Una historia basada en hechos reales dirigida por Pierre-François Martin-Laval y protagonizada por Isabelle Nanty, Gérard Depardieu, Assad Ahmed y Mizanur Rahaman.
Entrevista con Pierre-François Martin-Laval, alias PEF
P: ¿Cómo le vino la idea de hacer esta película, que está muy lejos de su universo habitual?
R: El 15 de febrero de 2014, estaba viendo el programa On n'est pas couché (No estamos acostados aún) por televisión. Laurent Ruquier entrevistaba a un niño bangladesí de catorce años con motivo de la publicación de su libro Un roi clandestin. No había oído hablar de él, pero me quedé fascinado y abrumado por este niño que cuenta con voz tranquila y serena por qué, a la edad de ocho años, tuvo que dejar repentinamente a su madre y su país natal; cómo, después de aterrizar con su padre en Francia, sin saber ni el idioma ni el estilo de vida, consiguió sobrevivir y convertirse, cuatro años más tarde, a pesar de su condición de indigente, en el campeón francés de ajedrez en la categoría de menores de doce años. ¡Qué viaje! Mi espíritu de cineasta dio un vuelco. Se me despertó el deseo de hacer una película.
P: ¿Por qué?
R: Porque para mí, como director, la historia de Fahim es "extraordinaria". Es a la vez un cuento de hadas y un drama social. Puede ser abordado desde la perspectiva de un niño que es capaz de salir del infierno, o de la de un niño brutalmente separado de su madre para huir de un país donde está en peligro de muerte. Si los cuentos han influido mucho en mi forma de filmar, por otro lado, el drama nunca ha entrado en escena. Para Fahim, sentí que tenía que probar algo nuevo. Soy cineasta, pero también soy padre. En la vida, nada me repugna más que las injusticias que se cometen contra los niños. Por eso, inevitablemente, la historia de Fahim me trastornó.
Me sentí aún más conmovido porque me di cuenta de que debía haber conocido a su padre cuando vendía rosas a escondidas en París, o cuando dormía en los aparcamientos de Créteil, donde a veces iba a ver los prestrenos. Me culpé por no haberles prestado atención ni a él ni a su hijo, que no debía haber estado lejos. Me dije a mí mismo que dedicándoles una película sería mi manera, no de deshacerme de un sentimiento de culpa hacia ellos, sino de hacer un testimonio, a través de sus historias, sobre el destino de los solicitantes de asilo que son en su gran mayoría personas amenazadas de muerte en sus países.
P: ¿En qué se basó para construir el guion?
R: Primero, en gran parte en el libro que Fahim había escrito con Sophie Le Callennec y Xavier Parmentier, su entrenador. Luego, en los testimonios que fui a recoger directamente. Primero los de Fahim y de su padre, luego los de varios dirigentes de asociaciones de ayuda a los refugiados. Por último, el de Xavier Parmentier. Si he dedicado mi película a este brillante y extravagante entrenador, al que Fahim le debe haberse convertido en campeón, es porque murió de repente antes de que Fahim triunfara.
Durante unos seis meses, me sumergí en el mundo del ajedrez y en el mundo de los refugiados de Bangladés, que descubrí que a menudo viven en condiciones insostenibles de miedo y precariedad. La maduración de esta película fue larga, pero tuve que sentirme auténtico para hacerla. Fahim fue mi primera película biográfica: de ninguna manera iba a decir tonterías.
P: Esta es sin duda la razón por la que su película está muy "anclada", y que al final, no tiene nada que ver con un cuento....
R: Darle o no a Fahim una perspectiva de fábula es una pregunta que me hice al principio. Se trataba de contar una historia maravillosa y, como les dije antes, los cuentos de hadas son una de mis pasiones. Pero con Patrick Godeau, mi productor, acordamos rápidamente trabajar en el hiperrealismo. La mejor manera de rendir homenaje a Fahim y a su padre Nura era, sin duda, aportar a la película la veracidad de un documental. Dicho esto, estaba fuera de lugar que rodáramos, como ocurre a menudo con algunos de los falsos documentales de hoy en día, con cámaras sobre los hombros, en escenarios feos, con una imagen deficiente y marcos improbables. Queríamos una película gráfica, donde todo fuera verdad, donde todo respirara lo vivido. Por lo tanto, prestamos mucha atención, en particular a todo lo relacionado con la legislación, como son las condiciones para obtener los documentos de identidad de los solicitantes de asilo, o el tiempo que se les concede para regresar a su país en caso de que se les deniegue el estatuto de refugiado político. Para asegurarnos de no cometer ningún error, fuimos a todas partes: a asociaciones, hogares sociales, comisarías de policía y prefecturas. No se grabó ninguna secuencia sin comprobarla antes. ¡Incluso la escena del intérprete que traduce deliberadamente de cualquier manera es auténtica!
