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  Cold war  (Zimna wojna)
  Dirigida por Pawel Pawlikowski
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Sección oficial a competición del Festival de Cannes 2018 (premio al mejor director). Una película del cineasta polaco Pawel Pawlikowski (Ida).

Protagonizada por Joanna Kulig (Las inocentes, Ida), Tomasz Kot (Dioses) y Agata Kulesza (Ida).

La película anterior de Pawlikowski, Ida, fue un éxito mundial y ganó el Oscar y el BAFTA a la Mejor Película en habla no inglesa, así como cinco Premios del Cine Europeo, entre ellos el de Mejor Película, Director y Guión europeos. Entre sus créditos más importantes cabe destacar Mi verano de amor y Last Resort.

La película es una producción polaca, británica y/ francesa, producida por las guionistas del director, que colaboran con él hace tiempo, Tanya Seghatchian (Mi verano de amor) de Apocalypso Pictures y Ewa Puszczyńska (Ida) de Opus Film (Polonia) de Piotr Dzięciol, junto con MK Productions de Francia.


Wiktor y Zula
Cold War está dedicada a los padres de Pawel Pawlikowski, cuyos nombres comparten los protagonistas.

Los verdaderos Wiktor y Zula murieron en 1989, justo antes de que cayera el Muro de Berlín. Pasaron 40 años juntos de forma intermitente, rompiendo, peleándose y castigándose a ambos lados del Telón de Acero. "Eran personas fuertes y maravillosas, pero como pareja eran un auténtico desastre", afirma Pawlikowski.

Aunque los datos de la pareja ficticia del realizador son bastante diferentes a los reales, Pawlikowski llevaba casi diez años pensando en la forma de contar la historia de sus padres. ¿Cómo llevar a la pantalla todas esas idas y venidas? ¿Qué hacer con un período tan prolongado de tiempo? "Visto desde fuera, sus vidas no parecían tener un gran interés dramático.", dice, y añade: "Aunque mis padres y yo estábamos muy unidos, yo era su único hijo, cuanto más pensaba en ellos después de que hubieran fallecido, menos los entendía". A pesar de la dificultad, siguió intentando comprender el misterio de esa relación. "He vivido mucho y he visto muchas cosas, pero la historia de mis padres lo supera todo. Comprendí que eran los personajes dramáticos más interesantes que había conocido".

Al final, para poder escribir la película, tuvo que alejarse de la historia de sus padres. Los rasgos que comparten son muy generales: "Sus caracteres era incompatibles, no podían estar juntos, pero se echaban terriblemente de menos en cuanto se separaban; la dificultad de la vida en el exilio, de seguir siendo tú mismo en una cultura diferente; los problemas de vivir bajo un régimen totalitario, de comportarse decentemente a pesar de las tentaciones de no hacerlo". El resultado es una historia fuerte y conmovedora muy inspirada, como dice el propio Pawlikowski, en "el amor complicado e inestable" de sus padres.

Pawlikowski imaginó un pasado diferente para los personajes ficticios de Wiktor y Zula.

A diferencia de su propia madre, que huyó con un ballet cuando tenía 17 años pero que nació en una familia tradicional de clase media-alta, Zula proviene de un barrio marginal de una ciudad de provincias. Finge ser del país para entrar en una compañía folklórica porque cree que es la forma de salir de la pobreza. En la película, se rumorea que ha asesinado a un padre que abusaba de ella. "Me confundió con mi madre, así que usé un cuchillo para enseñarle la diferencia", le dice a Wiktor. Sabe cantar y bailar, tiene descaro y encanto y está resentida. Y cuando se convierte en una estrella de la compañía de baile, comprende que ya no puede ir más lejos. "A Zula, el comunismo le parece bien", dice Pawlikowski. "No tiene ningún interés en escapar a Occidente".

