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  Los archivos del pentágono  (The post)
  Dirigida por Steven Spielberg
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Un drama sobre la insólita colaboración entre Katharine Graham (Streep), la primera mujer editora del periódico The Washington Post, y su motivado director Ben Bradlee (Hanks), en su carrera por alcanzar a The New York Times para poner al descubierto un enorme encubrimiento de secretos del gobierno que abarca tres décadas y cuatro presidentes de los Estados Unidos. Los dos deberán superar sus diferencias y arriesgar sus carreras, y su propia libertad, para sacar a la luz verdades enterradas desde hace tiempo.


Los actores de reparto
"Steven siente verdadera pasión por los actores", afirma la veterana directora de casting Ellen Lewis. "Desde el primer momento, tenía claro que quería a Matthew Rhys para interpretar a Daniel Ellsberg, Bruce Greenwood para Robert McNamara y Sarah Paulson para la Sra. Bradlee, y eso era un gran comienzo". Al final, Spielberg y Lewis acabaron reuniendo a un gran elenco, de más de 20 intérpretes, que incluía a algunos de los actores más interesantes de la actualidad, muchos de los cuales han formado parte del resurgimiento que está viviendo la televisión en estos principios del siglo XXI.

Entre ellos figuran: Alison Brie ("GLOW"), Carrie Coon ("The Leftovers"), David Cross ("Mr. Show"), Bruce Greenwood ("American Crime Story: The People v. O. J. Simpson"), Tracy Letts ("Indignation (Indignación)"), Bob Odenkirk ("Better Call Saul"), Sarah Paulson ("American Crime Story: The People v. O. J. Simpson"), Jesse Plemons ("El puente de los espías"), Matthew Rhys ("The Americans"), Michael Stuhlbarg ("Llámame por tu nombre"), Bradley Whitford ("Déjame salir") y Zach Woods ("Silicon Valley"). También han fichado procedentes de Broadway a la ganadora del premio Tony Jessie Mueller, así como a Stark Sands, Rick Holmes, Pat Healy, Philip Casnoff, John Rue, Jennifer Dundas y Will Denton.

Alison Brie interpreta a la hija mayor de Katharine Graham, Lally, que no tenía más que 23 años durante los acontecimientos recogidos en el filme. A Brie le encantó interpretar a una joven que no duda en cuestionar o censurar a su madre pero también está totalmente entregada a apoyar a una mujer que sabe que está rompiendo moldes en su generación. "Lally, como su madre, es tremendamente inteligente. Tiene unas ideas muy claras y desde luego no se las calla. Tenía una relación muy franca con Kay. Fue muy divertido de interpretar porque pone en entredicho a su madre", explica Brie. "Es la clase de persona que te dice las cosas como las ve, y a veces eso es justo lo que su madre necesita".

Spielberg se alegró de contar con Brie para ese personaje. "La seguí en 'Mad Men' y la vi en 'Mud' y creo que es una actriz extraordinaria, así que fue estupendo poder asignarle el papel de Lally", comenta.

Independientemente de sus lazos, madre e hija tienen que afrontar un importante salto generacional. Seguramente pocas generaciones han estado tan divididas como los padres que se hicieron adultos durante la Gran Depresión y los hijos que lo hicieron en las décadas de los 60 y 70, en las que se produjeron innumerables cambios sociales. "Nos encontramos en pleno movimiento de liberación de la mujer y eso causa discusiones entre Lally y su madre", comenta Brie. "Kay se crió en una familia muy tradicional, pero Lally representa realmente a esa generación más joven que sentía que tenía que hacerse oír mucho más claramente en cuanto a los derechos de las mujeres".

Brie se vio metida directamente en faena en su primer día de rodaje, actuando frente a Streep como Graham, pero recuerda que Streep la tranquilizó al meterse tan completamente en la escena que Brie se quedó embelesada. "Sientes que Meryl está totalmente metida en la piel de esa persona, y que se encuentra viviendo el momento contigo. Cuando la miré a los ojos, podía ver que Kay fluctuaba constantemente entre sentirse segura y sentirse aterrada. Fue algo emocionante de ver".

En cuanto a la compenetración entre Lally y Kay, Streep opina: "Nunca te sientes tan estúpido como cuando estás con tus hijos, porque no te dejan pasar una y siempre te corrigen. Me encanta su relación de madre e hija, porque me parece muy real. Y Alison le aporta mucho sentimiento al papel".

Carrie Coon se incorpora al reparto como la difunta escritora de editoriales del Washington Post Meg Greenfield, conocida por su chispeante ingenio, que además recibió el premio Pulitzer en 1978. Como otra mujer pionera que logró llegar a lo más alto del periodismo en esa época dominada por los hombres, Greenfield congenió con Graham. También escribió una columna de opinión fundamental en 1971, titulada "El conflicto de dos grandes estados: Reflexiones sobre los archivos del Pentágono", que analizaba los argumentos del Tribunal Supremo a favor de la publicación.

