Era algo maravilloso de ver y, por supuesto, de filmar".

Chastain confiesa: "Los animales son muy terapéuticos. Al cuidar de ellos durante el rodaje, no podía pararme a pensar en mi propio agotamiento".

Zubick opina: "Jessica se parece en muchos aspectos a la auténtica Antonina, uno de los cuales es su capacidad para interactuar con los animales. Tenía un sexto sentido con ellos; mostraban espontaneidad y emoción con ella".

La secuencia del nacimiento del elefante emparejaba a Chastain con una elefanta adulta, que no paraba de rebuscar con la trompa las manzanas que la actriz llevaba guardadas entre su ropa. Y en lo referente al elefante recién nacido, Davies bromea que "habría sido imposible conseguir que un elefante diera a luz justo cuando nosotros cantáramos ‘¡acción!’".

Así que, para el recién nacido, el equipo de producción encargó hacer un animal prostético. Davies aporta: "Encargamos un bebé de elefante con un pequeño agujero tras la oreja por donde se pudiera meter la mano y mover los mecanismos internos para hacer que pareciera que respiraba y resultara así más real".

Se filmaron un buen número de escenas en exteriores de la ciudad fortificada de Josefov, que está casi abandonada y se encuentra a un par de horas aproximadamente de Praga, en la República Checa. Zubick alega: "Con el pleno apoyo de la comisión de cine checa, la ciudad nos permitió crear imágenes increíbles en entornos reales. Los miembros de nuestro equipo técnico y extras checos resultaron inestimables para hacer realidad la visión que tenía Niki de la película. Tras convivir tanto tiempo con el proyecto, contar con nuevos compañeros que aportaran sus propias habilidades al mismo resultó emocionante".

"Pudimos cortar las calles, que decoramos para hacer que parecieran Varsovia, y luego soltamos a toda una serie de animales salvajes para que pudieran vagar por ellas. Teníamos tigres, canguros... Lo que pasó en 1939 fue que los animales que sobrevivieron al ataque al zoo huyeron por la ciudad, recorriendo las calles hasta que los capturaron".

El director de la segunda unidad y supervisor de efectos visuales Robert Grasmere admite que "trabajar con los animales fue un placer; se comportaron mejor que muchos humanos que conozco..."

Grasmere grabó imágenes de los animales que los mostraba después de los estragos sufridos por el zoo en el ataque de las fuerzas alemanas, centrándose principalmente en leones, cebras y camellos. Ese rodaje supuso cortar y asegurar una calle que estaba en uso y dejar vagar por ella a los animales para que exploraran el decorado bombardeado, especie por especie. Grasmere recuerda: "Los animales estuvieron extraordinarios. Los soltamos en ese espacio y los dejamos a su aire; no les dijimos qué hacer ni les dimos indicaciones. Se lo pasaron estupendamente. Un elemento de atrezo que teníamos era un carrito de bebé que habría quedado abandonado en el bombardeo, y un león se acercó a él y se puso a jugar con él".

McElhatton señala: "Eso es parte de lo que hace esta historia tan especial: el elemento animal. Zoos de todo el mundo se vieron afectados por estos terribles acontecimientos. No fueron inmunes a la tragedia de la guerra".

Incluso en las escenas que mostraban el caos provocado por la guerra, Caro se esforzó por mostrar indicios de esperanza y renovación. Para evitar que el tono general de LA CASA DE LA ESPERANZA se volviera monótono y deprimente, empezó a trabajar muy pronto con los jefes de departamento.

El director de fotografía Andrij Parekh mezcló con mucho cuidado la luz y la oscuridad, en especial en los interiores. Caro comenta: "Era la primera vez que trabajaba con Andrij y espero que no sea la última. Entendió perfectamente a lo que me refería cuando dije que todo tenía que ser real, pero hermoso, y cómo quería contar esta historia de una forma especialmente femenina. Hay vehículos y soldados y armas, pero también hay texturas, piel y pieles... algunos detalles sensuales. Esos también forman parte de la realidad de los personajes de esta historia".

