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El hombre del norte cartel reducido teaserEl hombre del norte(The northman)
Dirigida por Robert Eggers
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Comentario del director
Nunca quise hacer una película de vikingos. Pensaba que los vikingos eran unos brutos violentos que carecían del menor interés. Mi mujer, sin embargo, siempre se interesó por las sagas islandesas, los cuentos tradicionales vikingos, y sabía que me encantarían. A pesar de su insistencia, nunca me molesté en abrir uno de esos libros. Pero cuando viajamos a Islandia en 2015, la amplitud épica y avasalladora de los paisajes me cautivó inmediatamente; imaginé a solitarios jinetes del siglo X cruzando llanuras delante de montañas de colores sobrenaturales, glaciares y cielos infinitos. Entonces empecé a pensar en los vikingos y decidí leer acerca de lo que realmente había sido Escandinavia en la primera mitad del siglo X; también intenté tener cuidado con las reinterpretaciones y los errores que se habían proyectado sobre la cultura vikinga en el milenio siguiente. Descubrí una civilización compleja con espléndidas muestras artísticas, una profunda cultura y una religión producto de la fusión con otras, además de una tecnología muy avanzada para la época, costumbres elaboradas, así como profundos códigos de honor y justicia. Pero también era una cultura violenta, de sumisión, con terribles ciclos de venganza. Al parecer, el ser humano no cambia. Quizá sea la razón por la que me atrae el pasado. Es un espejo oscuro y distante.

Después de que el destino me reuniera en una comida con Alexander Skarsgård, la idea de realizar una película sobre los vikingos se hizo realidad. Estaba convencido (disculpen la presunción) de que debía esforzarme en hacer la película vikinga. O sea, la película vikinga definitiva. Con la ayuda del brillante novelista y poeta islandés Sjón, nos lanzamos a hacer la película vikinga más correcta históricamente y más realista de toda la historia del cine. Para eso deberíamos trabajar con arqueólogos e historiadores, e intentar recrear el mundo vikingo en todos sus detalles, y también esforzarnos en capturar – sin prejuicio alguno – el mundo espiritual de los vikingos: sus creencias, mitos y rituales. En ese aspecto, el mundo sobrenatural debería tener tanto peso como el mundo físico en la película, ya que lo tenía para ellos. Las imágenes recientes que vemos en televisión, cine y videojuegos son llamativas, coloridas y “geniales”. La percepción que se tiene actualmente de un vikingo se parece más a la de una estrella del rock futurista que a la de una antigua sacerdotisa nórdica, un granjero, un guerrero o una reina de entonces. Decidimos que, a través de una documentación próxima al fanatismo, intentaríamos redefinir esta imagen mediante algo tan realista y elemental como unos paisajes que solo pueden inspirarnos.

El arte de la época vikinga, al igual que la poesía, es rico, nada simplista y muy complejo; tiende más hacia lo abstracto y menos hacia una representación de la realidad. Por lo tanto, los paisajes y los elementos – el viento, el barro, la lluvia, la nieve, la tierra, el hielo, las cenizas y el fuego – deberían crear el ambiente de la película. Eso, y los sonidos de la naturaleza acompañados por el sonido de los instrumentos vikingos. La cámara debería proponer una sensación atemporal con una puesta en escena gráfica, organizada, desnuda y nórdica. El movimiento continuo de la cámara sería hipnótico, transportaría al espectador a otro mundo mediante largas tomas que permitirían sentir y observar una época desaparecida. Pero estas tomas largas y densas – que no solo cuentan la historia, sino que se esfuerzan en sumir al espectador en la cultura de entonces – requerían una tremenda disciplina y una absoluta colaboración. Los participantes, desde los actores, pasando por los operadores, especialistas, miembros del departamento de vestuario, armeros, atrecistas, encargados de animales, instrumentistas de flautas de hueso y de cuernos de abedul, hasta los ejecutivos del estudio de producción, nos esforzábamos en que absolutamente todo estuviera constantemente cohesionado, y nos animábamos mutuamente a sacar lo mejor de nosotros. El mito nórdico de la creación dice que el mundo surgió a partir del cuerpo de un gigante al que se mató. Nosotros fuimos cada uno de esos elementos: la sangre, los huesos, los dientes y el cerebro. Juntándolos, y tan solo entonces, pudimos crear al imperfecto gigante llamado EL HOMBRE DEL NORTE.


Acerca de la producción
El guionista y director Robert Eggers dirige una película meticulosamente ambientada de venganza vikinga protagonizada por Alexander Skarsgård en el papel de Amleth, un príncipe nórdico del siglo X que se ve obligado a huir de sus tierras después de ser testigo de algo terrible. Tardará años en regresar, después de convertirse en un duro guerrero berserker decidido a vengar a su familia.

El reparto coral está compuesto por Nicole Kidman, Anya Taylor-Joy, Ethan Hawke, Claes Bang, Willem Dafoe y Björk. EL HOMBRE DEL NORTE es una reimaginación de los mitos nórdicos, de las sagas islandesas y de las leyendas vikingas de la mano de Robert Eggers y su habitual dedicación a la autenticidad.

“Es una aventura grandiosa, cuya escala es mayor que la de sus películas anteriores”, explica Willem Dafoe, que coprotagonizó El faro e interpreta al bufón Heismir en EL HOMBRE DEL NORTE. “Pero Robert lo enfoca con la misma preocupación por el detalle, creando decorados, atrezos e incluso tomas con un enorme grado de precisión y cuidado haciendo posible que el público se meta en la historia sin el menor esfuerzo. Cada toma en esta película tiene un ritmo, una historia y una dinámica que se sostiene y es maravillosa por sí sola. Todo está en la pantalla; no se entra en el mundo de Eggers, ese mundo nos absorbe”.

EL HOMBRE DEL NORTE nos recuerda epopeyas como Hamlet, Beowulf y El rey león, y se basa en la eterna y atemporal saga del joven perdido que jura venganza, a la vez que intenta situarse en el mundo sin ningún ejemplo a seguir, sin un mentor, sin un padre o una madre.

“La historia más famosa de una venganza familiar en literatura es Hamlet”, dice el productor y protagonista Alexander Skarsgård, que tardó diez años en desarrollar la película vikinga que acabaría convirtiéndose en EL HOMBRE DEL NORTE con el productor Lars Knudsen (La bruja, Hereditary), antes de empezar la producción como tal en 2020. “La leyenda escandinava de Amleth precede e influye en Hamlet, y esa es la película que hemos hecho, fusionando los sabores de los viejos mitos nórdicos con el idioma lacónico de las sagas islandesas y los elementos sobrenaturales del mito de Amleth”.

Robert Eggers coescribió el guion con el poeta, novelista, letrista y guionista islandés Sjón (Lamb, Bailar en la oscuridad) haciendo uso de su inimitable énfasis en el ambiente y el diseño para llevar esta epopeya vikinga a niveles nunca vistos. “Mi intención con La bruja era dar una nueva vida a las brujas después de que dejaran de dar miedo con películas como El retorno de las brujas y todas esas decoraciones de Halloween”, dice el director. “Del mismo modo que La bruja advertía al espectador que si creía saber lo que es una bruja, más le valía pensárselo dos veces, aquí nos propusimos explorar y articular el mundo vikingo desde otra perspectiva”.