P: Las imágenes de archivo que dan inicio a su película reflejan esta preocupación por la verdad que los guió....
R: Eso espero. En cualquier caso, están allí para contar la historia de la violencia que asoló Bangladés a principios de la década de 2000. El público tenía que entender por qué Fahim y su padre tuvieron que huir de Daca. A las imágenes de archivo, incorporé las de la familia de Assad. Este ejercicio de "mezclar" era totalmente nuevo para mí. Me encantó hacer esta parte de la película. Patrick Godeau me había aconsejado que las secuencias de Daca debían desorientar al espectador tanto como si hubiera sido "transportado a Marte". Por otro lado, tenía que dar la impresión de que para Fahim y su padre llegar a París fue como aterrizar en otro planeta. De ahí esos planos típicos de las postales de nuestra "hermosa capital" cuando la atraviesan por primera vez.
P: Posteriormente proporciona muy rápidamente, a través de pequeñas escenas muy significativas, las primeras señales de un deseo de "occidentalización" por parte de Fahim...
R: Estas escenas han sido casi todas tomadas de su libro. Aquella en la que él, que comía con los dedos, y aprende a utilizar un cuchillo y tenedor; la escena en la que finalmente admite que la puntualidad es esencial si no quiere ser expulsado de su club de ajedrez.... Son muy importantes como referencias en el proceso de integración de Fahim. A través de ellas, también quería que percibiéramos la agitación de los pensamientos de su padre, desgarrados entre el orgullo de ver a su hijo adaptarse a un mundo nuevo y la tristeza de sentir que se escapa de él: la integración siempre va acompañada de una pérdida de identidad.
P: A pesar de su voluntad de atenerse a los hechos, ¿se vio obligado a hacer alguna «trampa»?
R: Sí, pero lo menos posible. Por motivos obvios de la filmación -tenía sólo un actor para interpretar a Fahim-, tuve por ejemplo, que “concentrar" su historia francesa en un año y medio, cuando en realidad vivió tres años y medio en la calle.
El personaje de Isabelle Nanty es, de hecho, la "reunión" de dos personajes existentes: la de esta formidable mujer del club de ajedrez que acogió a Fahim, y la de esta otra mujer, no menos formidable, que el 14 de mayo de 2012 en la programación de France Inter preguntó en directo a François Fillon, entonces Primer Ministro, si le parecía normal que un niño superdotado no pudiera participar en un campeonato de Francia por el único motivo de carecer de documentos de identidad. Me pareció que esta secuencia, que en aquel momento fue muy difundida por los medios de comunicación, sería más “fuerte”, más "conmovedora" cinematográficamente, si el espectador ya conocía a la instigadora, de ahí la idea de atribuirla a la "jefa", tan maternal, del club de ajedrez de Fahim.
P: ¿Cómo consiguió que los diálogos "sonaran" tan reales?
R: Trabajamos en trio, ¡como los Mosqueteros! (Risas): Philippe Elno, Thibault Vanhulle y yo. Cada uno llegó con su propio universo y su pequeña especialidad. Thibault, un experimentado jugador de ajedrez, nos guió mucho en las escenas de entrenamiento y partidas, porque para mí el ajedrez era un mundo que no conocía.
Antes de empezar a escribir el guion, podría haber tomado cursos introductorios. No lo hice, y eso, de manera voluntaria, para evitar la tentación de utilizar un lenguaje demasiado ajedrecístico que probablemente habría aburrido a los espectadores y que, además, no era el propósito de la película.
En lugar de esto contacté a un entrenador para preparar la puesta en escena, porque para filmar una partida de ajedrez correctamente, se necesita un mínimo de conocimiento sobre sus reglas. Trabajando con un entrenador, también descubrí que el ajedrez es un deporte real. En competición, los jugadores pueden perder hasta cinco kilos, y el pulso llegarles a 200, lo que descarta a las personas físicamente frágiles.
P: En cuanto al ajedrez, ¿utilizó alguna referencia cinematográfica?
R: Sí. Había visto muchas películas. La que más me fascinó fue Magnus, un documental que muestra el ascenso de Magnus Carlsen de ser nombrado Gran Maestro del ajedrez a los 13 años de edad, a ser coronado Campeón del mundo en 2016. Pero también El caso Fischer, de Edward Zwick, El hombre que conocía el infinito, de Matt Brown, y el documental En el borde del mundo, de Claus Drexel.
P: ¿Cómo encontró a su Fahim?
R: Fue mi director de casting Mohamed Belhamar quien lo descubrió tras varios meses de búsqueda. Mohamed comenzó por ir a los distritos de París donde viven los bangladesíes. Al no encontrarlo, se fue a los suburbios. Mohamed finalmente encontró a un niño de 12 años en una foto. Cuando llegó al casting, nos dimos cuenta de que medía.... 1m 75... Afortunadamente este gran "niño" había venido con un amigo, Assad, quien físicamente correspondía al Fahim que estábamos buscando. Llegado a Francia tres meses antes, era un chico muy reservado, pero aceptó hacer las pruebas.
