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  Mía y Moi  Dirigida por Borja de la vega
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Tras perder a su madre, Mía y Moi se refugian en una destartalada casa familiar, en el campo, en mitad de la nada. Con ellos, Biel, el novio de Moi.

Juntos los tres, tratan de descansar y sanar las heridas. Sobre todo en el caso de Moi, que se recupera de una fuerte crisis nerviosa. Son días de recuperar recuerdos familiares, algunos dolorosos, de reencontrarse, de vivir sin prisa.

La llegada de Mikel, el novio de Mía, alterará la convivencia y perturbará de distinta manera a cada uno de los habitantes de la casa. La tensión va creciendo hasta que estalla en un acto de violencia de consecuencias irreversibles.


Sinopsis larga
MÍA, de pie, en el porche de la enorme casa de campo, fuma mientras ve llegar un coche por el camino de tierra que termina en su puerta.

Del coche se bajan MOI, su hermano pequeño y BIEL, el novio de éste. Mientras Biel descarga el coche, Moi se acerca a su hermana. Sus pasos son algo lentos, puede que hasta torpes. Llega hasta ella y se abrazan con fuerza. Luego ella le mira a los ojos. Ambos se sonríen, ninguno está bien en realidad.

Tras la muerte de su madre, una mujer que había sufrido abusos por parte de su marido toda su vida, ambos se ven muy afectados, especialmente Moi, el menor, el más apegado a su madre y que empieza a tener alucinaciones y comportamiento paranoico.

Cuando le diagnostican esquizofrenia es casi un alivio. Hace apenas un mes que ha empezado a medicarse.

El trío pasa las horas, los días, tranquilos y aislados del mundo exterior. Mía y Moi juegan a las cartas, juegos que conocen de cuando eran pequeños. Biel se aburre viéndolos jugar, pero se alegra de ver mejor a Moi. Mía nunca abandona su copa de vino. Biel le acompaña con cerveza. Moi no bebe, no puede.

Los tres se acercan al mar a bañarse. Parece que la vida y sus problemas han quedado en otra parte, allí solo existe el presente. Aún así, los recuerdos, las anécdotas, son recurrentes. Compartirlos, contárselos a Biel, a veces les hace bien a los hermanos, otras les lleva a un estado de melancolía.

Entre la pareja no hay sexo. La medicación es fuerte y aunque la primera noche Biel lo intenta, Moi no puede ni planteárselo. Al final hay noches que son Mía y Moi los que comparten cama. Como dos niños abrazados.

La estabilidad que viven se va a poner a prueba con la inesperada llegada de Mikel, el ex novio de Mía.

Mía y Mikel llevan más de cinco años de relación on-off y aunque han roto muchas veces, Mía nunca consigue salir del bucle. Es una relación abusiva que ha ido escalando en episodios de violencia importantes. Ella trata de negárselo, pero su mayor terror es estar reproduciendo el comportamiento de su madre.

Mikel llega y es todo lo que podían esperar. Con Mía, mantiene ese tira y afloja que les hace permanecer unidos incluso cuando no son pareja. Con Biel, da una cara mucho más amable, hasta el punto de que éste se refugia en él para aliviar la frustración que le produce la frialdad de Moi. Entre éste y Mikel la conexión es más perturbadora. Mikel ve a Moi como un obstáculo entre él y Mía, es un amor el que se profesan los hermanos que no entiende. Esto le lleva a provocar y desafiar al chico, tratando de destruir ese vínculo.

Una noche, Mikel se empeña en tener sexo con Mía. Ella no quiere. El insiste, no la viola, técnicamente, pero no se conforma con un no por respuesta y no para hasta que ella finalmente se deja hacer.

En la otra habitación, Biel y Moi lo escuchan todo. El segundo siente el impulso de intervenir, de ir al dormitorio de su hermana y sacarle a Mikel de encima, pero Biel le frena.

Moi, muy perturbado, sale del dormitorio y va a la cocina. Rebusca algo en los cajones. Cuando vuelve a subir las escaleras ve luz en el baño, la puerta está entreabierta, la abre del todo.