La época de El hombre del Norte
Para el guion de EL HOMBRE DEL NORTE, Robert Eggers y Sjón mezclaron la leyenda de Amleth con elementos de las sagas islandesas y de los mitos nórdicos para crear una historia original que transcurre a principios del siglo X. Las sagas islandesas, escritas en antiguo islandés, un dialecto del nórdico antiguo, transcurren en los siglos X, XI y XII y son narraciones en prosa basadas en hechos históricos, sobre todo de la vida local. Al contrario, las sagas legendarias, de las que parte la historia de Amleth, utilizaron elementos del romance medieval para crear relatos con un mayor contenido sobrenatural y aventurero.

“Las sagas legendarias siguen transcurriendo en su mayoría en la era vikinga, pero son mucho más imaginativas que las sagas familiares al incluir monstruos, dragones y héroes que rescatan a princesas”, explica Neil Price, profesor británico de arqueología y autor especializado en magia, brujería y religión de la era vikinga, que también fue asesor histórico en EL HOMBRE DEL NORTE. “La historia de Amleth nace de las leyendas en oposición a las sagas familiares, y los guionistas eran conscientes de la diferencia. Una de las primeras cosas que me dijo Robert fue que esta película se basaba en una saga legendaria; el elemento fantástico era importante para él. Como en sus películas anteriores, deja que el espectador decida si los aspectos mágicos y visionarios de la historia ocurren o son un estado mental”.

Los dos guionistas dividieron la historia en tres decorados principales, basándose en el amanecer del siglo X como anclaje histórico. La película empieza a mediados de la era vikinga, después de que los escandinavos se hayan expandido por el mar del Norte, y empiecen a asentarse en las islas Británicas y el Atlántico Norte. Durante el prólogo, que transcurre en el ficticio reinado isleño de Hrafnsey, ubicado en alguna parte entre las Órcadas y las Shetland, Amleth es un joven adolescente a quien se prepara para heredar el trono de su padre.

Amleth se ve obligado a huir de Hrafnsey hacia la Tierra de Rus después de ser testigo de un acto brutal. Pasan los años y, convertido en un temido guerrero berserker, forma parte de tropas de saqueadores que se adentran en los ríos de Europa Oriental, zonas en las que los vikingos comerciaban, se dedicaban al pillaje e incluso se asentaban en el siglo X.

Disfrazado de esclavo en un barco con rumbo a Islandia en el año 914, Amleth pone pie a tierra en un lugar que solo lleva unas pocas décadas colonizado. Islandia, un experimento social único en el mundo, una tierra sin reyes fue creada como una república de granjeros libres, un lugar donde podía empezarse una nueva vida, o como en el caso de Fjölnir, el tío de Amleth, huir de una antigua.

“No me cabe duda de que es la descripción de la era vikinga más fidedigna en el cine que he visto hasta ahora”, dice Neil Price. “Estuve en el plató durante la preproducción mientras creaban los decorados. Me pareció abrumador; nunca había participado en una película histórica en la que se prestara tanta atención a los detalles”.


Una epopeya vikinga cobra vida
Alexander Skarsgård empezó a desarrollar una película vikinga hace más de diez años. De hecho, la idea remonta incluso a la niñez del actor y productor, cuando quedó prendado por los mitos y leyendas vikingas. Nacido en Estocolmo, Suecia, creció rodeado por la herencia vikinga.

Años después, cuando el papel del vampiro Eric Northman de True Blood le catapultó a la fama en 2008, Skarsgård empezó a pensar en la epopeya vikinga con la que siempre había soñado, y que iba a producir y protagonizar. Un equipo de desarrollo se puso manos a la obra, pero el proyecto se quedó estancado en la escritura.

“Nos costaba saber en qué momento entrar en ese universo, ya que la era vikinga duró más de un siglo y recorrieron todo el mundo”, reconoce el actor y productor. “Pero sí hubo algo constante desde el principio, un tono muy concreto; queríamos que la historia reflejara el laconismo de las sagas islandesas”.

Alexander Skarsgård y el productor Lars Knudsen, de Dinamarca, empezaron a buscar a un cineasta que tuviera una visión particular y que pudiera entender el tono tan peculiar de las sagas islandesas, además de estar familiarizado con la cultura e historia de los vikingos.

Lars Knudsen, que había producido en 2013 la primera película de Eggers, La bruja, un éxito en el circuito de arte y ensayo, le presentó a Skarsgård.

“La atención que presta Eggers al detalle no es habitual”, dice el actor y productor, “nunca había visto nada igual”.

Seis meses después, los dos se conocieron en Nueva York y pasaron la tarde hablando de mitos y leyendas vikingas.

“Seguro que Rob dice que no es así, pero ya sabía mucho de los vikingos, incluso de su cultura, historia y literatura”, recuerda Skarsgård. “Le entusiasmó el proyecto. Llamé a Lars y le dije que me parecía el director idóneo. Aceptó unirse al proyecto y no podíamos alegrarnos más”.

Al contrario de Alexander Skarsgård, Robert Eggers nunca se había sentido atraído por la cultura vikinga. Prefería a los caballeros medievales y sentía cierto rechazo por el estereotipo del macho vikingo; además sabía muy poco acerca de las sagas islandesas. Después del estreno de La bruja, el director y su esposa realizaron un viaje a Islandia. “Nada más aterrizar en Reikiavik, cuando vi el paisaje por primera vez, sentí que era otro tiempo y supe que quería rodar allí”, dice.

Después de visitar el Museo de la Saga en Islandia, se reunieron con el escritor y guionista islandés Sjón (Lamb, Fiskar á Þurru Landi, y las novelas Maravillas del crepúsculo y El chico que nunca existió) en una fiesta. “Le pregunté qué había escrito y me dijo que su última novela era sobre la brujería en Islandia en el siglo XVII, así que nos llevamos muy bien”, recuerda Eggers, riendo. “Al regresar a Estados Unidos leí sus novelas y me encantó la forma en que se sumergía en el pasado”.

El director mandó a Skarsgård y a Knudsen el mítico prólogo de la novela Maravillas del crepúsculo. “Me bastó con el prólogo para estar seguro de que era la persona idónea para coescribir conmigo este proyecto vikingo”, dice Robert Eggers. “Alexander y Lars estuvieron de acuerdo, y Sjón se unió al equipo”.

Eggers regresó a Islandia en 2018, para empezar a escribir el guion de EL HOMBRE DEL NORTE con Sjón, centrándose en las sagas islandesas y pensando en la cultura y en los paisajes de la isla como telón de fondo para la película. “Contar con un islandés, sobre todo con alguien tan brillante y mágico como Sjón, hizo posible que esta historia fuera tan auténtica como yo quería”, dice el director. “Luego, ya en el plató, rodando, me reía solo recordando las ideas que se nos habían ocurrido en su cocina mientras la historia cobraba vida”.

New Regency había producido y cofinanciado El faro, y al acercarse el estreno de la película en Cannes 2019, Robert Eggers habló del proyecto con Yariv Milchan, presidente y director ejecutivo de la empresa, con Michael Schaefer, presidente del departamento de cine y televisión, y con Sam Hanson, vicepresidente de producción. New Regency no dudó en unirse al proyecto, apoyando el desarrollo del guion y participando en el casting. La empresa se puso en contacto con el productor Mark Huffam, un habitual colaborador de Michael Schaefer en la producción de las películas de Ridley Scott. A partir de ese momento, Huffam empezó a trabajar en un calendario para rodar en los alrededores de Belfast, Irlanda del Norte, donde tiene su oficina.

