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  En América  (In America)
  Dirigida por Jim Sheridan
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Dirigida por Jim Sheridan (Mi pie izquierdo, En el nombre del padre) se trata de un crudo relato profundamente personal y emotivo sobre una familia que trata de encontrar su sitio y su alma en los Estados Unidos. A través de los ojos de dos jóvenes heroínas abiertos de par en par, Sheridan transforma una devastadora tragedia humana en una historia teñida de humor sobre los recuerdos, el amor, los secretos, el reunirse y el comenzar de nuevo.

Basada parcialmente en las propias experiencias autobiográficas de Jim Sheridan cuando emigró a los Estados Unidos, parte de un guión escrito por el propio Sheridan y sus dos hijas, Naomi y Kirsten Sheridan. El reparto incluye a la nominada al Oscar por "Acordes y desacuerdos", Samantha Morton (Minority report), a Paddy Considine (24 hour party people), a Djimon Hounsou (Amistad, Gladiator) y a las hermanas Sarah Bolger (A love divided) y Emma Bolger, que debuta en el cine. El filme ha sido producido por Jim Sheridan y Arthur Lappin.

La banda sonora:
Accede a la información sobre la banda sonora B.S.O. In America.

Carta de Jim Sheridan:
Cuando iba a hacer las pruebas de selección de los niños para In America, entré en la sala y vi a la pequeña Emma Bolger, de seis años: ¿cómo no verla? Le pedí que se relajara, y era muy, muy buena... tal vez demasiado. No quería de ningún modo que los niños fueran actores, y temía que ella pareciera controlar demasiado la situación; por eso pregunté
a mi hija Kirsten, que escribió el guión conmigo, si había en la sala algún otro niño que fuera buen actor. Señaló a una preciosa niña.

Le pedí que leyera, y ya había pronunciado algunas palabras cuando sentí que me tiraban de la chaqueta. Me di la vuelta, y ahí estaba Emma, con sus ojos clavados en los míos. Me miraba con estupefacción, y leí en su mirada que acaba de vulnerar una regla de etiqueta. Me dijo: ¿Está leyendo mi papel?. La miré fijamente a los ojos, y después de un eterno instante comprendí que no había nada que hacer.

Pensé: no puedo ser diplomático. Simplemente tengo que decir la verdad. Busqué la menor debilidad en su mirada,
y al no encontrarla contesté: Nada de eso. Estás seleccionada.

Asintió, y dijo: Mi hermana está abajo, en el coche. Le pregunté cuántos años tenía su hermana. Dijo: Diez, y pensé que con eso ya me había librado del anzuelo: el papel está escrito para una niña de catorce. Repuse: Es demasiado pequeña. Emma contestó: ¿Por qué no hablas con ella?. Y bajé. Y así es como las hermanas Bolger acabaron en la película.

El primer día de rodaje, grité nerviosamente ¡Acción! en la primera toma. Algo salió mal, solté una interjección y grité ¡Corten!. Sarah Bolger se acercó y me dijo: Jim, ¿me permites un segundo?. Se alejó tres pasos del equipo, todos fingieron no mirar, y dijo: Puedes decir palabrotas delante de mí. Tengo diez años. Pero mi hermana sólo tiene seis, y es una grosería decir palabrotas delante de ella. Haz el favor de comportarte.

La miré y Ie dije que no sabía si iba a poder; de modo que le pedí que tomara el mando y en lo sucesivo gritara ¡Acción!, y le dije a Emma que si no le gustaba lo que estábamos rodando, podía gritar ¡Corten! en cualquier momento. Reflexioné sobre esto, y recordé mi infancia, cuando los pastores redentistoristas venían a las misiones y los jueves, cuando llegaban al sexto Mandamiento, ¿es ése el que habla del adulterio?, se volvían a la congregación y decían que no se trajera a niños menores de ocho años. Y a la noche siguiente, los otros monaguillos y yo veíamos al pastor echar espumarajos por la boca ante nuestros padres. Era una completa inversión de posiciones, y comprendí que vestir
de monaguillos en cierto modo nos hacía invisibles.

Y eso es lo que normalmente debe sentir un niño en una película sobre el mundo de los adultos. Por eso hice cuanto pude en la película para estar siempre lo más relajado posible. Y no es fácil estar relajado cuando estás sometido a presión y los niños absorben invariablemente todas las emociones, negativas o positivas. Y reviví la infancia de mis propios hijos a través de estos dos geniales niños actores. Hubo un momento en que mi mujer dijo: a veces creo que prefieres a estos niños. Y mi otra hija, Naomi, que también coescribió el guión, dijo: claro que los prefiere. Ellos tienen que hacer lo que dice el guión.

Siempre he hecho películas sobre la familia, y creo que una de las razones es que mi madre tenía una casa de huéspedes. A los doce años me liberé del peso de la parte nuclear de la familia, y creo que eso me hizo un enorme bien y me permitió ver la familia desde una perspectiva nueva. Tal vez por eso en las películas siempre vuelvo a reunir a la familia.

A veces, cuando haces una película no puedes incluir cosas de la vida real, porque es demasiado cinematográfica y rompería el tejido de la realidad a los ojos del público.

Como en la película, yo también crucé la frontera canadiense, y cuando estábamos en el otro lado, mi mujer pisó a fondo el acelerador. Las carreteras eran espléndidas, mucho mejores las de Irlanda en aquella época, y fuimos volando hasta Antioch, donde tenía que interpretar un monólogo de Beckett. Después de unas treinta millas, la policía nos hizo señas con las luces y nosotros los saludamos con la mano. Unas cincuenta millas después nos atraparon y nos llevaron muy enfadados a un juzgado de guardia, en las colinas que hay junto a Syracuse. El juez estaba en zapatillas. Le acababan de sacar de la cama y estaba de muy mal humor. Me preguntó si me iba a declarar culpable o no culpable.

Le pregunté qué pasaría si me declaraba no culpable y dijo que me pondría en libertad bajo fianza. No me gustó como sonaba eso, y me declaré culpable, aunque era mi mujer, Fran, la que conducía. Inmediatamente me puso una multa
de cuarenta dólares, y Fran y yo nos hurgamos los bolsillos y todo lo que pudimos reunir fueron treinta y seis dólares y calderilla suficiente para llegar a treinta y ocho. El juez seguía en sus trece, y al rato cada uno de los policías nos dio
de mala gana un dólar. El juez me preguntó si el dinero era mío, y contesté que no. El repuso que me daría una última oportunidad, y entonces los dos policías cometieron perjurio con tal de salvarme.

Volvimos al coche, y los policías dijeron que estaban preocupados porque no teníamos dinero suficiente para llegar a la Universidad. Nos dieron cinco o seis dólares cada uno y nos dijeron que sus abuelos eran de Irlanda.

Y ése fue mi primer día en América, y el comienzo del viaje épico que es la película, aunque esa escena no está incluida, porque no me parecía suficientemente realista.

Felices fiestas,
Jim

Independent Spirit Awards - Nominaciones:
Mejor película
Mejor director (Jim Sheridan)
Mejor actriz (Samantha Morton)
Mejor actriz secundaria (Sarah Bolger)
Mejor actor secundario (Djimon Hounsou)
Mejor fotografía (Declan Quinn)