Retrovisión 1995-2006
Pop-RockFecha de publicación del disco: 19 de junio de 2006
1.Oigo música
2.Llamando a la tierra
3.Carolina
4.Sopa fría
5.Quédate a dormir
6.Miedo
7.Antihéroe
8.Maggie despierta
9.Filosofía barata
10.Bananas
11.Souvenir
12.Mario
13.Perdido en la ciudad
14.Dando vueltas
15.Chilaba y cachimba
16.¿Dónde está la revolución?
17.Un buen momento
Retrovisión 1995-2006 es el título del disco recopilatorio de M-Clan, en el que se reunen 15 éxitos del grupo, además de dos temas nuevos: "Oigo Música" y "Bananas".
La edición en digipack incluye un DVD con todos sus videoclips y 12 temas en directo grabados el 27 de octubre de 2005 en la plaza de toros de Murcia.
Conocí a Carlos Tarque en 1995, justo antes de un concierto de M Clan. Me lo presentaron en la barra del bar y hablamos de rock and roll, como es lógico. Carlos llevaba melena rizada con raya al medio y vestía pantalones acampanados, aunque todavía no se vendían en el Bershka. Ni siquiera existía Bershka. M Clan, formados por Tarque y el guitarrista Ricardo Ruipérez en marzo del 93, visitaban la ciudad para anticipar el repertorio de su inminente primer disco, Un buen momento (1995). Grabado en Memphis, aquel álbum era un zambombazo de rock purista: guitarras dobladas, órgano Hammond, arreglos de metales y, en definitiva, un arsenal de trucos heredados de los grandes del rock británico -Stones, Zeppelin, Purple, Free- y norteamericano: de Lynyrd Skynyrd a Screamin' Cheetah Wheelies o, más especialmente, los Black Crowes. Como amante del rock de raíces, Un buen momento me pareció una revelación. Tarque hablaba de Memphis con fervor y los ojos como platos, pero a M Clan todavía les esperaba la gran paradoja: llegaron de haber grabado como estrellas en EE UU para ofrecer su primer concierto -en Sitges- sobre la trasera de un camión de pescado. Podría haber sido de un modo más glamuroso, pero esto es lo que es y el grupo se calzó el buzo para empezar a construir desde abajo, con un centenar de fechas en bares de provincias y, por cierto, mucho desmadre.
El gran escollo llegaría el 30 de junio de 1996. De vuelta de un bolo en Bilbao, la furgoneta de la banda se empotró contra un camión. El más perjudicado fue Oti, que se partió la cadera y hubo de permanecer acostado dos meses, imaginando que quizá no volvería a tocar la batería. El varapalo fue importante, y el grupo reaccionó -con Oti felizmente recuperado- grabando un segundo disco más duro y cerrado que el anterior, como un reflejo de toda la angustia contenida. Coliseum (1997) fue parido en la nieve de Toronto con Richard Chycki, productor de sus entonces adorados Four Horsemen. Porque M Clan son, ante todo, melómanos devotos. La segunda vez que coincidimos fue en 1997, en Santiago de Compostela. El grupo parecía cambiado: Tarque y Santiago Campillo, su guitarra solista, seguían siendo el centro de la farra, mientras los demás se habían tranquilizado. En aquel camerino, entre cajas de botellines vacíos, se respiraba rock y peligro. Carlos y yo seguimos hablando de amigos comunes: los viejos Whitesnake, los primeros Bad Company... y aquellos discos de Little Feat que le había prestado alguien de los Marañones, si no me falla la memoria. Sobre las tablas, M Clan sonaban más contundentes y progresivos, con canciones como aquel himno, Dónde está la revolución. El grupo ejercía por entonces un incontestable influjo sobre dos gremios: a) las pocas chicas que iban a verlos; y b) los musicólogos -profesionales o vocacionales-, que eran su público natural. M Clan iban de aquí para allá en una roulotte, buscando su sitio. Eran días de escasez, sexo colectivo en carretera y mucha confusión. Les perdí la pista.