Por otro lado, el Wiktor ficticio, proviene de un ambiente mucho más refinado y culto y está claro que es un músico de talento. "Es un hombre tranquilo y equilibrado que proviene de la intelligentsia urbana, pero necesita la energía que desprende Zula", dice Pawlikowski. En privado, imaginó que habían enviado a Wiktor a estudiar música a París antes de la guerra, con Nadia Boulanger. Después, durante la ocupación alemana, se ganaba la vida tocando el piano ilegalmente en los cafés de Varsovia, como hicieron en su día grandes compositores polacos como Lutosławski y Panufnik. A pesar de ser un gran pianista con una formación clásica, Wiktor no tenía madera para convertirse en un gran compositor. Además, su verdadera pasión era el jazz.

Las pistas sobre su pasado residen en la música. En la escena de la película en la que Wiktor toca una melodía al piano para que Zula la cante, la canción es "I Loves You Porgy" de la ópera Porgy and Bess de George Gershwin. Para los que la reconocen, la señal es clara: Wiktor ha estado en Occidente. ‘Después de la guerra, con la aparición del régimen estalinista en Polonia, no sabe qué hacer con su vida", explica Pawlikowski. Los estalinistas prohibieron el jazz así como la música clásica moderna "formalista". Según Pawlikowski, a Wiktor no le interesaba mucho la música folclórica polaca, pero cuando conoce a Irena y su proyecto de compañía folclórica, se da cuenta de que podría ser una oportunidad para un hombre en un callejón sin salida. Su deseo de escapar aumenta cuando el régimen empieza a utilizar a la compañía folclórica con fines políticos, y cuando descubre que la Seguridad del Estado le está espiando. Y para colmo, despiden a Irena, con quien tiene una aventura, por salirse de la línea oficial. Sabe que en la Polonia comunista no podrá tocar la música que quiere, que no habrá ningún tipo de libertad; siempre le considerarán sospechoso y las concesiones que deberá hacer para sobrevivir acabarían con él. Así que escapar a Occidente es la única solución.


Política
Aunque el comunismo aumentó o limitó las oportunidades vitales de los protagonistas de Pawlikowski, las presiones del régimen siempre están en un segundo plano. Cuando Zula reconoce que ha delatado a Wiktor, sabes que su traición es un acto flagrante de supervivencia desde su punto de vista.

Pawlikowski espera que, en Polonia, que está reviviendo obsesivamente y reinterpretando su pasado en la actualidad, le ataquen por no explicar suficientemente los horrores del comunismo, por no "mostrar más el terror y el sufrimiento que imponía el régimen comunista". Pero en la película, la sensación de amenaza es tanto más palpable porque no se habla de ella, y su propósito es mostrar el impacto de la política en la personalidad íntima del personaje... Por ejemplo, ¿Wiktor se vuelve menos varonil en el exilio? Está claro que Pawlikowski pensó en su padre, un médico que era un hombre valiente y abierto en su casa, pero que en Occidente le tenía miedo hasta al director del banco.

Cuando la Ministra de Cultura pide a la compañía que incorpore a su repertorio canciones sobre la Reforma Agraria y la Paz Mundial, Irena se opone, pero el ambicioso Kaczmarek la sustituye inmediatamente y poco después, la compañía está cantando odas a Stalin. Pero el efecto de este breve y manipulador cambio es mostrar la presión que soporta Wiktor: no dice nada, pero ese hecho marca el comienzo del declive de su carrera y de su desesperación.

Pawlikowski recuerda el ambiente generalizado de tensión que vivió durante su infancia en Varsovia. "En casa todos decían lo que pensaban, pero debías tener cuidado con lo que decías en el colegio". Sus padres tuvieron durante un tiempo una criada del país que dormía en una cama plegable en la cocina de su piso de un dormitorio. "Ella tenía una aventura con un agente de la seguridad del estado", recuerda, "y nos delató". ¿De qué se les podía acusar? "De recibir paquetes de Occidente, de escuchar la BBC o Radio Europa Libre... Mi padre tenía un ejemplar de Der Spiegel, un periódico prohibido como el resto de las publicaciones occidentales, y un día desapareció del piso". En una ocasión, toda la familia registró de noche todos los cubos de basura intentando recuperar una carta incriminatoria que el padre de Pawlikowski había tirado accidentalmente. En 1968 estallaron manifestaciones estudiantiles en Varsovia (Pawlikowski tenía entonces 10 años). "En el centro de la ciudad lanzaron gas lacrimógeno", recuerda. ‘Y en nuestro piso había un estudiante de mi madre sangrando (ella era entonces profesora en la Universidad de Varsovia) a la espera de que la situación se calmase".