A Coon le atraía especialmente el énfasis del guion en la evolución de Graham. "Lo que la hace tan personalmente relevante para mí es que trata sobre una mujer que da lo mejor de sí misma bajo una presión tremenda. Me resultó muy interesante cómo la capacidad de liderazgo de Kay se forjó en este crisol que al mismo tiempo fue un momento tan decisivo de nuestra democracia". En cuanto al vínculo entre Greenfield y Graham, opina: "Creo que se hicieron amigas porque en situaciones así necesitas aliados. Ambas eran mujeres en situaciones en las que en general los hombres son los que tienen el poder".

No fue fácil documentarse sobre Greenfield, que evitaba ser el centro de atención. "Nunca se dedicó a darse bombo", comenta Coon. "Encontré un libro muy fino que escribió titulado 'Washington', que nunca llegó a acabar, y también había una preciosa introducción al libro escrita por Katharine Graham. Además, encontré una entrevista que Meg hizo con Charlie Rose hacia el final de su carrera, después de ganar el Pulitzer". Pero Coon también aprovechó las historias que le contaron los periodistas que trabajaban como asesores de la película, así como el nieto de Graham, Will. "Will me contó algunas historias estupendas sobre cómo Meg lo defendió toda su vida. Tener un contacto personal como ese siempre resulta enriquecedor cuando intentas dar vida a una persona real".

David Cross, el cómico monologuista convertido en actor al que se ha podido ver recientemente en la serie de Netflix "Unbreakable Kimmy Schmidt" (y que ya había trabajado anteriormente con su compañero de reparto Bob Odenkirk en la serie "Mr. Show with Bob and David"), interpreta a otro miembro muy respetado del equipo del Washington Post: el director editorial Howard Simons. Simons, reportero desde la década de 1950, se convertiría más adelante en conservador de la Nieman Foundation for Journalism de la Universidad de Harvard. Simons también es un personaje clave de "Todos los hombres del presidente", interpretado por Martin Balsam en esa película.

Lo que Cross encontró sumamente interesante del guion fue la visión que ofrecía desde dentro de acontecimientos que normalmente solo se ven desde fuera. "Había oído hablar de los archivos del Pentágono, pero no era consciente de lo que pasó en el Washington Post", desvela Cross. "No sabía nada sobre el ascenso de Kay Graham a un puesto de responsabilidad en medio de todo eso".

A Cross también le entusiasmó cómo Hanks se desvivió por congeniar con todo el reparto que interpretaba a la plantilla del Post, reuniendo a las tropas de forma muy similar a como el propio Bradlee habría hecho. "La autenticidad de Tom fue una de las claves para que este rodaje resultara divertido, distendido y tremendamente satisfactorio. Al principio, invitó a todos los que interpretaban a redactores y reporteros a su casa de Nueva York para un gran almuerzo, lo que ayudó a establecer mejores relaciones ante las cámaras. Es la clase de persona que se acuerda del nombre de todo el mundo y pregunta a todos: '¿Cómo estás?'. Nada es fingido".

Otra figura histórica que figura en LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO es uno de los individuos más controvertidos del siglo XX: el general Robert S. McNamara, Secretario de Defensa de los presidentes Kennedy y Johnson, considerado a menudo el arquitecto de la implicación de Estados Unidos en la guerra de Vietnam. McNamara fue directamente responsable de las decisiones que ampliaron la guerra, cuyas consecuencias lo perseguirían hasta su muerte en 2009. Acabaría por hacer pública una disculpa al pueblo estadounidense, diciendo: "Estábamos equivocados, terriblemente equivocados". Fue también McNamara quien encargó inicialmente el estudio sobre la guerra de Vietnam que acabaría convirtiéndose en los archivos del Pentágono. McNamara también consideraba a Graham una querida amiga, lo que no hizo sino complicar aún más la decisión que tenía que tomar.

Se encarga de interpretar el papel Bruce Greenwood, conocido por encarnar a varios presidentes estadounidenses en películas como "13 días", "La búsqueda: El diario secreto" y "Kingsman: El círculo de oro", al 'capitán Pike' en el relanzamiento de las películas de Star Trek y a 'Gil Garcetti' en "American Crime Story: The People v. O. J. Simpson". Greenwood considera que McNamara tenía un defecto fundamental: "Era una fuerza de la naturaleza que no podía no tomar una decisión. Prefería tomar una mala decisión a esperar sin tomar ninguna, y acabó pagando muy caro esa actitud en su vida".

Greenwood encontró fascinante la complicada relación de McNamara con Graham. "Sentían un tremendo respeto mutuo. Bob había sido un gran apoyo para ella tras la muerte de su marido y fue un buen amigo durante la época más dura de su vida", aporta. "Pero Kay también tenía un hijo [Don] que fue a Vietnam y cuando descubrió que McNamara sabía que la guerra no se podía ganar militarmente, creo que no pudo conciliar ese hecho. Su hijo volvió a casa, pero otras decenas de miles no lo lograron, y McNamara sabía en todo momento que Estados Unidos no podía ganar. Tuvo que sentirse traicionada".

A Greenwood no le faltó material de lectura sobre McNamara, y se basó en especial en el libro de Deborah Shapley "Promise and Power: The Life and Times of Robert McNamara". También estudió muchas imágenes filmadas. "Incluso después de terminar el rodaje, seguí estudiando a McNamara, porque todavía quería entenderlo", confiesa Greenwood. "Era un tipo muy complejo".

