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Niños Mutantes: La fórmula de la Coca Cola

Presentación de "Las Noches de Insomnio" en la sala Neu de Madrid

Cristina Cardín
04/05/2010 | 00:00 CET

Una de las cosas más difíciles que tienen los grupos alternativos es el diferenciarse de todos los otros a los que se parecen. Si la banda es Indie, la cosa se complica aún más. Y si es de Granada, plus de peligrosidad. Los Planetas han dejado una huella tan profunda que es inevitable que tengan sucesores aquí y allá. Los 90 fue una época prolífica y perdurar en el tiempo parece ser un gran obstáculo. Pero, en aras de todas las bandas que ‘se parecían’ a la formación liderada por Jota, esta se está cavando su propia tumba (aunque continúen con cierta legión de admiradores zombies).

Y el caso es que me daría lástima, de no ser porque en su germen han aflorado dos pesos pesados granadinos: Lori Meyers y Niños Mutantes, los protagonistas de esta crónica. En abril presentaron su nuevo disco, Las Noches de Insomnio, en la sala Neu de Madrid, y el recital se tornó en un compendio de poemas que les convirtieron en trovadores reinventados con la fórmula del éxito bajo el brazo. El aforo a reventar de la ex Galileo corroboraba esta notoriedad, pero no solo de seguidores vive el grupo: su contundencia y buen gusto, con un acertado eclecticismo, fue demostrada en todo momento.

Aunque la mayoría de los allí congregados pasaba los 25 y ansiaba repertorio noventero, sobre todo de Mono, Parque, Paseo (que también lo hubo), Juan Alberto Martínez y los suyos evocaron nuevas sensaciones con temas de este último trabajo como Días complicados, una composición original, de corte canalla con tinte argentino e ínfulas brit; Mar y cielo, balada al estilo de los de Loja; o Mi mala memoria, una vuelta al lado grunge de la vida.

Los Mutantes son expertos en echar el puro a sus amadas (Te favorece tanto estar callada, No puedo más contigo) y esa forma de ver las relaciones es uno de los puntos a favor que tienen para ese triunfo, al igual que las burbujas de la bebida azucarada por excelencia. Ellos, en vez de endulzar, refuerzan la idea romántica de los perdedores, del desamor y de la amargura.

Su pasado más punk les precede, por eso hacen los deleites de los que somos más acérrimos de esas estocadas, con canciones como la oscura L.S.I de su citado álbum Mano, Parque, Paseo. Al mismo tiempo son capaces de revisar el clásico coplero Como yo te amo y hacer que el auditorio les de el sobresaliente, ya que esta banda se atreve con todo en todo lo que hacen, destacando su Grandes éxitos de otros, álbum de versiones donde, por poner un par de buenos ejemplos, revitalizan y ‘tejanizan’ a The Monkees, y pasan por la túrmix de los 90 a The Zombies con brillantez.

Por eso, no sabemos cómo lo hacen, pero se posicionan a su ritmo y con suma precaución en un Olimpo de grupos que apuestan por un sonido diferente pero trabajado. Salvando (mucho) las distancias, su riesgo y efectividad me recuerdan a los dioses Radiohead. Neu Club sonó esa noche a esfuerzo y a la bala disparada con precisión. Y es que hay muchas fórmulas, lo que de verdad importa es saber aplicarlas, dando el tiro de gracia.

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