Durante la escritura del guion, Eggers contactó con tres asesores para autentificar la historia, entre ellos Neil Price, profesor de Arqueología y autor de The Children of Ash and Elm: A History of the Vikings, un libro definitivo en torno a la era vikinga; Terry Gunnell, profesor de Folclore en la Universidad de Islandia, y la historiadora Jóhanna Katrín Fridriksðóttir, autora de Valkyrie: The Women of the Viking World, una reconocida especialista en poesía y sagas vikingas. “Estos tres asesores se convirtieron en nuestros superhéroes, pero también trabajamos con gente perteneciente al área de la arqueología experimental cuando empezamos con la preproducción para asegurarnos de que contaríamos la historia con la mayor exactitud posible”.


Una visión nueva de una historia antigua
EL HOMBRE DEL NORTE empieza con Amleth (Oscar Novak), un joven príncipe que vive en un próspero reino en el Atlántico Norte cerca de las islas Órcadas, gobernado por su padre, el rey Aurvandil (Ethan Hawke), y su madre, la reina Gudrún (Nicole Kidman). Al regreso de un viaje, el rey somete a su hijo a un ritual iniciático para afianzar su posición como futuro monarca cuando él fallezca.

Pero una vez acabada la ceremonia, Aurvandil es asesinado por su propio hermano, Fjölnir (Claes Bang), delante del príncipe Amleth. Este, que a la sazón solo tiene diez años, huye de la isla en una barca, jurando vengar la muerte de su padre, salvar a su madre y matar a su tío.

Transcurren 20 años. Amleth (Alexander Skarsgård), un hombre duro lleno de rabia, forma parte de una banda de guerreros berserker que organizan saqueos desde Suecia por las desembocaduras de ríos en Europa Oriental.

Los guerreros celebran su último saqueo con vino y cerveza. Una vidente (Björk) le recuerda a Amleth que su destino y su misión no tienen nada que ver con esto. Consigue enterarse de que Fjölnir se ha instalado en Islandia. Disfrazado de esclavo, ocupa un puesto de remero junto a presos eslavos con destino a Islandia; entre estos se encuentra Olga del Bosque de Abedules, con la que crea un vínculo.

Amleth y Olga trabajan en la granja de Fjölnir con otros esclavos. Su tío tiene dos hijos, Gunnar (Elliott Rose), el medio hermano de Amleth, y Thorír (Gustav Lindh). Poco a poco, Amleth se convierte en indispensable mientras espera el momento oportuno para cumplir su mortal juramento.

El casting empezó a principios de 2019 con Alexander Skarsgård en el papel principal del príncipe Amleth. El reparto coral de EL HOMBRE DEL NORTE incluye a varios actores con los que Robert Eggers ya había trabajado, como Anya Taylor-Joy, Willem Dafoe, Ralph Ineson y Kate Dickie; estos dos últimos interpretan a los padres en la primera película del director, La bruja. Los recién llegados son Ethan Hawke, Claes Bang y Björk, que regresa a la gran pantalla después de dos décadas en el pequeño pero inolvidable papel de una adivina eslava.


Convertirse en vikingo
Desde el principio se sabía que Alexander Skarsgård protagonizaría el proyecto, algo que no planteaba ningún problema para Robert Eggers. “Era inteligente por su parte desarrollar una película de vikingos consigo mismo en el papel principal porque tiene el físico perfecto para eso”, dice el director. “Es un actor escandinavo que mide 1,95 metros capaz de transformar su cuerpo en una máquina de guerra. Alex no se detuvo ante nada para encarnar a Amleth, trabajó muy duro para convertirse en vikingo”.

Además de someterse a una intensa preparación física, se documentó a través de Internet y leyendo libros sobre la cultura, la historia y la mitología vikingas como The Children of Ash and Elm, que acabó por convertirse en su biblia antes y durante el rodaje. En cuanto a la transformación física, se puso en manos del entrenador y nutricionista sueco Magnus Lygdback.

“Los vikingos creían que un espíritu animal vivía en algunas personas y que se manifestaba de diversas maneras”, explica Skarsgård, basándose en sus lecturas. “En general, para las mujeres se trataba de un animal marino, y para los hombres podía ser un zorro, un lobo o un oso. En el caso de Amleth se trata de un lobo y de un oso, o si prefieren, Beowulf. Antes del saqueo en el pueblo eslavo, vemos cómo se hace con la fuerza y la ferocidad del oso mezcladas con la agilidad y la velocidad del lobo”.

El actor ya había trabajado con Magnus Lygdback para La leyenda de Tarzán, en 2016, transformándose en un delgado y ágil aventurero. En EL HOMBRE DEL NORTE, el actor debía convertirse en un amenazante vikingo. “Esta vez, Alex debía tener más volumen, más musculatura que en Tarzán”, dice el entrenador, que se ha ocupado de Ben Affleck y Gal Gadot para papeles de superhéroes. “Ya que Amleth es un híbrido entre oso y lobo en una leyenda vikinga, Alex debía moverse con agilidad mientras luchaba con la espada o el hacha, pero al mismo tiempo debía tener un físico imponente”.

Otros requisitos físicos para el papel era saber pelear con las manos, trepar por la pared de una fortaleza durante un saqueo vikingo, saltar de tejado en tejado, nadar en un mar helado y participar en el brutal juego conocido como “knattleikr”, algo parecido al lacrosse, que practicaban los vikingos islandeses y en el que Amleth sale victorioso en una escena memorable en la granja de Fjölnir.

Magnus Lygdback entrenó a Alexander Skarsgård para largos días de rodaje de escenas cuidadosamente orquestadas mediante ejercicios que imitaban la actividad física de su personaje como berserker.

“Alex comía cinco veces al día”, explica el entrenador. “Cada día de rodaje requería mucho esfuerzo físico, con luchas, carreras, además de subidones emocionales. Me aseguré de que comiera cada tres horas en el plató”.

Alexander Skarsgård forma parte de un grupo de actores cuyos movimientos estaban orquestados durante el pillaje en el pueblo eslavo. La coreógrafa Marie Gabrielle Rotie debió encontrar la forma de hacer moverse con elegancia a varios hombres de unos 110 kilos cada uno en complicadas escenas sin que parecieran bailarines profesionales.

Marie Gabrielle Rotie fusionó la danza moderna con las peleas y los trances de los berserker, utilizando movimientos rituales que imitaban la posesión por una fuerza interna. Separó a los actores entre osos y lobos, y les enseñó la técnica del “butoh”, una danza japonesa que sirve para procesar el dolor y el sufrimiento enfrentándose a las sombras que llevamos dentro.

“Era la técnica ideal para Alexander porque Amleth encuentra la oscuridad que lleva dentro y la utiliza para lo que necesita”, explica la coreógrafa, que a petición de Robert Eggers vio la clásica película de terror psicológico La posesión, de Andrzej Zulawski, sobre todo por la famosa escena en el metro con Isabelle Adjani en plena posesión. “Rob quería que la transformación del berserker fuera algo así, que se notara que Amleth se estaba convirtiendo en un personaje volátil, vengativo y lleno de ira, rodeado por sus hermanos vikingos”.


