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  Una bolsa de canicas  (Un sac de billes)
  Dirigida por Christian Duguay
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Adaptación del best-seller de Joseph Joffo que narra la huida de unos hermanos judíos a través de Francia durante la ocupación alemana, en plena Segunda Guerra Mundial.

UNA BOLSA DE CANICAS está dirigida por Christian Duguay ("Jappeloup. De padre a hijo", "Scanners II: El nuevo orden") y está protagonizada por dos jóvenes actores debutantes Batyste Fleurial y Dorian Le Clech, acompañados por un reparto de veteranos actores franceses de la talla de Patrick Bruel ("Cena de Amigos", El nombre"), Elza Zylberstein ("Hace mucho que te quiero") y Christian Clavier ("Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho").

UNA BOLSA DE CANICAS supone una ambiciosa adaptación del libro homónimo del autor francés Joseph Joffo. La novela, que supuso todo un fenómeno editorial en los años setenta en Francia y se tradujo a dieciocho idiomas, nos narra la historia de Maurice y Joseph, dos hermanos judíos obligados a atravesar en solitario la Francia ocupada para escapar del nazismo.


Entrevista con Christian Duguay

P: ¿CÓMO EMPEZÓ ESTA AVENTURA PARA USTED?

R: Primeramente, tuve un encuentro muy agradable con Nicolas Duval, Laurent Zeitoun y Yann Zenou de Quad; querían verme porque les había encantado Jappeloup: de padre a hijo. A los tres apasiona el cine y conocen los complejos engranajes de este oficio. Me hace feliz encontrar gente que ha reflexionado profundamente lo que va desde la escritura del guión hasta el rodaje.

Cuando me preguntaron si conocía "Una bolsa de canicas", de Joseph Joffo, tuve que admitir que jamás había leído el libro. La verdad es que éste es poco conocido en Quebec. Al descubrirlo, me impactó la tenacidad, la convicción y la fuerza de esta historia llena de esperanza. Es una epopeya luminosa narrada desde el punto de vista de los niños, acerca del mundo que los rodea y sobre la manera en que la realidad los atrapa. La historia es de gran envergadura, pero sobre todo tan desafortunadamente universal que se hace imposible no ver en ella la realidad reflejada, el sufrimiento y, si, a veces los momentos felices de las gentes que se desplazan actualmente por el globo.


P: ¿CÓMO FUE SU ENCUENTRO CON JOSEPH JOFFO?

R: Con Joseph hablamos sobre todo de su padre: en su voz he comprendido lo que hay en las entrañas del libro. La obra, tornada mi libro de cabecera, y cuanto me contó Joffo me permitieron entrever el nexo de unión entre Joseph y mi cine; es posible hallar el mito del padre en todas mis películas. La figura paternal, para mí, es de naturaleza divina, aporta seguridad. Contrariamente, en el libro se evoca al padre pero no resulta la columna vertebral del relato.


P: ¿EN QUÉ DIRECCIÓN PENSABA ORIENTAR LA ADAPTACIÓN?

R: El libro está en primera persona, pero se escribió treinta años después de los hechos. Por el contrario, la película expone constantemente el punto de vista de un niño sin la perspectiva del narrador del libro. Se trata de un relato iniciático en el curso del cual los infantes experimentan acontecimientos tan increíbles que cuando Jo retorna a París, casi dos años más tarde, ya no es el mismo.


P: EXPLÍQUEME LA ESCRITURA DEL GUIÓN.

R: Leí el libro y quise partir de cero al escribir el guión. Hallé inmediatamente cómo abordarlo y recurrí a un guionista francés que vive en Quebec, Benoît Guichard, con quien he coescrito varios de mis proyectos; con gran rapidez y naturalidad surgió la secuenciación: la trama del film. Desde aquel momento, tuvo que montarse un equipo. Laurent Sivot, el director de producción, intercedió para que conociera al diseñador de producción Franck Schwartz y la primera ayudante de dirección Laure Prévost.