El marido de Carrie Coon, el dramaturgo ganador del premio Pulitzer y actor Tracy Letts ("Homeland") encarna a otro fuerza fundamental del Post: Frederick "Fritz" Beebe, presidente del consejo de The Washington Post Company en 1971. Beebe, un antiguo abogado de Wall Street que trabajaba para el Post desde 1933, sigue estando considerando en la actualidad como una figura paterna del periódico (falleció a los 59 años de edad en 1973). Graham confiaba plenamente en él y, aunque al principio se muestra reacio ante la idea de publicar los archivos del Pentágono, Beebe dejó en última instancia la decisión en manos de la editora. Letts comenta: "Fritz era una presencia muy importante en la vida de Kay, una presencia paternal y un asesor legal, que además la aceptaba claramente como la encargada de dirigir la empresa".

Como alguien dedicado al arte dramático, Letts disfrutó especialmente observando a Spielberg mientras trabajaba. "Me encanta que venga de la escuela en la que no deja de montar mentalmente la película. No tuvimos que rodar mucho material complementario porque sabe exactamente cómo lo va a montar todo. El hecho de que también sea un hombre encantador y divertido, y un modelo de conducta ejemplar durante el rodaje, que disfruta con el trabajo en equipo, nos permitió a todos dar lo mejor de nosotros mismos".

Bob Odenkirk, famoso por hacer del desmesurado abogado criminalista Saul Goodman en "Breaking Bad" y "Better Call Saul", da un giro dramático con otro personaje real: el difunto Ben Bagdikian, un galardonado periodista que se incorporó a The Washington Post en 1970, y cuya relación anterior con Daniel Ellsberg y la Corporación Rand lo llevaron a conseguir su propia copia de los archivos del Pentágono. Más tarde, Bagdikian se convertiría en el decano de la Facultad de Periodismo de la Universidad de California, Berkeley.

"Ellsberg decidió confiar en que Bagdikian seguiría adelante con la publicación de los documentos y en que haría llegar un segundo juego de los mismos a un congresista, para que los incluyera en el registro del Congreso, que es exactamente lo que pasó", explica Odenkirk. Aunque Bagdikian sabía que podía sufrir graves consecuencias legales, Odenkirk cree que la mayoría de la gente apoyaría su decisión de seguir husmeando e informando. "Creo que la mayoría de los estadounidenses, independientemente de su afiliación política, diría: 'Quiero toda la verdad. Me gustaría tener acceso a todos los hechos sobre lo que hace mi gobierno'. Eso es lo que Ben intentaba hacer".

En cuanto se hizo con el papel, Odenkirk se puso a documentarse, leyó la autobiografía de Bagdikian y vio imágenes filmadas. Profundizó en el vínculo que había entre el reportero y Bradlee, que eran polos opuestos. "Bagdikian escribió que cuando empezó a trabajar como reportero aprendió a encajar. Consideraba que su trabajo consistía en saber escuchar y no mezclar mucho su personalidad en el momento. En contraste, Bradlee tenía una personalidad enorme y disfrutaba de no tener que esconderla para nada".

Trabajar con Hanks ayudó a consolidar ese concepto. "Tom es la bomba. Es verdaderamente la personificación del actor que vive el momento. Su energía está siempre presente y siempre en el momento en el set. Así que al actuar con él, tienes ocasión de interpretar el momento como si fuera nuevo cada vez, que es lo que todo actor quiere más que nada", afirma Odenkirk.

Sarah Paulson, ganadora del Globo de Oro y del Emmy por su interpretación de Marcia Clark en "American Crime Story: The People v. O. J. Simpson", encarna a la mujer de Ben Bradlee, Antoinette "Tony" Bradlee. Querida por su encanto y conocida como una de las anfitrionas sociales más destacadas de Washington D.C. en los 50 y 60 (de la que se decía incluso que se había ganado la admiración de John F. Kennedy), Tony tendría un impacto indeleble en Ben, aunque su matrimonio no duraría. Se divorciarían en 1973, tras lo que Tony regresaría a su pasión por las artes plásticas.

En LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO, es Tony la que ayuda a Ben a entender la difícil posición en que se halla Graham. "Tony intenta apoyar a Ben en un momento muy complicado", explica Paulson. "Pero Tony también es la que finalmente le dice a Ben que tiene que pensar en lo que todo eso le está costando a Kay. Para Ben, un curtido periodista, resultaba fácil decir: 'Esto es lo moralmente correcto'. Pero Tony le muestra que que lo que Kay se juega es muy distinto, especialmente como mujer".

Pese a que Tony Bradlee vivía en una época y un mundo en el que no se esperaba de ella que fuera más que un mero apéndice de su marido, Paulson se centró en su individualidad. "Descubrí al documentarme que era una mujer verdaderamente formidable, y al mismo tiempo con una actitud despreocupada y natural", asegura. "Era una ceramista y no le interesaba lo más mínimo la política. Lo hizo bien, se ponía su vestido e invitaba a gente a sus fiestas, pero no pensaba matarse en la cocina. Tenía su vida".