Buscando el reparto
Cuando Robert Eggers empezó a hablar del proyecto con Alexander Skarsgård, este acababa de trabajar con Nicole Kidman en la serie “Big Little Lies”, premiada por los Emmy, en la que interpretaban a Celeste y a Perry Wright, la volátil pareja central del popular misterio creado por David E. Kelley, con Big Sur, California, como telón de fondo.

Tanto el actor como el director estaban de acuerdo en que solo Nicole Kidman aportaría la complejidad necesaria a la reina Gudrún. Le mandaron el guion y Robert Eggers viajó a Nashville para hablar con la oscarizada actriz. “Creo que charlamos durante un par de minutos y me dijo que haría el papel”, recuerda Eggers. “Añadió que, en su opinión, el guion tenía buenos dientes”.

Dos años después de acabar la serie “Big Little Lies”, Alexander Skarsgård y Nicole Kidman volvieron a trabajar juntos, pero en papeles muy diferentes. “Volvíamos a interpretar a dos personajes disfuncionales y violentos en EL HOMBRE DEL NORTE”, recuerda el actor, riendo. “Esta vez éramos madre e hijo, pero la relación volvía a ser una pesadilla. Creemos que la tercera vez nos encontraremos en una comedia romántica”.

Anya Taylor-Joy (Emma, Última noche en el Soho) aceptó encarnar a Olga del Bosque de Abedules, la mujer eslava que se une a Amleth para la supervivencia de ambos, incluso antes de que el guion estuviera terminado. Las carreras de Eggers y de Taylor-Joy despegaron con La bruja. La joven actriz fue galardonada con varios premios por su magnífica interpretación de una adolescente enfrentada a la brujería en el Massachusetts del siglo XVII. No tardó en convertirse en una superestrella a nivel mundial, y protagonizó la famosa serie de Netflix “Gambito de dama”, entre otros títulos.

“Quería formar parte del equipo de EL HOMBRE DEL NORTE porque la dirigía Robert, y estaba más que dispuesta a lanzarme a otra aventura con él”, recuerda la actriz. “Pero entonces me dijo que había escrito el papel pensando en mí. Me conmovió y me sentí muy agradecida”.

Olga tiene una profunda conexión con el mundo espiritual y con la naturaleza; cree en el destino y la suerte, incluso cuando Amleth se inmiscuye violentamente en su vida durante el saqueo. “El destino les une desde que hablan en el barco”, dice Anya Taylor-Joy. “Así nace un increíble vínculo que les impulsará durante el resto de la historia”.

Trabajar con Robert Eggers por segunda vez fue una experiencia genial para la solicitada actriz. “Mi primera experiencia como actriz de cine fue con él, rodando La bruja, y sigue siendo uno de mis rodajes favoritos”, dice. “He tardado en darme cuenta de que mi comportamiento en otros rodajes tiene mucho que ver con lo que aprendí con Robert. Nos comunicamos con facilidad, sabemos perfectamente cómo somos, y eso nos permite alcanzar con rapidez momentos muy interesantes en el plató”.

El actor danés Claes Bang (The Square) se sintió atraído por Fjölnir, el malvado tío de Amleth, porque el original aparece en un texto danés del siglo XII de Saxo Grammaticus y ya conocía la historia. “En Dinamarca, todos conocen la leyenda porque Shakespeare la encontró y la transformó en Hamlet, que al cabo del tiempo se convirtió en El rey león”, explica. “Robert y Sjón la han hecho bastante más sangrienta y la han ubicado en Islandia en la época exacta en qué ocurrió”.

Fjölnir, el medio hermano del rey Aurvandil, ambiciona ocupar el trono, para lo que decapita al rey legítimo, rapta a su esposa, la reina Gudrún, y huye a Islandia. Veinte años después sigue con ella, posee una granja y tiene dos hijos. Pero se siente intranquilo, un mal augurio ha regresado del pasado.

“Robert ha usado una estrategia similar a la de Shakespeare: ha transformado la historia en algo más psicológico, filosófico y existencial, más en la tradición de la tragedia griega”, dice Claes Bang. “Aunque en esta película el factor psicológico no está tan presente como en Shakespeare, que muestra cómo Hamlet intenta reconciliarse con lo que hace. Al centrarse más en acciones externas, Robert y Sjón colocan a EL HOMBRE DEL NORTE en la categoría de historia de venganza; la acción no es imaginada, se vive”.

Acostumbrado a trabajar en películas más cerebrales y destinadas a las salas de arte y ensayo, decidió aceptar el papel de Fjölnir por probar algo diferente, con menos diálogos y más fisico. Al contrario de Alexander Skarsgård, que se convierte en el típico bárbaro vikingo, Bang debe encarnar a un guerrero convertido en granjero.

El papel del rey Aurvandil, asesinado en los primeros 20 minutos de la película, recayó en Ethan Hawke (El reverendo-First Reformed), a quien le atrajo el enfoque del guion hacia el lenguaje. “La mayoría de películas no intentan ser originales en cuanto al lenguaje, es algo que se encuentra más en el teatro”, dice el actor, que interpretó a Macbeth en el escenario del Lincoln Center. “Cualquier dramaturgo orgulloso de serlo utiliza el idioma de una manera única, tanto en la cadencia como en la forma de los diálogos. Pero dado que se dirige a un público mucho más amplio, el cine tiene un enfoque más naturalista del idioma. Sin embargo, leyendo el guion de EL HOMBRE DEL NORTE, me pareció que los diálogos eran poéticos, casi como en Beowulf. En esa primera lectura tuve la sensación de que aspiraba a ser un poema épico sobre un rey vikingo”.

Para Ethan Hawke, el papel del rey Aurvandil representaba la oportunidad de encarnar al rey medieval que siempre había deseado interpretar. “Es una historia muy antigua, mucho más antigua que Hamlet”, sigue diciendo. “Mi personaje simboliza al padre y a algo perdido. Me pareció un hombre interesantísimo”.

Willem Dafoe (El callejón de las almas perdidas, El contador de cartas) da vida a Heimir el Bufón, un personaje de crucial importancia que no lo parece inmediatamente debido a su aspecto físico. “Es algo como un bufón, pero también un chamán o un sacerdote, y lleva a cabo un ritual de suma importancia en la historia”, explica Willem Dafoe, que hizo el papel del navegador Thomas Wake en el drama sobrenatural El faro (2019), de Robert Eggers.

El guionista y director creó el personaje de Heimir pensando específicamente en Willem Dafoe, y el actor no dudó en aceptar el papel, consciente de que volvía a ponerse en manos de un maestro. “Hace un cine muy personal, pero utiliza un lenguaje muy cinematográfico con tomas diseñadas muy concretamente con el mismo director de fotografía (Jarin Blaschke)”, explica el actor, que ha trabajado en más de cien películas. “Pero también habla el idioma de los actores. Abre la puerta a las sugerencias en cualquier escena y siempre plantea retos”.

Willem Dafoe también se siente atraído por el universo cinematográfico de Robert Eggers gracias a la atención al detalle y a la insistencia en ser históricamente correcto. “EL HOMBRE DEL NORTE transcurre en una época y una cultura de la que yo sabía muy poco, pero confié en que Robert se había documentado, y el proyecto me atrapó”, confiesa el actor. “Es un alumno de la historia y puede llevarnos a otros mundos”.