"No es solo que Andrij captara esas facetas, es que fue capaz de verlas de verdad, y las iluminó de una forma de lo más exquisita. Nunca abordamos LA CASA DE LA ESPERANZA como una película de época; la filmamos como si fuera una película contemporánea, de modo que te sintieras como si estuvieras ahí mismo, con esas personas y esos animales".

Patricof, que ya había trabajado en varios proyectos con Parekh, agrega: "Andrij es un director de fotografía fantástico, y algo que lo distingue de otros es que escucha mientras trabaja. Aunque mirar por el visor o la cámara es fundamental, al mismo tiempo es capaz de escuchar lo que dice la gente y lo que pasa a su alrededor. Los resultados son preciosos y a veces inquietantes".

El guion de Workman y el libro de Ackerman sirvieron ambos de inspiración para el aspecto y el ambiente del filme. Davies explica: "Para el departamento artístico, las descripciones resultaban poéticas. Ya había un montón de documentación a la que recurrir, pero me pareció que necesitaba documentarme más aún. Ya había diseñado antes dramas ambientados en la Segunda Guerra Mundial, así que recordaba parte de esa información. Fui a Varsovia un par de veces y visité el museo del Alzamiento de Varsovia".

"Como la historia abarca hasta los años 40, había una cantidad considerable de material fotográfico. Lo importante era que nos fijáramos no solo en la documentación de la guerra, sino también en situaciones cotidianas: cómo era el papel pintado, qué vajilla utilizaban, qué ropa llevaban y todo eso. Entonces fue cuando las cosas empezaron realmente a cuajar".

El set más grande de todos era el del zoo de Varsovia con la casa de la familia colindante, una villa de diseño Bauhaus. Para albergar todo el escenario, se consideró usar un parque abandonado de Praga. Caro recuerda: "Suzie ya había estado localizando exteriores en Praga antes de que yo llegara, así que me llevó a un recinto ferial que llevaba mucho tiempo abandonado y me dijo: ‘Creo que aquí podríamos construir un zoo’. Se trataba de una visión atrevida, e inmediatamente pude ver lo perfecto que quedaría. Construimos realmente nuestro propio zoo".

La propia villa de la familia sigue aún en pie en la actualidad, y el equipo responsable de la película la visitó para utilizarla como referencia; la habían renovado hacía pocos años y parte de ella se había convertido en un museo dedicado a Jan y Antonina. El decorado del zoo se inspiró en varios zoos europeos de la época, además del propio zoo de Varsovia. McElhatton comenta maravillado: "El espacio pasó de ser un aparcamiento a algo que parecía sacado de un cuento de hadas... ¡fue increíble!".

Davies y su equipo, incluida la decoradora Charlotte Watts "tuvieron que crear un zoo en el que pudiéramos filmar, y que pudiera aguantar varios meses de rodaje, incluyendo un cambio de estación, sin dejar de ser sostenible. Por eso había partes de distintos zoos, mientras se conservaba el de Varsovia como elemento principal. El zoo de Varsovia tenía una calle central principal que recreamos, aunque el tamaño de la nuestra era como una octava parte de la de verdad".

"El mayor reto de LA CASA DE LA ESPERANZA fue construir el zoo en cinco semanas durante el verano. Ver que lo que habíamos logrado construir seguía en pie cinco meses después, con árboles maduros y todo, hizo que toda la intensa paliza que tuvimos que darnos mereciera enteramente la pena".

Aunque no eran tan grandes, hubo otros sets y localizaciones que también resultaron complicados. La villa, eje central de la vida doméstica de la familia, se asemejó mucho externamente a la original. El dormitorio de Jan y Antonina se creó en el propio set, pero otros cuartos hubo que filmarlos en platós de estudios. Davies desvela: "Intenté que cada habitación poseyera texturas y matices, al igual que las vidas humanas. El sótano era de un rojo oscuro para que transmitiera una sensación como de vientre, o como un corazón palpitante, porque allí es donde se salvan y preservan vidas: primero de animales y luego de personas. Una vez que empiezan a esconderse allí supervivientes, se añade una clase improvisada, y también hay espacios para labores de lavandería y de costura, entre otros elementos esenciales".

