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Peter von Kant cartel reducidoPeter von KantDirigida por François Ozon
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PETER VON KANT está protagonizada por Denis Ménochet ('En la casa', 'Gracias a Dios'), Isabel Adjani ('Posesión', 'La pasión de Camille Claudel'), el debutante Khalil Ghabia y la actriz y cantante alemana Hanna Schygulla, musa de Fassbinder, con el que trabajó en 'El matrimonio de Maria Braun', 'Las amargas lágrimas de Petra von Kant', y 'Lili Marleen'.

Adaptación libre de 'Las amargas lágrimas de Petra von Kant' de Reiner Werner Fassbinder, Ozon explica sobre el filme: "quería rodar una versión con la que pudiera identificarme de forma más directa. De ahí la elección de dejar el mundo de la moda y cambiarlo por el mundo del cine, y convertir al género masculino a los tres personajes principales".

Esta es la segunda vez que Ozon trabaja sobre un material del director alemán tras la adaptación de 'Gotas de agua sobre piedras calientes', en 2000.


Declaraciones del director François Ozon

P: Volver a Fassbinder

R: Fassbinder es un director cuyo trabajo, filosofía y visión del mundo siempre me han perseguido. En cuanto a su increíble energía creativa, me fascina y sigue siendo un ejemplo a seguir en mi manera de trabajar. Llevaba mucho tiempo pensando en una adaptación de Las amargas lágrimas de Petra von Kant, pero no me atrevía a dar el salto, a abordar una película de culto. Mis ganas de adaptar un texto, que se ha convertido en un clásico del teatro contemporáneo, se ha visto reforzado por el trabajo de directores de teatro actuales, como Thomas Ostermeier, Krzysztof Warlykowski o Christophe Honoré, que han puesto en escena textos clásicos con una gran libertad, reinventándolos, desacralizándolos y reinyectándolos con elementos modernos y sus visiones personales.

P: Autorretrato del artista

R: En realidad, quería rodar una versión de Las amargas lágrimas de Petra von Kant con la que pudiera identificarme de forma más directa. De ahí la elección de dejar el mundo de la moda y cambiarlo por el mundo del cine, y convertir al género masculino a los tres personajes principales, sobre todo porque tuve la intuición de que este texto era en realidad un autorretrato, centrado en una de las historias de amor apasionado de Fassbinder. Juliane Lorenz, su última compañera, a quien conozco desde mi adaptación de Gotas de agua sobre piedras calientes, confirmó mi intuición: en Las amargas lágrimas de Petra von Kant, Fassbinder había transpuesto su infeliz historia de amor con uno de sus actores favoritos, Günther Kaufmann, a una historia de amor lésbico entre una diseñadora de moda y su modelo.

Y el personaje de Karl (Marlène) estaría inspirado en Peer Raben, compositor de la música de sus películas, que también había sido su asistente.

A partir de ahí, la forma de revisitar este texto me quedó clara: transformar el personaje de Petra en un hombre, Peter von Kant, y convertirlo en director. Eso me permitió hablar de Fassbinder y, por efecto espejo, también de mí. Había que traicionar a Fassbinder para reencontrarlo mejor y reencontrarme yo mismo en una historia universal de pasión amorosa, más actual que nunca, cuestionando las relaciones de dominación, control y sumisión en la creación, la relación musa/pigmalión…

P: 20 años después de Gotas de agua sobre piedras calientes

R: En Gotas de agua sobre piedras calientes había una teatralidad muy asumida y un distanciamiento irónico que recuerda al cine de Fassbinder. En esta adaptación de Las amargas lágrimas de Petra von Kant, quería ser más empático. Puede que con la edad y la experiencia comprenda mejor a Fassbinder, su forma de ver la vida, la creación y el amor, incluso en sus aspectos más monstruosos. Fassbinder no es un director agradable, sus películas no son agradables. Yo quería que el espectador experimentara diferentes sentimientos respecto a Peter: que lo encuentren detestable y al minuto siguiente conmovedor, grotesco, entrañable…

Mi principal referente en la obra de Fassbinder fue su magnífico cortometraje documental dentro de la película colectiva Alemania en otoño, donde se filma a sí mismo, sin adornos, en su casa, con su madre, su amante, obligándolos a tomar partido de la situación social alemana, el terrorismo… Mezcla lo personal y lo político con gran crudeza y se desnuda –literal y figurativamente– de forma patética, sincera y sobrecogedora a la vez.