P: ¿Qué sucedió en las pruebas?
R: Al principio, las hizo con un poco de dificultad. Assad, que era muy tímido y sólo conocía algunas palabras en francés en ese momento, tenía dificultades para expresarse. Me di cuenta de que, por miedo a molestar, fingía entender lo que se le decía. Eso hizo que el intercambio con él fuera difícil. A pesar de todo, sentí que tenía un enorme potencial. Para animarlo, le hice trabajar rápidamente en las escenas más violentas, especialmente en aquella en la que, en la comisaría de policía, entendiendo que el traductor es un estafador, se pelea con él. Tal vez porque, físicamente, yo no estaba en la escena, se dejó llevar. ¡Allí estaba Fahim! ¡Qué alivio después de todas estas semanas de duda sobre Assad!
P: Al ofrecerle este papel a Assad y hacerlo trabajar, ¿se dio cuenta usted de que de alguna manera la película también sería muy importante para la educación de este niño?
R: Eso es lo que me conmovió tanto. Tenía la impresión de que estaba viviendo una historia real casi idéntica a la que estaba contando en el plató. Al principio, como le dije, Assad, sólo decía y entendía algunas palabras en francés. Pero en pocas semanas, gracias a la profesora que lo acompañó durante el rodaje y al contacto con nosotros, su vocabulario creció exponencialmente. Al final, hablaba francés con fluidez. Además, le enseñamos un montón de cosas. El mar, por ejemplo. En París, durante los ensayos, no podía interpretar a un niño maravillado que lo ve por primera vez. Y por una buena razón: ¡porque no lo había visto nunca! Pero cuando realmente se encontró frente al mar, en Marsella, interpretó la escena de manera brillante. ¡Para hacerte saltar las lágrimas!
P: Y con respecto al ajedrez, ¿cómo procedió?
R: Le expliqué que no podía interpretar a un campeón de ajedrez sin haberlo jugado nunca. Después de una semana de clase, su profesor en la película, Christophe Casamance, me pidió permiso para llevarlo a él y a toda su clase a una competición. Lo crea o no, Assad ganó la partida que le tocó jugar y se le permitió subir al podio. ¡Nos quedamos asombrados! Assad es un luchador. Cuando tiene un objetivo, trabaja en él 24 horas al día, ¡incluso cuando no está frente a las cámaras! (Risas).
P: ¿Cómo se dirige a un actor que no habla su idioma?
R: ¡Tenemos intérpretes! Durante el casting, Minhjab Uddin Prantha fue mi traductor. Era tan sonriente y simpático que, al final del casting, le dije que formaría parte del casting interpretando al traductor malo. En el plató contamos con una joven traductora, Ananna Barua. Después de un mes de rodaje, Assad había hecho grandes progresos. Los dos nos entendíamos cada vez mejor. Y trabajando juntos, logramos comunicarnos a través de gestos y miradas. Si para Assad un día dejó de hacerle falta el traductor, por otra parte, fue indispensable para Mizanur Rahaman, quien interpreta a su padre. Porque, aunque es verdad los niños extranjeros aprenden nuestro idioma en pocos meses, los adultos por su lado aprenden poco incluso después de 20 años. Este fue el caso de Mizanur. Lo dirigí en inglés para deleite de mi equipo, que se reía a carcajadas.
P: En el caso de los actores no profesionales, ¿existe alguna técnica particular para obtener lo que se desea?
R: No existe ningún método global. Profesional o no, ningún actor tiene las mismas exigencias. Para Assad, Mizanur y todos los demás bangladesíes del equipo, innové la forma de hacer las cosas. Como no podían actuar, les decía que todo lo que tenían que hacer o a lo que se sometían les pasaba en la vida real. Para que se sintieran así, seguía hablando con ellos después de la famosa palabra "¡Acción!». A veces, para empujarlos, para hacerlos dar más, mezclaba palabras duras con palabras tiernas para que quisieran darlo todo.
P: ¿Por qué le propuso a Gérard Depardieu el papel de Sylvain: el profesor de ajedrez de Fahim, Xavier Parmentier en la vida real?
R: Cuando conocí a Xavier Parmentier, me encontré frente a un hombre que me recordó a Gérard Depardieu: el mismo tamaño, la misma suavidad y el mismo.... temperamento volcánico. Siendo un gran ingenuo, obviamente pensé inmediatamente en Gérard para interpretarlo, sin imaginar ni por un segundo que podría decirme que no. Hasta entonces, siempre había tenido suerte cuando se trataba de la distribución. Había soñado con los Monty Python, y los tuve. Había soñado con Pierre Richard, y vino... etc... Cuando le envié el guion al agente de Gérard, sentí un poco de miedo. El guion tenía 140 páginas. Tenía miedo de que eso desanimara a Gerard. No fue el caso: en 48 horas, me dijo que sí. Gerard es un hombre elegante. No te hace perder el tiempo.