Los espectadores polacos pueden encontrar similitudes entre el gobierno que se muestra en la película y el gobierno que está actualmente en el poder: la retórica antioccidental y nacionalista; la propaganda burda en los medios estatales; el clima de miedo, crisis y resentimiento diseñado para conseguir el apoyo de la gente buena y sencilla contra las élites decadentes y traidoras; para las personas que vivieron el comunismo, todo esto les resulta misteriosamente familiar. El personaje de Kaczmarek, el rencoroso arribista de provincias que repite frases hechas para salir adelante, también le resultará familiar al público polaco. Pero "Cold War" no trata de política. La Historia es solo el contexto que ayuda a dramatizar algo más universal.


Música
Una vez que hubo inventado a sus amantes ficticios, Pawlikowski necesitaba encontrar la manera de reunirlos, y la música se convirtió en el eje de la película.

Cuando pensó en Mazowsze, una compañía folklórica que existe en la realidad, fundada después de la guerra y que sigue activa hoy en día, comprendió que esa entidad mostraría lo que estaba sucediendo en la sociedad polaca de ese momento, sin que él tuviera que explicarlo.

"Mazowsze ha existido desde que tengo memoria. De niño, su música estaba a todas horas en la radio y la televisión públicas. Era la música oficial del pueblo. No podías evitar escucharla. No le gustaba nada a mis amigos que preferían escuchar grabaciones pirateadas de Small Faces o The Kinks. Pero cuando vi a Mazowsze en directo hace cinco años, me fascinaron. Las melodías, las voces, los bailes, los arreglos eran tan hermosos y vitales. Y tan alejados de nuestro mundo virtual y nuestra cultura electrónica. Te cautivaban".

El compositor polaco Tadeusz Sygietyński y su esposa, la actriz Mira Ziminska, fundaron Mazowsze (nombre de una zona de Polonia) en 1949. Recorriendo las zonas rurales de Polonia buscando canciones populares a las que Sygietyński hacía nuevos arreglos. Ziminska rehacía las letras y cosía los trajes (inspirados en trajes campesinos tradicionales de diferentes regiones). El propósito original fue un verdadero interés por las tradiciones y la música, algo parecido a lo que Woody Guthrie estaba haciendo en Estados Unidos. Pawlikowski también introdujo algunas piezas del trabajo de Marian y Jadwiga Sobieski, otra pareja de etnógrafos musicales que viajaron por el país y realizaron grabaciones directas como las que hacen Wiktor e Irena en la película.

Y al igual que la compañía ficticia Mazurek de la película, el gobierno comunista eligió a Mazoweze al darse cuenta de que podía convertirse en una herramienta de propaganda muy útil. Las canciones populares se contraponían al arte decadente de la burguesía: el jazz o al dodecafonismo. "Mazowsze hizo una gira por todas las capitales del Pacto de Varsovia y estuvo en Moscú", dice Pawlikowski. "Bailaron ante Stalin y cantaron un número llamado La Cantata de Stalin".

Aunque Pawlikowski comenzó su carrera en documentales y se muestra siempre riguroso en su enfoque no ornamental del cine; no copia los hechos históricos, sino que hace que la música explique los principales ingredientes de la historia: sexo y exilio, pasión y transposición.

Pawlikowski, que toca jazz al piano, escuchó todas las melodías cantadas por la compañía Mazowsze y eligió tres que pensó que podrían encajar en la película. Primero convirtió la conocida canción Dos corazones de Mazowsze en una sencilla melodía popular, cantada por una joven campesina, y después en un inquietante número de jazz cantado en francés por Zula, que se ha convertido en una de esas cantantes etéreas de los años 50 en París.

Cuando escuchamos por primera vez la banda de jazz de Wiktor en un club nocturno de París, la canción bebop interpretada por su quinteto es una versión del oberek polaco que ya habíamos escuchado antes en la película; primero lo toca una mujer con un acordeón de pedal y luego la interpreta Mazurek en forma de baile en su estreno en Varsovia en 1951. Más tarde, en París, cuando Wiktor lo toca al piano como una enloquecida improvisación, el oberek se convierte en Dos Corazones y La Internacional (que también cantaba Mazurek en una ceremonia de juramento en la parte polaca de la película).

