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Destacado: Un grupo de inadaptados busca su destino en 'Mufasa: El Rey León'
  La búsqueda de la felicidad  (The escape)
  Dirigida por Dominic Savage
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Tara ama profundamente a sus hijos y para todos los que la rodean, su vida es aparentemente perfecta. Pero en realidad se siente atrapada. Le falta algo. Algo no cumplido y desconocido que le genera un vacío interior.

Mientras su familia y amigos no comprenden la profundidad de su desesperación, sus ideas y sentimientos son tan abrumadores que tiene que huir para encontrar un lugar donde poder volver a ser ella misma.

Emprende entonces un viaje valiente y peligroso dejando atrás a su familia. A través de una serie de encuentros descubre la mujer que realmente es, lo que realmente siente y la vida que realmente quiere.


Sinopsis larga
Tara es una madre joven que se queda en casa con sus dos hijos y está casada con Mark. Llevan una vida aparentemente sosegada, segura en las afueras de Kent. Es el tipo de vida que muchos querrían tener, junto con el privilegio de tener en propiedad un chalet adosado con jardín, cenador y dos coches.

Cada día se desdibuja en el siguiente. La rutina de las tareas domésticas, el colegio, las compras en los supermercados, los niños que gritan y las exigencias del marido son interminables y, a diferencia de las personas a las que conoce, a ella nunca le han gustado especialmente. Siente que debe ser feliz con esta vida y cuestiona su falta de gratitud por lo que tiene, hecho que la hace aún más infeliz. Los sueños ya cumplidos tampoco le dan una respuesta. Dentro del entorno doméstico se siente desconectada del mundo, desconectada de su alma. Le falta algo profundo en su vida, pero no sabe lo que es. Solo sabe que algo va mal, que le falta algo y siente que se ahoga.

Al contrario que Tara, las necesidades de Mark son muy básicas. Su trasfondo emocional y su ambición en la vida son fáciles de satisfacer. Cuanto más contento está, más frustrada se siente ella. La conexión final entre su ser interior y su vida exterior se pone de relieve durante una barbacoa con sus amigos. Esto la lleva a entrar en bucle y estar cada vez más desesperada. Mark se siente impotente ante la situación. No está dentro de su trasfondo emocional entender por lo que ella podría estar pasando y no es capaz de ofrecerle una solución, consuelo o cualquier cosa que ella quiera de verdad.

Un día, después del colegio, Tara decide hacer un viaje en tren a Londres. Está en Southbank, donde se encuentra con un librero junto al río. La portada de un libro llama su atención: es una pintura de La dama y el unicornio, así que decide comprarlo y pasa la tarde leyendo bajo el sol. La cautiva completamente. Le inspira ideas, imágenes y sentimientos. Parece de otro mundo, es mágico. Le aporta algo. Cuando llega a casa esa noche, le cuenta a Mark su idea de hacer algo más con su vida, tal vez un curso de arte. Él reacciona de manera sarcástica y con desprecio.

A partir de este momento las cosas empeoran. La rutina de Tara comienza a deprimirla y llega un punto en el que claramente no puede hacer frente a la situación. Grita a los niños y se aleja de Mark hasta ser inalcanzable. Comienza a soñar con fugarse.

Después de una desagradable discusión con Mark delante de los niños, Tara hace las maletas, coge su pasaporte y se dirige a la terminal de Eurostar en Ebbsfleet y se compra un billete de ida a París. Salir de la Gare du Nord a las calles de París es como dar un paso hacia la liberación. Los sentidos de Tara se ven abrumados por la belleza que ve, las tiendas, la comida, el ajetreo del lugar. El desconocimiento es emocionante y revelador. Sin embargo, al reservar en un hotel y acomodarse en la habitación, se comienza a sentir culpable por lo que ha hecho.

Al día siguiente, visita su ansiado tapiz de La dama y el unicornio, que está expuesto en el Museo de Cluny. Mientras disfruta de la belleza de esta obra maestra del arte medieval, un fotógrafo francés, Philippe, admira la belleza de Tara. Ambos intercambian miradas que terminan convirtiéndose en un paseo por el Jardín de las Tullerías.

En estos momentos entre el atardecer y el crepúsculo, se enamora de las posibilidades y tentaciones que le presenta Philippe. Regresan a su hotel y hacen el amor y su deseo y sentido en la vida despiertan por primera vez en años. Pero el romance y la pasión tienen un precio. De repente Tara se despierta por un mensaje que suena en el móvil de Philippe y ve una foto de un bebé en la pantalla. Le pregunta de quién es y Philippe confiesa que tiene una esposa y un hijo. Tara le pide a Philippe que se vaya. Se sienta en la habitación oscura y se siente traicionada. Después enciende el móvil, únicamente para ver la foto de su propia familia en el fondo de pantalla. En ese momento, el espejismo se hace añicos. Se da cuenta de la ironía de la situación y de su hipocresía, culpabilidad y devastación por lo que ha hecho con su vida. Al sentirse desesperada y confundida, Tara se tropieza en la calle llorando. Esta vez, sin embargo, las desconocidas calles de París le dan una impresión siniestra y de amenaza. Toca fondo.

A la mañana siguiente, Tara se despierta con la amable voz de una señora mayor que la ha acogido. Le cuenta a Tara el estado traumático en el que la encontró la noche anterior. Luego la anima a llamar a Mark para que venga a recogerla y le anima a enfrentarse a sus problemas en lugar de huir de ellos.

Al final de la película vemos que Tara está viviendo sola en Londres, quizá persiguiendo su sueño de una carrera artística. No podemos saberlo con seguridad.

El recuerdo de sus hijos y de todo lo que le quedaba parece aferrarse a su corazón en los momentos más inesperados de su vida diaria. Pero sabemos que ella confía en esta nueva vida que ha encontrado.