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  El repostero de Berlín  (The cakemaker)
  Dirigida por Ofir Raul Graizer
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Sección Oficial Festival de Cine de Karlovy Vary 2017. Selección "Culinary Zinema" Festival de Cine de San Sebastián 2017.

Localizado en un melancólico Jerusalén, y basado en una experiencia personal, EL REPOSTERO DE BERLÍN nos habla de personajes que desean dejar de lado su nacionalidad, sexualidad y religión, en una historia llena de amor a las personas, a la vida, a la comida y al cine. EL REPOSTERO DE BERLÍN es mi historia. La película viaja de Berlín a Jerusalén, de este a oeste, del pasado al presente. En este viaje a Israel Thomas, que busca una cura para una pérdida personal, encontrará un conflicto interior religioso, pero también secular. El tema del kosher, la importancia del Shabbat o el lugar que tienen la tradición dentro de la sociedad secular se convierten en una barrera para la absolución de Thomas, le llevan a dudar de cada aspecto de sí mismo y le proporcionan nuevas perspectivas de sus recuerdos amorosos. La cura metafórica a la herida provocada por esa tragedia personal es la repostería. Se convierte en un acto sensual, visual y erótico que me transporta a la infancia y la vida familiar con el aroma de la levadura inundando la casa los viernes por la mañana. Para los judíos la acción de hacer pan tiene un significado especial en recuerdo de la época del hambre. Además el Judaísmo conlleva todo un sistema de reglas para hacer pan que definen lo que está permitido y lo que está prohibido. Thomas y Anat deben desafiar esas reglas y, además, desafiar su entorno para sobreponerse al dolor y a la furia y encontrar el sendero hacia el perdón y la reconciliación.


Entrevista con el director

P: EL REPOSTERO DE BERLÍN es una historia muy íntima pero con un gran mensaje político ¿Por dónde empezaste cuando te proponías escribir el guion?

R: Las ideas para las películas, normalmente, me vienen de un enfado o una frustración personal respecto a un tema político, religioso o social. EL REPOSTERO DE BERLÍN fue para mí una historia muy personal sobre gente corriente en una realidad en la que el aspecto político no les afecta directamente en su día a día pero sí está presente y de alguna manera les acaba salpicando. Esto es algo que conozco por mi propia experiencia: mi padre es muy religioso pero mi madre no, así que crecí en medio de estas dos identidades y están muy presentes en mi vida hasta el día de hoy. Pero no quería que esto fuera por delante ya que lo que realmente es importante en la historia es la tragedia íntima y personal de estas tres personas.

Esta realidad religiosa y política es algo esencial en la vida. Ser judío o secular en Jerusalén o ser alemán en Israel, ser gay o ser gay en una familia religiosa… siempre quise contar una historia sobre gente que no quiere que la definan por su identidad política, sexual o nacional. A esta gente le gustaría decir: “me da igual esta identidad; soy quien soy. Quiero amar a alguien porque necesito estar cerca de esa persona y no porque sea homosexual o heterosexual”.


P: ¿Cómo encontraste a los actores?

R: Hace seis años ya supe que quería trabajar con Sarah Adler y con Zohar Strauss y Sandra Sade, todos ellos actores muy conocidos en Israel. Tenía sus fotos en mi escritorio como inspiración. Me llevó casi ocho años terminar la película y cuando ellos aceptaron participar en ella fue como un sueño hecho realidad. Para el papel de Thomas estuve buscando actores mucho tiempo e incluso tuve dos que encajaban con el papel pero no se sentían cómodos interpretándolo. Hasta que por casualidad, a través de internet, di con Tim Kalkhof, hicimos dos audiciones y se decidió. Tenía buenas vibraciones con él. Era evidente que tenía mucho talento. No es una gran estrella pero seguro que lo va a ser. Verdaderamente comprendió lo que yo estaba buscando.


P: Las partes rodadas en Berlín son muy distintas a las que suceden en Jerusalén desde un punto de vista estilístico y emocional ¿cómo lo hiciste?