Si la película es una realidad, es gracias al concurso de toda esta gente que me ha seguido y que nunca se ha venido abajo ante la presión. Teníamos la trama de la película, Benoît estaba a mi lado, escribíamos al tiempo que se buscaba las localizaciones y el reparto y se activaba los preparativos, una aventura que se revelaba ardua. Era necesario identificar los lugares más importantes de los niños, en un contexto histórico preciso al tiempo que había que pegarse a la narración del libro. Por ejemplo, el Paseo de los Ingleses, culminación de la trayectoria de nuestros dos jóvenes protagonistas. Y en lo referente al final del film –que no revelaré–, lo escribí en medio del rodaje. Jamás lo habría podido escribir sin haber sido testigo de cuanto se construía entre los dos niños.


P: USTED CONOCE LA ÉPOCA DADO QUE HA REALIZADO UN FILM SOBRE HITLER. PESE A ELLO, ¿HA SENTIDO LA NECESIDAD DE DOCUMENTARSE SOBRE EL PERIODO?

R: Efectivamente, hice un trabajo tremendo para Hitler: el reinado del mal, conocía el contexto político, pero me fascinaba la ocupación alemana en Francia. Me fascinan el machismo político y el reparto entre los que bajan la cabeza y los que se rebelan. Tal como lo entiendo, era preciso sentir la Historia a través de los escenarios. Por ejemplo, en la parte de Niza, cuando vemos a los italianos abandonar Francia precipitadamente, comprendemos que los Aliados han desembarcado. Son este tipo de detalles los que nos permiten no ser demasiado explicativos. Una vez más, es la universalidad de esta historia la que ha conmovido tanto al mundo desde la aparición del libro. Se han visto tantos largos de esta época, que lo que hoy cuenta es la idoneidad de las emociones, las mismas hoy en día por más que el decorado haya cambiado.


P: LOS ESCENARIOS RESULTAN MUY PRECISOS.

R: Como ya he dicho, conocí a un diseñador de producción formidable, Franck Schwartz. No me convenció tanto su recorrido como su capacidad para escuchar, su calma y la manera de funcionar. Comprendió que queríamos hacer una película histórica sin demorarnos obstinadamente en el contexto.

En Niza, rodamos en un apartamento muy pequeño, que complicaba lo referido a decorados, vestuario, maquillaje, etc… Pero ya llevábamos dos tercios del rodaje, y teníamos un equipo increíblemente compenetrado: formidable ejemplo de la absoluta confianza que me otorgaron actores y técnicos.


P: HÁBLEME DE LA AUDICIÓN PARA LOS PAPELES INFANTILES.

R: Tuve la fortuna de trabajar con Valérie Espagne, una formidable directora de reparto. Procuró más de un millar de niños, y entre éstos quedé seducido por Dorian Le Clech (Joseph) y Batyste Fleurial (Maurice). Por fortuna, se produjo un pequeño milagro entre ellos dos.

Dorian tiene chispa en la mirada. Por ejemplo, para la escena de la bofetada, le di la réplica, y las emociones emergieron con naturalidad. De súbito, comprendió lo que buscaba en su papel y se ciñó a mis directrices y al espacio en el que había de interpretar. Era necesario que viviera las escenas. Batyste tenía menos experiencia que Dorian, pero supo trabajar con rigor para entrar en la piel del personaje. Tiene un fuego interior que aprecio mucho y se mostró muy atento. Le mostré lo que era el arco de un personaje sin intelectualizar demasiado el papel: quería que pudiera sentir su texto y que se sumergiera en el detalle de la interpretación proveyéndola de la perspectiva de la escena en su totalidad.


P: ¿CÓMO LOS HA DIRIGIDO?

R: Todas las noches trabajaba con ellos las escenas del día siguiente para marcar adecuadamente la evolución de sus personajes. Era necesario tener de su parte una confianza plena. También tuve considerable ayuda de Amour, la coach de los niños, que estuvo maravillosamente atenta a mis demandas. Ella quería que el texto fuera natural, nada interpretado. Les hacía hablar de sus respectivos papeles y recitar en todos los sentidos, para que el texto emanara con naturalidad y fuera experimentado. Y en un momento dado, les decía «olvidaos del texto e inspiraos en quien tenéis delante». A menudo, los actores profesionales se quedan centrados en sus diálogos y no toman en consideración a su compañero. No fue en absoluto el caso de Dorian o Batyste.


P: ¿PENSÓ EN SEGUIDA EN PATRICK BRUEL Y ELSA ZYLBERSTEIN PARA ENCARNAR A LOS PADRES?

