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  Las confesiones  (Le confessioni)
  Dirigida por Roberto Andò
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Protagonizada por el actor italiano TONI SERVILLO (La Gran Belleza, Oscar a la Mejor Película Extranjera en 2014) y dirigida por Roberto Andò (Viva la libertad). Acompañan a Servillo en el reparto, Daniel Auteil y Connie Nielsen.


Entrevista con Roberto Andò

P: Esta película funciona a dos niveles: uno es realista y tangible y se asemeja al modelo de las cumbres internacionales, y el otro, el enrarecido, casi metafísico, está protagonizado por personajes aislados y que están casi ocultos al mundo. ¿Podríamos pensar que esta duplicidad es la esencia del poder, físico y agresivo por un lado y oculto y astuto por otro?

R: En esta película he intentado atenerme a la verdad y en paralelo, recrear la figura solemne del monje, un hombre del que desconocemos tanto el origen como el destino. Quise rodar en un hotel de Heiligendamm, en Alemania, porque buscaba un realismo que pudiera reflejar el aspecto íntimo y esquivo del poder. Encontré un lugar en el que lo exterior y lo interior podían entremezclarse. Es un lugar que se caracteriza por un ambiente de suspense, donde podría estar sucediendo algo decisivo a nivel moral. El secreto y la ocultación son las piedras angulares del poder. Un poder que se aísla, que no se comunica, que resulta casi metafísico. De hecho, en la película hay dos ideas enfrentadas. Una es la indescriptible arbitrariedad del poder económico y la otra nos dice que salvaguardar un secreto es un derecho para conservar la libertad humana, un lugar donde ser absolutamente libre: la morada de la conciencia. En este sentido, la confesión es un sacramento muy valioso para la Iglesia ya que protege la dignidad de las personas, su santidad. A pesar de esto, el cristianismo no es una religión que se base en el secreto. "Hablé con claridad al mundo", dice Jesús, "nunca hablé en secreto, siempre lo hice en público, ante de la gente". Una gran enseñanza.


P: Has sido director, y con frecuencia también guionista, de películas, obras teatrales, óperas y recitales. Sin olvidarnos de la literatura con la novela "Il trono vuoto" (El trono vacío), en la que basaste tu película "Viva la Libertad" hace dos años. ¿Cómo te las arreglas para saltar, tanto física como mentalmente, de un proyecto a otro? Porque además a veces lo haces de forma paralela. ¿Cómo combinas esos dos mundos "cercanos y distantes a la vez"?

R: Puede que parezca una perversión, pero creo que lo consigo integrando y no separando. Siempre he mezclado géneros y temas que me han fascinado y me han seducido. Pero en la actualidad me interesa sobre todo el cine y la literatura. Me interesa la forma en la que estos dos lenguajes experimentan cambios continuos, pero aun así se mantienen fieles a sí mismos. También me interesa la televisión, el desafío del mundo de las series, la posibilidad que ofrecen de crear mundos y épocas nuevas, otros "escenarios". En lo que se refiere al teatro y a la ópera, necesito encontrar un proyecto que se aleje de la repetición y el aburrimiento. Pero si tienes la oportunidad de ver o hacer una gran obra de teatro, una gran ópera, la recompensa es inmensa.


P: Está claro que la música ocupa un lugar fundamental en tu carrera artística. En las bandas originales de tus películas sueles mezclar con bastante libertad la música clásica, la contemporánea y el pop sofisticado como por ejemplo el de Radiohead. La banda sonora de esta película parece clásica y bastante "discreta", como si quisieras acentuar el suspense, los silencios en los que flotan los personajes. ¿Cómo fue el proceso de elegir la música?

R: La elegancia con la que Nicola Piovani abordó esta película y la sensibilidad con la que imaginó la música que encajaba con Salus y con las situaciones en las que se ve envuelto son absolutamente maravillosas. Ha sabido encontrar una dimensión que está entre el thriller y el silencio. No es una banda sonora de género sino una banda sonora que comunica tensión, un suspense típico de un misterio que es sobre todo moral. Las únicas piezas clásicas que he utilizado en esta película son de Schubert, un compositor que me gusta mucho, un artista que representa muy bien la confusión que yo quería expresar. El "Winsterreise" (Viaje de invierno), una de sus obras maestras, es una ópera compuesta de 24 lieder para piano y barítono que ya se mencionaba en el guión. Es una ópera por la que siento un cariño especial. La puse en escena en el "Maggio Musicale Fiorentino" que interpretaron Ian Bostridge y Julius Drake. En la película, el lieder nº24 del Winterreise se mezcla con la música compuesta por Piovani que sugiere la deriva de un alma y, al mismo tiempo, el naufragio de cierta idea de Europa. Una idea que Schubert había predicho con gran precisión en su obra maestra. También hay una canción pop de Lou Reed, Walking on the Wild Side, que data de 1972, un manifiesto para toda una generación y que los ministros cantan juntos en una escena de la película.


