Daniel se acerca a los cuarenta años, Laura tiene quince, casi dieciséis.
Por lo que dicen de él debe de ser poeta, o dibujante de cómics, o ambas cosas. Acaba de superar una larga adicción y, una vez de vuelta en casa, intenta reorganizar su vida basándose en una estrategia que consiste básicamente en hacer exactamente lo que hace una persona normal.
Todo lo que le ocurre a Daniel es más o menos previsible, porque de eso se trata: deberá preocuparse por su aseo personal, cuidar de las cosas pequeñas, sumergirse en el mundo real..., y así hasta completar las diez pequeñas hazañas que comprende su manual, un DECÁLOGO elaborado por un insípido psiquiatra de la Seguridad Social. Y en medio de todo esto, un acontecimiento inesperado: Laura llega a la ciudad en busca de su hermano Andrés, vecino de Daniel. Pero el hermano no está en casa y ella decide esperarlo mientras organiza en torno a Daniel lo que podría ser su mundo perfecto.