R: Patrick se hizo una evidencia en pleno proceso de escritura. Esperaba la ocasión idónea para proponérselo. Patrick había leído un primer esbozo del guión y quedó prendado. Nos tuvimos confianza rápidamente y se mostró extraordinariamente generoso. Le mostré las escenas con Dorian, quedó atónito: creo que se proyectó en sus propias películas. Hablamos de nuestros hijos, del libro, de Un secret, de Claude Miller, y de mi percepción del papel. Y su encuentro con Dorian fue magnífico.

Al comienzo, temía que Elsa fuera demasiado joven para el papel. Pero pensándolo mejor, tomé consciencia de que en la época las mujeres eran madres muy jóvenes: no es sorprendente pues que tenga chicos en la veintena. Quería que asumiera su papel de madre y ha sido formidable.


P: HAY TODA UNA SERIE DE PAPELES SECUNDARIOS MAGNÍFICOS: EL DOCTOR ROSEN, EL LIBRERO COLLABO, EL RESISTENTE, ETC.

R: Para mí, es como en el cine de Claude Berri y las interpretaciones de Pagnol. Vengo de esa tradición y me habitan imágenes de la literatura. Por otro lado, para los papeles secundarios tenía la impresión de estar guiado por el libro y es extraño.

Bernard Campan encarna al librero Collabo, un personaje poco vistoso pero que tiene un discurso glacial sin volcarse demasiado hacia lo teatral. Sobre todo quedó seducido por este universo y por la razón por la que quería rodar esta adaptación.

Christian Clavier, que interpreta al médico, constató que podía ofrecer toda una tonalidad a su personaje, con todo y tratarse de un papel pequeño de sólo dos días de rodaje. En el plató, lo empujé un poco, y comprendió el trabajo que quería hacer con Dorian. A menudo, le pedía llevara el niño a su espacio interpretativo, y a cada toma aportaba la misma intensidad y precisión.

Con Kev Adams, que encarna al resistente, ¡fueron tres días de rodaje memorables! Sabíamos de su energía, de su burbujeo y de su humor desbordante de inteligencia. Cuando se deja pillar y se sacrifica es un momento muy intenso de la película, Kev comprendió de inmediato que lo llevaría a un registro fuera de lo común, hacia una energía particular, sin teorizar demasiado. Yo quería que la secuencia palpitara vida. Me siguió, se dejó ir, y su aporte deja una marca importante en el relato.


P: ¿CUÁLES HAN SIDO SUS PREFERENCIAS DE PUESTA EN ESCENA?

R: He privilegiado el uso de Steadicam para poder dejarme guiar por los desplazamientos de los actores. Pues es la interpretación de los actores lo que dicta el movimiento y no que los actores tengan que adaptarse a un movimiento prefigurado. Pero no quería que fueran conscientes. Así que se ha creado todo para posibilitarme la mayor flexibilidad de juego. Con el atrezzista y la script, antes de llevar a los actores al lugar, quería que se comprendiera el universo en el que estábamos pero sin desvelarlo. Y entonces aquí están los accesorios y una serie de ínfimos detalles que dan a los actores la posibilidad de materializar su tensión: es una vaso de agua lleno a rebosar, una mano que tiembla, o el modo en que un oficial alemán unta el pan en el huevo. No son motivos estéticos los que imponen estas elecciones, éstas están para llevar a los actores al clima emocional de la escena.


P: ¿Y LA FOTOGRAFÍA DEL FILM?

R: Tras Belle et Sebastian, l’aventure continue, he vuelto a trabajar con Christophe Graillot, que es un director de fotografía formidable: sabe que soy intuitivo en lo referente al encuadre, y es consciente de que debe ofrecer una imagen bella y contrastada. Dado que mi cámara es particularmente móvil, es imperativo procurar adaptar la técnica a los desplazamientos de los actores y a los movimientos del aparato, como en los instantes imprevistos captados en vivo.


P: EN OCASIONES, USTED ESTÁ LO MÁS CERCA POSIBLE DE LOS ACTORES.

R: Si, en los momentos más traumáticos de la película quería estar en los detalles. Por ejemplo, para la escena del tren he rodado con un objetivo macro para ser lo más sofocante posible y centrarme en dos o tres detalles concretos. Una lente cerca de los actores es la que deja una perspectiva y ofrece un punto de vista opresivo.


P: LA MUSICA LA FIRMA ARMAND AMAR.