P: ¿Le explicó por qué accedió?
R: La primera vez que nos vimos, hablamos de otra cosa. Y luego, sin rodeo alguno, empezó a hacerme muchas preguntas sobre el verdadero Fahim. Fue entonces cuando comprendí, sin que él me lo dijera, que estaba conmovido por la historia de este chico. Después de agotar sus preguntas, comenzó a leer los diálogos de sus escenas con la humildad de un joven actor que hace su primera lectura. En la primera línea, "se convirtió" en Xavier. Estaba asombrado. Estaba probando cosas. Fue muy conmovedor verle actuar. Le encanta, se divierte, quiere complacer. Busca e inventa todo el tiempo. Gérard es para mí uno de los mejores actores del mundo. Me encanta desde que, de niño, lo descubrí con Blier. Su mirada me fascina. Cuando te mira fijamente, no sabes dónde ponerte por su fuerza. Sé de lo que hablo: ¡actué junto a él en RRRrrrr!
P: ¿Cómo se portó en el plató?
R: Fue muy respetuoso con la puesta en escena. Jamás diría que dirigí a Depardieu. Simplemente le conté, antes del rodaje, algunas cosas que me llegaban al corazón. No hizo falta que hablara: Depardieu sabe lo que tiene que hacer. Luego, en el plató, no dejó de sorprenderme. Da tanto en la primera toma que rara vez tuve que pedirle una segunda.
Por otra parte, es una persona muy impaciente que sólo desea una cosa: interpretar. Es como un caballo de carreras esperando a que se abran las puertas. Así que, entre dos tomas, él utiliza su tiempo. A menudo, bromea: se ríe, hace reír a la gente o inventa chistes. Pero al decir "acción", se transforma. Es totalmente sorprendente. Va a por ello y da lo mejor de sí. Creo que lo que más me impresiona es la forma en que da ritmo a los silencios. Le encantan los silencios, que creo que forman parte de sus diálogos más bellos. Entonces, cuando dices "corten", siendo tan grande como es, Depardieu, ¡te mira para ver si estás contento!
Se portó como un hermano mayor con los niños. Estaba bajo el hechizo de la pequeña Luna. Fahim, que no sabía quién era, se sintió muy cómodo con él. Quiso enseñarle a jugar al ajedrez. Tuvieron una relación muy buena.
P: ¿Qué me puede decir sobre Isabelle Nanty?
R: Ella fue la primera persona en quien pensé incluso antes de escribir el guion. Como enseguida supe qué personaje le iba a ofrecer, escribí el papel para ella. Si no hubiera tenido esa libertad, habría sido un desastre para mí. Isabelle es mi hada madrina. No puedo imaginarme hacer una película sin ella. En el plató, hace el bien a todos. Es al mismo tiempo dinámica y amorosa. Es una amiga excepcional y una actriz milagrosa. Su inventiva es deslumbrante. Ella toma riesgos increíbles. A diferencia de otros actores, nunca hace lo mismo dos veces. Aporta tanto que a veces no sabes qué toma elegir. Excepcionalmente para esta película rodada con una mayoría de actores no profesionales, le pedí, como hice con Gérard, mantenerse en el hiperrealismo, es decir, "ser", y no componer. Es muy difícil. Sólo los mejores actores pueden hacerlo. Ella y Gérard estuvieron geniales. Me parece además que la "pareja" que interpretan funciona muy bien.
P: Estaba dirigiendo una película de un género nuevo para usted. ¿Tuvo alguna dificultad en particular?
R: Las dificultades y dudas las tuve antes del rodaje, durante la redacción del guion, durante la preparación y el casting. No quería decepcionar o traicionar a Fahim, a su familia y a todos los que les habían ayudado.
En el plató, sin embargo, nada me pareció insuperable. Probablemente porque, como no tenía el papel principal, tuve la libertad de concentrarme completamente en mi trabajo como director. Era la primera vez que lo hacía y me pareció genial.
P: Incluso siendo parte de una historia real, Fahim lleva su sello, por la ternura que recorre la película, por el gusto que transmite por la infancia y por su final feliz...
R: Quizá porque amo a mis personajes y porque sigo creyendo en los cuentos de hadas. En todas mis películas, hay personajes que se enfrentan al fracaso en sus vidas y que, al final, lo superan todo. De niño, desesperaba a mis maestras. Pero yo lo único que quería era ser payaso. Me convertí en uno a mi manera, contándole a la gente historias hermosas.
