Javier Limón ha sabido escuchar la película para conducir el piano de José Reinoso, la guitarra del Niño Josele o las percusiones de Pepe Espinosa para que la música se sometiera al espacio y el tiempo y se acomodara envolviendo a los personajes. La colaboración con Andrés Calamaro pone la guinda. Suya es la voz que abre y cierra la película con el Blues de Madrid, una especie de invitación irónica al personaje de Samuel para su desembarco en la ciudad hostil y extraña, y Duermen los Niños, una nana convertida en una canción de cuna moderna y emocionante, a las que se añaden ricos aderezos como el Wiegen Lied de Schubert o el Love de Buika.