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  Los 50 son los nuevos 30  (Marie-Francine)
  Dirigida por Valérie Lemercier
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"Los 50 son los nuevos 30" es una comedia romántica escrita, dirigida y protagonizada por Valérie Lemercier (¡Palacio Real!).

Entre los personajes más destacados de la película se encuentran, Patrick Timsit (El soplón), Hélène Vincent (Samba), Philippe Laudenbach (De dioses y hombres) y Denis Podalydès (El buen maestro).


Entrevista con Valérie Lemercier

P: Se podría decir que Los 50 son los nuevos 30 es tu quinta película como realizadora, pero tu primera comedia romántica. ¿Te parece acertado?

R: Personalmente, a mí no me gustan las comedias románticas, pero cuando acabé la película, pensé: "Sí, es una comedia romántica", lo que no estaba tan claro cuando escribimos el guión. Solo cuando la acabamos me di cuenta de que lo era. Y sí, ¡no tengo la menor duda! Pero es una comedia romántica sin gorra. Porque no sé si te has fijado, pero lo cierto es que los protagonistas de las comedias románticas siempre llevan gorra. Hay que reconocer que los protagonistas de esas películas suelen ser, en general, lo bastante guapos como para llevar una gorra sin parecer ridículos.


P: Cuando estabas escribiendo el guión, ¿querías partir de otras premisas después de Voy a ser mamá, que era una película más cruda? ¿Deseabas recuperar conscientemente cierta dulzura?

R: La vida es lo que me ha hecho hacer Los 50 son los nuevos 30. No quería cambiar por cambiar... Es cierto que Voy a ser mamá no tuvo una acogida demasiado buena, pero a mí me gustó la película y la verdad es que no quería hacer algo totalmente opuesto. Es cierto que el tema de esta película es menos trascendente. La anterior era una comedia dramática, y esta es más sentimental, más tierna. Y si Le Derrière hablaba de cómo encuentra su lugar una niña, Palacio Real, una mujer y Voy a ser mamá, una madre, esta nueva película habla de cómo, gracias a un encuentro, puedes encontrar un lugar en tu propia vida a pesar de que te hayan expulsado de ella. Puede que siempre hable del mismo tema, el de encontrar tu lugar en el mundo.


P: Sabemos que observas mucho a la gente para crear tus personajes. ¿Los 50 son los nuevos 30 trata de alguien que conociste?

R: Tengo una amiga llamada Marie-Francine pero no se parece en nada al personaje de la película, salvo que creció en el distrito XVI de París y que tiene una hermana gemela. ¡Pero se llama Marie-Joëlle, y no Marie-Noëlle! De hecho, su nombre es lo que me parecía más divertido. Y hace cinco o seis años me contó que su asistenta vietnamita que vive en el mismo edificio acababa de tener un bebé y le había puesto... Marie- Francine. Me estuve riendo 5 minutos. Así fue como surgió este nombre tan pasado de moda. Yo me fijo mucho en el significado de los nombres en los libros, en Internet, tanto para los espectáculos como para las películas, para saber en qué época los pone la gente, cuántos hay... Y descubrí que hay 14 Marie-Francine en Francia... ¡y dos de ellas viven en el mismo edificio!


P: ¿De dónde viene la idea del choque entre generaciones cuando Marie-Francine tiene que regresar a la fuerza a la infancia al verse obligada a vivir con sus padres?

R: De hecho, quería hablar sobre una pareja de "cincuentones". Quería que vivieran un amor tardío, pero al que, en aras de la comedia, había que poner palos en las ruedas. ¿Qué se puede hacer a los 50 años cuando no sabemos dónde ir para vivir un amor que está naciendo? En un momento de la película van de café en café, pero los van cerrando uno tras otro. Al final se encuentran con un par de turistas que les ofrecen hacer un cuarteto, ¡a pesar de que ni siquiera se han besado todavía! Los comienzos de una pareja siempre son divertidos. Todos miramos el pasaporte o el permiso de conducir del otro; son pequeños momentos de torpeza, mini-mentiras, como la escena con el limón en la que no se atreve a hablar de su situación, en la que miente sobre su nombre o dice que sus padres nunca están allí... Se esconden como adolescentes. Me pareció divertido que ambos hayan tropezado en la vida y que se encuentren en situaciones personales similares, a pesar de que sus padres sean muy diferentes. Lo tienen todo en contra: sus entornos, sus horarios, sus trabajos. Es su fracaso personal lo que les une.


P: El motor de la película son las vueltas que da la vida. Todo puede cambiar en un momento, para mal o para bien. En la película, la felicidad está literalmente a la vuelta de la esquina.

R: Exactamente. No quería detenerme en el "fracaso" inicial de Marie-Francine, y además Miguel aparece enseguida, a los veinte minutos de película. Va deprisa porque quería que los acontecimientos se sucedieran abruptamente, casi violentamente, como suele ocurrir en la vida real. Y el fracaso que han vivido los personajes no era el verdadero tema. El tema era lo que pasó después, la reconstrucción.


P: Los padres de Marie-Francine son un espejo en el que ella no quiere ser. Están descritos con mucha delicadeza.

R: Marie-Francine no se dio cuenta de lo que se le venía encima: no vio crecer a sus hijas, no vio cómo se distanciaba su marido... y a los 50 años estamos menos conectados que a los 20... o a los 80. ¡Vete a la Fnac un sábado por la mañana y sólo verás a personas mayores, o muy mayores, comprando ordenadores! La madre, "Dadick", siempre está en el ordenador, compra cosas, las revende, es muy activa. Quería que los padres estuvieran más conectados que su hija, como lo están, evidentemente, las hijas de Marie-Francine, que van a intentar que su madre encuentre pareja en Meetic. Los padres tienen una vida más cómoda, más segura que la de su hija. Para ellos, Marie-Francine es a la vez una niña pero también tiene una edad parecida a la de ellos. Creen que es fácil encontrarle un novio, que todo es sencillo visto desde su pequeño mundo.