R: Es mi segundo largo con él tras Belle et Sebastian, l’aventure continue. Sabe cómo la música se inscribe para acompañar la dramaturgia y dar una nueva emoción a la película. Su generosidad y franqueza han sido absolutas. Hemos tenido un verdadero diálogo para crear los temas musicales. Antes había que instalar específicamente un tema para Elsa Zylberstein, a fin de que ésta fuera creíble en su modo de tener el violín y de afinarlo. Además, desde que ella toma el instrumento y los niños la miran, se comprende todo el pasado de la familia. Pues en Un saco de canicas el universo familiar es muy importante: cada vez que los padres de Jo y sus hijos se reencuentran era preciso se percibiera hasta qué punto se sienten bien juntos, y eso llega con la música. Esta escena sólo dura diez segundo, pero se comprende todo.


Entrevista con Joseph Joffo

P: ¿CÓMO VIO LA LUZ EL PROYECTO DE ADAPTACIÓN?

R: Primero tuve un encuentro fabuloso con el productor Jean-Charles Lévy, que me permitió conocer a Nicolas Duval, de Quad. Rápidamente se sintió fascinado por el proyecto.Tras la adaptación de Jacques Doillon de hace más de cuarenta años, quería que se relatara mi verdadera historia. Christian Duguay ha rubricado imágenes de gran autenticidad: creo que mis lectores serán sensible a ellas.


P: ¿SE ENCONTRÓ PRONTO CON CHRISTIAN DUGUAY? ¿CÓMO SE DESARROLLÓ LA CITA?

R: ¡Aquella reunión fue un auténtico placer! Primero me mostró su cinta Jappeloup: de padre a hijo, que me gustó mucho. Luego vi su película sobre Hitler. No se hace un film sobre tal tema por azar. Claramente, me pareció el hombre idóneo, y no me he equivocado.


P: ¿HA SIDO USTED RECEPTIVO A LA MIRADA EXTERNA DE UN CANADIENSE ACERCA DE LOS HECHOS ABORDADOS EN LA PELÍCULA?

R: ¡Es el tercer ojo! Todos tenemos una visión distinta de cuanto aconteció durante la guerra. Christian sobresale, pues ha dado con la medida justa: no se excede en nada, ha sabido permanecer objetivo al tiempo que aporta su punto de vista de autor y realizador.


P: ¿QUÉ OPINA RESPECTO AL PADRE SEGÚN CHRISTIAN DUGUAY?

R: Cuando los niños se reencuentran con el padre, éste le da un cachete a Jo, que queda estupefacto. Mi padre había conocido los pogromos: fue un tipo duro que vivió el Montmartre de antes de la guerra, lo que me hace pensar en el Brooklyn de los años 30 que vemos en Érase una vez en América. Puedo decirle que esto forja el carácter...


P: ¿HA EJERCIDO COMO ASESOR EN EL PLATÓ?

R: Si, en especial para la reproducción de decorados como el local del barbero de Niza que, por cierto, presentaba un aspecto tan realista que al entrar una dama al mismo –a decir verdad un restaurante reconvertido– exclamó: «¡por fin una barbería como Dios manda!» ¡Nos reímos a carcajada tendida!


P: ¿QUÉ LE PARECIERON LOS ACTORES?

R: Al principio, tenía dudas respecto a Patrick Bruel, pero es un actor inmenso y ha encarnado a mi padre de modo extraordinario. Elsa Zylberstein es increíble, y Christian Clavier da vida al Doctor Rosen tan bien que ha hecho que me olvide de su papel de culto Delcojón "el Bribón". ¡Queda dicho!


P: ¿Y LOS NIÑOS?

R: Estuvieron fantásticos tanto en convicción como en determinación. En pleno invierno, antes de la tormenta de Niza, se metieron en el agua sin objeciones. Hablé mucho con ellos: querían saber si todo lo que hay en el libro era cierto. Les dije que incluso mitigo la realidad pues deseaba que el libro apostara por la vida al demostrar que los niños tenían una posibilidad de salvarse: hay que dar esperanza a los que nos leen, mostrarles que se puede sobrevivir con mucho coraje.


P: ¿CÓMO DIRIGÍA CHRISTIAN A LOS NIÑOS?

