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La pasión

Pop-Rock

Fecha de publicación del disco: 29 de septiembre de 2009

1.Sombras
2.Alma mía
3.Nieblas
4.Mar y cielo
5.Cenizas
6.No, no y no
7.Con mil desengaños
8.Historia de un amor
9.Qué quieres tú de mí
10.Adónde va nuestro amor
11.Como la cigarra
12.Cuando tú te hayas ido

Folklore latinoamericano
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La pasión es el título del disco de Luz Casal de 2009. Un viaje por canciones clásicas y en su mayoría desconocidas del folklore latinoamericano. Con la producción de Renaud Letang, que ha trabajado, entre otros, con Feist y Manu Chao, y con los arreglos de Eumir Deodato, arreglista de Frank Sinatra, Björk o Kool & The Gang.

El célebre fotógrafo de modas Jean Baptiste Mondino se encarga de la portada del álbum, editado a nivel mundial por el sello Blue Note, especializado en discos de blues y jazz.

En su duodécimo álbum, se incluyen doce canciones con el bolero como hilo conductor.

Con músicos entre los que destacan los percusionistas Alex Acuña (Ella Fitzgerald, Paul McCartney) y Luis Conte (Madonna, Ray Charles), para un repertorio de canciones clásicas que son la puerta a una de las más importantes contribuciones artísticas y culturales de Latinoamérica.


Así es "La Pasión"
Propone Luz un hermoso viaje que se inicia a principios de los años 40, donde se datan Sombras y Alma mía, las dos canciones más añejas del disco. Sombras tiene su origen en un poema de la mexicana Rosario Sansores, Cuando tú te hayas ido, que Carlos Brito musicalizó hasta convertirlo en un pasillo ecuatoriano de popularidad masiva en el país suramericano. Al mismo tiempo, Bola de Nieve, cantante cubano que llegaría a ser uno de los más geniales intérpretes que ha dado la isla caribeña, popularizaba aquello de "a veces me pregunto qué pasaría / si yo encontrara un alma como la mía", del tema compuesto y escrito por la mexicana María Grever y que en la voz de Luz y el piano de Otmaro Ruiz adquiere emocionantes matices.

Es en la década de los 50, los años dorados del bolero, cuando nacen la mayoría de canciones que conforman La pasión. Francisco Flores, compositor y actor chileno, realiza un canto al amor en Nieblas, introducida por un bello arreglo de cuerda. Por el contrario, el desamor atraviesa los temas Mar y cielo, del puertorriqueño Julio Rodríguez, integrante de Los Panchos; y Cenizas, del compositor mexicano Wello Rivas, una de las letras más viscerales del álbum: "si pretendes remover las ruinas que tú mismo hiciste / sólo cenizas hallarás de todo lo que fue mi amor". La impronta musical de Cuba se hace sentir con la canción que aporta el celebrado Osvaldo Farrés: No, no y no, un vigoroso bolero-chá que goza de toda la energía instrumental de la orquesta. En Con mil desengaños, compuesta por el también cubano René Touzet, el piano y la cuerda establecen una intimidad que explota en un sublime puente de metales mientras Luz torna cada verso en escalofrío: "con mil desengaños / no podrías pagar el desengaño mío. / Con mil sufrimientos / no podrías sufrir lo que he sufrido yo". A mediados de los 50, Carlos Eleta firma el que es probablemente el tema más conocido del disco, la elegíaca Historia de un amor, escrita a raíz de la muerte de la cuñada del autor panameño y dotada en el álbum de la sensibilidad de Luz y de un conmovedor puente musical.

De la década de los 60 Luz rescata Qué quieres tú de mí, del fructífero tándem formado por los brasileños Jair Amorín y Evaldo Gouveia, una pieza de sosegada melodía escrita desde el rencor del amor acabado. Ya a los 70 pertenece Adónde va nuestro amor, de los mexicanos Eduardo Magallanes y Mario Molina, un canto sobre la incertidumbre que precede al desamor en el que la voz de Luz, reflexiva y serena, entra como un bisturí en la carne tras una intensa introducción de percusión y metales. Como la cigarra, de la poeta y compositora argentina María Elena Walsh, es probablemente la canción que más se aleja de la temática amorosa y del género bolerístico para abrir paso a la esperanza tras la herida: "tantas veces me mataron / tantas veces me morí / sin embargo estoy aquí / resucitando".

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