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Poncho K, Una historia con las manos

Se publica a mediados de abril con las colaboraciones del poeta Marcos Ana, Rubén Pozo de Pereza y María Malapinta

Hugo Fernández
23/03/2010 | 00:00 CET

Para el 13 de abril de 2010, se programa el lanzamiento de Una historia con las manos, el quinto álbum del compositor y cantante sevillano Poncho K. "Rock con pinceladas flamencas, poesía callejera", como él suele decir.

Producido por Fernando Montesinos, da continuidad a un primer álbum, "No quiero empates", en 2001, al que siguieron "Destino de pluma y mano", "Cuantovaqueré" y el disco "Cantes valientes".

A punto de cumplirse diez años de la aparición de su primer trabajo, Una historia con las manos "es el álbum más consistente y brillante de Poncho K, tanto desde el punto de vista musical como del literario (dos elementos unidos de manera inseparable)", y en el que han colaborado el poeta Marcos Ana, el músico Rubén Pozo (de Pereza) y la cantante María Malapinta, entre otras colaboraciones.

"Una historia con las manos" comienza con la canción Amor a cuentagotas ("Que no, que ya no quiero un amor con cuentagotas. Mi paciencia no está rota, es que me cansé de dar abrazos a desconocidos"), es la canción que te ayuda a levantarte todas las mañanas ("El cambio a una nueva etapa me renueva y me da otra expectativa más optimista ante la vida", dice Poncho K de la canción). Después llega Un golpe por seguir vivo ("Destrocé la lección del abuelo buscando mi propia historia, aprendí a desmembrar entresijos leyendo un poco de historia") y el rock vibrante ("Para coger un nuevo camino tienes ke empezar por matar el pasado y buscar tu propio motivo". Poncho K) y con Una historia entre las manos ("Déjame que te cuente una historia con las manos que te sepa a caramelo, que me estrelle con tu boca, que eyacule en tu barriga, que me siembre en tu agujero, que te grite como un cerdo") llega algo de tranquilidad rítmica en otra magnífica canción que mantiene el disco en los terrenos del rock ("A un amor ke deja huella siempre se le escribe una canción". Poncho K).

Manolito Caramierda ("Prepara el cazo y amarillea la habitación, otro lonchazo le pone la pila y lleva en la mente la cara de 20 que en la clase es un pringao y está harto de escuchar: Manolito er Caramierda…") rasca en las aulas con dureza y una música de ingenuidad aparente ("Una historia aparentemente cachonda pero ácida en el fondo, porque no está tan lejos como pensamos, aunque espero que lo llegue nunca", dice Poncho K del tema), mientras Pistolas ("Corro sin tregua y no escucho revueltas, si no paro es por los palos que me han vuelto majareta. Sé bastón en mi camino y faro que nunca encuentro") vuelve la "caña contundente en un tema que refleja la riqueza que recorre los textos del álbum" ("La búsqueda de mi yo después de una decepción". Poncho K).

Con Laureles ("Me gusta que que no duermas sola y a media noche desvelarme, pegarme un roce de espalda y acurrucarme, sabiendo que por la mañana me va a mirar con cara larga") aparece el flamenco en unas alegrías cabales con guitarras españolas, cajón, contrabajo y palmas, sin otros elementos eléctricos. El último sol ("A la vuelta de la esquina estaba ayer corriendo como un descosido, pensando que se iba la vida, si ya no hay templos que me aguarden ni jaleo en este antro para tomarme otra copa") vuelve a cambiar de tercio y suenan guitarras acústicas, mandolinas y voces a cargo de Rubén Pozo de Pereza en un rock en medio tiempo ("Una noche de parranda en la que se me vienen ráfagas de responsabilidad por la moral impuesta desde el principio de mis días". Poncho K). Punki gitano ("Soy huracán de pasiones, rabia incandescente que no se conforma con mirar desde el otro lado del puente") es una canción de ambiente más fronterizo, con metales y Poncho K con dejes flamencos ("Pasión desbokada por reivindicar una forma de kerer desde las mismas raíces". Poncho K).

En ¿El tren de la rendición? ("Mientras se derrumba el mundo me lavo los dientes. No quiero oir más rumores que apaguen los soles de mi porvenir") Poncho K vuelve con una canción que mantiene la tensión rock y estructura diferente con la aparición de María Malapinta ("Soy siempre yo el que marco mi vida sin patrones, sea komo sea". Poncho K). El disco emboca la recta final con Estrépito ("Buscando un pedazo de tierra que le de rienda suelta a mi rabieta, como un gallo peleón") que aumenta la tensión en un tema trepidante, con estribillo ("La reflexión de una tarde cualkiera desde mis ojos diminutos mirando al mundo". Poncho K), y termina con El ojo en el ladrillo, una canción homenaje a Marcos Ana, poeta salmantino de 90 años y uno de los símbolos de la lucha antifascista, que al final del tema recita un fragmento de su poema Micorazón es patio: "Soñé que el mundo era un redondo espectáculo envuelto por el cielo, con ciudades y campos en paz, con trigo y besos, con ríos, montes y anchos mares donde navegan corazones y barcos. Pero el mundo es un patio donde giran los hombres sin espacio".

Son las canciones de "Una historia con las manos". "Directo, natural, duro, rebelde, independiente, fraternal, humano, emociante y sobre todo, sincero. Un disco que recoje con valentía la herencia de (como se lee en la web de Poncho K) Kiko Veneno, de Pata Negra, de Triana, de Extremoduro o de Albert Pla y la lleva por caminos nuevos, aceptando el compromiso y superando el reto".

Comienza gira el 17 de abril en Murcia.

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