Mikel está frente al espejo, desnudo, terminando de limpiarse. Se vuelve hacia Moi con una sonrisa. Le desafía. Moi solo lleva puestos unos calzoncillos. Los dos hombres están muy cerca y prácticamente desnudos.

Entonces Mikel ve que Moi lleva algo en la mano, pegado a su muslo. Son unas tijeras. Al verlo Mikel se sobresalta, pero mira a Moi desafiante y hace amago de reírse. No le da demasiado tiempo, Moi, sin pestañear, le clava las tijeras en el abdomen. Hasta el fondo, limpiamente.

Mikel mira a Moi con absoluto desconcierto. La herida empieza a sangrar profusamente tiñendo su cuerpo y el de Moi de rojo. Mikel mira ahora a Moi con una mezcla de terror y miedo, se tambalea y se abraza a él para no caerse. Poco a poco resbala mientras pierde las fuerzas hasta caer al suelo, muerto.

Moi, rígido, lleno de sangre, le observa impasible. Deja las tijeras en el lavabo y sale del baño. Tras dudar un instante va al dormitorio de su hermana. Ella al verle se lleva el susto de su vida, cree que es su hermano el herido, pero pronto se da cuenta de que no. Le sigue al baño y ve el cuerpo de Mikel. Se abrazan llorando. No llora por Mikel, llora por Moi, por lo que ha hecho.

Biel oye los sollozos y las voces y sale de su dormitorio. Encuentra a los dos hermanos llenos de sangre. Se asoma al baño y ve el cuerpo. Biel entra en pánico. Piensa en consecuencias, en policía, explicaciones y juicios.

Mía y Moi tratan de calmarse y de pensar en lo que hacer. Ella, por encima de todo lo demás, se ha puesto en "modo" salvar a su hermano de cualquier consecuencia. No hay lugar todavía para el dolor por Mikel o pensar en ella misma. Mía le dice a Biel que se vaya, que él no tiene porqué verse inmerso en la muerte de Mikel. Biel interroga a Moi con la mirada, quiere saber que opina. Moi le dice que esa no es su historia, y que se marche.

Biel aparece en la cocina con su bolsa hecha. Se va. La imagen de los dos hermanos bañados en sangre le repugna en ese momento.

Se quedan los dos hermanos solos. Mía coge una botella de un licor fuerte, sirve dos chupitos y le da uno a su hermano. Beben y se disponen a ponerse manos a la obra.

A la mañana siguiente, los hermanos se despiertan en la misma cama, con sangre seca por el cuerpo y abrazados.

Comienzan a recoger la casa. Limpian el baño, lo friegan todo bien, las sabanas con restos de sangre al igual que la ropa la queman, se duchan... van dejando atrás los rastros físicos de la noche anterior.

Por la tarde, cuando han terminado todo, van a la playa solitaria a la que solían ir con su madre. Están tranquilos. Más allá de las consecuencias, Mía está feliz, se ha quitado una losa que lastraba toda su vida. Moi le ha salvado y ella le ha salvado a él. De una forma extraña todo encaja. Ambos coinciden en que Biel no dirá nada, por su propio interés.

La vida continúa para los dos hermanos.


Los personajes

Bruna Cusí es Mía
Lista, práctica y resolutiva y sin embargo jamás ha conseguido poner su vida en orden. La forma en que a ella le afectó su infancia es totalmente diferente a la de Moi. Ella asumió desde muy joven lo que pasaba y decidió escapar. Se fue de casa nada más cumplir los 18 y dejó los estudios para ponerse a trabajar y ser auto-suficiente.

Lo consiguió, aunque nunca hubo un plan. Ni una carrera ni un objetivo, solo poder pagar el alquiler a final de mes. Mientras, en su huida hacia adelante, ya hace muchos años conoció a Mikel, un chico tan poco recomendable como su propio padre, pero, reproduciendo, de forma consciente o no, lo que ha visto en casa, se sintió irremediablemente atraída por él. Su relación, llena de altibajos, de amarse locamente y odiarse, se ha ido convirtiendo en algo crónico, en la columna vertebral de su vida. Mía intenta dejarle atrás, pero no lo consigue. No hay amor entre ellos, solo sensación de obligación, de que aguantarle se ha hecho algo inevitable.