R: Christian ama su oficio, y su talento está en que escucha a los otros. Ha logrado dirigirlos sin darles la sensación de estar recibiendo órdenes. Así que ellos se avanzaban a sus deseos y se integraron plenamente en la película.


P: ¿QUÉ SINTIÓ LA PRIMERA VEZ QUE VIO LA PELÍCULA?

R: Acababa de montarse y no estaba del todo acabada. Con todo, me estremecí y lloré. Creo que Christian Duguay ha hecho la película de su vida.


P: ¿CREE QUE VIABILIZA UN MENSAJE PARA EL PÚBLICO ACTUAL?

R: En la actualidad, la historia que viví resuena de manera particularmente intensa. Debido al terrorismo, los niños, también ellos, se ven obligados a huir. Igual que nosotros hace 50 años, vuelven a estar en las carreteras, totalmente solos y librados a ellos mismos. Espero que la película haga que nos preguntemos sobre el destino de esos niños y de esas familias rotas.


Entrevista con Elsa Zylberstein y Patrick Bruel

P: ¿CÓMO LLEGARON AL PROYECTO?

EZ: Supe por un amigo que la película se estaba preparando; me dijo que «era un papel para mí». Y el azar quiso que mi agente me pidiera me encontrara con Christian Duguay. Tan pronto como nos vimos, tuve la intuición de que nos entenderíamos: me gustó su energía y su manera de mirarme. Cuando me dijo: «eres demasiado joven, habrá que envejecerte pues se supone que tienes cuatro niños», le respondí «ok, no hay problema». Había visto Jappeloup: de padre a hijo, que me pareció remarcable en cuanto a su dramaturgia. Christian mezclaba con precisión todo lo bueno que hay en el cine americano (el desarrollo de personajes principales y secundarios, la expresión de las emociones, el uso de los flash backs) con la dimensión íntima del cine europeo.

Sabía que sabría narrar la historia de familia de Joseph Joffo con verdadero sentido de lo novelesco y de los personajes intensos.

PB: Eric Tolédano me habló del proyecto. Con bastante prontitud, Laurent Zeitoun y Nicolas Duval, de Quad, me hicieron saber con entusiasmo particularmente notorio que querían participara en la aventura. Dudé un poco; todavía resonaba con fuerza en mí Un secret... ¿no lo había hecho ya…? etc... Luego hablé con Christian Duguay: un encuentro determinante. Más allá de que se trate de un director de cine muy bueno cuyo trabajo conocía, compartí con él ideas acerca de lo que creía fundamental para el éxito de la película: el reparto de los niños. Pues hay muchas películas sobre la Segunda Guerra Mundial, pero muy pocas pasan a través de la mirada infantil, y ahí estaba el envite. Entonces, él me enseñó los ensayos de Dorian para el papel de pequeño Jo en la escena de las bofetadas. Quedé más que impresionado... ¡atónito! Raramente había visto a un actor de aquella calidad. Sí, un niño capaz de interpretar y sobre todo de repetir varias veces esa escena con una autenticidad cada vez renovada.

Sentí que iba a pasar algo con este director y esta película. Y ello se verificaba a lo largo de toda esta aventura.


P: ¿ES UN LIBRO PRESENTE EN SUS RESPECTIVAS INFANCIAS?

EZ: Este libro estaba en la biblioteca de mis padres, y lo había leído en el instituto. Me conmovió y marcó mucho. La familia de mi padre, de origen polaco, llegó a Francia en los años 30, y tuvieron que ocultarse durante la guerra cerca de Lyon.

Así que la historia de Joseph Joffo hizo mella en el recorrido de mi familia. Al leerlo, quedé totalmente conmocionada pues es a través de la mirada de un niño que nos sumergimos en los años 40. Teniendo en cuenta los hechos que acontecen actualmente en Francia, se hace importante hacer películas que tengan una dimensión universal y que atraviesen las épocas. El cine permite transmitir, denunciar, y decir cuanto ya no se dice en la escuela o la familia. Como anécdota, mi padre conocía a los Joffo: ¡se cortaba el cabello en su barbería!