P: ¿Te divertiste interpretando a Marie-Francine, que no es un personaje necesariamente divertido en sí mismo?

R: Los divertidos son los que están a su alrededor: sus padres, su marido, sus hijas, su hermana, las situaciones. Ella flota, vacila, nunca se ha enfrentado a la violencia de la vida... Y, cuando ya no espera nada, se convierte, como la describe su cliente (interpretado por Pierre Vernier), en una "gran mujer algo depresiva". Como yo en algunas ocasiones (risas). Había diseñado trajes con mangas demasiado cortas o con un extremo del cuello por fuera y el otro no... Llevo mucho tiempo trabajando con la misma diseñadora de vestuario, Catherine Leterrier. La conocí hace 30 años en Milou en mai, la primera película que hice. Después nos volvimos a encontrar en Los visitantes, Viernes noche, Palacio Real... Catherine ha diseñado deliberadamente para Marie-Francine cosas poco espectaculares, que no están muy de moda, pero que encajan perfectamente con ella. Acortamos muchas cosas y le pusimos zapatos planos. Además no quería sacarle dos cabezas a Patrick.


P: Al igual que le ocurre a Armelle en Palacio Real, Marie-Francine ha funcionado con el piloto automático gran parte de su vida, hasta que tanto la una como la otra vuelven a tomar las riendas de su existencia. En cierto sentido son películas feministas. ¿Eso te gusta?

R: Me gusta mucho. Pero cuando Emmanuel deja a Marie-Francine, ésta reacciona violentamente: quita todas las fotos en las que sale que están en el piso matrimonial. Es radical: incluso deja a sus hijas. Se cae del guindo pero por encima de todo está furiosa. No le pide a Emmanuel que se quede, no se derrumba, decide seguir adelante. Así que no tiene más remedio que tomar las riendas de su vida, así que al final resulta ser una gran oportunidad para ella. La primera escena que escribí es la de su crisis, en la que se rebela contra sus padres. En mi opinión, es la primera vez que se enfurece en toda su vida, y a los 50, todo sale por fin a la luz. Está claro que cuanto más tarde, más violento es.

Marie-Francine es la historia de un despertar tardío. Es una mujer de 50 años que quizás nunca tuvo 14. Pero de repente tiene 14 años porque se enamora y tiene que plantar cara a la vida.


P: Patrick Timsit es un actor de comedia, pero has cambiado totalmente su registro. Lo conocemos por sus personajes divertidos, burlones, cínicos o ligeramente neuróticos, y aquí lo descubrimos sonriente, brillante, por no decir simpático.

R: Conocí a Patrick hace veinte años, una noche en un restaurante de Bruselas, y lo encontré increíblemente simpático y discreto. No había visto sus espectáculos. De hecho no le vi en escena hasta después de darle el papel de Miguel.

Así que sólo lo conocía en persona, y en la televisión, y me pareció más amable que los demás, más bondadoso. Para mí, la bondad es la mejor de las cualidades. Tiene una mirada muy humana, nunca critica a nadie, y para mí, ahí reside el verdadero encanto de una persona. El, por su parte, no tenía miedo de adentrarse en temas menos familiares para él y enfrentarse a un nuevo género. El primer mensaje que me envió después de haber leído el guión decía: "Me encanta la historia, mi personaje, ¡soy tu hombre!"


P: ¿Por qué hiciste que Miguel, el amante romántico por excelencia, fuera hijo de inmigrantes portugueses? ¿Para jugar con el contraste de las clases sociales?

R: La película no cuenta una historia de clases. Miguel, antes de trabajar a las órdenes de otro, tenía su propio restaurante que fue un éxito. Era chef, y socialmente, un chef, es un gestor, es alguien que ha llegado muy alto. Así que provenía del mismo entorno social, o incluso superior, que el de Marie-Francine. Se conocen cuando vuelven a ser "iguales". Cada uno tiene su bata de trabajo, él es cocinero, ella lleva una tienda de cigarrillos electrónicos... Eso suprime las fronteras, estamos en la neutralidad del lugar de trabajo, a nivel del suelo, en la vida cotidiana más simple, en la que vamos a comprar nuestros cigarrillos a la tienda de al lado. Si se hubieran quedado en su entorno, nunca habrían tenido la oportunidad de conocerse.


P: La película también es el encuentro de dos boles. El bol bretón y el bol Félix Potin. ¡De hecho es muy romántico!

R: Pero en francés "bol" también quiere decir suerte. Al principio la película se llamaba El bol de Marie-Francine. Porque al final, tiene suerte. Y con un bol puedes alimentarte de lo que te prepara el otro, y dejar de comer barras de cereales como hacen tantas personas que trabajan en la ciudad.


P: ¿Crees que has tenido suerte en tu vida de actriz?

R: No solo en mi vida como actriz, sino en mi vida; está claro que sí. Tienes que saber aceptar lo que te depara la vida, como el corcho que discurre por el río.


P: En esta película hay un deseo de estilizar el encuentro amoroso, de quedarse en lo básico. De hecho, yo soy muy básico.

R: No me asusta la banalidad del amor. Un amor naciente es un poco tonto, es muy banal. Y no siempre es divertido. Marie-Francine y Miguel no se sienten a gusto en su vida social, así que de repente, el amor va a apoderarse de todo. Se sienten "fuera de lugar" en su vida profesional, así que queda mucho espacio libre en sus vidas.