Dos veteranos de películas anteriores del director se unieron al reparto, Kate Dickie y Ralph Ineson, que trabajaron con Anya Taylor-Joy en La bruja.

Kate Dickie (El caballero verde), nacida en Escocia, encarna a Halldóra la Picta, una antigua esclava convertida en ama de llaves de la granja de Fjölnir en Islandia. “Tiene un pasado oscuro; la mayor parte de su vida de adulta ha vivido en una tierra que no es la suya”, dice Kate Dickie. “Lleva muchas cosas a punto de explotar dentro de ella”.

Dickie, descubierta en Red Road, de Andrea Arnold, fue Lysa Arryn en “Juego de tronos”, y se documentó sobre las tribus pictas de su nativa Escocia antes de volver a trabajar con Robert Eggers por segunda vez. “Me sentí honrada de tener la oportunidad de volver a trabajar con Robert”, reconoce la actriz. “Le observé en el plató y volví a darme cuenta de que presta la misma atención a los actores secundarios que a los principales”.

El papel del capitán Volodymyr, dueño del barco mercante que lleva a Amleth y a Olga, recayó en el prolífico actor Ralph Ineson (El caballero verde, “Juego de tronos”). Destaca por su vestuario, una creación de la diseñadora Linda Muir. “Volodymyr lleva joyas y atuendos procedentes de sus diversos viajes a tierras lejanas”, explica Ralph Ineson. “Su apariencia da mucho que pensar”.

El actor, acostumbrado a trabajar en películas de época, tenía ganas de volver a rodar con el director. “Rob Eggers es lo mejor que me ha pasado en mi carrera profesional y EL HOMBRE DEL NORTE me parece una historia maravillosa”, dice Ralph Ineson. “Siempre he pensado que las viejas leyendas vikingas se prestan a convertirse en epopeyas porque abarcan mucho, pero también aportan un elemento exótico e internacional”.

La cantante Björk aceptó regresar a la gran pantalla después de veinte años de ausencia. Su última película fue Bailar en la oscuridad, de Lars von Trier. Aquí, en el papel de la Adivina, vestida con un traje suntuoso creado por Linda Muir, le dice claramente a Amleth que ha perdido su camino.

Alexander Skarsgård, recordando su escena con Björk, confiesa que fue una de las mejores noches del rodaje en Irlanda del Norte, entre otras cosas porque por fin dejó de llover. “Hacía frío, pero no había viento ni lluvia, y la luna estaba llena, algo muy adecuado”, explica el actor. “Cuando rodamos las escenas de Björk en el decorado del pueblo eslavo, tenía la luna justo detrás. Habla del destino, de los espíritus y de la conexión con la Madre Tierra. Era increíble verla esa noche, cuando por fin hacía un tiempo perfecto. Fue una experiencia memorable”.

Robert Eggers añade que la autenticidad de la artista es lo que más le inspiró. “Björk es Björk, y su imagen pública es real”, añade. “Conozco a otros famosos con una imagen pública que puede parecer exagerada, pero es fácil notar que solo es una capa de barniz. Con Björk es real, auténtica. Aparte de Björk, ¿quién más podría interpretar a una adivina enjoyada?”


Reubir al Dream Team
Por tercera vez, Robert Eggers vuelve a reunir a sus colaboradores clave como el director de producción Craig Lathrop, el director de fotografía Jarin Blaschke, la diseñadora de vestuario Linda Muir y la montadora Louise Ford. Aunque EL HOMBRE DEL NORTE implicaba una escala mucho mayor que las anteriores películas, siguieron trabajando de la misma forma que cuando recrearon la granja del Massachusetts del siglo XVII para La bruja hace casi una década. Robert Eggers también volvería a trabajar por segunda vez con New Regency después de El faro.

“Cuanto más trabajo con el mismo equipo, más confío en él y en sus ideas”, confiesa el director. “Por mucho que yo tenga una visión para EL HOMBRE DEL NORTE y llegue con mis habituales ultraespecíficas indicaciones, no puedo escoger cada cerradura o cada clavo de madera. Solo el tiempo que me lleva mandar correos a los actores es de locos. El mundo en que transcurre la historia es mucho mayor, pero tratamos los tres decorados principales, o pueblecitos, como tres granjas de grandes dimensiones, igual que en La bruja”.

El diseñador de producción Craig Lathrop empezó a construir los decorados de varias localizaciones a finales de 2019, entre ellos el país del rey Aurvandil y el pueblo eslavo donde Amleth y sus compañeros protagonizan un sangriento saqueo. Pero de pronto, sin previo aviso, el Covid lo paralizó todo en marzo de 2019 y la producción se congeló.

El 70% de EL HOMBRE DEL NORTE transcurre en Islandia. Sin embargo, antes del Covid, estaba previsto rodar un 50% en Islandia y otro 50% en Irlanda del Norte, en el frondoso y verde paisaje donde se rodaron ocho temporadas de “Juego de tronos”. La directora de localizaciones Naomi Liston, que trabajó en la serie, sabía que podía recrearse Islandia en Irlanda del Norte. Con el confinamiento, y después de hablar con New Regency y Mark Huffam, Robert Eggers decidió rodar la mayor parte de la película en el país donde Craig Lathrop había empezado a construir los decorados.

“Es una película de época basada en un momento y un lugar muy específicos; la exactitud histórica era de suma importancia para nosotros, incluso si no podíamos rodar en las localizaciones ideales”, explica el diseñador de producción. “Aún estoy por ver una película de vikingos que no esté arraigada en la imaginación; por eso Rob y yo estábamos decididos a plasmar la sensación cotidiana de ese mundo. Sabíamos que solo así podríamos llevar al espectador a dicho mundo. Si conseguíamos que todos los detalles fueran exactos, nos transportaríamos al mundo de los vikingos en el siglo X”.

“Nos costó decidir un tono visual especial para la película”, añade Robert Eggers. “El arte vikingo era abstracto, y los cuadros y descripciones que se hicieron populares en el siglo XIX no tienen nada que ver con la realidad. Para el diseño de la película recurrimos a los libros de historia y a los museos, pero carecen de ambiente”.

Craig Lathrop empezó a construir el hogar comunal de la isla donde reina Aurvandil en la parte superior de Torr Head, en la costa Antrim de Irlanda del Norte, un agreste promontorio desde el que se divisa el “Mull of Kintyre”, al sudoeste de Escocia. El decorado incluía el templo donde el príncipe Amleth, de 11 años, pasa por el ritual de iniciación que le convierte en un hombre, así como el dormitorio de Aurvandil y de Gudrún.

“No sabemos gran cosa de los edificios de la era vikinga porque apenas queda nada”, explica Craig Lathrop. “Solo disponemos de la base de los postes hundidos en el suelo. Pedí ayuda a expertos, que trabajaron en un modelo 3-D en el ordenador para ayudarnos a recrear una construcción que reflejara el poder del rey Aurvandil”.

A continuación, el diseñador de producción creó las complicadas columnas esculpidas dentro del edificio del siglo X y mandó el modelo a escultores que se encargaron de realizar duplicados de barro que se enyesaron y pintaron. Los herreros crearon los picaportes, goznes y cerraduras para las puertas. Los muebles se diseñaron y construyeron de acuerdo con representaciones de la época; las tapicerías fueron diseñadas por ordenador y realizadas en India.