Uno de los principales alicientes del papel era la oportunidad de trabajar con Hanks. "Creo que lo maravilloso de que Tom interprete a Bradlee es que tras esa dura fachada tienes el gran corazón de Tom, que afecta a cada decisión que toma como actor. Es increíblemente inteligente, pero se deja llevar por su corazón. Incluso cuando interpreta a un hombre que es duro y terco, se deja llevar por sus sentimientos. Como actor, puedes sentirlo en las escenas que haces con él".

Paulson sentía interés por Graham desde hace años, cuando leyó su autobiografía por primera vez. "Resultó una inspiración increíble cuando era joven", recuerda, "comprender que una mujer podía ocupar un puesto de tanto poder. Fue la primera editora de un periódico de ese calibre en toda la historia de nuestro país, a la vez que tenía que cargar con el peso de su historia familiar, sobrevivir como viuda y criar a sus hijos mientras era el centro de atención". Ver a Streep personificar a Graham fue una revelación. "Meryl es en cierto modo un receptáculo. Es permeable. Cualquier cosa que decida hacer se vuelve tangible y real", observa Paulson.

Uno de los mayores retos del casting fue encontrar al actor adecuado para hacer de Daniel Ellsberg. Continúa siendo una figura vista por muchos como un traidor y por otros como un héroe de la transparencia. El Ellsberg real tenía muchos matices. Se graduó por Harvard, era miembro del Cuerpo de Marines de los EE. UU., tenía un doctorado en Económicas y era un oficial del Pentágono que pasó dos años en Vietnam antes de empezar a trabajar para la Corporación Rand, donde contribuyó al estudio que acabaría conociéndose como los archivos del Pentágono, antes de convertirse en informante y hacer públicos los datos de ese mismo estudio.

Se encarga de interpretar el papel Matthew Rhys, especialmente conocido en los últimos años por interpretar a un agente durmiente soviético en la alabada serie de televisión del canal FX "The Americans". Rhys ve a Ellsberg y Graham en caminos similares, cada uno de ellos movido a actuar de manera arriesgada, que posiblemente infrinja la ley, pese a tratarse de ciudadanos respetables. "Ambos se vieron metidos en una situación que les obligó a tomar decisiones enormemente importantes, con graves consecuencias en cuanto a lo que sucedería a grandes cantidades de personas, y también a ellos mismos. Ambos fueron pioneros que se forjaron sobre la marcha", observa.

Rhys cree que Ellsberg ya no podía vivir consigo mismo con las verdades que sabía sobre la guerra. "El extremo al que habían llegado las mentiras al Congreso y, en especial, al pueblo estadounidense le molestaba profundamente. Hay un momento muy sencillo en la película, en el que a Ellsberg le preguntan sobre Vietnam y responde: 'Todo sigue igual'. En otras palabras, se trata de una guerra imposible de ganar y eso no cambió nunca. Tuvo el valor de decirlo y de decir que lo que varios presidentes habían hecho en Vietnam era malo para el país".

Como parte de su preparación para el papel, fue un gran placer para Rhys viajar a California a pasar algo de tiempo con Ellsberg. El actor sabía que no quería tratar de imitar al hombre, pero sí que le sirvió para hacerse una mejor idea de su esencia. "Conocer a Ellsberg fue increíble, porque descubrí que tiene más garra de lo que me había dado cuenta. No esperaba ese torbellino de información y conocimientos enciclopédicos de todas las administraciones desde entonces hasta la actualidad. Es increíblemente inteligente y sin ninguna duda aún hay fuego ardiendo en su interior", observa.

Además, tenía una pregunta importante para Ellsberg: "Le pregunté: 'Durante esa época en la que fuiste objeto de una persecución por parte del FBI, ¿tuviste miedo?' Y me respondió: 'No, porque estaba absolutamente convencido de lo que estaba haciendo'. Y esa me proporcionó una verdadera clave de cómo era. No era un tipo angustiado y presa del pánico escondido en un motel. Estaba seguro de lo que hacía y estaba dispuesto a sacrificarse para que la verdad pudiera prevalecer".

Se encarga de interpretar al director editorial del New York Times, Abe Rosenthal, un ganador del premio Pulitzer que trabajó para el periódico durante 56 años, el actor Michael Stuhlbarg, al que también se ha podido ver este año a las órdenes de Guillermo del Toro en "La forma del agua" (y que ya trabajó con Spielberg en "Lincoln"). Stuhlbarg señala que Rosenthal puso el proceso en marcha al asumir el mayor riesgo de todos. "Por lo que he leído sobre Rosenthal, no tuvo nunca la más mínima duda de que iba a publicar los archivos, pero tenía una gran pelea entre manos con todas las demás personas a las que les preocupaba mucho que eso dañara la reputación del periódico, entre otras cosas", explica.

Rosenthal desde luego conocía a los jefes de The Washington Post, pero tal vez no los viera aún como la competencia. "No creo que Abe viera al Post más que como un pequeño periódico familiar por aquel entonces, y hasta ese momento no habían demostrado necesariamente que fueran nada más que eso", prosigue Stuhlbarg. "Kay Graham y él comían juntos de vez en cuando, porque estaban en el mismo negocio, pero no creo que Abe se sintiera amenazado por ella".