La falta de horizontes, de ilusión, han ido haciendo de Mía una persona cada vez más apagada, que se refugia en el alcohol para dejar que los días, la vida, pasen de la forma más indolora posible.

Su hermano Moi, su única gran pasión, le necesita ahora más que nunca, y ella va a estar ahí para ayudarle, para sacarle del pozo de oscuridad en el que está metido, le cueste lo que le cueste.

Ricardo Gómez es Moi
Moi ha llevado hasta hace muy poco una vida normal y relativamente exitosa. Buen estudiante, sociable y divertido, descubrió su homosexualidad en la adolescencia y la aceptó sin problema.

Junto a Biel, al que conoció en la universidad, ha formado una pareja que se quiere y apoya, lejos del modelo de sus padres, referencia de la que a toda costa quiere escapar.

Ahora, a sus 25 años, la muerte de su madre ha sacado a la luz los verdaderos traumas que acarrea desde su infancia. Los malos tratos que presenció de forma constante por parte de su padre crearon un nexo irrompible con su hermana Mía, pero también una grieta en su mente y en su alma que se manifiesta en un brote psicótico que se ha conseguido contener gracias a un ingreso de semanas en la planta psiquiátrica de un hospital y una fuerte medicación.

En ese estado comienza nuestra historia, cuando se retira del mundo junto a su pareja y su hermana para poco a poco ir volviendo a ser el que era, o al menos intentarlo.

Moi es solo una sombra, una persona a medias, con la mente encharcada, en un perenne estado de letargo y confusión. Su visión de las cosas está sesgada por el estado de su mente, sus reacciones, imposibles de predecir.

Su única guía, su luz en mitad de la oscuridad, será su hermana Mía.

Eneko Sagardoy es Biel
Sereno, inteligente y centrado, Biel sería el mejor amarre para Moi si éste se dejase ayudar. No está siendo una etapa fácil para Biel, que ha tenido una vida sencilla y no podía prever el bache que iba a pasar con su pareja.

Criado en una familia de clase media alta, conservadora, su bagaje no tiene nada que ver con el de Mía y Moi.

Biel está profundamente enamorado y trata de ayudar y apoyar a Moi pero choca continuamente con su indiferencia, cuando no directamente con su rechazo. Esto le une a Mía, que comparte su preocupación y de forma inesperada, también a Mikel, que será su vía de escape ante la tensión que vive con su novio.

Cuando las cosas se compliquen, Biel se encontrará en la tesitura de decidir si por amor quiere emprender un camino que no tiene vuelta atrás.

Joe Manjón es Mikel
Sin oficio conocido, sin mayores aficiones que colocarse y pasar las horas bebiendo cerveza, Mikel es un tipo de su barrio, sus colegas y su chica. El problema es que su chica es Mía, desde siempre, casi desde que son unos críos. A lo largo de los años su relación ha estado siempre llena de altibajos, de dejarlo y retomarlo, de broncas y peleas. Hasta el punto de que lo que pudo haber de romántico al principio ya es un recuerdo gastado, ahora lo que queda es la costumbre y la resistencia de Mikel a dejar marchar a Mía de su lado. Cada vez que rompen vuelve a tirar del hilo invisible que les une para recuperarla.

Cuando Mikel aparece en la casa, es una fuerza disruptiva que cambia el ánimo de todos sus habitantes. El de Mía, que trata de ponerle límites y proteger a su hermano. El de Moi, que es incapaz de entender la fuerza de esa relación, que sufre viendo a su hermana atada a ese hombre y que se mueve entre la repulsión y la fascinación por Mikel, y también la de Biel, que encontrará a un aliado frente al caparazón inexpugnable que han construido los hermanos frente al mundo.