P: ¿Escribes para los actores?

R: Sí, me ocurrió con Hélène Vincent, con Philippe Laudenbach, y también con Nadège Beausson-Diagne, con quien había actuado en Agathe Cléry de Etienne Chatiliez, y que me pareció genial. Escribí el papel a su medida, para ella. ¡De hecho no pude encontrar otro nombre para el personaje que el suyo!


P: Es curioso que recuerdes a Etienne Chatiliez, porque da la impresión de que hay universos comunes... Pensamos en Tanguy por supuesto, aunque Marie-Francine sea una Tanguy a pesar suyo, o en La vida es un largo río tranquilo, donde Hélène Vincent hace un papel de burguesa.

R: Me siento muy cerca del mundo de Etienne y también de Etienne en la vida real. Al principio, a Hélène le daba un poco de miedo el papel de Dadick porque le parecía demasiado parecido a Marielle Le Quesnoy, aunque a mí no me lo parecía. En La vida es un largo río tranquilo, la madre está abrumada por los acontecimientos, mientras que aquí ella domina completamente su vida cotidiana, su "pequeña empresa", y no se siente nunca abrumada. También me encantó Hélène en En la boca, no de Téchiné, pero fue cuando la vi en Quelques heures de printemps de Stéphane Brizé cuando quise trabajar con ella. Tiene mucha imaginación, es una gozada verla, sientes que le gusta interpretar y se lanza de cabeza. Cuando escribía el guión con Sabine (Haudepin) ella era nuestra favorita. La comedia proviene totalmente de ellos, son ellos los que hacen que la película sea divertida, si es que lo es…


P: Has dicho que escribiste el papel del padre para Philippe Laudenbach.

R: Sí. Es un actor que siempre me ha gustado. Los actores que nuestros padres nos llevaron a ver al teatro fueron Claude Rich, Laurent Terzieff, Claude Piéplu, Georges Wilson y... Philippe Laudenbach. Tuve la suerte de trabajar con Philippe en Main dans la main, donde era mi pretendiente. Truffaut dijo que era el mejor actor francés. Físicamente, se parece a mi madre, a mi abuela, a mis tíos, me resulta tremendamente familiar.

Esa forma de entornar los ojos y esa voz que tuvimos todo el tiempo en el oído cuando escribíamos sus diálogos. Él ha aportado una gran ternura a su papel. Sin él, Papick hubiera podido ser demasiado mezquino. Y en la vida, es muy cortés, muy seductor. El día de sus primeras pruebas de vestuario, cuando abrí la puerta, lo descubrí como un niño de 5 años, disfrazado de "Voltaire", con Catherine Leterrier mirándole divertida y... entonces llegó inesperadamente Sigourney Weaver a visitar a su buena amiga. Con todas esas mujeres a su alrededor, él estaba contentísimo, fue muy divertido. Y romántico, como él.


P: Denis Podalydès hereda el papel de cabrón simpático, el marido inconstante... ¡Le obligas a hacer de todo!

R: Denis me dijo que aceptó hacer la película para poder decir: "¡No cojas el metro, es una sandez!". Me sorprendió muchísimo. Por supuesto me encantó que aceptase interpretar este papel secundario. Sobre todo desde que añadí ese trocito de frase en la cama la víspera de día en que le envié el guión. Esta no es la primera vez que nos encontramos: antes hubo Palacio Real, Neuilly... sa mère!, Adieu Berthe.

La verdad es que me encanta verle asumiendo la pesada tarea de dar malas noticias, lo hace muy bien. En Palacio Real debía anunciar al Príncipe que su padre (el Rey) había muerto. Entraba en la habitación de nuestro hotel por la noche y decía cobardemente: "Tu padre ha sufrido un grave problema de salud en un helicóptero". Unos años después vuelve a anunciar la historia, a interpretar al mensajero fatal del comienzo del fracaso de Marie-Francine, con ese mismo tono agobiado que le va tan bien.

Ha tenido pocas escenas, pero es posible que fueran las más difíciles de interpretar, porque era fácil caer en el ridículo o en el patetismo. Gracias a él, conservamos el tono ligero, infantil.


P: Es la primera vez que colaboras con Sabine Haudepin en un guión.

R: Nos conocimos en Un fil à la patte en el Théâtre du Palais-Royal. Yo hacía un papel pequeño, su ingrata hermana mayor y enseguida nos hicimos amigas. De hecho lo seguimos siendo 26 años después. Nos veíamos todos los días, en la misma calle, para escribir y divertirnos haciéndolo... Es maravilloso poder compartir esos momentos de escritura, las dudas, los cambios, las maquetas de los escenarios… Cuando Sabine, que es una gran literata, se incorporó a la película, el guión ya estaba bastante avanzado. Tenía los personajes, incluida la gemela, Marie-Noëlle, pero no aparecía en la película porque vivía en Nueva Caledonia. Sabine insistió en que apareciera y en que yo la interpretara. Tuvo razón en insistir, aunque técnicamente resultaba bastante complicado. Los días de las gemelas eran complicados, siempre tenía miedo de perjudicar a una de ellas, actuando peor en beneficio de la otra. Y sentía aún más miedo cuando mis compañeros tenían que actuar con una o con otra, mientras les dirigía un tercero que era la misma persona...

Pero la experiencia de Sabine que hace comedia desde los 4 años (Jules y Jim), lee 10 veces más que yo y va al cine mucho más que yo, aportó la distancia necesaria al guión, la frescura del primer espectador y la veracidad de la que suelo alejarme demasiado a menudo.


P: Marie-Noëlle parece salida de la Renardière. ¿Te siguen pidiendo que hagas el personaje de la Renardière?