“No basta con intentar ser lo más verídico posible con la arquitectura y los materiales utilizados – incluso el envejecimiento de dichos materiales –, también están las espadas, los escudos, las armas en general, las joyas y las tallas. Diseñar todos estos objetos fue sumamente complicado”, dice Craig Lathrop. “Nos esforzamos en que cada detalle fuera lo más auténtico posible para retrotraer al espectador a la época de Amleth y así entender mejor su recorrido”.

Y añade: “Otro gran reto fue diseñar las edificaciones del pueblo eslavo a escala en el estilo de la época, construirlas, techarlas y pintarlas. Y aquí solo me refiero a los exteriores, pero dentro del templo donde se desarrolla la gran escena de Björk, hay muchos objetos: ídolos, esculturas, amuletos de metal…”

Para la granja de Fjölnir, y el pueblo islandés que en principio iba a construirse en Islandia, el diseñador Craig Lathrop escogió Carncastle, un pequeño pueblo en el Ulster. Aquí la dificultad residía en construir un pueblo vikingo casi sin madera, ya que las granjas islandesas del siglo X estaban hechas de turba. En colaboración con el departamento artístico, el equipo de construcción y el departamento de jardinería, se construyeron varias estructuras de turba que aguantaron nueve meses debido al parón en la producción.

“Con el parón del confinamiento, las estructuras crecieron y se fundieron en el paisaje. Para cuando regresamos en agosto, la turba había crecido y todo estaba exactamente como yo quería desde el principio. Era realmente espectacular”, recuerda el diseñador de producción. “En Irlanda hubo unos meses de sequía, pero los jardineros habían regado los decorados para que crecieran. Por primera vez regábamos un decorado, el colmo del diseño de producción ecosostenible”.

Para la gran escena final de la película, el enfrentamiento entre Amleth y Fjölnir delante del volcán activo en el monte Hekla, Islandia, el equipo de Lathrop tuvo que conformarse con la cantera de Boghill, en el condado Antrim, Irlanda del Norte. Se utilizó maquinaria pesada para modelar el terreno; además llegaron quince toneladas de arena negra para hacer las veces del volcán. Cortaron canales entre la arena para insertar imágenes de lava auténtica en la posproducción.

La escena se rodó un día de muchísimo frío con Skarsgård y Bang totalmente desnudos, a excepción de tangas de color carne. Antes de que se empezara a rodar, los dos actores fueron cubiertos con diversas sustancias que imitan sangre y vísceras. “Nunca había rodado algo tan loco como la escena final de la lucha”, recuerda Alexander Skarsgård, riendo. “Estamos en la cima de un volcán en erupción. Sabíamos que era un momento culminante, que debíamos darle todo el impulso necesario. Claes fue un maravilloso compañero para esta escena, pero el trabajo previo de Craig lo hizo posible. Es la perfecta imitación del volcán auténtico”.


Los barcos y las armas
El diseñador de producción también supervisó la construcción de dos navíos vikingos, así como la amplia gama de armas que dan a EL HOMBRE DEL NORTE una mayor autenticidad y que fueron realizadas posteriormente por reputados artesanos.

Los dos barcos vikingos, entre los que está un drakar, un barco de mucha eslora con una vela rectangular, y un knarr, un barco mercante muy parecido al anterior, pero algo más pesado, fueron hechos en una escuela abandonada en la República Checa y hubo que transportarlos de una punta a otra de Europa durante el confinamiento.

De acuerdo con las consignas de Robert Eggers y de Craig Lathrop, absolutamente todo en el barco debía ser auténtico. Los remaches fueron aprobados por un experto en historia vikinga. “Viendo la película, nadie ve la diferencia”, explica Alexander Skarsgård, “pero Rob lo sabe. Basta con ver La bruja o El faro, se nota la diferencia. Quiere que todo lo que esté en el encuadre sea auténtico, da igual que esté en primer o segundo término”.

Para otras escenas marítimas se pidieron prestados barcos de un museo de Irlanda y varios navíos construidos a mano con herramientas muy específicas expuestos en el Museo de Construcción Naval de Roskilde, Dinamarca.

“Como actor reconozco que el nivel de autenticidad invertido en la construcción de los barcos me ayuda, pero no sabría decir exactamente cómo”, explica Ralph Ineson, el capitán del drakar que va a Islandia. “Sentir la madera del barco, las cuerdas, se transforma en algo táctil que ayuda a la interpretación y que, a la vez, crea un ambiente muy especial, sobre todo cuando Anya Taylor-Joy está en la proa, invocando a los dioses del viento en el papel de Olga”.

El maestro armero Tommy Dunne, que también trabajo en “Juego de tronos”, sabía que le esperaba un trabajo complicado cuando se unió al equipo, aunque Craig Lathrop y sus colaboradores ya se habían documentado en profundidad acerca de las armas vikingas.

Todas las armas que aparecen en la película fueran hechas a mano, y Dunne se aseguró, hablando con historiadores, de qué arma correspondía a cada personaje y por qué. Su trabajo consistió en documentarse sobre las medidas de las espadas, de los escudos y de las hachas, saber qué tipo de material se usaba para las empuñaduras y confirmar que el diseño de cada arma era el adecuado para la época. Los herreros de su fundición en Dublín se encargaron de realizar las armas y de forjarlas en el estilo adecuado, según si eran eslavas o islandesas. Puede afirmarse que son réplicas dignas de un museo.

Las armas de los berserker, por ejemplo, deben reflejar su preferencia por el combate cuerpo a cuerpo en lugares cerrados mediante ataques rápidos e inesperados; los vikingos eslavos preferían las espadas y las lanzas, manteniendo al enemigo a distancia.

“Los berserker tenían los hombros muy anchos y menos alcance con el brazo, por lo que usaban seaxes, una especie de cuchillo largo, hachas cortas y algún que otro escudo”, explica Tommy Dunne. “Los berserker se comportaban como unos bárbaros, se lanzaban encima del adversario, le mordían, le sacaban los ojos, pero los eslavos preferían luchar desde la distancia”.

Para muchas de las escenas de lucha se hicieron copias de las armas con goma o bambú por cuestión de seguridad. Gracias a un cuidado acabado y a la decoración, es imposible diferenciarlas de las armas auténticas.

El coordinador de especialistas C.C. Smiff (“Juego de tronos”) trabajó con los actores, desde luego con Alexander Skarsgård, para coreografiar las escenas de batallas, siempre con el objetivo de conseguir movimientos realistas y de que las armas – espadas, hachas y escudos – se manejaran correctamente durante las secuencias de más acción.


El rodaje
EL HOMBRE DEL NORTE es la primera película de acción de Robert Eggers, lo que habría podido permitir al director de fotografía Jarin Blaschke tener un mayor acceso a cámaras y a equipo en general, así como a mayor libertad en cuanto a fotografía. Pero el director quiso seguir con el estilo que ambos desarrollaron hace 13 años con el cortometraje “The Tell-Tale Heart” (El corazón delator), basado en la historia de Edgar Allan Poe.

