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  Buenos principios  (Mon chien stupide)
  Dirigida por Yvan Attal
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Entrevista con Yvan Attal

P: En 2001, obtuvo un gran éxito con MI MUJER ES UNA ACTRIZ. Volvió a rodar con Charlotte Gainsbourg, su mujer en la vida real, en 2004 con ILS SE MARIERENT ET EURENT BEAUCOUP D'ENFANTS, que no llegó a estrenarse en España, y repiten con BUENOS PRINCIPIOS. Las tres películas cubren 20 años. ¿Podemos hablar de una trilogía?

R: Sí, aunque no se concibió como tal. Sólo ahora me doy cuenta de que siempre he estado hablando de la vida en pareja. Del milagro que supone estar tanto tiempo juntos, como de los accidentes que podrían haber sucedido, y el riesgo del desgaste.


P: A la pareja se suman aquí los hijos, desde el punto de vista de un padre completamente sobrepasado. Esta historia es la adaptación de la novela de John Fante "Lejos de Roma" (Anagrama), que es muy divertida, pero también implacable, y se publicó en 1985. ¿Cómo llegó a sus manos, y por qué decidió llevarla a la pantalla?

R: Claude Berri ya me propuso la adaptación hace 20 años, después de MI MUJER ES UNA ACTRIZ. Él no hablaba inglés lo suficientemente bien para hacerla en Hollywood, con actores americanos, y pensó en mí. La leí, y la verdad es que no acabé de conectar. Puede que fuese porque todavía no era lo suficientemente viejuno, porque todavía no me había enfrentado a la crisis, o a las crisis, de los 50. Todavía no llevaba 28 años casado con la misma mujer, no tenía tres hijos, y los problemas que reflejaba la novela no me decían nada. ¡No sabía lo que me venía encima! Me volvieron a proponer la adaptación y la releí, esta vez rodeado de mi familia. Y no pude más que identificarme totalmente con este escritor que sólo había hecho un best-seller, y luego nada. Un tipo completamente amargado, desgastado, invadido por sus hijos. Esta vez, me pareció que podía ser muy divertido.


P: Descrito por su mujer, Henri es un tipo "perezoso, arrogante, egocéntrico, estúpido". ¿Resulta catártico interpretar a este tipo de personajes?

R: Me atraen más que el típico buen tío. Es divertido meterse en la piel de un tipo acabado, al que toda su familia arrastra a la locura, y que fantasea con desembarazarse de ellos. No es un modelo que esté muy de moda hoy en día. La gente prefiere los héroes positivos que luchan por mejorar en su día a día. Tuve que imponerme. Cuando rodábamos, notaba que a mi alrededor el equipo pensaba cosas como "no puede tener tantas ganas de perder de vista a sus hijos. Los tiene que querer..."


P: Cada vez que uno de sus hijos abandona la casa, Henri cuenta "menos uno". En un tiempo en el que las parejas sueñan con sumar niños, él los resta sin piedad. ¿Cómo lleva la corrección política? Da la sensación de que no es algo que vaya mucho con usted.

R: Cuando se tienen hijos, uno tiene todo el derecho del mundo a quererlos, o a no soportarlos en absoluto. Y eso es algo que funciona muy bien en una comedia negra como esta. Esa sensación de que te están robando la vida no es algo de lo que poder sentirse orgulloso, pero también es humano. Ese tipo de emociones casi incalificables o incluso inadmisibles, me interesan y, de alguna manera, me emocionan. En cuanto a la corrección política, la época manda, y no podía adaptar Fante literalmente. En la novela hay una violación conyugal. La mujer vomita, está a punto de desmayarse, y él aprovecha para violarla. Esas páginas son complicadas de mostrar en la pantalla hoy en día, por supuesto, y yo tampoco lo he hecho. Ni siquiera sé si hoy en día podría escribirse una película como EL GRAN LEBOWSKI, con El Notas fumando petas y riéndose de todo. Lo políticamente correcto ha acabado por imponerse. En cualquier caso, yo he disfrutado mucho encarnando a Henri, un tipo que ya está de vuelta de todo.


P: BUENOS PRINCIPIOS también es la historia de una mujer que ya no puede aguantar a su marido.

R: Totalmente. Y es lo lógico, si vemos cómo se comporta él. Esta mujer encontrará diversas maneras de enfrentarse a él: huelga de sexo, evasión a través de la literatura, incluso puede que algo más, para dar un nuevo sentido a su vida...


P: Desde MI MUJER ES UNA ACTRIZ (2001) se ha dedicado a explotar su propia biografía. ¿Le apasiona el género autobiográfico?