R: Tuve el placer de volver a interpretarlo en el escenario en el último espectáculo. Durante los ensayos en el Teatro del Chatelet, vi una pequeña puerta que llevaba a la sala. Normalmente, nunca bajaría a la sala durante un espectáculo, soy muy de "cada uno en su lugar". Pero quise hacer hacerlo con este personaje que conoce tanta gente. Pensé que encajaba entre los espectadores, para preguntarles el precio de las entradas, etc. Me pareció divertido burlarme de mí, de lo que soy, también de lo que la gente cree que soy, con réplicas como "ni siquiera sabemos si tiene marido". En el plató, cuando llegaba vestida de Marie-Noelle, todo el mundo se ponía contento. Puede que estuvieran cansados de ver a Marie-Francine…


P: ¿Cómo haces para interpretar a dos personajes en un plano sin utilizar dobles de espaldas?

R: Estaba frente a una actriz que actuaba en play-back, que oía mi voz a través de auriculares y que se ajustaba exactamente a mi ritmo de interpretación. Se había aprendido los diálogos de los dos personajes y reproducía los del personaje opuesto al que yo interpretaba. Es ella a la que vemos de espaldas en las escaleras; era mi doble en lo físico y también en la interpretación. En realidad se trata de una técnica muy sencilla: Cortamos la imagen por la mitad y pegamos las dos mitades para reconstruir el plano.


P: ¿Conoces bien el Distrito XVI de París donde se rodó la película?

R: Cuando fui a París por primera vez, viví unos días en casa de la abuela de mi primo que vivía en la rue de la Pompe. Yo era una chica del campo y mi primer descubrimiento de París fue el distrito XVI. Creo que es un distrito que da muy bien en la pantalla. Las calles no son rectas, hay árboles... No sé si me gustaría vivir allí, pero es un lugar que tiene mucho encanto. Cuando voy allí, me da la impresión de que voy muy lejos, como si hiciera un viaje en el tiempo. Es exótico.


P: ¿Cómo describirías la burguesía de los padres? No podemos hablar de una burguesía desclasada o arruinada, es algo más sutil…

R: No son ni aristócratas ni burgueses venidos a menos. Son pequeños burgueses, con sus códigos a la hora de vestir, sus actividades recurrentes muy G.B.M. (golf-bridge-messe [golf-bridge-misa]). Todavía hay muchos en Francia. No quería que vivieran en apartamentos con molduras, parqué, cubertería de plata, es decir en el pasado. En realidad son modernos; viven en un piso de los años 60 y 70, tienen un coche nuevo y siguen juntos. La vida moderna no ha dinamitado la unidad familiar.


P: La decoración interior está extremadamente cuidada.

R: Trabajé con la decoradora Emmanuelle Duplay cuando hacía spots publicitarios hace mucho tiempo, y Edouard Weil insistió mucho (e hizo bien) en contratarla para la película.

Ella ha construido la mayoría de los interiores en el estudio. Por ejemplo, el piso de los padres. La escena en la que el padre y la madre hablan de una habitación a otra, la he tomado prestada de una secuencia de Madame de... Es evidente que no encontramos un apartamento con la geografía ideal, así que todo se hizo en Bry-sur-Marne, donde se rodó mi primera película, Quadrille. Me encanta el estudio, me parece mágico. Lo único que hace falta es ensuciar un poco el interruptor y de repente, todo parece de verdad. Es fantástico. El piso de los padres que ha hecho Emmanuelle es tan creíble que, durante el rodaje, salía al balcón o tomar el aire... No quería que fuera muy grande, sólo tiene dos habitaciones, moqueta, papel japonés en las paredes y una pequeña abertura en la entrada para que sea un poco teatral, para que puedan verse todas las entradas y salidas al piso. ¡Eso está copiado de Colombo! También pensé mucho en la casa en la que crecí y que no había visto hace 20 años, sobre todo los colores; y en lo que se refiere a los discos, la música que escuchamos en la película, Moustaki, Amalia Rodrigues, es exactamente lo que escuchábamos en casa de mis padres. Parece extraño, pero una película es una empresa muy colectiva; trabajan cientos de personas pero al mismo tiempo hay que mantener cierta intimidad, algo que no hay que perder nunca de vista.


P: ¿La casa de los padres de Miguel también se hizo en el estudio?

R: Para nada. Era una portería de verdad transformada en tienda de bicicletas y que volvió a transformarse en portería para la película. Esta vez yo me había jurado a mí misma que sólo contaría con actores profesionales. Pero lo cierto es que la madre de Miguel es una portera de verdad y encontramos a su marido en la calle Longchamp, en el restaurante donde se reúnen muchos portugueses el viernes a mediodía a dos metros del restaurante donde rodamos la cocina de Miguel. El ataque de risa de Miguel en la cama mientras sus padres se turnan para ir al baño no fue demasiado complicado. Acababa de decirme que su madre, en la película, lo había tenido a los seis años…


P: ¿Nos volveremos a encontrar dentro de unos años para hablar de una película sobre Marie-Noëlle?

R: Sí, sería genial. Con las botas dentro de los vaqueros, su cuello subido y sus plumas sin mangas... Y cuando estemos en el plató, Marie-Francine puede venir a visitarnos y seguro que nos alegramos de volver a verla.


Entrevista con Patrick Timsit

P: Valérie Lemercier dice que eres uno de los hombres más simpáticos que conoce.