"El siguiente piso de la casa era la planta baja con su habitación delantera. Esa la hicimos un poco más vistosa y formal, porque Jan y Antonina formaban parte de los intelectuales de Varsovia y esa era la sala en la que recibían a sus invitados. El papel pintado que utilizamos era de 1929; lo encontramos en Amberes. Es bastante fuerte y atrevido, a la vez que lírico, y tiene un diseño geométrico para que pareciera música, y también tiene pájaros volando. ¡Era tan apropiado para nuestra historia que no pude resistirme!".

En la planta baja también hay una cocina muy bulliciosa, que Davies describe como "caos organizado, lleno de detalles, donde el cocinero está trabajando constantemente".

Arriba están los dormitorios, "que son más personales y femeninos. El dormitorio principal de Jan y Antonina tiene un papel pintado de seda azul marino, que también es de la época. Lo que era importante mostrar aquí, con el paso del tiempo y con Jan ausente, es cómo Antonina no se rinde nunca y nunca pierde de vista seguir adelante; así que siempre hay una flor, aunque no sea más que un hierbajo, en el jarrón de la mesa del dormitorio".

Teresa Żabińska recuerda: "Cuando mi padre estaba ausente, mi madre tenía que mantenerlo todo en funcionamiento, y era una fuerza inspiradora. Se esforzó mucho para que mi hermano, Ryszard Żabiński, y yo pudiéramos intentar tener una vida normal, como si no pasara nada malo fuera".

La atención al detalle del departamento artístico, en consonancia con la de la propia Antonina, impresionó a Chastain, que comenta: "La villa no parecía un decorado de cine, ni demasiado glamurosa, lo que era importante, dado que estábamos haciendo una película sobre gente real. Suzy hizo un trabajo extraordinario, que incluyó referencias directas a la casa real de Antonina".

Davies adelantó sutilmente temas de la trama y de la historia. Explica: "En la villa, hay referencias a jaulas y límites. El centro neurálgico del zoo se encuentra en el sótano de esa villa, ya que hay túneles que lo recorren entero por debajo. Es como una tabla de salvación que se extiende para abarcar cada vez más".

"Al mostrar las jaulas que albergaban a los animales y luego protegían a los humanos, dejábamos al menos algunas de las puertas abiertas, para mostrar que había cautividad, pero también libertad".

Zubick prosigue: "El set del sótano tiene toda una serie de recovecos en los que se escondía la gente. Charlotte Watts concibió historias para cada objeto que se había conservado; por ejemplo, hay una corbata de hombre enrollada, que representa a un marido perdido en la guerra".

Tal vez el trabajo más significativo realizado por el departamento artístico fue el mural de una pared del sótano, que viene a suponer un símbolo de resistencia y comunidad. Davies afirma: "Niki quería algo que reflejara la imaginación de un niño. Estudiamos pinturas rupestres y dibujos de niños judíos en el gueto como inspiración, y a partir de ahí vimos cómo podíamos hacerlo evolucionar".

"La textura de la pared era como una especie de hormigón muy duro. Limitamos nuestros colores porque tenían que reflejar los que había en un juego para colorear de un niño y cualquier otro que hubieran podido utilizar como complemento. El resultado final es algo parecido al arte popular; tiene una cierta ingenuidad, pero también posee una enorme profundidad. Andrij lo filmó de tal forma que quedó precioso; la primera vez que se ve, a la luz de las velas, parece que las figuras estén bailando por la pared".

Caro prosigue: "El departamento de Suzie se esforzó mucho para crearlo. Creo que es un poco estilo Chagall, baila y tiene vida, al igual que había vida en la villa; hay vida animal y humana, que no se puede y no se deja erradicar, toda la vida de las culturas judía y polaca que lograron sobrevivir y prosperar en este lugar, pese al horror de lo que estaba sucediendo fuera".