“Estoy acostumbrado a trabajar con Robert en películas muy contenidas y medidas”, explica el director de fotografía, refiriéndose a producciones más bien pequeñas con pocos personajes y pocos cambios de decorado. “No intentamos emular a Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia) o 1917. Se trata más de intentar reducirlo todo a lo esencial. Puede parecer sencillo, pero requiere mucha preparación. ¿Cómo es posible hacer caber tanto metraje con tantos personajes e ideas abstractas en un claro flujo de información?”

Teniendo en cuenta que EL HOMBRE DEL NORTE es una película de acción con secuencias de lucha meticulosamente coreografiadas, con cientos de extras, una historia que transcurre en numerosos decorados pertenecientes a diferentes países, culturas y regiones, rodar con una sola cámara – con menos cambios de plano disponibles en la sala de montaje – fue una decisión controvertida.

“El tipo de cine que hacemos Jared y yo corresponde a cineastas a los que les gusta contar historias con sencillez, de forma directa, y que intentan encontrar imágenes esenciales con las que contar esas historias”, dice Robert Eggers. “Entiendo que se ruede este tipo de películas con múltiples cámaras, no es nada fácil hacerlo de otro modo. La tensión producida por la meticulosa planificación requerida para rodar con una sola cámara puede llegar a ser frustrante y, desde luego, no tranquilizó al estudio”.

Cuando llegó el confinamiento en marzo de 2020, Robert Eggers y Blaschke ya habían realizado el storyboard del 95% de la película, incluso escenas de acción muy específicas, y estaban más que preparados para rodar en agosto de ese mismo año.

El faro tiene una estética muy particular basada en el principio de la fotografía, y La bruja se basó en cuadros de la época para plasmar el tono visual. Sin embargo, y a pesar de la elaborada colección de imágenes que Robert Eggers había reunido y de todo el proceso de documentación, Jared Blaschke carecía de referencias visuales específicas para EL HOMBRE DEL NORTE. “Robert quería tomas densas, planos secuencia con muchas cosas ocurriendo en segundo término o, si prefieren, encuadres ricos que duraban y duraban”, explica el director de fotografía.

La película puso nuevas herramientas y técnicas a disposición de Jared Blaschke, travellings, coches con cámaras, grúas, así como coordinadores de especialistas y coreógrafos que se encargaron de que las escenas de acción fluyeran para que se pudieran captar todos los movimientos con una sola cámara.

Una de las escenas más complicadas de rodar fue la del saqueo de los berserker, la segunda escena de acción de importancia después de la decapitación del rey Aurvandil. El reto no residía solo en rodar el saqueo en sí, sino todo lo que ocurría en la periferia de la escena.

“Es muy fácil verlo durante noventa segundos en la gran pantalla”, dice Jared Blaschke. “Pero tardamos cuatro días en rodar la escena y, sinceramente, el enfoque con cámaras múltiples habría sido una pesadilla”.

El saqueo de los berserker consiste en un larguísimo y complicadísimo plano secuencia perfectamente coreografiado con diversas acciones, convirtiéndolo en uno de los momentos más emotivos de la película. “Conseguir una escena así resulta muy difícil”, explica el cineasta. “Normalmente, en este tipo de escenas en una película de acción, habrá docenas de cambios de plano porque se ha rodado con varias cámaras para disponer de varios ángulos de la misma acción. Tengo la esperanza de que esta película sea diferente al no haber tantos cambios de plano. Espero que sea mucho más inmersiva”.

Alexander Skarsgård reconoce que filmar las escenas de lucha con una sola cámara era un auténtico desafío, ya que tanto los actores como los especialistas debían repetir las escenas una y otra vez. “Rodar este tipo de escenas fue agotador física y mentalmente porque hubo que repetir algunas hasta 25 veces”, explica. “Si un puñetazo no funciona, hay que volver a hacerlo una y otra vez hasta conseguirlo. Espero que el enfoque de cámara única aporte algo diferente; por ejemplo, las escenas de lucha son mucho más fluidas al haber menos cambios de plano. También me parece más inmersivo, el espectador tiene la sensación de estar dentro de la escena”.

El mal tiempo fue otra dificultad añadida para el director de fotografía y los operadores, pero muchos actores estaban encantados. “En las películas de Robert, el tiempo juega un papel importante. El buen tiempo no viene bien. Queríamos que hiciera mal tiempo, e hizo muy mal tiempo”, dice Willem Dafoe, riendo.

Claes Bang añade: “Rodamos en laderas de colinas en Irlanda del Norte con barro hasta las rodillas y no había nada donde agarrarse para no resbalar. Llovía, soplaba el viento, pero todo esto aportaba una crudeza necesaria para la película. Reconozco que trabajar fue todo un reto porque había una sola cámara, por los decorados, la figuración, el barro…”

“No hacía falta mucha imaginación para meterse en el mundo vikingo cuando rodamos en Irlanda del Norte”, dice Anya Taylor-Joy, riendo. “Robert me gritaba: ‘Aparenta estar helada y sentirte fatal’. Y yo pensaba: ‘Estoy helada y lo paso fatal, no necesito actuar’”.


El vestuario
La diseñadora de vestuario Linda Muir se encargó de crear el vestuario de tres mundos muy diferenciados en EL HOMBRE DEL NORTE, cada uno con una cultura y unas tradiciones diferentes, y no solo para los actores principales, sino también para cientos de extras.

También era la primera vez que diseñaba cascos y armaduras. “El volumen del vestuario era un auténtico desafío”, recuerda la diseñadora. “La supervisora de vestuario tiene las cifras: 158 pruebas correspondientes a 918 piezas cosidas a mano solo para los actores principales. La reina Gudrún se cambia 20 veces de túnica, cada una para una escena diferente”.

Linda Muir empezó a documentarse de forma exhaustiva leyendo las sagas islandesas, una colección de relatos medievales que describen las vidas y hazañas de los hombres y mujeres nórdicos que colonizaron Islandia a partir del año 870. “Pero las sagas fueron escritas mucho después, al menos 200 años después del siglo X, cuando transcurre la historia”, dice. En otras palabras, no existe ningún documento con descripciones de la ropa que buscaba.

“El mayor problema a la hora de documentarse acerca de la ropa vikinga es la total ausencia de ejemplos – hay trozos de tela, pero no existe una prenda completa y menos aún un atuendo entero”, sigue diciendo Linda Muir. “Más aún, tampoco hay nada escrito, ya que los relatos se conservaron mediante la tradición oral hasta el siglo XII. Sencillamente carecemos de una información precisa en cuanto a colores, estilo y técnicas de fabricación de las telas”.

Después de consultar varios libros sobre la vestimenta en la Alta Edad Media, se dedicó a recorrer las páginas web que venden ropa a los participantes de recreaciones vikingas. Gracias a esto encontró tejedores de sarga y de lana, así como otras prendas y accesorios.

Visitó el Museo Británico en busca de inspiración antes de recorrer los almacenes de alquiler de vestuario de Londres, Roma y Madrid, donde encontró alguna que otra prenda que podría usar. Pero creó un gran número de diseños originales, incluso de armaduras.

Después de documentarse a fondo, empezó a trabajar en 120 trajes originales para los actores principales. El vestuario de los figurantes incluía unos 750 trajes masculinos y otros 450 femeninos para los habitantes del pueblo eslavo, los esclavos bálticos, los criados, así como los vikingos (hombres y mujeres) de diferentes estratos sociales.

