Tal vez Violeta conoció al hombre perfecto demasiado pronto, sin que le diese tiempo a vivir la vida. Tal vez, ahora la vida sería más fácil para Violeta si pudiesen operarla y extirparle las tentaciones... vaciarla de deseos para siempre, como hacen con Liz, su gata. Porque Violeta está enamorada de Ari, su pareja, pero le es infiel. No lo puede remediar, aunque luego se siente fatal, sin poder dormir, con una bola de angustia y culpabilidad en el estómago.
Violeta es joven, tiene toda la vida por delante. Aún no ha decidido si dejar las esporádicas traducciones de las que vive y empezar a trabajar en una editorial, con un horario estable y un sueldo fijo. Ari da clases en un instituto y aspira a ser novelista, aunque hasta el momento este sueño le haya ofrecido su cara más amarga, como la cerveza que bebe para luchar contra su esterilidad creativa. Desde luego, la vida es mejorable, pero son felices juntos. O eso parece...
Porque Violeta se siente atraída por Raúl, compañero de trabajo de Ari. Pero también coquetea con Andrés, un adolescente guapo e inquieto, que además es alumno de Ari. Y por si faltara poco, le flipa Iván, el atractivo y sofisticado veterinario que va a tratar el celo de Liz... y -¿por qué no?-... de Violeta.