Entrevista con Isabelle Nanty
P: Pierre François Martin-Laval
R: Conocí a P.E.F. en 1988 cuando estudiaba para ser actor. Desde entonces no nos hemos separado nunca. Incluso después de la disolución de los Robins des Bois, seguimos viéndonos y trabajando juntos. Como lo quiero, en cuanto hace algo, me resulta impensable no formar parte de su proyecto. Su sensibilidad, su humanidad, su capacidad de compasión... Lo sé todo sobre él. P.E.F. es un hombre que se indigna y se implica. También es un hombre que llora. Y cuando llora, sus ojos se vuelven morados. ¡Resulta bastante perturbador!
A un nivel más profesional, me conmueve su sentido de la estética. Le gusta mucho la fotografía y tiene un instinto increíble para los marcos. Al ser catalogado durante mucho tiempo como "director de comedia", me parece estupendo que un productor haya entendido que puede aventurarse con otras cosas.
P: El guion
R: Antes de que P.E.F. me enviara el guion, y salvo por lo que me había contado, no había leído ni oído nada sobre la historia de Fahim. Como a todos los que leyeron el guion, la historia me conmovió mucho. Pensé que tal vez esta historia podría abrir los ojos de la gente sobre los inmigrantes y todos los que duermen en las calles.
Lo que me impactó en primer lugar fue que, a través de la estricta narración de los hechos, podíamos entender lo valiente que fueron estas personas para abandonar su país. Se necesita mucha determinación para dejar su tierra natal y, por lo tanto, a su familia, sus raíces, su idioma y sus costumbres. Aunque mi vida estuviera en peligro, no sé si podría hacerlo.
Lo que también me conmovió fue la fraternidad que se siente en la película. El éxito de Fahim se debe a sus talentos personales, pero también a las personas que le echan una mano. El guion está iluminado por ese sentimiento.
En cierto modo, es como un pequeño recordatorio del lema de nuestro país: "Libertad, igualdad...". Desde la Ilustración, Francia ha mostrado el camino en el campo de los derechos humanos. A su manera, Fahim nos recuerda que no debemos temer a lo extranjero, que como residentes de una "tierra de asilo", debemos echarles una mano, que no debemos temerles.
P: Mathilde
R: Al leer el guion, me gustó mucho la valentía del personaje, su generosidad y su humanidad, pero en el plató no planeé nada en particular por la sencilla razón de que desde hace unos años ya no "trabajo" mis papeles, no los compongo, sino que me abandono a ellos. Me dejo maquillar, peinar, vestir, y cuando termina, me miro en el espejo y me digo: "aquí está mi personaje". Y entonces el texto me dice lo que piensa.
Luego trato de interpretar con la mayor sinceridad posible sin mirar para otro lado. Esto se aplica a todos los papeles, pero especialmente a aquellos que, como el de Mathilde, no son la fuerza motora detrás de la historia. En Fahim, Mathilde es sólo un engranaje. Si yo hubiera puesto demasiadas cosas personales ahí, ella podría haber desdibujado la narrativa. Eso quedó fuera de discusión. Nuestro trabajo como actores es servir a la historia que contamos, no apropiarnos de ella. Los personajes que interpretamos se cuentan a través de lo que les hacemos decir o hacer. Eso es suficiente para identificarlos. No puedo medir el impacto que Mathilde tuvo en mí. Sólo sé que me llenó, no sólo por sus cualidades morales, sino porque la interpreté con la dulzura de la mirada de P.E.F., bajo el encanto tan magnético de Gérard Depardieu.
P: Assad Ahmed
R: El inicio del rodaje con él fue muy abrumador y conmovedor. Assad, que había llegado a Francia solo tres meses antes, era muy tímido y no hablaba ni entendía el francés. Nos comunicamos mucho a través de gestos, guiños o palmaditas en el hombro. Era claro que le resultaba difícil, pero que intentaba hacer lo mejor posible. Así que lo animamos con sonrisas. En el fondo, Assad casi vivía la situación del niño al que estaba interpretando. Y nosotros, en el plató, mantuvimos con él las relaciones que nuestros personajes tenían con los Fahim de la película. A veces, cuando no podía hacer lo que le pedíamos, nos daba vergüenza no poder hacernos entender. Para mí fue como no lograr los objetivos de mi profesión de actriz, lo que implica también acoger al otro, es decir, a su pareja, y escucharle.
Durante el rodaje, Assad creció como persona. Y eso nos hizo sentir a todos muy felices.