R: Cuando Thomas llega a Jerusalén viene de un lugar muy triste y melancólico. Pero al colarse en la vida de Anat es como si ella le diera una nueva oportunidad ya que encuentra un lugar y una familia en la que es bienvenido y en la que le permiten ser creativo y elaborar sus dulces. Es una alternativa a la fría y cuadriculada vida alemana. Además, la forma en que rodamos la película en Alemania estaba mucho más estructurada y utilizamos cámaras y lentes distintas a las utilizadas en Israel, donde todo era mucho más alocado e improvisado.


P: Un aspecto muy interesante en tu película son los planos largos. Podemos incluso intuir cuando la mayor parte de directores cortarían pero tu mantienes el plano uno o dos segundos mas, lo que es crucial para la forma en que percibimos a los personajes en su soledad ¿Por qué lo hiciste así?

R: Me gusta planear las cosas y que los personajes se muevan por donde yo les digo. Pero también me gusta mucho el aspecto documental. Siempre tenía la lucha entre si lo que quería obtener debía ser más comercial o más de autor. Para mí estos planos ofrecían la posibilidad de acercarnos a los personajes de una manera documental aunque estuviesen colocados en un escenario en el que todo estuviera planeado. Era una estrategia para convencerme de no pensar en la película en términos comerciales o de autor. Lo mejor era hacerlo según mi propio instinto. Ese instinto me decía que todo estaba listo así que mejor no parar ni cortar sino tomarnos el tiempo que fuera necesario. En el montaje me encontré con que también teníamos la opción de cortar pero quedaba bien tal y como yo lo tenía en mente. Me siento orgulloso de haber conseguido pelearlo y mantenerlo.


P: Respecto a la paleta de colores utilizada en la película, hay un equilibrio entre un uso realista y un uso estético ¿Cómo fue el trabajo con el director de fotografía?

R: Conocí a Omri Aloni, mi director de fotografía, en la escuela de cine. Hicimos dos cortos juntos y trabajamos en la misma dirección. Quise crear a través de los colores y de otros recursos un cambio en el punto de vista de la película, comenzando con colores que mostraran el romanticismo de la historia de amor del protagonista para después hacer un cambio brusco con su llegada a Jerusalén. Allí todo es frío, abrupto y granulado. Pero Jerusalén poco a poco empieza a ser parte de la vida de Thomas y la realidad también empieza a cambiar para el personaje de Amat, cuya vida se vuelve más agradable, colorida y vibrante aunque permanezcan algunos recuerdos oscuros. En los flashbacks que nos llevan de vuelta a Alemania aparecen colores cálidos y eso me encanta. He tenido la suerte de poder rodar con diferentes cámaras en Berlín y en Jerusalén con lo cual ha sido perfecto para conseguir los distintos efectos del montaje final.


P: También haces un uso del zoom que en los primeros 20 minutos se centra en el protagonista para luego detenerse. Media hora después aparece de nuevo ese zoom ¿por qué?

R: Para mí el zoom es una de las herramientas más sorprendentes en el cine. Es puramente cinematográfico. No lo tienes en ningún otro arte, únicamente en el cine, sobre todo en los clásicos italianos de la década de los 70. En la época dorada del cine italiano, los grandes cineastas allí utilizaban el zoom continuamente y creo que nunca volveremos a ver películas como aquellas. El zoom llega desde lejos para meterse en los personajes, en sus ojos y en su alma en una única toma. Siempre que hay un momento en el que el personaje está saliendo de su zona de confort aparece un zoom. Son momentos en los que el personaje muestra una cierta comprensión de la realidad. Esto es para mí el momento más sorprendente en el que poder utilizar esta preciosa herramienta. Me encanta.


Biofilmografía de Ofir Raul Graizer
Ofir Raul Graizer es un director de cine Israelí. Tras trabajar durante años en diferentes sectores completamente distintos decidió estudiar cine en Sapir College, al sur de Israel. Mientras estudiaba dirigió varios cortos que se presentaron en numerosos festivales y por los que recibió elogios a nivel mundial. Tras graduarse co-dirigió “La Discoteque”, proyectada en la Quincena de los Realizadores del Festival de Cannes y en otros muchos festivales internacionales. En paralelo, ha participado en talleres cinematográficos para Agora Film Market, el Nipkow Program o Berlinale Talents entre otros. EL REPOSTERO DE BERLÍN es su primer largometraje. Actualmente vive entre Alemania y Jerusalén, dando clases de cocina de oriente medio y trabajando en sus próximos proyectos cinematográficos.

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