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando, dos años después, me enteré de que su tercer disco, Usar y tirar (1999), estaba en manos de Alejo Stivel. El ex cantante de Tequila estaba triunfando como productor de grupos de moda -La Oreja de Van Gogh- y dando una capa de barniz al clásico Sabina. Costaba creerlo: M Clan, aquellos templarios del rock setentero... ¿grabando con el arquitecto de los superventas pop? La vida les cambió con el lanzamiento del single Llamando a la Tierra, feliz adaptación del Serenade de Steve Miller Band. Alejo había logrado el equilibrio: sin perder su conexión con el rock de enjundia, M Clan sonaban ahora más abiertos. Como si los reyes se hubiesen atrevido por fin a cruzar las murallas de su mítico castillo para salir a ver mundo. Usar y tirar, uno de los mejores discos de la pasada década, supuso el salto a la auténtica primera división del pop-rock estatal. La gira consiguiente mostró al grupo en plan profesional y con músicos de apoyo. Unos cuantos de aquellos bolos fueron acústicos, una costumbre desde sus comienzos. Ahí germinó la idea de su próximo disco, Sin enchufe (2001). Grabado en directo y con guitarras acústicas, aquel álbum combinaba temas conocidos e inéditos y significó el techo comercial de M Clan. A lomos del éxito Carolina, su canción más popular hasta la fecha, Sin enchufe fue pronto doble platino y Tarque y compañía llegaron a oídos de un público que ni por asomo se les hubiese acercado 3 o 4 años antes. Viéndolos ahí arriba en las listas me alegré por ellos y por el rock and roll; sólo un tonto no lo hubiera hecho (recuerdo haber hablado de esto con Andreu Buenafuente, otro maclanista confeso).
Y, de nuevo, la carretera, esta vez con más conciertos que nunca y en grandes recintos. En mitad de la gira, las diferencias musicales y personales con Santiago Campillo se hicieron irreconciliables. Para la grabación de Defectos personales (2002), el cuarteto original -Carlos Tarque (voz), Ricardo Ruipérez (guitarra), Pascual Saura (bajo) y Juan Carlos Otero "Oti" (batería)- fichaba a Carlos Raya, guitarrista de Sangre Azul en los 80 y, por entonces, músico y productor de Quique González y Antonio Vega. El nuevo disco fue anticipado por Antihéroe, una descarga de rock puro que venía a decir algo así como: "Oiga, las canciones de Sin enchufe iban arregladitas para una comida en casa de los suegros, pero lo que nosotros somos es una banda de rock".
Luego llegó Sopa fría (2004), el último por el momento. Con la incorporación definitiva de Alejandro Climent "Boli" -teclados y acordeón- al equipo, M Clan facturaban un álbum abierto y clásico. De la ortodoxia y el purismo hard de sus comienzos a la pérdida de los prejuicios, y de ahí a la libertad y la madurez, entendiendo esta última como la capacidad para asimilar el legado de Beatles, ELO, Tom Petty, The Band y demás para rumiarlo y ofrecer luego un discurso personal. Sopa fría fue una vuelta al rock de raíces, pero ya no para ofrecer riffs de guitarra, sino melodías. En cierto modo, se cerraba un ciclo.
M Clan han ido siempre a su bola; desde su Murcia natal, alejados del epicentro de la industria y poco diplomáticos por carácter, son un animal extraño. Se han convertido en referente sin seguir el cauce acostumbrado ni contar con el favor de gran parte de la prensa musical, aquella que les daba columnas cuando eran desconocidos/exclusivos. No son un grupo cool, ni trendy, por desgracia. Digámoslo ya: M Clan son sólo la mejor banda de rock de los últimos diez años en España.
La última vez que me encontré a Carlos Tarque fue el pasado verano, en el hall de un hotel. Llevaba bermudas, sandalias y el pelo rizado por encima de los hombros, pero todavía la misma socarronería de aquel melenudo asilvestrado de una década atrás. Hablamos de sonidos, de canciones, de vinilos... Me prestó un vídeo de Stephen Stills que nunca pude ver. Un rato después, como es costumbre en él, se subió a un escenario para cantar Carolina, Antihéroe, Mario, Perdido en la ciudad, Quédate a dormir... Según avanzaba el concierto me di cuenta de que M Clan habían hecho, como mínimo, una docena de canciones que ya son parte de nosotros. Porque, al final, las canciones son lo único importante y la chupa de cuero, como dijeron los Siniestro Total, ya está ahí de por sí.
(A Coruña, mayo de 2006)