R: Es más una cuestión práctica. Me resulta más fácil mostrarme a mí mismo. Pero UNA RAZÓN BRILLANTE me llevó por otros derroteros, y con la próxima película también pienso explorar otros caminos.


P: ¿Qué representa este perro repugnante que aterriza una noche en el jardín familiar?

R: Estúpido, que así se llama el perro, es un fracasado, como mi personaje. Nadie le quiere. Irrita y da asco. Pero está siempre empalmado, una pulsión de vida que hace tiempo que abandonó a Henry. Estúpido se pelea, su libido es retorcida, incluso delirante.


P: Ha pasado dos semanas con un perro informe, que babea y bizquea. ¿Le gustan los perros?

R: Me enamoré de este.


P: Hablemos de Cécile, la mujer de escritor, que ha desarrollado mucho en la adaptación.

R: En la novela no es más que una ama de casa. Bastante racista, además. He querido reapropiarme de la historia, y naturalmente los 28 años que he pasado con Charlotte me han inspirado mucho.


P: A lo largo de estos 20 años ha trabajado con un material apasionante, pero al mismo tiempo arriesgado. ¿No le da miedo exponer así su vida en pareja, aún con falsas pistas y revelaciones disfrazadas de ficción?

R: Hubo un momento en el que me pregunté si tenía que darle el papel de Henri a otro actor. Pero enseguida tuve que reconocerme a mí mismo que tenía muchas ganas de interpretarlo, y también de volver a actuar junto a Charlotte, llevando todavía más lejos esa mezcla de realidad y de ficción, como en la escena del porro. Está claro que al dar vida a una pareja con 25 años de historia, y unos cuantos hijos, jugamos con nuestro pasado cinematográfico y con lo que los espectadores han leído en la prensa del corazón y creen saber de nosotros. Es un juego arriesgado, pero excitante, al que nos entregamos sin pensarlo demasiado. Y además, también está claro que esta historia no es la nuestra, que no somos estos personajes.


P: ¿Qué instrucciones le dio esta vez a Charlotte? Se parece a los personajes de las otras dos películas de la trilogía, y al mismo tiempo es distinta.

R: Le hablé de Joan Didion. Una escritora que me encanta. Una afilada cronista de su tiempo, que vivió mucho tiempo en California. Le hablé de su estilazo, un chic un poco casual. De su manera de acercarse a la vida, sin concesiones, ni pathos. De ahí esos vestidos que lleva, esa ropa minimalista y fluida, y seguramente también su manera de actuar, vacilante y certera al mismo tiempo.


P: ¿Cómo llega a desdoblarse en director y protagonista?

R: Miro el encuadre, estudio el plano. Me hago una idea bastante precisa de lo que quiero. Ensayamos, filmo, actúo. No voy a comprobar qué he hecho en cada toma. Prefiero ir probando cosas diferentes, y luego ya decido. Me lo puedo permitir, ya que, en este caso, también soy el director. Y también es por eso que al Attal actor le gusta trabajar con el Attal director. Es más estresante, y desgasta el doble, está claro. Pero...


P: Otro elemento importante de la película es la casa familiar, que es como un ente que tanto acoge como expulsa a las personas. El diseño de la casa recuerda un poco a Frank Lloyd Wright.

R: Quería un ambiente un poco californiano, como el de la novela. ¿Y qué hay que pueda parecer californiano en Francia? Fui al País Vasco francés, y vi que había olas, surferos, sol, palmeras... Quería reflejar el ambiente del Malibú de Fante. Y descubrí esa casa cuando buscábamos localizaciones, en Arcangues. La luz natural, el calor del fuego, los diferentes pisos que podían equivaler a los distintos niveles de consciencia de Henri, y de Cécile y los niños, del sótano a los pisos más elevados, todo eso permitía una cierta fluidez en los movimientos, y desplazamientos interesantes. El decorado era crucial. Por lo menos una hora de la película transcurre dentro de la casa.


P: Su hijo Ben se interpreta prácticamente a sí mismo en la película, otro elemento más en este delicioso dispositivo que consiste en mentir de verdad.

R: Conocía la historia, le gustaba la novela, y ya había actuado en algunos cortos. Y había un papel que parecía escrito para él: ese chaval que se pasa el día fumando porros. Él también pasó por ahí, no creo que lo esté traicionando al decir esto. Es algo bastante normal. Y además, me apetecía trabajar con mi hijo. Ensayamos un poco, me pareció que lo hacía bien. Incluso me encantó cómo lo hacía, ¿para qué negarlo? Me inspiré en cómo era él para acabar de construir el personaje.