La música transmite todo lo que no se dice del amor y la pérdida, de sobre lo que separa a la pareja.

Para esta importante tarea, Pawlikowski contó con un colaborador de enorme talento: el pianista y arreglista Marcin Masecki, al que conoció durante el casting para el papel protagonista. "Masecki es un tipo genial", dice Pawlikowski. "Musicalmente hablando, hubiera sido el Wiktor perfecto. Es un músico aventurero, valiente y absolutamente ecléctico. Grabó de memoria todos los Nocturnos de Chopin, y las sonatas de Beethoven con auriculares que suprimían el ruido para vivir la misma experiencia del compositor sordo. Le encanta tocar rag-times o improvisar en bares y restaurantes, donde escucha de forma anónima las conversaciones de la gente y deja que les sirvan de guía en sus meandros musicales. También viajó por todo el país arreglando música para las orquestas locales de bomberos".

Masecki arregló todos los números de jazz en la película y e interpretó las piezas al piano.

Al final, Masecki no pudo interpretar al protagonista. Además de carecer de experiencia como actor, no tenía el aspecto adecuado. Wiktor necesitaba tener un aura que se identificase con la preguerra, y Tomasz Kot, al que Pawlikowski acabó eligiendo, encajaba a la perfección. Pero cuando Pawlikowski se sirvió de Masecki para ayudarlo a ensayar la escena en la que Joanna Kulig (Zula) canta la melodía de Gershwin, su encuentro musical fue eléctrico, casi erótico. Pawlikowski comprendió que la música iba a ser clave en la historia de Wiktor y Zula.

"Por cierto", añade Pawlikowski, "el casting de Zula fue mucho más fácil. Joanna formó parte del proyecto desde el principio. La conocía muy bien de mis películas anteriores. Es una amiga. Cuando escribía el personaje de 'Zula' siempre tuve en mente su personalidad, sus aptitudes musicales y su arrollador encanto".


Imagen
Quien haya visto "Ida", la anterior película de Pawlikowski, puede reconocer inmediatamente las imágenes en blanco y negro y el formato casi cuadrado, e imaginar que esos rasgos son "marca de la casa". De hecho, Pawlikowski quería hacer "Cold War" en color.

El director afirma: "No quería repetirme. Pero cuando estudié todas las opciones de color, por eliminación, me di cuenta de que no podía hacer esta película en color porque no tenía idea de cuál podía ser el color. Polonia no era como Estados Unidos, que en los años cincuenta era todo color saturado. En Polonia, el color era anodino; había grises, marrones, verdes. No era por gusto, era la vida real. Polonia había sido destruida. Las ciudades estaban en ruinas, no había electricidad en el campo. La gente vestía colores oscuros y grises. Por lo tanto, si hubiese querido mostrarla con colores vivos, hubiera resultado muy falso. Y quería que la película fuera lo más veraz posible. Podríamos haber imitado el material de colores de los inicios del comunismo soviético, con rojos y verdes desteñidos. Pero hoy en día hubiera parecido muy artificial. El blanco y negro era una opción más honesta. Para que la película resultara más dramática y dinámica, realzamos el contraste, sobre todo en la parte que discurre en París".

En cuanto a la relación de aspecto 1: 1.33 que tenía "Ida" (y conocida como "formato de la Academia"), es algo que le resulta natural a Pawlikowski. Rodó todos sus primeros documentales en 16 mm con una relación de aspecto similar. El director añade: "El formato de la Academia también ayuda si no tienes mucho dinero para el diseño de producción, porque no puedes mostrar mucho del mundo que rodea a los personajes". Cuando quería mostrar más de ese mundo con este ancho restringido, él y su director de fotografía Lukasz Żal se limitaban a colocar la cámara más arriba y jugaban con la profundidad, con elementos del paisaje y personas colocados más arriba, en un fondo cercano y lejano.