P: En tus películas has dirigido a famosos actores extranjeros, sobre todo franceses e ingleses. En este caso, aparte de los italianos Servillo y Favino, has contado con un reparto internacional de lujo con actores canadienses, franceses, alemanes, daneses, ingleses, japoneses y norteamericanos. ¿Qué técnica utilizas para mezclar y crear empatía en actores con lenguas maternas diferentes?

R: En esta película contamos con un elenco extraordinario. A todos les entusiasmó participar en el proyecto y trabajaron con una extraordinaria generosidad y dedicación. Compartieron el mismo hotel durante el rodaje así que fue fácil crear un ambiente de armonía en el grupo. En general, prefiero hablar con los actores antes del rodaje. Lo hago en el set sólo cuando es necesario recrear una atmósfera con una tensión especial. En esos casos, me comporto como si estuviéramos en un ensayo, analizando la fisonomía de cada personaje y sus conflictos. En esta película, la historia está relacionada con los usos y costumbres de una tribu política que acude a las cumbres internacionales. Así que además de un reparto cosmopolita, se narran los dilemas y contradicciones de una situación particular de la historia del mundo. En medio de una Europa que se pierde a sí misma en los decimales, pero que es incapaz de encontrar su propia alma.

Los grandes protagonistas son dos actores y amigos con los que ya he trabajado, Toni Servillo y Daniel Auteuil. Siempre vale la pena escribir una película para dos actores como ellos, y además estaban deseando trabajar juntos. Toni Servillo no sólo es un gran actor. Para mí, es sobre todo un viejo amigo con una sensibilidad, unos puntos de vista y unos gustos muy parecidos a los míos. Es una persona, un artista con la que comparto muchas cosas. Las Confesiones surgió como una apuesta que hicimos Toni y yo mientras paseábamos por los bulevares de París. A partir de ese momento, Toni siguió de cerca todas las etapas creativas de la película, desde la primera idea hasta la última redacción del guión. Ha sido un apasionado defensor del proyecto. De hecho, se metió en la piel de Salus antes de interpretar al personaje.


P: ¿Cómo surgió el personaje del monje?

R: Salus es un visitante, un hombre del que no sabemos nada y que, por casualidad o necesidad, entra en contacto con el poder, con las certezas del poder. Se sumerge en un secreto que está en la base del poder. Es un personaje que puede poner en peligro esas certezas con su silencio. Para dar voz a este personaje, Angelo Pasquini, Toni Servillo y yo leímos muchas biografías de personas que habían elegido convertirse en monjes para sumergirse en un silencio hermético. Personas que, tras obtener grandes éxitos laborales en el mundo exterior, decidieron dedicarse en cuerpo y alma a la meditación y a la oración. Yo diría que Salus es un personaje nacido del silencio.


P: Entonces, ¿quiénes son Roberto Salus y Daniel Roché?

R: Podríamos decir que el protagonista de mi película pertenece, como el Jesús del que habló Dostoievski, al grupo de los agitadores. "Nos diste derecho de atar y desatar y ahora no puedes quitarnos ese derecho. ¿Por qué vienes a estorbarnos?", pregunta el Gran Inquisidor a Jesús en la novela Los Hermanos Karamazov. Siempre hubo agitadores, tanto fuera como dentro de la Iglesia. Los cartujos, la orden a la que pertenece Salus, son muy pocos en el mundo, menos de 200; eligen consagrar su vida a la intensidad, persiguiéndola a través de la oración, el silencio, la soledad y la pobreza. Son personas que utilizan una energía especial y la hacen realidad en sus cuerpos y sus acciones. En general, los monjes representan una espiritualidad que no encaja con las normas. Me parecía importante que en ese hotel, una especie de terminal de la Historia de Europa, los amos del mundo se enfrentaran a un hombre que, no sólo no tiene nada, sino que ni siquiera cree ser dueño de su propia vida.