P: Gérard Depardieu
R: Gérard es el actor más brillante que conozco. Es único con manera que tiene de "convertirse" en un personaje. Se pone el traje y los zapatos y eso es suficiente para él: se deja llevar por sus propios sentimientos. Es un camaleón. Era la tercera vez que trabajaba con él. La primera fue en Asterix: misión Cleopatra, pero tenía un papel pequeño. La segunda vez fue en Disco. Yo interpretaba a su amante y tuvimos algunas escenas cómicas muy divertidas. Así que Fahim fue la tercera vez en la que me encontré frente a él. Sentí el mismo miedo. Interpretar con Gérard da miedo. No se le puede mentir, no se le puede engañar, no puedes presumir. Lo sabe todo, lo ve todo, lo entiende todo. Es como un escáner. Cuando estoy con él, me siento como una náufraga voluntaria. Ya no puedo interpretar, pero me interesa, me alimenta. Me dejé llevar. Pero... a pesar de su amabilidad y de su capacidad de escucha, nunca me siento a la altura.
Gérard es libre, salvaje, sensible, inteligente. Hay poesía en él. Lo entiende todo a la velocidad de la luz. Puede interpretar de todo, desde los personajes más duros hasta los más grandes señores, desde los más bastardos hasta los más inocentes. Su cuerpo es el portador de lo que ha encontrado, de lo que ha vivido y sentido. Es como un planeta. Creo que deberíamos dejar que hiciera cualquier cosa que proponga. Todavía guarda algo de adolescente en él. Cuando me pongo frente a él, me siento como una hormiga; totalmente humilde, como una página en blanco en la que escribe. Para mí, Gérard es una persona excepcional, una de las personalidades más grandes del mundo. Y estoy sopesando mis palabras.
P: La película
R: A pesar del tema, Fahim evita los estruendos de la melancolía y el patetismo. Tiene "cuerpo". Es el "milagro de P.E.F." quien es un hombre sensible, a flor de piel, pero cuya modestia siempre le impide caer en el sentimentalismo. Este tema le va a la perfección. Lo trató magníficamente, como lo haría un reportero gráfico. Los fotogramas son claros y los planos son fijos, excepto las secuencias que tienen lugar en la India. P.E.F. no quiere ser el traductor de emociones, simplemente el testigo. Su enfoque es muy interesante.
No sé qué impacto real tendrá Fahim, porque no sé si el cine sirve realmente para hacer que las cosas sucedan. Pero al menos hace buenas preguntas sobre la actitud que se debe tener hacia el otro. Esperemos que cada espectador quiera responder de corazón y con conciencia.
Lo que también es hermoso en esta película son sus contrastes. Evoca un juego, el del ajedrez, donde se anticipan y reflexionan las jugadas y hace que un niño juegue a este juego cuando él mismo no tiene forma de anticipar su vida y anticipar sus duros golpes. Fahim es a la vez un chico que se enfrenta a los altibajos de su vida diaria y un artífice de la estrategia. Esta paradoja lo hace aún más entrañable.
P: El público de la película
R: Fahim es una película para todos los públicos. Hay muchas razones para amarla. Podemos encontrar en ella un cuento de hadas (un niño que realiza su sueño), una loca historia de amor (entre un niño y su padre), el retrato de un maravilloso hombre de bondad (el del profesor de ajedrez), una historia de iniciación (la integración de un niño extranjero), etc. También espero que los jóvenes se identifiquen con Fahim, quien, además de aprender a convertirse en hombre, aprende también, a través del ajedrez, a pensar en su vida.
Entrevista con Assad Ahmed
P: El comienzo de la aventura
R: Para mí, esta película fue como un cuento de hadas. Un día, mientras jugaba en casa, mi padre me pidió que acompañara al hijo de su hermano, sin decirme ni dónde ni por qué. Le obedecí. Cuando llegué al lugar, comprendí que era para rodar una película. Habían llevado a mi primo, pero al final fue a mí a quien hicieron la prueba. Cuando el director del casting me propuso el papel, primero me negué. Había llegado a Francia hacía sólo tres meses, hablaba y entendía muy mal el francés. Además, era muy tímido. Tenía miedo de no poder hacerlo bien. El equipo intentó tranquilizarme diciéndome que habría un traductor, pero aun así no quería hacerlo. Finalmente dije "sí" cuando mi padre me pidió que aceptara. Mi padre es la persona más importante para mí. Siempre intento no decepcionarlo.
P: La historia
R: Cuando me contaron el guion, me conmovió mucho. Me recordó los problemas de Daca.
La historia de Fahim no es la mía, pero podría serlo, ya que yo soy, como él, hijo de un refugiado político de Bangladés que tuvo que huir de su país a causa de la violencia. Pero a diferencia de Fahim, yo tuve suerte. Cuando llegué a Francia con mi madre, me escolarizaron directamente. Mi padre trabajaba en un restaurante y vivía en una residencia en Noisy-le-Grand donde mi madre y yo nos reuníamos con él. Sin embargo, sabía que antes de obtener sus papeles, había pasado por un largo período de dificultades. Gracias a la película, comprendí mejor lo que él y muchos de los miembros de mi familia habían experimentado y sentido.