R: Me lo creo porque sé que es sincera. ¡Aunque no puedo verme desde el exterior, me encantaría decirte que sí que lo soy! (Risas) Sé que siempre he tenido un tono un poco feroz en el escenario, con una imagen de maldad -falsa, por supuesto- mientras que cuando me conocen en la vida real me gusta que me digan: '"¡Oh, qué sorpresa tan agradable!" ». Sería mucho peor que me dijeran que soy más simpático en la pantalla que en la vida real. ». Para mí, la gentileza es una cualidad inmensa. Para mí, mejorar en la vida pasa por esa cualidad, así que si me la atribuyen, estoy feliz.


P: Con el papel de Miguel, aunque sigues en el registro de la comedia, haces un cambio sutil de registro.

R: Fue Valérie quien me llevó a ese terreno. Siempre me decía: "Miguel no se siente mal". Es un personaje que está atravesando un momento difícil, pero se toma las cosas con tranquilidad, con serenidad. Valerie me animó, me orientó, me dirigió, para que Miguel resulte sorprendente, pero sin afectación. Es la primera vez que hago un papel que es casi él de un payaso blanco, y es tremendamente agradable. Para conseguirlo, necesitaba sentir mucha confianza, y me dejé llevar en los brazos de Valerie, que me guió por las aguas que iba descubriendo. Cuando veo la película, lo único que quiere decirle es: "gracias". Estoy muy contento de haberla rodado. Es una comedia romántica protagonizada por cincuentones, y me gusta porque el tratamiento es muy elegante. Es una película muy femenina, y sobre todo muy divertida. Es una película que se parece mucho a ella.


P: ¿Te das cuenta de que la pareja que formas con ella en la pantalla es muy inesperada?

R: Precisamente por eso quise hacer esta película. Porque es inesperada y sorprendente. Me obligaba a superarme. Solo he rodado con dos mujeres en toda mi vida: Coline Serreau y Valérie. Y ambas me veían de la misma forma, con bondad y amor, con ese deseo de que resultara atractivo. Cuando en el guión se dice que Miguel y Marie-Francine se enamoran, ya no quedan más preguntas por hacer. ¡La vida es así! ¡Era hora de que la gente supiera que soy encantador! ¡Y sólo las mujeres muy guapas porque también es mi vida! (Risas) Miguel es mucho más relax que yo en la realidad. Lo que está viviendo no es nada fácil, pero solo es un hombre, en el sentido más simple de la palabra. Miguel está en un momento de su vida, lo atraviesa, pero está bien. Y si está bien, entonces transmite seguridad, y eso es muy importante en una pareja, tener a alguien que te tranquiliza. Valérie me tranquilizó, como Miguel tranquiliza a Marie-Francine.


P: ¿Se rueda bien bajo la dirección de Valérie Lemercier?

R: Siempre me he sentido a gusto. A veces no sabía, o no podía darle algo que me pedía, pero no me preocupaba demasiado. Sabía que aunque nos llevara tiempo, acabaríamos encontrando el tono que ella esperaba de nosotros. No me frustraba, sabía que lo conseguiríamos aunque a veces tardábamos bastante tiempo. Me di cuenta enseguida, antes del rodaje, que iba a ser una aventura cómica. Las dudas forman parte de mi vida, y no lo considero ni un defecto ni un problema. De todos modos, hacer una comedia siempre es una aventura. Tienes que respetar el tono. Si se hace resulta divertido, de lo contrario no lo es. Valérie tiene una faceta de director de orquesta, sabe hacer de todo, así que tienes que ir donde ella te dice que vayas, sin pensártelo. No observar tu actuación, no ser un buen estudiante, sino ser auténtico, sin demasiado esfuerzo... Miguel no es extrovertido, así que he tenido que esforzarme, ¡pero lo he hecho de forma que no lo parezca! Es un personaje que, cuando las cosas no van bien, elige no sufrir y marcharse. Así que siempre está bien. No es un rol atípico para mí. No creo en la idea del rol atípico. Yo creo más en el rol que te permite trabajar. Valérie buscó en mí algo que otros no había visto antes, o que no habían querido buscar. Mi primera tarea fue no tener opinión, sino sumergirme en el mundo de Valérie, que ha sido como una madre adoptiva.


P: ¿Qué opinas de su rigor?

R: Estaba preparado. Me aprendí mi texto mucho antes de rodar. Quería sentirme libre para concentrarme en los sentimientos y en la vida real. Sé que el rigor, cuando uno se siente frágil porque no está lo suficientemente preparado, suele vivirse como una carga. Somos más ligeros cuando nos sentimos "preparados". Lo aprendí con Coline Serreau: ocho semanas de ensayos antes del rodaje La crisis, 40 tomas...

Eso sí que es una escuela. "¡Cariño, vamos a empezar otra vez, lo que hicimos ayer no vale!" Esperaba el veredicto de los rushes todos los días sentado en la taza del inodoro...


P: Hay una escena entre Miguel y Marie-Francine, en una cama, con una intimidad que no hemos visto a menudo en tus películas.

R: Sí, soy bastante púdico. Y Valérie también, ni ella ni yo somos actores que dicen fácilmente "¡venga, a la cama!" ». Habíamos hablado sobre esta escena, y lo mejor fue que sabía que no tendría miedo, que Valérie me ayudaría, que no me tendería una trampa. Solo tenía que sumergirme en sus ojos y en sus oídos.


P: ¿Te gusta la comedia romántica?

R: ¡En todo caso, esta no la vi venir! ¡Es algo así como un cumpleaños sorpresa!


Entrevista con Hélène Vincent

P: Estás en el cartel de una comedia romántica...