Para mostrar ese horror que se estaba produciendo cerca, el equipo de la película recreó el gueto de Varsovia en exteriores de Josefov. Se decoraron edificios y patios para que parecieran los 3,3 kilómetros cuadrados del gueto, mientras los diseñadores y responsables de vestuario se esforzaron al máximo para recrear la ocupación alemana con todo lujo de detalles. Davies explica: "Queríamos que resultara auténtico. Pero para esta película, sentíamos que necesitábamos expresar más; por ejemplo, cómo los judíos fueron obligados a abandonar sus hogares para trasladarse al gueto, llevando consigo todo lo que podían. Llevaban los bolsillos llenos y todo lo demás envuelto en una cortina o una alfombra. El gueto no eran solo ladrillos y argamasa, también había ropa, maletas, muebles, todo ello con gente intentando vivir, intentando seguir con vida".

Abberley comenta: "Fue un proyecto muy emotivo para todos y las secuencias del gueto fueron especialmente difíciles de hacer. Recrear el gueto nos recordó a todos que estos acontecimientos no tuvieron lugar hace tanto tiempo, y que hechos similares siguen sucediendo en distintas partes del mundo en la actualidad. Sentimos que teníamos que transmitir la realidad de esas 380 000 personas hacinadas en una zona muy pequeña y confinadas allí durante años, mientras sus condiciones se deterioraban exponencialmente día a día".

Patricof recuerda: "Los días de filmación en el gueto fueron algunos de los más complicados que he tenido nunca en un rodaje. Suzie y su equipo habían hecho un trabajo realmente extraordinario para hacer que nos sintiéramos transportados allí. Al ver desarrollarse las escenas, con la gente muriendo y el gueto quemándose, había días en que a muchos de nosotros se nos saltaban las lágrimas".

Zubick prosigue: "Llegué al set del gueto justo cuando despuntaba el sol por la mañana. El decorado era una calle cubierta de nieve y abarrotada de pertenencias de la gente... maletas, libros... los restos de todos aquellos a los que habían metido a empujones en trenes de ganado y enviado al matadero. En esos momentos, me di verdadera cuenta de la gravedad de todas las historias que había tras aquella que estábamos contando".

La diseñadora de vestuario Sabine Daigeler, conocida como Bina, colaboró estrechamente con la diseñadora de peluquería y maquillaje Denise Kum a lo largo de la preproducción y el rodaje, a partir de todo el material de documentación recopilado tanto para el reparto principal como para los extras. La ropa de los personajes clave estaba toda hecha a mano, dado que el imperativo de Daigeler era que todos los materiales y diseños tenían que ser fieles a la época. Daigeler aporta: "Diseñé todas esas prendas en un gran taller donde teníamos a 8-10 personas cosiendo y bordando, incluidos múltiples ejemplares de los mismos conjuntos, ya sea para mostrar el avance del tiempo o de reserva, que hacían falta a menudo después de las escenas con animales".

"Lo que resulta más útil es ver material documental y fotográfico. En última instancia, preparamos un gran libro de planificación para la película que recogía todas las escenas detalladas una por una".

Caro comenta: "Los departamentos de peluquería, maquillaje y vestuario estuvieron fabulosos. No es algo que diga a la ligera ni frívolamente; lo que esos equipos hicieron con los cientos de extras, ya fuera en el gueto o en la glamurosa belle époque de la Varsovia prebélica, fue asegurarse de que todo lo que llevaba hasta el último extra era auténtico, porque les importaba mucho. Ya fueran las costuras de las medias o las pinzas del pelo, todos los intérpretes estaban impecablemente atendidos".

Daigeler agrega: "Para Jessica Chastain, resultaba fundamental vestirse como la verdadera Antonina, que era bastante conservadora para su época y era muy femenina. Hoy día, una mujer que trabajara a diario en un zoo llevaría pantalones y sería mucho más informal, pero sabíamos por nuestras conversaciones con la hija de Antonina, Teresa, que su madre lo hacía todo con un vestido de diario. Me preocupaba un poco cómo quedaría eso, pero Jessica tiene tanta pericia como actriz que hizo suyo el estilo de Antonina y logró que quedara bien".

