Algo se ha despertado a 11 kilómetros bajo la superficie del mar.
La tripulación de la expedición minera Kepler comprendió que su misión iba a plantear ciertas dificultades: treinta días confinados en los estrechos pasillos y las superpobladas cabinas de una plataforma submarina construida para soportar las enormes presiones de las perforaciones que se realizan en el fondo del mar. Pero el infierno se desata después de un devastador terremoto. Las alarmas se disparan cuando torrentes de agua destruyen y anegan la estructura de hormigón armado; su fuerza es inimaginable y hace pedazos la estructura en cuestión de segundos. Gracias a su mente rápida y a su ingenio, la ingeniera eléctrica Norah Price logra salvarse y evitar un desastre inminente, pero a un precio altísimo.
No consigue enviar un mensaje de socorro y con su submarino de salvamento destruido, todo parece haberse confabulado contra Norah y los escasos supervivientes. Ella y el resto del equipo -el capitán, Lucien, la estudiante de biología marina Emily, el experto en operaciones Smith, el jefe de sistemas Rodrigo y el astuto residente Paul- no tienen muchas opciones. Su única oportunidad de sobrevivir consiste en caminar por el lecho marino para llegar a una plataforma lejana y abandonada, la Roebuck, con la esperanza de que su equipo de comunicación siga funcionando, o que haya suficientes cápsulas de salvamento que puedan llevarles a su destino.
Pero su peligroso viaje se vuelve aún más arriesgado cuando empiezan a sospechar que no están solos bajo las olas. Algo les sigue de cerca, listo para atacar en cualquier momento. Atrapados en un peligroso juego del gato y el ratón con un misterioso depredador, Norah y los demás están atrapados y deben armarse de valor si quieren llegar a la superficie con vida.