R: ... es un género que me encanta, lo veo continuamente. Si quieres hacerme feliz, llévame a ver La ciudad de las estrellas (La La Land)! Y Los 50 son los nuevos 30 es realmente eso, una comedia romántica de enorme elegancia, en la que encontré el lado espiritual de Valerie que admiraba tanto en sus espectáculos. Tiene algo de comedia romántica inglesa, estamos cerca de Notting Hill. La pareja que forma con Patrick Timsit me parece entrañable. Es una pareja extraordinaria y aporta esa elegancia muy alejada de los clichés. Es una película dotada de una gran madurez: la directora y la mujer están en una fase de plenitud que contamina toda la película. ¡Un encanto irresistible! En el cine, hay muchas historias de amor con caballeros muy amables y damas muy hermosas, pero aquí hay una pareja "real". El amor no sólo fulmina a las barbies y a los playboys. También afecta a todos los seres humanos dispuestos a abrir los brazos para darle la bienvenida. Eso es lo que dice la película. Lo que también es bonito es que ya no son jóvenes, ambos han vivido muchas cosas. Y vuelven a firmar un cheque en blanco con la vida, y eso es maravilloso. Es algo que no suele verse en el cine.


P: La serenidad que irradia la película y que sentiste al verla, ¿la habías experimentado durante el rodaje?

R: Para nada. Voy a ser totalmente sincera, y eso no cambia el hecho de que me encanta Marie-Francine: Nunca he sufrido tanto en una película, nunca me he sentido tan insegura. Tenía la impresión de que nunca podría satisfacer a Valérie, aun sabiendo que había escrito el papel para mí, que me quería a mí. Ahí reside el misterio: ¿Qué ve un director o "el otro" en ti que tú no ves? Sigo sin saberlo en el caso de Valérie. Durante el rodaje me sumergí en la tormenta y no se lo pregunté. Me aferré a mi disfraz y a mi peluca y me enfrentaba a cada día, paralizada, con miedo a no conseguirlo nunca a pesar de que, a veces, se hacían 27 tomas. Todo lo que se ve en la pantalla y que parece tan logrado no es más que eso: trabajo. Valérie tiene una capacidad de trabajo alucinante. No tengo nada en contra de hacer 27 tomas: es el trabajo del actor. Mientras el director no encuentre lo que buscaba cuando escribió el guión, es lógico que quiera volver a repetirlo. A veces no sabes lo que está buscando, tienes la impresión de estar fuera de juego. Y puede que en esos momentos de desesperación, de grandes dudas, se te escapan esas pequeñas cosas que son exactamente lo que el director esperaba. Solo conocía a dos personas que trabajaran así en el cine: Valérie Lemercier y Stéphane Brizé, con quien hice Quelques heures de printemps.


P: Es precisamente esa película la que hizo que quisiera trabajar contigo.

R: ¡Pero no se parecen nada! Aunque es cierto que me torturaron de la misma forma. Colonizada, vampirizada, totalmente insegura; y al mismo tiempo, totalmente solidaria con el director. Es muy ambiguo. Sé que carezco de confianza en mí misma. Se lo dije varias veces a Valérie: "No soy la que necesitas, no soy la actriz adecuada para ese papel, no sé cómo hacer eso..." Pero como soy un buen soldado y tengo mis valores éticos, sabía que era su elección, que había aceptado el papel a pesar de mis vacilaciones iniciales y que tenía que llegar hasta el final del camino. Estaba allí para encarnar su elección, y al final, creo que encontró el material que estaba esperando, y que reconstruyó durante el montaje. Cuando vi la película, me conmovió, me emocioné, estaba entusiasmada... Y por encima de todo me enamoré locamente de su personaje de Marie-Francine. A pesar de que ella misma estaba muy distanciada de su propia actuación... Ahí es donde Valérie es muy buena: al rodear a Marie-Francine con personajes brillantes, un poco excesivos, como Dadick, logra que su personaje sobresalga por su desesperación, su crisis de los cincuenta, su fragilidad... Valerie está muy hermosa en esta película. Nunca la había visto tan hermosa. Y Patrick Timsit también está fantástico. Emana tanta bondad... enseguida nos entran ganas de irnos al catre con él, estamos seguros de que será fantástico porque no es nada egoísta. Es una pareja mágica, auténtica, tierna.


P: ¿Por qué dudaste en aceptar el papel?

R: Tenía la impresión de que, 30 años después, volvían a ofrecerme el papel de la Sra. Le Quesnoy en La vida es un largo río tranquilo. Era el mismo entorno, las mismas actitudes... ¡Yo reivindico la película de Etienne Chatiliez! La rodé cuando estaba dejando la profesión. Pertenecía al teatro subvencionado donde había trabajado con los mejores directores. Había hecho muy poco cine y de repente, esa película me aportó tanto, ¡tuvo tan buena acogida! La Sra. Le Quesnoy tenía grietas en las que me había hundido, pero no las percibí de inmediato en el caso de Dadick. Pero es lo que dice el guión de la película: en Los 50 son los nuevos 30 son los dos protagonistas los que tienen grietas, no los demás. Es muy sutil.


P: Lo cierto es que la Sra. Le Quesnoy y Dadick no se parecen tanto.

R: Es verdad. Por ejemplo, la Sra. Le Quesnoy es una católica estricta que cumple con los ritos y por encima de todo es una provinciana. Dadick es totalmente parisino, y va a Misa porque es un código social. Pero la tarde en la que le su carnicero se abalanza sobre ella, ¡no sé si Jesús le hubiera dado la absolución! (risas)


P: ¿La comedia es un momento de relajación en tu vida de actriz?

R: Para nada. Es extremadamente compleja y tremendamente difícil. Para mí, no es divertido hacer una comedia, tal vez porque me tomo las cosas demasiado en serio... No soy nada graciosa en la vida real... Vivo la vida de forma muy consciente. (Risas) Puedo hacer payasadas hasta la locura total si me dirigen bien, pero es de mentiras, no son risas de verdad. Por ejemplo, no tengo talento para la improvisación. Vengo del teatro, respeto el texto. Es así.