PB: Yo lo había leído y visto la primera película que se realizó desde su publicación. A mi madre le preocupaba mucho... lo mismo que a mi actualmente... me preocupa que mis hijos y todos los otros niños descubran esta historia que no hace sino hablarles de lo mucho que resuena en la actualidad…


P: PATRICK, ¿CÓMO PODRÍA DEFINIR AL PERSONAJE DEL PADRE? SE LE PERCIBE ENDURECIDO Y MARCADO POR EL PESO DE UNA HISTORIA DOLOROSA, AUNQUE TAMBIÉN TIERNO Y AFECTUOSO CON SU FAMILIA...

PB: Es un referente, un hombre bueno, forzosamente atormentado porque va un paso por delante de los otros. Presiente cuanto va a suceder y personalmente ya ha experimentado pruebas terribles: su huida durante los pogromos. Sabe que lo ocurrido puede resurgir y en consecuencia trata de anticiparse. Tiene una capacidad de reacción poco común pero indispensable en aquellos momentos. Para poder guiarlos a distancia, ha hecho falta mucho amor, confianza, y esa relación extraordinaria que mantiene con sus hijos. Los envía hacia la vida: les da las llaves para salvarse. Eso pasa por una prueba muy dolorosa y por consiguiente por esa escena de las bofetadas, muy fuerte e intensa que interpretar. Y asimismo, cuando está en el coche con ellos, se percibe que ha comprendido que él no tiene escapatoria pero que quiere acompañar a sus hijos hasta el final. He tenido la fortuna de encarnar este excelente personaje. Me gusta mucho este personaje que me han permitido hacer Christian, Elsa y los niños.

EZ: Christian transmite mucha humanidad y generosidad. Quiere a sus actores, los mira con benevolencia y les permite sobresalir. No tiene miedo de la emoción. Con él hay confianza.


P: ELSA, ¿CÓMO SE HA METIDO EN LA PIEL DE SU PERSONAJE?

No tengo hijos y por tanto no era evidente asumir este papel. Primero pensé en un look y tuve la idea de cambiar de cabeza dado que se trata de una familia de peluqueros. Me dije que era gente desarraigada, en fuga, y por tanto con inseguridad constante. Lo basé todo en esto. También tienen un auténtico sentido de la familia. En tiempo de guerra, es lo que los une, y no hay nada más importante. Cuando se sobrevive, hay esa urgencia de vivir: incluso cuando son felices, se dicen «puede que sea la última vez». Naturalmente, había con los niños una relación llena de ternura. No tengo muchas escenas, pero hay energía en todas ellas, se trate de tensiones internas o de secuencias felices. En cada registro, tenía que sacar la misma intensidad. He intentado trabajar sobre la pérdida y la angustia omnipresente.


P: ¿CÓMO FUE SU ENCUENTRO CON JOFFO?

EZ: Estaba como loco con la idea de saber que íbamos a rodar la película de su vida…

PB: Parecía muy contento a su paso por el rodaje. Le preocupaba que yo encarnara este papel: era importante para él que la figura paternal de la película fuera fiel a su padre y a cómo era su carácter. Establecimos una bella relación. Es un hombre cálido. Su entusiasmo ha nutrido nuestro trabajo. Pero no olvidaré jamás su emoción al final de la primera proyección y las palabras que tuvo para conmigo. Yo también sentí que había ido mucho más allá de haber encarnado un papel simplemente.

EZ: Su mujer me dijo que la madre interpretaba constantemente el violín en el apartamento familiar. El ambiente era de gran felicidad. Me impregné de todos esos detalles que me ayudaron a construir mi personaje.


P: EL AMOR QUE ESTA PAREJA SE PROFESA, SU RESISTENCIA ANTE LA ADVERSIDAD SON PLENAMENTE CREIBLES…

EZ: La madre y el padre de Joseph Joffo se conocieron muy jóvenes, crecieron juntos. Ella rondaba con seguridad los diecisiete años. Se sabían todo el uno del otro: él leía poemas y ella tocaba el violín. Eran artistas.


P: LA SECUENCIA DE LOS POLICÍAS QUE ENTRAN EN EL APARTAMENTO DE NIZA RESULTA, UNA VEZ MÁS, DE UNA FUERZA ASOMBROSA. ¿CÓMO SE DESARROLLÓ?

PB: Tiene la fuerza del instante en que los papeles dan un vuelco: súbitamente, la infancia desaparece tras la responsabilidad y toda la familia está en alerta. Elsa se muestra muy fuerte en ese momento. Decide acudir en auxilio de su marido, que siente vulnerable y en un momento difícil. Tiene esa mezcla de inconsciencia y de intuición dictada por su historia y su pasado.