En "Ida", la cámara estaba estática a excepción de un plano, así que la puesta en escena se desarrollaba dentro de fotogramas fijos y estudiados con sumo cuidado. El estilo fotográfico de la película tuvo mucho que ver con la naturaleza contemplativa y retraída de la película. "Cold War" tiene un cariz mucho más dramático y dinámico. Pawlikowski decidió dejar que la cámara se moviera, "pero solo cuando era imprescindible". La protagonista desborda energía y se mueve mucho, por lo que la cámara tiene que seguirla. Otro motivo para realizar panorámicas y travellings fue la música, que es en sí misma un personaje dramático de la película. En cualquier caso, la decisión de mover la cámara era puramente funcional y no tenía nada que ver con la convención estilística.

"Todas esas decisiones surgieron de forma natural y me parecían totalmente lógicas", explica Pawlikowski. "No tenían ningún componente intelectual, sólo son lo que pedía esta película. Una vez que encuentras el estilo de la película, ésta empieza a dictarlo todo: cuándo debes iluminar más, explicar más, o si estás utilizando un diálogo, un gesto o un encuadre que no encaja. Todo salta a la vista inmediatamente. En un rodaje siempre hay un momento especial en el que comprendes que la película tiene vida propia y que lo único que necesitas es prestar atención. Puedes fantasear antes de rodar, idear todo tipo de tomas y diálogos, pero cuando empiezas a rodar, piensas: 'Esto es demasiado elegante', o 'Esto suena falso o se parece demasiado a cierta película'".


1949-1964: Los vacíos de la historia
"Cold War" se desarrolla a lo largo de 15 años, y aunque es secuencial, hay varias elipsis. Hay años que no se cuentan y el público debe rellenar los espacios en blanco, guiado por blackouts intermitentes y títulos que señalan el tiempo y el lugar.

Pawlikowski explica que eligió hacerlo de esta manera "para no tener que contar la historia en escenas malas con diálogos malos". Y añade: "Muy a menudo las películas, especialmente los biopics, están sobrecargadas porque necesitan dar mucha información y explicar muchas cosas; y la narración suele reducirse a causas y efectos. Pero en la vida hay tantas causas ocultas y efectos impredecibles, tanta ambigüedad y misterio que es difícil expresarlo como un drama convencional de causa y efecto. Es mejor narrar los momentos fuertes y significativos de la historia y dejar que el público rellene los vacíos con su propia imaginación y experiencia de la vida. Me gusta condensar las historias en momentos fuertes y dejar que el público los viva y dé sentido a la narración sin sentirse manipulado".

El efecto general es que las desgracias de los amantes, todos esos malentendidos y silencios, se reflejan en la estructura de la película, dejando que el público encaje las piezas y los personajes que la componen.


Los escenarios: Este versus oeste
Polonia, 1949: Cuando empieza la película, Polonia sigue luchando para salir de la guerra. No hay electricidad en las zonas rurales. Varsovia está en ruinas. Wiktor e Irena, como un par de etnógrafos musicales, viajan por el campo buscando lo que queda de su folclore original.

El resultado, la compañía Mazurek, es un éxito rotundo y los apparatchiks no tardan en apropiarse del proyecto.

Berlín Este, 1952: Ahora Mazurek canta una oda a Stalin, como le exige el Ministerio de Cultura de Polonia e invitan a la compañía a actuar en el Festival Internacional de la Juventud en Berlín Este. 2Berlín hoy, Moscú mañana", afirma Kaczmarek, el director apparatchik de la compañía. Wiktor lo ve de otra forma. Es el momento que estaba esperando, su única oportunidad de escapar. Berlín Oriental y Berlín Occidental aún no estaban divididos por el Muro. Oficialmente seguía siendo una ciudad abierta, pero si eras del Este y los rusos te pillaban, te metían en la cárcel. Cuando Wiktor cruza a Berlín Occidental, sabe el riesgo que corre. También sabe que no podrá volver nunca y que su vida cambiará para siempre. Zula también lo sabe... y no se presenta. Wiktor cruza solo a Occidente.