P: Pero aportaste cosas tuyas a Dadick, ¿no?

R: Nada. Todo es Valérie, como todo Madame Bovary es Flaubert. O toda la Sra. Le Quesnoy es Chatiliez. Nunca soy yo, no he puesto ningún efecto, ningún detalle, se trata de construir un personaje, un actor que sigue al pie de la letra las instrucciones del director. En eso consiste ser actor: disolverse por completo en el deseo de su director, hasta desaparecer. Lo hice con Valérie, porque exige muchísimo, al igual que con el último de los técnicos o con la laca de uñas más insignificante. Ella no se detiene hasta que obtiene lo que quiere. Siento un respeto absoluto por ella. Así que la escuché porque dirige sirviéndose de la entonación. Es una actriz maravillosa, pero es muy especial: tienes que aprender a entrar en su ritmo, saber cómo llegar a su ritmo único, a atrapar al gato. A veces apretaba los dientes, pero al mismo tiempo me dejaba modelar, manipular, dejé que lo hiciera. Dadick no se parece en nada a mí. No sé utilizar un ordenador, apenas consigo enviar un mensaje de texto. La hiperconectada es Valérie. Dadick es ella, o mejor dicho, es una mezcla de mujeres que ha conocido en su entorno, en su familia.


P: ¿Ver la película te ha liberado de la angustia del rodaje?

R: Totalmente. Me resulta muy extraño verme en una película que me gusta tanto. Pero me sentía tan lejos de mi personaje que, a veces, cuando me veía a mí misma, me decía: "¡Vaya, esta actriz es muy buena!"


Entrevista con Philippe Laudenbach

P: ¿Te sentiste halagada al saber que el papel de Papick, el padre de Marie-Francine, se había escrito para ti?

R: ¡Claro! Valérie y yo nos conocíamos, habíamos rodado juntos en Main dans la main de Valérie Donzelli, en la que interpretaba a un Ministro de Cultura que la perseguía y al que empujaba por las escaleras de la Ópera. ¡En aquella época todavía corría muy deprisa! (Risas) Año y medio después, recibí una carta de Valérie en la que me decía: "Querido Philippe, después de haber sido un amante rechazado, ¿aceptas ser mi padre?" Es precioso, ¿no? Está claro que me derretí. Me contó que una de las primeras obras que había visto en París, en 84-85, fue "Guérison américaine", una obra de teatro que yo interpretaba en el Teatro La Bruyère, con Laurent Terzieff, Pascale de Boysson y mi mujer Francine Walter. Le había marcado. Pero su deseo de rodar generó en mí el temor de no estar a la altura de sus expectativas. Le dije: "No esperes demasiado de mí..." en respuesta a su carta. Este papel fue el regalo de mi vida, y no me sentí digno de recibirlo. Siento una admiración enfermiza por ella que me ha paralizado un poco.


P: ¿Tenías alguna clave para el personaje de Papick?

R: Sí, por supuesto, lo habíamos leído a solas, habíamos hablado mucho. Papick es un burgués jubilado, que vive una vida cómoda con su esposa, a pesar de que ella le carga un poco. Es el típico burgués del distrito XVI, que juega golf, y que de repente ve cómo vuelve a casa el patito feo de la familia. No está muy contento pero sabe que no le queda otra que acogerla lo mejor posible. En estos dos personajes hay padres que desean sentirse "buenos padres", tener la sensación de que nunca abandonan a sus hijos. Papick y Dadick creen que siempre han hecho lo mejor para sus gemelas: una tiene más éxito que otra, se dedica a las inversiones y alquila una habitación de servicio a su hermana por la módica cantidad de 300 euros en vez de 700. Para los padres, es un gesto bonito. En esta familia hay mucha benevolencia... pero sabiendo siempre que no conviene abusar. El martes por la noche, Papick quiere ver "Secretos de la historia" en la cama sin que su hija invada su habitación...


P: En tu opinión, ¿hay alguna escena más importante que otras?

R: Para mí, el ataque de nervios de Marie-Francine es LA escena de la película, y además gracias a esta escena caí rendido ante el guión. Todos conocemos la inteligencia de Valérie, su perspicacia, su sentido de la observación. Pero esta escena en particular, aunque cómica, me había conmovido especialmente. Con esta secuencia, descubrí un aspecto de Valérie que no sospechaba. Y se lo dije. Hemos hecho muchísimas tomas, siempre con un tono diferente. En una toma acababa la escena en lágrimas, en otra ella de ponía furiosa. Recuerdo haberle preguntado "¿Cuál vas a elegir?" porque me parecía dificilísimo. A mí me costaría mucho elegir una. En esta película todo ha sido cuestión de energía y de capacidad para estar a la altura de Valérie. ¡Valerie es sobrehumana, eso hay que saberlo! Nos marchábamos a medianoche de los estudios, y a las 2 de la mañana recibía un mail suyo donde me decía: "¡He encontrado la corbata lazo rojo para la secuencia de Nochevieja! ». ¡La diseñadora de vestuario Catherine Leterrier me hizo probar 50 atuendos diferentes! Y calcetines que no se ven en la pantalla.


P: ¿Te has tranquilizado al ver la película?