A Stuhlbarg le entusiasmó interpretar a una leyenda del periodismo. "Según tengo entendido, Rosenthal era muy franco y le interesaba el periodismo del más alto nivel. Solo vemos retazos de él, pero fue divertido tratar de reflejar parte de la energía por el que era conocido. Ser reportero era parte de su ADN, y se tomaba sus responsabilidades muy en serio".

El hijo de Rosenthal, el periodista Andy Rosenthal, visitó el set de rodaje de LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO y aportó sus percepciones. Explica el papel que desempeñó su padre: "La decisión de publicar los archivos del Pentágono fue algo muy gordo, porque el Times sabía que iba a tener un impacto tremendo. Estaban seguros de no estar dañando la seguridad nacional porque se trataba de información histórica, no se trataba de estrategia, táctica ni movimientos de tropas. El editor del Times, Arthur Sulzberger, era un marine retirado y la idea de publicar todos esos documentos secretos le ponía sumamente nervioso. Pero sus redactores, encabezados por mi padre, estuvieron convincentes. Al final, decidió hacerlo en contra del consejo de sus abogados. Y el impacto fue instantáneo... En lo que se refiere a nuestra comprensión de lo que había pasado en Vietnam, era increíblemente importante. En lo referente al periodismo, era más importante aún, porque sirvió para establecer unas reglas básicas, aunque todavía sigue habiendo mucha tensión entre ellos".

También recuerda la atmósfera imperante de miedo entre todos los involucrados, incluidas sus familias: "Recuerdo que, aunque no tenía más que 15 años y no sabía todo lo que estaba pasando, mi padre llegaba a casa y hablaba de ello, y siempre tuvimos mucho miedo de que fuera a acabar en prisión".

La atmósfera del set de rodaje encajaba con lo que Rosenthal recordaba de la época, y en especial de la gente involucrada. "Tom Hanks y Meryl Streep han hecho un trabajo excelente ofreciendo la esencia de cómo eran realmente estas dos personas", comenta. "Me dejé llevar por todo ello".

Bradley Whitford, ganador de dos premios Emmy por sus papeles en "El Ala Oeste de la Casa Blanca" y "Transparent", interpreta a uno de los pocos personajes de LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO no basado directamente en una persona real: Arthur Parsons, una amalgama de varias personas que estaban preparando por aquel entonces a The Washington Post para su OPV. En la película, Parsons es quien adopta la postura contraria para proteger el futuro del periódico al no publicar los archivos del Pentágono. Para Parsons, publicarlos sería jugar a la ruleta rusa con el futuro de todos los que trabajan para el periódico.

Whitford explica: "Parsons cree que Graham estaría poniendo en riesgo a todas las personas que trabajan en el Post, así como todas las posibles historias importantes que podrían publicar más adelante. Peor aún, estaría asumiendo ese gran riesgo justo en el momento en el que la empresa intenta llevar a cabo una OPV. Así que Parsons se encuentra en una situación difícil. Necesita que Graham y Bradlee entiendan cuáles son las posibles consecuencias de lo que pretenden hacer, aunque les cueste escucharlo".

Como reflejo de las actitudes preponderantes de la época, Parsons es además un hombre que no se siente especialmente cómodo cuando tiene que tratar con mujeres con poder. Whitford señala: "En 1971, era insólito que alguien como Arthur Parsons tuviera que hacer frente a una mujer que esté al mando y tenga la última palabra, y eso es una actitud muy interesante con la que jugar".

Puede que Parsons sea el antagonista más claro de la película, pero también es su vehemencia en contra de publicar los documentos lo que empuja a Graham a ponerse firme en su postura. "Hay cierta reticencia, dada la procedencia de Kay, a tomar esa decisión, pero eso es parte de lo que hace que funcione tan maravillosamente como heroína de la película", opina Whitford. "Es una heroína a su pesar que, en ese momento, bajo presión, toma la decisión más valiente que una persona pueda tomar".


El mundo de Los archivos del pentágono
El dinamismo de LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO procede no solo de la creciente tensión que sufren sus personajes. Se fragua igualmente a través del ritmo de la película y de su decidida atención a los detalles visuales de su mundo de reporteros e individuos influyentes de la década de 1970 -cada uno de los cuales cuenta su propia parte de la historia. Spielberg trabajó con un equipo de primera, con la mayoría de los cuales lleva colaborando desde hace décadas, para evocar esa atmósfera. Un integrante vital de ese equipo es Janusz Kaminski, su director de fotografía de confianza, y un cineasta de talento por derecho propio (además de haber ganado sendos Óscar por "La lista de Schindler" y "Salvar al soldado Ryan").

"Janusz es un pintor con la luz y la forma que tienen Steven y él de trabajar juntos es maravillosa", opina Pascal. "Una de sus ideas era mostrar que Kay era la única mujer en una habitación llena de hombres y esa historia se cuenta en cada escena".

La pareja también se centró en superficies reflectantes a lo largo de todo el filme. "Esta película trata de reflexionar sobre nuestra historia", explica Krieger, "así que Janusz y Steven trabajaron juntos para resaltar los reflejos, por ejemplo, en el techo de la sala de redacción, o incluso en una cabina telefónica, que se convierten en parte de la narración".

