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Lori Meyers: En la variedad esta el gusto

El grupo de Loja presentó "Cuando el destino nos alcance" en directo en la Joy Eslava

Cristina Cardín
08/05/2010 | 00:00 CET

Si hace poco hablaba de Niños Mutantes como uno de los dos pesos pesados granadinos que gracias a su esfuerzo y virtuosismo están desbancando a Los "Plastanetas", hoy me toca hablar del otro: Lori Meyers. Haberles visto en directo más de diez veces en dos años me hace darme cuenta de una cosa, y es que los de Loja son un grupo que tiene el don de no cansar a quien los escucha, y mucho menos a quien acude a sus conciertos.

Jack Daniels Sessions organizó una de sus fiestas en Joy Eslava con ellos, y no podían haber acertado más: Un auditorio lleno, con adolescentes tratando de comprar entradas a los asistentes por cifras que llegaban a los 40 euros, y una fiesta con cócteles muy cool pero nada efectivos (una es fiel a su Four Roses de siempre, qué quieren que les diga) Solo una queja: ¿por qué, si soy Prensa, tengo que esperar una cola de media hora con los que iban a recoger su entrada? Somos el cuarto poder, un poco de respeto… Es broma.

Vayamos a lo que nos atañe: la música. ¿Calificar a Lori Meyers? ¿Yo? ¡Imposible! Por eso me refiero a ellos como 'música' porque sí, porque podrán ser indies, o alternativos, o pop, o unos blandos, o la reencarnación de Los Brincos… pero es que además están por encima. La banda presenta su cuarto álbum, Cuando el destino nos alcance, riquísimo por dentro y por fuera. El sonido de estos chicos es siempre impecable, y su afán por darlo todo en el escenario hace que valga la pena contemplarlos y escuchar su propuesta.

Y, ¿en qué consiste esta? Pues responde al viejo dicho de 'lo simple es lo eficaz'. Sus temas pueden parecer sencillos, pero están hechos con grandes miras, visión de auténticos veteranos y, lo que es más importante, con el alma. Los cortes de su nuevo trabajo fueron desfilando bajo esas premisas: Corazón elocuente, que podría parecernos la segunda Alta Fidelidad (esta cayó en el bis, por supuesto, perfectamente estudiada pero visceral), Mi Realidad, un canto frenético que va más allá del pop para alzarse con el premio de rompepistas, Religión, una explosión de sintetizadores, Castillo de Naipes, firme, emotiva, inmortal, o Nuevos Tiempos, que hace gran honor a su título… es un concepto personalísimo de la música contemporánea.

Pero para no dejar a los incondicionales huérfanos, Noni y su ejército (¿es cosa mía o cada vez hay más miembros en este grupo?) nos regalaron las tres leyendas que yo auguré: Tokio ya no nos quiere, Dilema y Sus nuevos zapatos. Más un regalo sorpresa: Ham'a'cuckoo, pequeña delicia de su primer disco, Viaje de estudios, por la que siento una preciosa debilidad. Del segundo también nos ofrecieron la sesentera La Pequeña Muerte, que se merece un monumento. Todo este vendaval de canciones, a cual más diferente, compone la banda sonora de algo que siempre es, no agradable, sino enriquecedor: El salir de un show con una sonrisa en los labios y una mente despierta, dispuesta a abrirse a todos los estilos y mezclarlos entre sí. Si ese es el objetivo de los Lori, pueden estar satisfechos porque lo cumplen y con creces. Y es que muchas veces tenemos lo que queremos delante, pero no es hasta que no se han madurado las ideas, cuando abrimos los ojos. Y los oídos.

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