P: "Ser" Fahim
R: No tuve muchos problemas para "convertirme" en Fahim. Sin haber seguido el mismo camino, tenemos mucho en común. Para interpretarlo, me ayudaron todos: P.E.F., Gérard Depardieu, Isabelle Nanty, los otros niños de la película, e incluso mis padres. Mi padre me contó su experiencia y me hizo ensayar los textos en casa por la noche.
Para el ajedrez, tuve un profesor maravilloso, Christophe Casamance. Me enseñó tan bien que, en pocos días, yo, que nunca antes había visto un tablero, entendí cómo se jugaba. Gracias a Christophe, el día que me llevó a un torneo, pude ganar. Para recompensarme, me regaló un juego. Hoy, gracias a él, puedo seguir jugando con mi hermano. Me encanta.
P: Los aportes de la filmación
R: Al igual que los ensayos, la preparación de la película y su rodaje real llevaron varios meses, tuve tiempo de aprender mucho. En comparación con mis amigos que llegaron a Francia más o menos al mismo tiempo que yo, me doy cuenta de que mi integración ha sido más rápida. Esta película cambió mi vida. Soy mucho menos tímido que antes, he aprendido a llegar a tiempo - en mi país, ¡nadie respeta realmente los horarios! - y, sobre todo, hablo mucho mejor francés. Eso es lo que más me ayudó y me hizo sentir feliz.
P: Las dificultades y los placeres del rodaje
R: Las escenas más difíciles de rodar eran aquellas en las que tenía que ser divertido o travieso. En la vida real, me cuesta mucho reírme. Pero allí era incluso peor: no me sentía nada cómodo. Afortunadamente, ¡todos me ayudaron a relajarme! Por otro lado, no tuve ningún problema para interpretar las escenas tristes. Mis escenas preferidas fueron las de los torneos y campeonatos de ajedrez. También me encantó nuestro viaje a Marsella. Como al Fahim de la película, no había visto nunca el mar. Realmente lo disfruté.
P: Después de la película
R: Espero que gracias a esta película la gente entienda que la vida de los inmigrantes no es fácil. Como dije antes, Fahim realmente ha cambiado mi vida. Todos a mi alrededor están orgullosos y felices. En mi país también. Me permitió tener más confianza en mí mismo. Si la oportunidad volviera a surgir, me gustaría hacer otra película. Pero no lo haré mi trabajo. Mis padres quieren que sea médico.
Entrevista con Fahim Mohammad
P: El ajedrez
R: El ajedrez siempre ha estado en el centro de mi vida. Le debo casi todo lo que me ha pasado, tanto lo bueno como lo malo. Si me amenazaron de muerte en Bangladés a la edad de seis años, fue porque a algunas personas no les gustó que me convirtiera en campeón. Pero si en Francia, donde nos habíamos refugiado, mi padre y yo pudimos conseguir documentos de identidad, fue precisamente porque había ganado torneos. En resumen, le debo la vida y la libertad al ajedrez. También es gracias a él que un libro contó mi historia y que hoy en día una película lleva mi nombre.
Es evidente que no esperaba vivir todo esto, y que hay algo en todos estos acontecimientos, felices o desafortunados, que me ha superado a mí, a mí que partí de la nada.
P: El libro
R: Cuando me preguntan si Un roi clandestin (Un rey clandestino) cambió mi vida, contesto que "no". Lo que la cambió fue, en primer lugar, mi título de campeón de Francia en la categoría de menores de 12 años y los encuentros que siguieron. Luego fue obtener los documentos de identidad franceses. De hecho, el libro fue escrito principalmente para tratar de cambiar la visión de la gente sobre los refugiados e inmigrantes que viven en la calle.
P: La película
R: Cuando me llamaron para decirme que íbamos a hacer una película sobre el libro, me sorprendió, pero no me impresionó. Tenía catorce años y no me di cuenta de lo que iba a significar. Pensé que íbamos a hacer un pequeño documental. Nunca imaginé que la película tendría ese alcance y distribución.
P: El guion y los personajes
R: Cuando vi la película, me conmovió, y al mismo tiempo, sentí algo extraño. Todo es verdad, y al mismo tiempo, me pareció que no se trataba realmente de mí. La historia es básicamente mía, pero el Fahim de la película no es exactamente yo. Me reconozco en todas las escenas que conciernen a su integración o a su educación: la escena en la que aprende a comer con cubiertos, por ejemplo, o aquella en la que le gritan porque llega tarde...