P: Hay muchas escenas de comidas, y el desenlace transcurre en la cocina, con un pequeño recital mudo de gestos cotidianos.

R: Comer es lo único que hago en la vida. Me obsesiona. Me gustan los pequeños gestos que implican cocinar, el ritual de compartir. Es el símbolo del amor y de la familia.


P: Ha vuelto a colaborar con el músico y compositor de jazz Brad Mehldau.

R: Sí, le soy fiel, y me emociona que él también lo siga siendo. Vimos la película juntos. Se empapó del humor, del color de la película. Me mandó varias propuestas, y el resto ya lo hizo en el estudio, con sus músicos. Era absolutamente maravilloso ver cómo improvisaba, y cómo el material original iba evolucionando. Era algo muy vivo.


P: ¿Algunas parejas míticas del cine que le hayan inspirado?

R: No soy muy original si le digo que Katharine Hepburn y Spencer Tracy, o que Gena Rowlands y John Cassavetes. Cuando Claude Berri me propuso hacer la película, hace 20 años, Peter Falk, amigo de Cassavetes y protagonista de HUSBANDS iba a ser el escritor fracasado de Fante. Por eso llevo una gabardina en la película, como un homenaje a Falk y a Columbo.


Entrevista con Charlotte Gainsbourg

P: ¿Cómo ha trabajado el personaje de Cécile, la mujer del protagonista? ¿Podríamos decir que es, según la acertada expresión de Lacan, "una mujer que no cede en el deseo"?

R: Así es. Ella es una mujer que parece sometida, que vive con un tipo insoportable, egoísta, perezoso, que se queja todo el rato. Y decide no ceder más en lo que respecta a su deseo. En la novela de John Fante en la que se basa la película, la mujer es prácticamente inexistente. Está muy perdida, resulta divertida, pero no deja de ser un personaje muy secundario. Yvan me escribió en cambio un personaje muy bonito. Para empezar, hizo que existiera, cosa de la que el personaje estaba realmente muy necesitado.


P: Después de MI MUJER ES UNA ACTRIZ e ILS SE MARIERENT, una vez más la dirige su marido. ¿BUENOS PRINCIPIOS completa una trilogía?

R: Sí es verdad que esta vuelve a ser una película muy familiar. A Yvan le divierte jugar con este material autobiográfico. Creo que porque también le perturba un poco. Es algo así como jugar con la versión oficial de nuestra vida en pareja. Me gusta mucho cómo se apropia del material, cómo lo retuerce para crear otra cosa, creando pistas falsas. Se ríe de nosotros, con una mirada sin concesiones, pero para nada desprovista de amor. Me parece muy saludable transformar nuestras debilidades y aspectos más ridículos en ficción. No hace tanto que descubrí que Yvan había rechazado la adaptación de la novela de Fante 20 años atrás. Hizo bien, entonces no estaba preparado. Las cosas llegan cuando tienen que llegar. Los proyectos importantes siempre vienen con un timing bastante mágico. Era la película que tenía que hacer en este momento.


P: Yvan nos ha dicho que es masoquista, y que eso ha contribuido a ennegrecer al personaje. ¿Es eso cierto?

R: No, qué va. No es masoquista. La masoquista soy yo. Él sería más bien la parte dominante. Con un punto sádico. El perro, por ejemplo. Si se pasa toda la película retozando con él es por pura provocación. Llevamos 15 años diciéndole todos que queremos un perro, y él se niega.


P: La película es una implacable radiografía de la vida en familia. La carga de los hijos, el desgaste de la pareja, las decepciones, el resentimiento que se instala entre los dos, la caída de la libido. ¿Se reconoce en todo esto?

R: La verdad es que me encanta que Yvan no haya querido ser políticamente correcto con el tema de la familia, que se suele ver como un refugio muy idealizado, y otras fantasías azucaradas. Sería una estupidez adaptar a Fante obviando su lado más cínico. La película es muy negra, pero también muy humana y sincera. Henri es odioso, pero tiene mucho encanto. A mí me gusta mucho.


P: ¿Cómo ha sido trabajar con su hijo Ben?

R: Ya había trabajado con nosotros en ILS SE MARIERENT.... Entonces sólo tenía seis años, y me dio miedo que chocara con su padre, que es muy perfeccionista y no deja pasar nada que no sea exactamente lo que quiere. 15 años después, BUENOS PRINCIPIOS también es un buen principio para Ben. Aquí ha podido disfrutar mucho actuando. Él estaba muerto de miedo, pero su personaje transmite exactamente lo contrario: una naturalidad como en estado de gracia.