Chastain admite: "Me quedé un poco sorprendida al ver lo femenina que era Antonina. Teresa me dijo que su madre siempre iba con el pelo arreglado y que le encantaba pintarse los labios. También dijo que a Antonina le encantaba la laca de uñas, pero a Jan no, así que rara vez la usaba. Todo lo que me contó Teresa me ayudó a entender el carácter de la mujer que se estaba ocupando de toda esa gente; intenta traer toda la alegría y felicidad que puede, y se preocupa por su aspecto porque eso forma parte del hecho de que ella no quiere que nadie olvide que son humanos".

Caro apunta: "Teresa, que en esta película aparece como un bebé y luego una niña pequeña, dijo que Jessica era igual que su madre".

Para Daniel Brühl, Daigleler se inspiró fuertemente en el estilo alemán de ropa de caza. Heck aparece sin uniforme cuando la historia está ya bastante avanzada, lo que refleja que su relación con Antonina y Jan es más informal. Como complemento, Kum envejeció sutilmente al actor, para reflejar el estilo de vida decadente de un oficial alemán con comida, bebida y otros lujos. Kum señala: "Los personajes femeninos se envejecieron de forma más sutil aún. Intenté hacer el proceso más poético que literal".

Los seguidores de Johan Heldenbergh tal vez se sorprendan al verlo completamente rasurado en su papel de Jan Żabiński; aparte de ser fiel al personaje y a los documentos históricos, eso permitió al actor expresar más plenamente en el rostro de Jan todo el registro de emociones a medida que sus actividades se van volviendo cada vez más arriesgadas. La ropa de Jan refleja ambas facetas de la vida del personaje: los trajes a medida del académico y la ropa de trabajo práctica del cuidador del zoo, la cual sufre un mayor desgaste durante sus actividades con la Resistencia.

El departamento de vestuario también señaló las modificaciones que fueron sufriendo los uniformas alemanes a medida que avanzaba la Segunda Guerra Mundial, aprovechando la labor de documentación realizada, así como la aportación del asesor de uniformes militares Harry Fakner. Hasta las charreteras y los botones se vigilaron con sumo cuidado para lograr la máxima exactitud.

Brühl comenta maravillado: "Hacíamos unos planos generales en los que la precisión y la exactitud eran alucinantes, miraras donde miraras. El diseño de producción, el vestuario, el maquillaje... todo era impecable, y Niki se encargaba de que todo avanzara a un ritmo eficiente".

El enorme inventario de ropa abarcaba a ricos y pobres, adultos y niños. Se trajo ropa de toda Europa para 3000 extras; luego, se invirtió un tiempo considerable para envejecer o desgastar apropiadamente las prendas. Las escenas del gueto se filmaron a lo largo de dos semanas, pero abarcaban tres años y medio. Detalles de color en el vestuario (o bajo él) de los judíos del gueto recuerdan momentos más humanos de sus vidas. Daigeler admite que "Niki nos dio mucha libertad creativa".

Dor recuerda: "Había una escena con mi personaje en la que me preguntaba: ‘¿Llevaría Magda un sombrero tan elegante mientras pasa todo esto?’. Entonces Niki y yo hablamos cómo esa era una forma de recuperar su humanidad mientras permanecía escondida. Como directora, Niki consigue que cada actor se sienta importante para una escena".

Goldberg señala: "No solo hay un ambiente considerado en el rodaje, sino que a Niki también se le da bien aconsejarte sobre lo que hace falta y lo que no, como cuándo menos emoción podría ser mejor para una escena".

Kum comenta: "Niki se centra fundamentalmente en los personajes. Después de haber trabajado con ella en toda una serie de películas a lo largo de los años, he aportado matices a este proyecto que sabía que le gustarían y que complementarían su forma de trabajar".

"Niki da prioridad a los intérpretes, por lo que entonces depende mucho de quién sea el actor y qué aporta al proyecto. Yo trabajo con bastante fluidez con los actores, mientras tomo notas de Niki sobre cuál es su punto de vista. Entonces aporto mis ideas y trabajamos juntos con el actor. Aunque la gente no fuera a participar más que uno o dos días, siempre estábamos pensando: ‘¿Qué le está pasando a este personaje? ¿Cuál es su viaje? ¿Cómo podemos mostrar eso en pantalla?’. Lo que realmente ayuda a crear el mundo de la historia es cuando te imaginas al reparto junto, en lugar de individualmente".