EZ: En tanto los policías interrogan a su marido con riesgo de que le arresten, ella decide salir de su escondite para ayudarle a responder a las preguntas y a las indirectas de los oficiales. En esta escena, se percibe su imaginación, su audacia, su inconsciencia. Asume un riesgo increíble. Creo que en momentos de supervivencia uno es capaz de sobreponerse. Cuando se tiene tal sangre fría, se está dispuesto a todo por salvar a la familia.

PB: Es interesante porque no se sabe todavía cuanto pasará durante la guerra... Hay que tomar decisiones rápidas y confiar en el propio instinto...


P: HÁBLENME DE SU RELACIÓN CON LOS NIÑOS.

PB: Una relación muy estrecha... como si fueran mis propios hijos. Y ello, evidentemente, porque casi tienen la misma edad que los dos míos, pero también porque establecí una auténtica proximidad con ellos. Nuestros reencuentros, en cada uno de mis regresos, eran verdaderamente muy agradables.

Dorian saltaba a mi cuello, y Batyste me regalaba una bella sonrisa y un buen abrazo. Ambos me parecieron conmovedores. Los he visto trabajar y repetir: son en verdad muy buenos y los que forjan la película. De inmediato se percibe que no hacen un número. Se adaptan fácilmente a todo. Y su coach, Amour, ha sido formidable.

EZ: Cuando comienzo una película, me impongo ser exigente. Al final de las escenas estoy muy nerviosa, pues me meto en la piel del personaje y experimento las emociones del mismo. Tras las tomas, los niños estaban completamente alterados al verme de este modo, triste. Así que mi energía influía en su interpretación. Cuando me observaban metida en la emoción directa, constataban que mi compromiso era absoluto. Daban lo mejor de sí mismos para estar a la altura de nuestras exigencias como actores más experimentados. Y era formidable. Esta complicidad entre nosotros se estableció con gran naturalidad.


P: ¿HAN REPETIDO MUCHAS TOMAS?

EZ: Trabajamos la preparación muchísimo para obtener las mejores escenas posibles. Christian estaba muy atento. En cada secuencia, procurábamos estar en el tono más adecuado. Una vez que Christian había realizado varias tomas, elegía lo que salvaba para el montaje. Capta el instante.


P: ¿CREEN QUE LA PELÍCULA PUEDE LLEGAR A LAS JÓVENES GENERACIONES?

PB: ¡Es el objetivo! Es un deber a la memoria. Es muy importante que este tipo de película pueda realizarse y sobre todo triunfe. Tanto más cuanto el listón está alto respecto al tema: El pianista, La lista de Schindler, Adiós muchachos, Un secret... Sí, es preciso que las nuevas generaciones sepan de este tramo de nuestra historia para comprender que esto puede repetirse.

EZ: Creo que Un saco de canicas es un bello film popular en el buen sentido del término, como lo son los grandes filmes de Claude Berri como El manantial de la colina. El sentido de lo novelesco puede ayudar a conmover al público y a interesar a los más jóvenes.


P: ¿CÓMO FUE EL RODAJE CON CHRISTIAN DUGUAY ?

PB: Nos hemos compenetrado verdaderamente. El rodaje fue muy intenso. Christian Duguay tiene una sensibilidad a flor de piel y mucha experiencia. Es para él una gran ventaja decidir el encuadre pues así es el primero en visionar su película. Christian sigue su instinto y opta por acabar la escena allá donde su mirada lo lleve: sólo en ese momento decide cortar. Es preciso estar preparado pues puede pasar todo, ¡y eso me encanta! He conocido momentos muy intensos en esta película gracias a nuestra inestimable complicidad.

EZ: Gracias a Patrick, formamos la pareja parental. Y Duguay encuadra como Lelouch: es esencial. He sido muy sensible a ese lado orgánico. Para la escena de la playa, estábamos todos reunidos: es una secuencia muy animada con no pocos movimientos en la que estábamos constantemente instalados en la verdad. Christian quería que hubiera vida y no corta jamás cuando la emoción crece. Hay una gran sensibilidad y algo muy carnal y tierno en su cine. Lo que deviene agradable es que no nos encierra en un encuadre: es más la cámara la que se casa con nosotros.