Belmondo fue un arrogante actor de la mejor época del cine europeo. Feo, tierno y viril, Belmondo era castigador y chuleta en Al final de la escapada. Un canalla simpático al que no le costaba nada tanto ponerse a repartir bofetadas, como lanzar besos a una Jean Seberg que seducía desde la pantalla con su belleza y naturalidad.
Ahora, en la continuación de nuestra peculiar escapada, un trío adopta el nombre del astro cinematográfico, esperando ser honesto merecedor de tamaño honor. José Sánchez Estévez, alias Pepe Pinchos, Toni Guerrero, exChamaco, y José Rueda, ex de La Barbería del Sur, forman Belmondo, un grupo de rock con raíz stoniana y ecos que te transportan a Burning, cuando el llorado Toño defendía de modo retrechero y provocador sus historias de luchadores callejeros, o a los ambientes sonoros del primer Lou Reed en solitario.
En este disco homónimo dominan los medios tiempos y las baladas de base semiacústica y guitarra afilada. Con esa voz personal dominando el plano sonoro, con unos textos personales y dueños de una poesía privada.
El single Flores, el rock arrastrado de "Esperando nada" y "Buscaré un amanecer", la balada con sabor salino de "Cuando el viento sopla fuerte" o la entrañable "Mi amigo". Hay también reggae rock, como la inconformista "Algún día de estos", y rock de inspiración californiana como es el caso de "Balas perdidas". Pero no todo es felicidad juvenil, como muestran la autoreveladora "Mi generación", la filosófica y noctámbula "Dudas". Para rematar el álbum, el grupo se atreve nada menos con el legendario tango "Yira Yira" del maestro Enrique Santos Discepolo.
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