París, 1954: Wiktor está tocando el piano en un club de jazz. Zula aparece en el bar donde él la está esperando. No hay una explicación concreta que justifique su presencia en París, pero sus frases torpes y deshilachadas nos dicen que la compañía Mazurek ha viajado hasta allí para actuar por primera vez fuera del Bloque del Este. Sobra decir que están estrechamente vigilados por los agentes de la Seguridad de Estado polaca. Por eso Zula, que ha logrado entrar a hurtadillas, sólo puede quedarse cinco minutos antes de que noten su ausencia. (De hecho, este episodio está inspirado en un acontecimiento real: durante la primera salida de Mazowsze a Occidente, a París en 1954, uno de sus miembros logró engañar a los agentes y desertar). Dos años después de su separación, los antiguos amantes hablan torpemente, y apenas abordan el tema de por qué ella no huyó con él en Berlín. Después ella se va.

Split, Yugoslavia, 1955: La compañía está de gira por la República socialista de Yugoslavia. El país no está técnicamente alineado, es independiente del bloque soviético, por lo que es relativamente seguro para Wiktor, que ahora es residente en Francia y viaja hasta allí para ver a Zula con un Pasaporte Nansen de apátrida. Ella se sorprende al verlo entre el público durante el espectáculo. Pero antes de que puedan reunirse, agentes de seguridad del Estado yugoslavo le detienen durante el descanso. Kaczmarek los había avisado para que lo arrestaran y lo extraditaran a Polonia. Afortunadamente, la policía secreta local no quiere que se produzca un conflicto diplomático. Quieren quitarse de encima al polaco apátrida así que lo suben a primer tren que sale de Yugoslavia.

París, 1957: Zula viene a buscar a Wiktor a París. Ahora está casada con un italiano, y (después de 1956) si conseguías casarte con un occidental podías salir de Polonia legalmente, salvo que supieras secretos de estado que pudieras revelar. Así que técnicamente ella no ha escapado.

Polonia, 1959: Después de la ruptura de su relación en París, donde todo les sonreía, Zula vuelve legalmente a casa para retomar su carrera en el mundo del espectáculo. Cuando Wiktor la sigue hasta Polonia, sabe lo que va a pasar. En este sentido, comprender los riesgos políticos es clave para el drama romántico: si sabe que va a ser arrestado y muy probablemente sentenciado a trabajos forzados, ¿por qué va a buscarla? Porque necesita desesperadamente estar con ella.

Polonia, 1964: Zula está derrotada y alcoholizada y es madre de un niño pequeño. Se ha casado con Kaczmarek en un trato tácito para sacar a Wiktor de la cárcel. Kaczmarek es ahora una gran figura del Ministerio de Cultura y ha ayudado a su esposa en su carrera de estrella cursi del pop socialista. Mientras tanto, Wiktor ha terminado en una penitenciaria donde trabaja en una cantera. Le han mutilado la mano derecha y ya no puede tocar el piano.

Acuerdan huir de sus respectivas situaciones y regresar a la iglesia ortodoxa en ruinas donde empezó toda la historia.


Hogar y exilio
Uno de los aspectos más llamativos de "Cold War", algo que también se ha dicho de "Ida", es que parece hecha en el momento en que está ambientada. En otras palabras, no es una mirada nostálgica a un tiempo o lugar diferentes vistos desde nuestra propia perspectiva. Esto plantea la cuestión del hogar y el exilio, no solo para los personajes que lo componen, sino también para el propio Pawlikowski, que ahora ha hecho dos películas polacas seguidas, después de trabajar en Occidente durante décadas.

Antes de "Ida", el director hizo "La mujer del quinto", ambientada en París y protagonizada por Ethan Hawke y Kristin Scott-Thomas. Joanna Kulig, que interpreta a Zula en "Cold War", encarnaba a una camarera. "Era un monstruo extraño", reflexiona Pawlikowski al referirse a esa película. ‘No tenía identidad cultural: una película francesa con actores estadounidenses, británicos y franceses, y un director polaco. Aunque se basaba en un libro, ignoré el argumento del libro. Estaba confuso y puse mucho de mí mismo en la película. Así que se convirtió en una especie de viaje desnortado hacia lo desconocido. Le tengo mucho cariño a esa película, refleja en qué etapa de mi vida estaba en ese momento. Pero tengo que reconocer que fue un híbrido confuso, ni realista, ni thriller, ni película de terror. Dejó al público desconcertado".