Se puede decir que Roché, el antagonista que interpreta Daniel Auteuil, es un maestro que mueve los hilos del destino de un reino impenetrable y oscuro, el de la economía. El símbolo de culto testigo de su ocaso es el de un poder que ha empezado a navegar sin orden ni concierto. Partí de una premisa que suele ignorarse: la economía, en su estructura actual, es una teología más que una ciencia. Sobre todo hoy, cuando la crisis pone en cuestión su propia doctrina, después de ver destruido su papel de oráculo y de los muchos fracasos acontecidos en los últimos años. Pero la película no es en absoluto ideológica. Se interna de forma elegante en una zona en la que todas las certezas comienzan a volverse evanescentes, y las palabras quieren ocultar las ideas en vez de revelarlas. Hay muchas preguntas y ninguna respuesta. Hay una idea precisa de cine y de thriller, de Hitchcock a Polanski.


Las confesiones musicales de Nicola Piovani
La banda sonora de Las Confesiones se ha grabado con un método tradicional, es decir, con la orquesta tocando en directo mientras los ojos del cineasta y del director de orquesta visualizan las secuencias de la película. Hasta hace pocos años, este método era una etapa casi obligada. De hecho, no había tecnologías que pudieran manipular demasiado la música después de la grabación, y las pistas se montaban casi tal y como salían del estudio de grabación. Pero en mi opinión, este antiguo método es uno de los más fiables porque deja que la música -el compositor, el director de orquesta, los músicos- siga lentamente la narración, el ritmo, el control, adaptándose de esta forma al espíritu de la película. Es un método más caro que los métodos modernos, pero nos ha permitido contar esta película también a través de la música, con una flexibilidad modular que sólo puede ofrecer una orquesta en directo. Por esta razón doy gracias a los productores por haber invertido, sin poner objeciones, en esta banda sonora original. Y deseo expresar mi especial agradecimiento al montador Piero Colasanti que, antes de su fallecimiento, contribuyó de forma tan generosa a la realización de la banda sonora original de Las Confesiones, y a quien dedico todo mi trabajo.


Roberto Andò (Director y guionista)
Roberto Andò nació en 1959 en Palermo. Escritor, guionista, director de cine y de teatro. Su formación tiene sus raíces en la literatura y en el cine. Establece relaciones profesionales y de amistad con Leonardo Sciascia, Francesco Rosi, Federico Fellini, Michael Cimino, Harold Pinter o Francis Ford Coppola. Debuta como director en el teatro en 1986 con un espectáculo basado en un texto inédito de Italo Calvino, "La foresta-radice-labirinto" (El bosque-raíz-laberinto). Su primer largometraje, "El manuscrito del Príncipe", producido por Giuseppe Tornatore y dedicado a los últimos años de la vida de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, se exhibió en varios festivales internacionales y ganó importantes premios.

Desde entonces, alterna la actividad cinematográfica con la dirección de numerosas óperas (17 hasta la fecha, entre las que se encuentran "La flauta mágica" de Mozart, "Tancredi" de Rossini, "El holandés errante" de Wagner, "Cavalleria Rusticana" de Mascagni, "Oedipus Rex" de Stravinsky, "Die Winterreise" de Schubert) y piezas teatrales como "Historias del señor Keuner" de Brecht, "La notte delle lucciole" de Leonardo Sciascia, "Un dios salvaje" de Reza, "Proprio vienen se nulla fosse avvenuto" por Ortese, "Shylock" de Shakespeare, ésta última realizada con Moni Ovadia. En 2002, el Centro Experimental de Cinematografía le confía la realización de un documental sobre Francesco Rosi, "Il cineasta e il labirinto", para celebrar los 80 años del gran director napolitano. Vuelve a dirigir cine con "Sotto falso nome", presentada en 2004 para clausurar la Semana de la Crítica en el Festival de Cannes. En 2006, durante el Festival de Cine Internacional de Roma Andò presenta "Viaggio segreto", basada en la novela "El Reconstruccionista" de Josephine Hart. En 2008 publicó "Diario sin fechas", una novela-ensayo dedicada a Palermo.

Su película "Viva la libertad", que recibió importantes premios nacionales e internacionales, se basa en su novela "Il trono Vuoto" publicada por Bompiani, ganadora del Premio Campiello Opera Prima y del Premio Vittorini Opera Prima. "Minetti, retrato del artista viejo", de Thomas Bernhard, protagonizada por Roberto Herlitzka, es su obra más reciente. Es director del Centro Experimental de Cinematografía de Palermo, dedicado a la creación de documentales de arte y ensayo.

PELÍCULAS
2016 - Las Confesiones
2013 - Viva la libertad
2006 - Viaggio segreto
2004 - Sotto falso nome
2000 - Il cineasta e il labirinto (documental)
- El manuscrito del Príncipe
1998 - Ritratto di Harold Pinter
1996 - Per Webern - Vivere è difendere una forma (documental)
1995 - Diario sin fechas
1994 - Robert Wilson/Memory Loss (documental)