La producción, como ya hemos dicho, se dividió en tres mundos muy distintos, y cada uno requería un amplio vestuario según el rango, la posición social y la riqueza del personaje. El primer mundo, los dominios del rey Aurvandil, requería ropa acorde con el elevado rango del rey y la reina, además de cotas de malla y armas para un grupo de asesinos a caballo.

El segundo mundo, uno de los más elaborados gracias a los diseños creados por Linda Muir, es la Tierra de Rus, donde Amleth y sus compañeros atacan un pueblo eslavo en pleno verano. La escena requería un diseño orientalizante con túnicas de lino, vestidos magníficamente bordados para las mujeres del pueblo y un conjunto imponente para la misteriosa Adivina, interpretada por Björk. Eso sin contar el atuendo de los berserker, a base de pieles de animales y complicados tocados.

“Los bordados eran una ocupación espiritual en este tipo de pueblos, así como un medio de comunicación. La ropa de la vidente muestra que es la comunicadora superior en el pueblo. Habla con los dioses”, dice la diseñadora. “Cada mujer escribía las esperanzas de su familia en lo que llevaba puesto, pero la Adivina escribe las esperanzas de todo el pueblo. Y empleo la palabra “escribir” porque parece ser que la palabra eslava para ‘bordar’ corresponde a la que se utiliza en inglés para ‘escribir’ (write)”.

Björk lleva el mismo tipo de túnica que las otras mujeres del pueblo, incluso Olga, a la que interpreta Anya Taylor-Joy, pero los accesorios que acompañan su ropa la colocan en un plano mucho más elevado. Su larga túnica está cubierta por magníficos bordados; la falda que lleva encima está hecha de bandas tejidas y cosidas a mano verticalmente, adornadas con campanitas hechas a medida; lleva brazaletes de corteza de abedul sujetos con cintas tejidas a mano y, para acabar, en la cabeza lleva una versión del tocado ucraniano de una novia. Está casada con los dioses.

“Robert se imaginaba a Björk con un tocado hecho de trigo, pero al final nos inclinamos por la cebada con una banda de tela bordada en la frente de la que cuelgan anillos de oro y conchas que le esconden los ojos”, sigue diciendo Linda Muir, que encontró los abalorios para el collar en una feria vikinga en York. “Creamos 18 collares diferentes para la Bruja Eslava”, recuerda.

En cuanto a los tocados con aspecto animal que llevan los berserker durante el saqueo, Linda Muir recurrió a un dúo italiano dedicado al diseño, formado por un escultor y un peletero, con sede en Roma. Diseñaron un total de trece tocados divididos entre lobos y osos, además de un tocado especial para Alexander Skarsgård, ya que el espíritu que le posee durante el trance berserker es una mezcla de ambos animales.

El tercer mundo es la granja de Fjölnir en Islandia. Aquí, Linda Muir utilizó sobre todo tejidos de lana para crear prendas que – a pesar de su sencillez – demostraran el alto rango de los cuatro miembros de la familia: capas de lana para Fjölnir, túnicas con cola para Gudrún, y una mezcla de lana y lino para los dos hijos. Todo el vestuario de la familia comunica una sensación de prosperidad mediante un diseño muy alejado del mundo mágico del pueblo eslavo.

Además, la diseñadora tuvo que vestir a personajes sobrenaturales en los primeros dos mundos, entre ellos el Guerrero Rey que vuelve a la vida al principio de la película durante el ritual con el príncipe Amleth. “El actor es Ian Whyte y mide más de dos metros. El departamento de prótesis creó una cabeza y unas manos para que pareciera un esqueleto”, explica la diseñadora, “pero su ropa debía dar la impresión de cubrir huesos. Usamos telas muy gastadas, desgarradas, brazaletes y rodilleras doradas, además de un casco dorado y plateado”.

Linda Muir trabajó con el diseñador de armaduras Giampaolo Grassi para entender los diferentes estilos de armaduras, y contó con la colaboración de Andrew Cefalu, un especialista en ilustración vikinga. “Los ejércitos vikingos se vestían de acuerdo con su posición social, por lo que el estilo no era uniforme”, dice. “El soldado de infantería llevaría una protección mínima hecha de cuero, mientras que los vikingos de rango superior llevaban cotas de malla y cascos de oro”.

Las exigencias del director para los cascos que aparecen en EL HOMBRE DEL NORTE eran muy especiales, lo que significó una complicación añadida para el equipo de diseño de vestuario. “Quería que todos los cascos fueran ajustados. Para los que tenían viseras metálicas o máscaras, las aperturas correspondientes a los ojos y el protector nasal debían ser precisos y muy exactos”, concluye Linda Muir.


La música de El hombre del Norte
Para que EL HOMBRE DEL NORTE cobrase vida sonora, Robert Eggers recurrió a los músicos británicos Robin Carolan y Sebastian Gainsborough, dos compositores de música electrónica que, hasta ahora, no habían compuesto para cine. El director había conocido a Robin Carolan cuando ambos vivían en Brooklyn, antes de que se hiciera famoso con La bruja. A su vez, Carolan conocía a Sebastian Gainsborough por el proyecto musical Vessel, que había firmado con su discográfica Tri-Angle. Familiarizado con el trabajo de ambos, estaba seguro de que podrían enfrentarse al reto.

Robin Carolan era consciente de la naturaleza meticulosa en que se basa la obra del cineasta después de leer sus guiones, empezando por El faro, en sus diversas versiones. “Los guiones anteriores eran intimistas; dos personas en una habitación, por ejemplo”, dice el músico. “Pero en EL HOMBRE DEL NORTE hay muchos personajes en decorados muy diversos. La escala intimidaba a cualquiera”.

Robert Eggers quería utilizar instrumentos de la época vikinga para la música, sobre todo de viento y de cuerda, con algunos tambores, a pesar de ser algo muy debatido entre los historiadores. Muchos no creen que se usaran en las culturas nórdicas de la época.

Carolan y Gainsborough tuvieron que documentarse sobre instrumentos muy desconocidos, como la tagelharpa (o talharpa), una especie de lira con cuerdas de pelo de crin de caballo, y también la langspil, una cítara islandesa, además de cuernos y flautas de madera, hueso y cuernos de animales. “Nunca habíamos utilizado estos instrumentos y fue necesario encontrar una forma de adaptarlos a lo que necesitábamos”, explica Robin Carolan. Se integraron hipotéticos cantos vikingos, como el canto de garganta o el canto inspirado en el kulning escandinavo (llamadas de pastor). Los dos compositores hablaron con el musicólogo danés Poul Høxbro, especialista en recrear música de la época vikinga, que a su vez les presentó a músicos y cantantes conocedores de las tradiciones.

“Al principio pensamos en obviar los violines y los chelos, o sea, cualquier instrumento nacido en los últimos 500 años”, dice Sebastian Gainsborough. “Debido a la textura arcaica de EL HOMBRE DEL NORTE, no queríamos un sonido impecable. Nos ceñimos, dentro de nuestras posibilidades, a la supuesta música de la época vikinga”. Acabaron por apoyar a los instrumentos vikingos con cuerdas y un coro. Los dos músicos lograron crear una partitura hipnótica, estruendosa en algún momento, que transporta al espectador.