P: Después de 35 años de carrera, ¿todavía se pone nerviosa antes de rodar?

R: Sí, no tengo ninguna seguridad en mí misma. El miedo me puede acabar dominando totalmente. Quiero tanto hacerlo bien, que me ahogo. Sobre todo cuando es Yvan quien dirige. Lo paso peor que con Lars Von Trier, para que se haga una idea. Con Lars siempre me pregunto si estoy a la altura de lo que espera de mí, pero no me siento cuestionada como mujer, ni como esposa. No está la parte afectiva. Cuando me filma Yvan, tengo la sensación de que me juego mi puesto en la pareja. Espero equivocarme. Pero quiero tanto ser la mejor actriz del mundo para él, que me pliego a todas sus críticas. Y lo peor es que no se da cuenta. Para mí, es como una prueba de amor. Dicen que BUENOS PRINCIPIOS es una declaración de amor por su parte. Pero también lo es por la mía.


P: Yvan dice que no la ha dirigido, que se limitó a hablarle de la escritora Joan Didion, como una posible fuente de inspiración para componer su personaje.

R: Sí, ella vive todavía en Nueva York. Soy bastante consciente de lo que representó en su época, de su dimensión de mito. Vi aquel documental, muy emocionante, sobre ella. Es una personalidad solitaria y libre. Me inspiró mucho. Y también es verdad que Yvan no dirige, pero su mera presencia es como un barómetro para mí. En eso también lo puedo comparar con Lars. Los dos son bastante crueles, ya que perciben enseguida si lo has hecho exactamente como había que hacerlo, y dar en el clavo no es lo más habitual...


P: La escena del porro es como un paréntesis en la guerra de la pareja.

R: Sí, es un momento clave, en lo que respecta a la pareja y a su evolución. Yo la viví como un momento de libertad y complicidad absolutas. Es uno de los mejores recuerdos que conservo de la película. Disfruté muchísimo dejándome llevar. Son ventajas de la experiencia y de la edad, me da lo mismo salir fea o retorciéndome y riéndome como una tonta. En ese contexto, ya no me preocupé de cómo quedaba en la pantalla. Fue como una liberación, como si el tiempo se hubiera parado. Nuestra manera de actuar en esa escena es bastante impúdica, y creo que sirvió para desahogarnos. Pero también estábamos rodeados de ese primer público, que es el equipo, y no dejábamos de tenerlo muy en cuenta.


P: ¿Qué prefiere, las escenas más íntimas, incluso dramáticas, o las de comedia?

R: La comedia me da pánico. No tengo el don, ni el ritmo, de la comedia. Yvan me lleva por el camino de la comedia, y se lo agradezco, porque no es algo que, en principio, vaya mucho conmigo. La comedia no es algo que se me dé muy bien, pero me esfuerzo mucho.


P: ¿Tuvo que esforzarse mucho para odiar a ese perro?

R: No. Apestaba, era como una infección con patas. Lo más extraño es que vi cómo Yvan se enamoraba de ese animal. Le emocionaba que fuese una criatura rechazada, de la que nadie quiere saber nada.


P: ¿Definiría la película como una comedia?

R: Arranca como una comedia, y poco a poco deriva en drama existencial, en algo un poco más emocionante sobre las crisis de mediana edad. En realidad, el cinismo aparente de Yvan es una manera pudorosa de disfrazar su desgarro interior. Hay que poder confrontarse a sentimientos inconfesables, como estar harto de tus hijos o el desprecio que se instala en la pareja, por mucho que, en el fondo, siga habiendo amor. Vista así, creo que sobre todo es una película valiente.


P: ¿Cree que podría sumar una cuarta película a esta trilogía de la pareja?

R: Puede seguir haciendo películas sobre nosotros toda la vida, hasta que la muerte nos separe.


P: ¿Cómo lleva formar pareja en la vida como en el cine? Un poco como Gena Rowlands y John Cassavetes, con el mismo reparto de papeles. Ella actriz, y él también director y guionista.

R: Les adoro. No es cuestión de compararnos con ellos, ya nos gustaría. Queremos hacer más películas juntos. Creo que a Yvan le gustaría precisamente una película en la que invirtiésemos los papeles, aunque no estoy muy segura de estar preparada para eso. En todo caso, trabajar juntos es más intenso y doloroso, pero también mucho más gratificante que con cualquier otro director.