Kaminski y Spielberg optaron por filmar en película de 35 mm, como guiño al cine de los años 70, pero también como forma de darle vida a la riqueza de cada detalle. "Janusz y yo queríamos hacer que la película no pareciera contemporánea, sino rodada a principios de los 70", aporta Spielberg. "Todo era cuestión de la paleta de colores y su temperatura, y de coordinar la iluminación de Janusz con el magnífico vestuario de Ann Roth".

Spielberg además disfrutó con la libertad de rodar un drama centrado en los personajes después de haber filmado una superproducción épica llena de efectos especiales, cambiando los intrincados storyboards que exige un proyecto de ese tipo por un estilo mucho más libre. "En lo referente a dónde colocábamos la cámara, lo decidía casi sobre la marcha, lo que me resultó muy divertido. Me encanta hacer eso cuando puedo", asegura.

Meryl Streep opina: "El aspecto de esta película hace que lo sucede en las oficinas y en las cenas resulte absorbente y tan animado que estás deseando saber qué pasa a continuación. Janusz y Steven están perfectamente compenetrados. Es como si vieran las cosas a través de un solo par de ojos".

La tarea de recrear las oficinas del Washington Post, donde se desarrolla buena parte de la acción, recayó en Rick Carter, el diseñador de producción ganador del Óscar en dos ocasiones, que metió al reparto y al equipo de lleno en el ambiente. "El realismo de ese set era increíble", opina Pascal. "Parecía tener incluso colillas de cigarrillos de 1971. Pero nada estaba exagerado. A veces ves películas de época en las que los detalles se vuelven más importantes que la narración, pero todo lo que hace Rick está siempre al servicio de la película".

Para Spielberg, que estaba tan sumido hasta en los más mínimos detalles de las labores de producción, fue ver las reacciones de los demás lo que realmente le hizo darse cuenta del resultado que habían conseguido. "Recuerdo que invité a un amigo mío que todavía trabaja para The Washington Post, Richard Cohen, a que visitara el rodaje, y se pasó un día por el set, llegó a la sala de redacción, echó un vistazo a su alrededor y al instante se le llenaron los ojos de lágrimas. Dijo: 'Este es el lugar'".

Carter se puso a documentarse para representar una época del mundo editorial completamente distinta a la nuestra, una época en la que no había un solo ordenador en las redacciones de los periódicos, que en su lugar estaban llenas de máquinas de escribir repiqueteando y teléfonos fijos. Aunque los amantes del cine puedan recordar las bulliciosas entrañas de The Washington Post en "Todos los hombres del presidente", Carter no tardaría en descubrir que las oficinas del Post estaban situadas en un edificio completamente distinto con una decoración diferente en 1971, así que tuvo que ponerse a estudiar minuciosamente las escasas fotografías de archivo que aún quedaban de entonces.

"Encontramos unas 10 fotografías que nos sirvieron como orientación, pero no teníamos fotos de todo, así que en parte es una impresión de cómo podría haber sido. Una de las cosas que vimos era que la redacción del Post por aquel entonces era un lugar enorme un transparente", describe. "Estaba completamente abierto, un batiburrillo de escritorios, máquinas de escribir, agendas de contactos, teléfonos, duplicados de historias por todas partes, ceniceros. Me parecía completamente como el fin de una era y el principio de otra, que en cierto modo es de lo que trata la película".

Carter tenía un claro objetivo con su diseño: "Quería crear una sala en la que los actores pudieran sumergirse, de inmediato, en la realidad de una redacción de 1971. Siempre que trabajo con Steven, lo que intento diseñar para él es una especie de mentalidad de plató exterior en el que mire donde mire, pueda sentirse metido en el mundo de la historia".

El primer reto era buscar un lugar adecuado que sirviera como marco de su trabajo. En última instancia, Carter localizó un edificio de oficinas vacío en White Plains, Nueva York, que estaban a punto de convertir en apartamentos de lujo. Justo antes de la renovación, el equipo de rodaje se puso manos a la obra y convirtió esa página en blanco para crear el mundo de LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO. "Nos dio un lugar al que podíamos aportar todos los detalles necesarios", explica Carter.

Para Carter, los despachos particulares formaban parte indeleble de cada personaje. En el centro de la acción se encuentra el eje central desde el que se domina todo: el despacho de Bradlee. "Ben trabaja en un cuarto completamente transparente", aporta Carter. "Es como si fuera el capitán del barco, que controla a todos los demás que trabajan con él. A Tom le gustó mucho poder ver a todos los que se encontraban en la redacción. Y Janusz encontró formas creativas de iluminarlo todo para que el mundo de Bradlee parezca personal pero a la vez también permita captar todo lo que suceda a su alrededor".

Al igual que sus personalidades contrastaban, también lo hacían los despachos de Bradlee y Graham. Carter comenta: "En lugar de estar a la vista de todos como el de Ben, el despacho de Kay estaba escondido en la suite ejecutiva. Teníamos documentación de los reportajes de '60 Minutes' y unas cuantas fotos. Ben y Kay eran muy diferentes, pero un aspecto importante para mí era cómo se complementaban mutuamente, así que los ves unir fuerzas en la redacción. Se dan cuenta de que ciertas cosas que no pueden hacer por sí solos, las pueden hacer mejor si trabajan unidos".

