No hay nada más blanco que la pérdida; o un amanecer en Islandia, cuando la vista no distingue entre el cielo y la tierra. Allí vive Ingimundur, un jefe de policía retirado a quien encarna Ingvar Sigurðsson (premio a la mejor interpretación en la Semana de la Crítica de Cannes) con una humanidad tan táctil y rocosa como un protagonista de John Ford. Pero esto no es un western, pese a tener en el centro a un cowboy solitario (no tanto: es afectuoso padre y abuelo), sino un thriller de suspense donde el viudo Ingimundur empieza a sospechar una infidelidad por parte de su esposa fallecida y esa obsesión da tal vuelco a su vida que haría palidecer a Walter White. El segundo largo de Hlynur Pálmason demuestra con tensión y candor cómo el amor puede ser más frío que la muerte.