Así que Kum y su departamento se ocuparon de los extras en las escenas del gueto, para asegurarse de que los dientes no estuvieran demasiado blancos, o afeando su aspecto con pelo reseco y piel grisácea, como consecuencia de la malnutrición y las penalidades que sufren.

Todo lo cual no hizo más que recordar tristemente a todos los que trabajaban en la película ciertos acontecimientos que se están produciendo en la actualidad por todo el mundo. Jamie Patricof proclama: "Hay una cita de Primo Levi, que sobrevivió al Holocausto: ‘Ya ha sucedido una vez, por tanto puede volver a suceder’".

"Esperamos que LA CASA DE LA ESPERANZA sirva para recordar a la gente: no hagas la vista gorda con respecto a lo que está pasando hoy día en el mundo".

Diane Ackerman califica los actos de Jan y Antonina de "heroísmo compasivo. Jan fue muy valiente de una forma más tradicional. Pero Antonina representa la clase de heroísmo que se produce a diario en nuestro mundo, aunque no nos enteremos en la mayoría de los casos; los medios de comunicación tienden a destacar a los héroes de naturaleza más bien violenta, y más llenos de odio que de amabilidad. Esas historias nos inquietan y prestamos atención a esas personas fuera de lo común, pero, ¿por qué no mostramos con la misma frecuencia el lado bueno de la naturaleza humana?".

"Antonina hizo lo que hizo con una enorme generosidad de espíritu, así como un gran ingenio y un temple de hierro. Era una mujer con una empatía tremenda, que llevó a cabo actos radicales de compasión".

Teresa Żabińska recuerda: "Mis padres opinaban que un ser humano decente debía comportarse de manera decente. Esa era su creencia natural".

"No es cierto que mi madre no tuviera miedo. Siempre hablaba de ello después, cuánto miedo pasó. Pero, en situaciones peligrosas, sabía intuitivamente e instintivamente cómo actuar y qué hacer".

Diane Miller Levin agrega: "Antonina y Jan se dieron cuenta de que podían salvar muchas vidas. Aún así, no creo que ellos se vieran ni mucho menos como héroes, sino más bien como gente que hacía lo que tenía que hacer".

"Ha sido un privilegio trabajar en una película que hace frente al odio. Espero que la gente vea LA CASA DE LA ESPERANZA y se pregunte: ‘¿Qué habría hecho yo?’, y luego encuentre la mejor versión de sí mismo para el mundo actual. Nunca es tarde para un acto de compasión y nunca es tarde para actuar; una persona puede marcar la diferencia en el mundo".

Kim Zubick agrega: "Por eso esta historia es tan importante en la actualidad; cuenta una historia de gente corriente. La pareja de cuidadores del zoo no estaban especialmente mejor preparados que cualquier otra persona. Pero se aferraron firmemente a su humanidad".

Angela Workman opina: "Todos somos humanos, pero a veces los refugiados se perciben como ‘los otros’, y por esa razón los tememos. Pero podemos elegir verlos de forma distinta. Podemos elegir ayudar a alguien a quien no conocemos, o creemos no conocer, si vemos que son humanos, como nosotros, y están necesitados".

Al haber transformado ya antes historias reales en filmes, Niki Caro señala: "Me tomo muy en serio la responsabilidad de trasladar al cine las vidas de personas reales, y con una historia sobre el Holocausto, más aún, porque hay muchísimas vidas a las que rendir homenaje. Me siento humilde ante ella y honrada de poder plasmarla en una película".

"No es posible mantenerse fiel a todos los hechos, pero intento ser espiritualmente fiel al material y a los temas. Aquí era, y es, el heroísmo en su más pura esencia. Cualquiera, en cualquier lugar, que quiera sentirse inspirado para hacer algo bueno en su vida, puede tomar esa iniciativa de este cuidador de zoo y su mujer".