Tom Hanks disfrutó especialmente con las máquinas de escribir de mediados de siglo, ya que el actor siente obsesión por las máquinas de escribir retro. "El sonido que hacen es especialmente fantástico", opina. "Las salas de redacción ya no suenan así. Ese maravilloso ruido blanco de fondo transmite a la perfección la esencia de una sala de redacción de esa época". La redacción parecía tan real que Hanks empezó a vivir en ella. "Me echaba siestas en el sofá que había allí, como solía hacer Ben Bradlee", confiesa. "Rick Carter es un genio creando sets que parecen de verdad, como ese".

Siguiendo las instrucciones de Carter de llenar los decorados con los restos de un periódico de verdad, la jefa de atrezo Diana Burton consiguió encontrar muchos artefactos auténticos, entre ellos una copia palabra por palabra de los archivos del Pentágono, que pudo explorar en persona en Washington, D.C. "Los archivos son una de las estrellas de la película", señala Burton, "así que teníamos que contar con algo cercano a la realidad. Creamos un juego completo: 44 volúmenes, 7700 páginas en total. Fui a los Archivos Nacionales y los tuve en mis manos, así que pude ver en qué clase de papel estaban impresos, de modo que los que creamos eran históricamente correctos".

Otro objeto de atrezo extraordinario por el que Burton removió cielo y tierra hasta encontrarlo fue la fotocopiadora que Daniel Ellsberg utiliza para copiar a hurtadillas los archivos en una agencia publicitaria cercana. "Como si fuera periodista, recurrí a tres fuentes para confirmar cuál fue la máquina exacta que se utilizó, una Xerox 914. Incluso entonces, no fue fácil de encontrar", admite Burton. "Localizamos una en el Museo Xerox de Rochester. Nos la prestaron con una advertencia: no la podíamos enchufar o se quemaría. Así que tuvimos que apañar la luz y la acción del papel saliendo, pero fue un hallazgo espectacular".

Los diseños de Carter y el atrezo de Burton para LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO lograron que aquellos que vivieron esos momentos se sintieran transportados de forma evocadora. "Mi primer día en el set fue casi como una experiencia extracorporal", recuerda el veterano del Post Steve Coll. "Con todos los extras que parecían reporteros de los años 70, todos los teléfonos negros y todo el humo del tabaco flotando en el aire, resultaba muy real. El ansia de este equipo de cineastas por lograr la máxima exactitud posible era impresionante".

El equipo de Carter también recreó el edificio del New York Times alrededor de 1971. Utilizaron el edificio de la General Society of Mechanics and Trades en Exchange Place para falsificar la fachada del Times, así como la sala de redacción secreta en la que Abe Rosenthal editó la primera historia de los archivos del Pentágono. Carter echó un vistazo a los espléndidos globos que flanqueaban la entrada de la General Society y quedó convencido. "Los globos forman parte de la iconografía del Times", afirma Carter. "Emanan luz, lo que es una metáfora perfecta de lo que deberían ser las noticias".

Tras colocar otros cinco globos más en la fachada, pintar el logotipo del Times con su tipografía correspondiente en el cristal opaco y colgar una placa del Times de la pared opuesta, el viejo edificio cobró vida. El resultado fue tan evocador que el New York Times actual incluso publicó un artículo sobre la transformación.

Carter también recorrió las antiguas residencias de Graham y Bradlee en Georgetown para hacerse una idea de su distribución, que recreó en platós cerrados en los estudios Steiner de Brooklyn. Otras localizaciones clave fueron las imprentas del Bronx del New York Post, que hicieron las veces de las imprentas retro del Post, así como el juzgado estatal de Brooklyn y la biblioteca Low de la Universidad de Columbia, que hicieron respectivamente del tribunal federal y del Tribunal Supremo de los Estados Unidos. En el exterior de la biblioteca Low, Spielberg filmó el emblemático momento en que Graham y Bradlee salen del juzgado, donde los jueces acabarían fallando a su favor por 6-3.

La imprenta, equipada con máquinas auténticas de linotipia de la vieja escuela, fue una de las localizaciones favoritas de Streep. "Rick realmente se lució cuando encontró y se trajo toda una serie de imprentas viejas de tipos móviles que ya no existen. Fue emocionante hacer la escena allí con cajistas de verdad. Fue como retroceder en el tiempo. Me produjo escalofríos", asegura.

Un enclave boscoso cercano a White Plains se convirtió en la base de los Marines de la provincia de Hau Nghia, Vietnam, donde el estratega militar Daniel Ellsberg empezó a sentirse desilusionado ante la realidad de la guerra, lo que pondría en marcha sus audaces actos. Spielberg y Kaminski abordaron la secuencia con la intensidad de un equipo que ha recreado batallas tanto de la Primera como de la Segunda Guerra Mundial en la gran pantalla con un realismo vertiginoso.

La diseñadora de vestuario Ann Roth, una leyenda por derecho propio con una carrera de seis décadas que abarca cerca de 200 créditos cinematográficos y teatrales y un Óscar, se documentó de manera igualmente meticulosa sobre cada hilo y botón. "Lo más importante que tuve en cuenta fue que estos personajes son personas reales, así que era posible ver lo que llevaban realmente. Pudimos hacer eso gracias a la gran cantidad de fotografías disponibles", explica Roth.