Un aspecto que, por desgracia, no ha cambiado mucho porque todavía tengo problemas con la hora (risas). También me reconozco en todas las escenas en las que Fahim es acogido por sus amigos del club o del instituto. Viví momentos similares, tan cariñosos. Como los que viví también con mi profesor de ajedrez, Xavier Parmentier, interpretado por Gérard Depardieu. Xavier era un hombre muy generoso. Fue gracias a él que pude dormir, en secreto o casi, durante varios meses en su club de ajedrez. Ese episodio no está en la película, pero no importa porque nos damos cuenta de lo bueno y paternal que fue Xavier conmigo. Obviamente, me sentí lejos de Fahim en las secuencias “de ficción” de la película incluidas por necesidades del guion. Por ejemplo, mi padre y yo nunca hemos vivido en una comunidad, en esas tiendas de campaña, con otros bangladesíes. No forma parte de nuestra personalidad. Pero son solo detalles. La mayor parte de mi vida está allí y me gustan los Fahim de la película. No hubiera querido que él fuera yo completamente, me habría sentido incómodo.
P: Mi padre
R: Mi padre es una persona muy reservada y secreta. Hizo de todo para ocultar su situación. Fue muy protector conmigo, pero siempre fingió ser distante. Los primeros años en Francia fueron terribles para él. Cuando se le negó el estatuto de refugiado político y huyó, se fue a dormir a la calle. No tenía trabajo, ni papeles, pero se arriesgó a acompañarme al club de ajedrez donde pasó horas esperándome. Nunca le oí quejarse. Sin embargo, todo era más difícil para él que para mí. Yo tenía amigos, hablaba con ellos, me iba a dormir a sus casas, jugaba al ajedrez. Podía escapar. Él pasaba días sin hacer nada, sin poder hablar con nadie, sobre todo porque no hablaba francés. Amo a mi padre. Lo admiro. Siempre he vivido con él. Él fue quien me llevó a Bangladés cuando era niño para participar en los torneos. Probablemente fue él quien me salvó la vida. Le debo todo. El amor de Fahim por su padre es algo que se siente claramente en la película. Estoy muy contento por eso. Siento que me estoy poniendo al día con esos años en los que no podía expresar mis sentimientos hacia mi padre.
P: Los actores de la película
R: No siendo muy cinéfilo, no sabía exactamente quién era Gérard Depardieu. Fue muy amable conmigo. Debo decir que todo el mundo fue adorable, desde los niños que interpretaban a mis amigos hasta Isabelle Nanty y P.E.F. También me llevé bien con Assad, pero no le dije mucho.
Él es el actor, no yo.
No asistí a la preparación de la película y fui al plató muy poco, pero vi lo suficiente como para darme cuenta del enorme trabajo que representa un rodaje. No tenía ni idea de que fuera así.
P: El impacto de Fahim
R: No sé cómo será recibido Fahim. Espero que, al igual que el libro, ayude a cambiar la visión de las personas con respecto a los inmigrantes, y algunos han experimentado cosas mucho peores que yo. Personalmente, me gusta esta película porque no sólo habla de la miseria de la gente, sino que cuenta una hermosa historia, ya que, al final, sus personajes salen adelante. También me gusta porque el ajedrez se muestra más como un juego de aventura que como un juego intelectual. La gente que no sabe nada sobre el ajedrez debería poder divertirse.
P: Después de Fahim
R: Aprobé el bachillerato y entraré en una escuela de negocios. Me gustaría convertirme en gestor de activos o de patrimonio.
Contrariamente a lo que uno podría pensar, nunca he tenido por objetivo dedicar mi vida entera al ajedrez. Tendría demasiado miedo de volverme loco, como algunos grandes campeones. Por eso, en los últimos meses, interrumpí mi entrenamiento. Los retomaré, pero tranquilamente.
Hoy, me siento sereno. Ya no pienso en esa época en la que tuve que dormir en la calle. Trato de vivir avanzando, en el momento presente.
Quiero quedarme en Francia. Fue el país que me acogió y le estoy agradecido. Como mi padre, que está tan orgulloso de que una película francesa lleve el nombre de su hijo.
La situación de Fahim hoy en día
Hasta la fecha, casi once años después de su llegada a Francia, ni Fahim ni su padre han obtenido la nacionalidad francesa. Hasta alcanzar la mayoría de edad (este año), Fahim, como todos los menores extranjeros, no tenía derecho a obtener un permiso de residencia. Acaban de dárselo. Al ser el primero, sólo tiene validez de un año. A su padre le renovaron el suyo por cuatro años.
El permiso de residencia permite a su titular trabajar en Francia, y también viajar fuera de Francia. Para Fahim, a quien no se le había permitido salir de Francia desde su llegada, este es un gran paso. Pero tiene que esperar otros cinco años para solicitar la nacionalidad francesa.
Ficha artística
MATHILDE - Isabelle NANTY
SYLVAIN - Gérard DEPARDIEU
FAHIM - Assad AHMED
NURA - Mizanur RAHAMAN
LUNA - Sarah TOUFFIC OTHMAN-SCHMITT
LOUIS - Victor HERROUX
MAX - Tiago TOUBI
ALEX - Alexandre NAUD
ELIOT - Pierre GOMMÉ
DUFARD - Axel KERAVEC
FRESSIN - Didier FLAMAND