‘Esa experiencia", continúa diciendo el director, "me empujó a buscar un proyecto sólido. Y lo encontré con "Ida" y ahora con "Cold War" que elaboré exactamente como quería; con mis propias historias, ambientadas en mi propio país, sobre cosas que conocía y sentía.

Regresó a Varsovia en 2013 para hacer "Ida" y aunque todavía no sabía si el traslado iba a ser permanente, dice que "volvió a conectar totalmente con Polonia". Cuando preparaba la película, se quedó en el piso de un amigo cerca de donde había crecido, y se sintió maravillosamente bien. Pensó: "Estoy donde debo estar. Estoy haciendo la película que debo hacer". De hecho, algunos planos de "Ida" se inspiraron en sus propios álbumes familiares.

A grandes rasgos, empezó a recopilar recuerdos autobiográficos, lo que ya había hecho de diferentes maneras en sus películas anteriores, "Last Resort" y "Mi verano de amor". Pero esta vez descubrió que no quería irse de Polonia. "No sé cómo explicarlo", dice, "puede que tenga que ver con esa edad en la que empiezas a mirar atrás cada vez más a menudo. Pero siento una gran serenidad. No necesito probar nada".


"El amor es el amor y no se puede hacer nada"
Llegado el momento, Wiktor le dice a Zula: "El amor es el amor y no se puede hacer nada". "Cold War" funciona con un motor romántico tan potente que no permite otra alternativa. Pero no todo el mundo se creerá un amor tan sólo con ese. ¿Qué quería mostrar Pawlikowski?

"Bueno, este tipo de relación siempre se parece a una guerra. Dos individuos fuertes e inquietos, muy diferentes entre sí, dos polos opuestos. Zula y Wiktor tienen otros amantes, relaciones, esposos y esposas, pero con el tiempo se dan cuenta de que no querrán a nadie como se quieren el uno al otro porque, a pesar de las idas y venidas históricas y geográficas, nadie conoce al otro tan bien como ellos mismos. Pero la paradoja es que son las únicas personas con las que no pueden estar".

El director quiere dejar abierta la pregunta de hasta qué punto la historia viene dictada por la política, las circunstancias o una incompatibilidad ineludible. "Por eso resulta inquietante", dice. "Al final, la gran pregunta es: '¿Existe un amor para siempre? ¿Puede trascender la vida, la historia, este mundo? Creo que el final confiere a su amor cierta trascendencia".

¿El final es inevitable?

"No tengo ni idea", dice Pawlikowski. "Creo que sí".


Pawel Pawlikowski
Nació en Varsovia y abandonó Polonia a los 14 años. Primero estuvo en el Reino Unido y después en Alemania e Italia, antes de establecerse definitivamente en el Reino Unido en 1977. Estudió literatura y filosofía en Londres y Oxford.

Pawlikowski empezó haciendo documentales para la BBC a finales de la década de 1980. Sus documentales, que incluyen "From Moscow to Pietushki", "Dostoevsky's Travels", "Serbian Epics" y "Tripping with Zhirinovsky", han ganado numerosos premios internacionales, incluyendo un Emmy y el Prix Italia. En 1998, Pawlikowski se pasó a la ficción con una película para televisión de bajo presupuesto, "Twockers", a la que siguieron dos largometrajes, "Last Resort" y "Mi verano de amor". Dirigió y escribió el guión de ambas cintas. Ambas películas ganaron premios de la Academia Británica de Cine y Televisión (BAFTA), así como muchos otros galardones en festivales de todo el mundo.

Hizo "La mujer del quinto" en 2011, y su película más reciente, "Ida", ganó en 2015 el Premio de la Academia a la Mejor Película de habla no inglesa, cinco Premios de Cine Europeo, un Bafta y un Goya, entre muchos otros premios. Pawlikowski volvió a Polonia en 2013 mientras terminaba el rodaje de "Ida". Actualmente vive en Varsovia y enseña dirección y guiones de cine en la Escuela Wajda.