R: Desde luego. Al ver la película me di cuenta del excelente trabajo que han hecho en la sala de montaje. Cortaron muchas escenas para mantener el ritmo, para borrar cualquier repetición. Y puede que parezca cursi, pero la película me ha emocionado muchísimo. Al leer el guión no percibí la intensidad y la belleza de la historia de amor entre Marie-Francine y Miguel, un personaje al que Patrick Timsit aporta una dimensión conmovedora. Son dos personajes que se descubren a sí mismos en un momento muy especial de sus vidas, y se pone en cuestión todo lo que uno puede imaginarse sobre clases sociales, criterios de belleza... Y yo creo en esta historia, creo en la mirada de Patrick. Para mí, la intensidad emocional de la película supera su faceta de "comedia". Va más allá, y es muy conmovedor.


Entrevista con Denis Podalydès

P: Esta es tu cuarta película con Valérie Lemercier o a su lado. Y lo cierto es que en el cine siempre forman una pareja un tanto atípica. ¿Cómo describirías la pareja que forman Emmanuel y Marie-Francine?

R: Una pareja que conocía toda la felicidad posible, que se ha amado, y que ha creado una familia encantadora. Una pareja que hasta entonces solo había atravesado pequeñas crisis (Es muy probable que Marie-Francine nunca pensó en vivir sin Emmanuel). Una pareja que hubiera tenido un futuro, si Emmanuel no hubiera tenido esta aventura. Pero él es uno de esos hombres a los que una relación les hace perder la cabeza. Seguro que pensó que nunca podría amar a una mujer que no fuera la suya, así que ahora se pone a pensar en una nueva vida, un nuevo amor, mientras que su conformismo encajaba mejor con la fidelidad, aunque fuera frustrante. Para él, dejar a su mujer, decírselo, es una pesadilla, un fracaso. Para ella, es un desastre y una revelación.


P: Aunque no sale mucho en la pantalla, el papel de Emmanuel es esencial en la aventura íntima que vive Marie-Francine. ¿No es frustrante tener tan pocas escenas?

R: Con Valérie, ninguna escena es inocua o decorativa. Se puede definir a una persona en unas pocas réplicas, en una escena. Su energía cómica y dramática trasciende al actor que recibe ese regalo. Así que no hay frustración, sino reconocimiento. Cada escena con Valérie fue una enorme satisfacción. Hay muchos papeles de protagonista en comedias comunes que tienen la mitad de enjundia que los que ella ofrece.


P: Emmanuel representa la rutina, el aburguesamiento, el aburrimiento de la pareja, la falta de horizontes. ¿Eso significa algo para ti, te conmueve?

R: Creo que antes de conocer a su amante, Emmanuel nunca había sido consciente de ese aburrimiento. O más bien le parecía que era natural, como millones de personas que ven esto como algo normal, que no pueden imaginarse otra vida. Así es la vida burguesa, esa sensación de que a pesar de que va para abajo y que es frustrante, la vida de pareja es lo que es, una especie de destino fatal. Y eso sí que me conmueve. Para mí, Emmanuel no es un personaje grotesco, aunque es bastante mediocre. En cualquier caso, es una mediocridad que me interesa.


P: Es un "cabrón simpático", bastante patético. ¿Cómo te lo presentó Valérie? ¿Cómo te lo describió? ¿Utilizó adjetivos concretos?

R: Estaba bastante claro en el guión. No había que sobrecargarlo. No había cinismo ni autoritarismo en su actitud. La situación le hace parecer patético y casi detestable, pero no lo es "por naturaleza". La palabra clave es la situación, lo que sucede en las escenas y que transforma a los personajes. A ella en una mujer nueva y liberada, y a él en un marido lamentable y desenfrenado.


P: ¿Sientes cierta comprensión, incluso compasión, por sus andanzas sentimentales, por los demonios de hacerse mayor?

R: Compasión no, comprensión, sí. Es necesario para un personaje. Nunca debes juzgarlo desde el exterior. No debemos dar lecciones, no tendría ningún interés.


P: Valérie es famosa por la precisión de su puesta en escena, por su rigor y por su sentido del detalle: ¿ser actor de teatro te ayudó a encontrar el ritmo y el tono que ella tenía en mente?

R: No sé. El contacto con ella es lo que más me enseña y me dirige. Miro lo que hace, la escucho, leo y repito las réplicas, tengo en cuenta sus reflexiones, sus inspiraciones y también sus contradicciones. Es una gran artista. Detenta el secreto de la Comedia. Y yo intento aprovecharlo. El teatro nos obliga a hacer este tipo de trabajo detallado que hacemos con ella, casi científico, y a olvidarlo después para tirarnos al agua, para recuperar la infancia de la interpretación. Así que está claro que me ayuda, pero no me doy cuenta y no pienso en ello.


P: ¿Cómo describirías el ambiente en un plató de cine dirigido por Valérie Lemercier?

R: Está lleno de alegría y concentración, hay bromas, generosidad, ternura a veces, también contención y elegancia. Me gusta la elegancia que Valérie pone en todo, incluidas las bromas más indecorosas. Me siento muy bien en su regazo. Ella tiene algo maternal para mí. De hecho, nos reímos con eso. Pero en el fondo es bastante cierto. Ella es una madre en la Comedia, protectora, exigente, cariñosa, rigurosa y loca. Cuando lo pienso me parece maravilloso.


P: ¿Eres un actor que ama la metamorfosis? ¿Te gusta olvidarte de ti mismo a través de un disfraz, un maquillaje, aunque sea escandaloso, incluso patético?

R: Sí, me encanta. ¿A qué actor no le gusta la metamorfosis? Todo tiene que ser posible, a priori, los excesos, los delirios, tonterías, incluso si al llegar, somos lo que somos. Pero mientras tanto, nos divertimos muchísimo.


P: ¿Se sacrifica a Emmanuel en aras del renacimiento de Marie-Francine? ¿O crees que tiene futuro?

R: Habría que preguntárselo a Valérie...


Entrevistas realizadas por
Grégory Alexandre