Krieger opina de la contribución de Roth: "Es una artesana del máximo calibre. Se documenta y descubre cómo usar la ropa para transformar. También colabora de verdad con los actores, para ayudarlos a desaparecer en sus personajes. Estuvo impecable en esta película, con un reparto de personajes muy amplio y diverso".

Roth y su equipo no se limitaron a copiar ciegamente las fotografías existentes, sino que las utilizaron como inspiración, sobre todo a la hora de vestir a Streep como Graham, cuyo estilo recatado no dejaba traslucir a veces sus crecientes dotes de mando. Tras consultar libros como "The Georgetown Set: Friends and Rivals in Cold War Washington", de Gregg Herken, y "Georgetown Ladies Social Club: Power, Passion and Politics in the Nation's Capitol", de C. David Heyman, Roth combinó su documentación con sus sensibilidades artísticas e intuición, colaborando estrechamente con Streep. Los conjuntos que lleva Streep -entre ellos el caftán de la "fiesta de jubilación" de Graham, su traje de la reunión de la junta, el vestido que elige para la bolsa- se basan en la realidad, pero aportan algo más.

Streep reflexiona sobre el trabajo de Roth: "Ann es una diseñadora sencillamente genial. Ni siquiera sabría decirte en cuántas películas he trabajado con ella, remontándonos incluso hasta 'Silkwood'. Para Katharine, contábamos con mucho material de archivo en el que basarnos, pero también hablamos mucho sobre cómo presentarla. Era muy alta, lo que la dotaba de una especie de gracia patricia. Tenía un porte que resultaba intimidante para algunas personas, pese a lo acomplejada que se sentía. Se esforzó mucho para llegar a conseguir esa cualidad característica. Yo soy bajita, así que tuve que exagerar un poco para conseguir eso".

Por lo que respecta a vestir a Hanks, Roth señala que en 1971 Bradlee todavía no vestía con el estilo elegante por el que más tarde sería famoso. "Por aquel entonces aún iba en modo pijo, más bien como en sus días de Harvard. No fue hasta más tarde, después de Watergate, cuando empezó a vestirse más como un caballero inglés", explica la diseñadora.

Krieger agrega: "Creo que Ann tuvo mucho que ver con lo mucho que Tom pudo meterse en la piel de Ben. Sus elecciones de vestuario le proporcionaron parte de esa bravuconería. Caminaba y hablaba de forma diferente cuando llevaba el vestuario que ella le proporcionaba".

En cuanto a la plantilla editorial de Bradlee, Roth contaba con la ventaja de un archivo fotográfico que el periodista ganador del premio Pulitzer Eugene Patterson, uno de los personajes del filme, donó a la Universidad de Emory. "Pudimos ver a toda la plantilla con lo que llevaban exactamente en esa época. Fue una ayuda tremenda para documentarnos sobre la época, de modo que todo fuera lo más realista y auténtico posible, que es exactamente lo que quería Steven", explica Roth.

El reparto agradeció la labor de Roth -y sus conocimientos de la época- e incorporó el vestuario a sus recursos interpretativos. Alison Brie lo resume en los siguientes términos: "Ann es una leyenda vida y creo que todo el mundo durante el rodaje se quedó entusiasmado con ella. No se anda con miramientos y además conoce los 70. No solo eso, sino que algunas de las cosas que yo llevaba era de su propio guardarropa. Llevé un par de zapatos suyos, y quizá incluso un vestido que había sido suyo. Su vestuario no es una aproximación. Se trata de ropa de verdad, y eso supone mucho para un actor".

Una vez terminado el rodaje, el editor Michael Kahn y el compositor John Williams empezaron su labor de montar la estructura final de la historia y fijar su ritmo. En este filme se han cumplido 44 años de colaboración entre Spielberg y Williams, así como su 29º proyecto juntos. "John suele tocar antes en el piano para mí todo lo que piensa interpretar con la orquesta completa. Pero el tiempo en esta película estaba tan justo, que esta ha sido una de las pocas veces en las que he ido a una sesión de grabación de John Williams sin haber oído ni una nota", comenta Spielberg. "Aun así, como es habitual, me ha encantado cada nota. John dotó a la banda sonora de una preciosa contención, pero musicalmente también es tremendamente intensa cuando hace falta".

Antes incluso de eso, cuando el rodaje tocó a su fin, Spielberg pronunció un emotivo discurso que se centró en lo que hacía LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO tan especial para él. "Se trata de un verdadero reparto coral de actores y quiero volver a hacer algo así", dijo Spielberg, a lo que agregó: "Esta ha sido una de las experiencias más satisfactorias de toda mi carrera".

También reconoce que lo que este reparto evocó en la gran pantalla refleja una conversación que va adquiriendo cada vez más fuerza por todos los Estados Unidos. "Nos encontramos en un momento excelente para explorar las virtudes de una prensa libre, para entablar una conversación sincera sobre qué clase de contribuciones puede realizar una prensa con sólidos principios a nuestra democracia", concluye Spielberg.