P: La adaptación

R: Fassbinder escribió este texto para el teatro y lo dirigió para el cine en 1972, cuando solo tenía 25 años. Acababa de descubrir los melodramas hollywoodienses de Douglas Sirk y rodó su obra sobre la dependencia afectiva y la imposibilidad de amar en una relación de igualdad, utilizando todos los artificios teatrales y manierismos cinematográficos.

En el trabajo de adaptación, reduje el texto y simplifiqué los diálogos que a veces son muy literarios. Quería que se produjera una identificación fuerte con los personajes, que nos adentramos de forma más inmediata en la historia, con una teatralidad más francesa, casi de vodevil. También hay un lado vodevil en Fassbinder, pero tratado al estilo brechtiano, con un efecto de distanciamiento. Quería resaltar la fuerza emocional del texto, que mi puesta en escena tuviera una parte de humanidad, de emoción en los personajes. Quería salir del "pequeño teatro de marionetas" de Fassbinder para encarnar personajes de carne y hueso.
En la obra de teatro y en la película, "las lágrimas amargas” son artificiales y esto les otorga una gran belleza tanto teatral como cerebral, pero mi objetivo era tratar de hacerlas más “reales” para los espectadores de hoy. Que esas lágrimas fueran compartidas y no solo admiradas.

P: Filmar a un realizador

R: Para Fassbinder, el mundo de la moda es solo un contexto. De hecho, el trabajo de Petra no se analiza ni se desarrolla. Solo sabemos que tiene éxito, que tiene que diseñar nuevos modelos, que su asistente está ahí para ayudarla. En mi película, quise que el trabajo, y por lo tanto el cine, fuera el meollo de la historia. No vemos un rodaje clásico, pero transformé el encuentro entre Peter y Amir en una sesión filmada de casting. Peter le hace preguntas, quiere conocerlo a través de su cámara. Su trabajo es su manera de encontrarse con el otro, de descubrirlo, de sublimarlo.

Amir se revela a Peter delante de la cámara, pero también al espectador. De repente, lo miramos de otra manera, se convierte en actor. Esto también nos hace dudar de su palabra. ¿Su historia es cierta o sólo es una historia para conmover a Peter, para despertar su deseo de creador? Cuando Peter empuña la cámara, sentimos sus ganas de filmar a Amir. Ese gesto lo perturba y surge el deseo creativo de Pigmalión por Galatea.

Sidonie también es una variación sobre el tema del pigmalión y su musa. Peter la adora y la odia al mismo tiempo. "Me gustó más la actriz que la mujer”, dice de ella. En Fassbinder, este personaje era solo una confidente, su mejor amiga, que se lo pasa todo a Petra. Quería que fuera más activa, casi manipuladora… Esta figura de musa se inspira en las relaciones que Fassbinder mantenía con sus actrices y que mismo mantengo a veces...

P: "El ser humano necesita al otro pero no ha aprendido a ser dos"

R: Esta es la frase clave del texto de Fassbinder, la quintaesencia de su concepción de las relaciones humanas. Habla todo el tiempo de ese imposible aprendizaje de la convivencia, de cómo las relaciones de fuerza, las mentiras, las infidelidades acaban con la cotidianidad. Para Fassbinder, el amor sólo es una relación de opresión. Tuve la oportunidad de hablar de este tema con Hanna Schygulla. Según ella, Fassbinder buscaba el amor puro, pero sufría porque siempre se daba de bruces con la manipulación, los vínculos egoístas, el sufrimiento. El amor es más frío que la muerte… Ese fue el drama de su vida y creo que en cierto sentido eso le llevó a la muerte.

En esta nueva versión quise ser fiel a esa visión cruel y oscura del sentimiento amoroso, pero también revelar la parte de ironía y humor que alimenta esa mecánica del deseo infeliz. Me imaginé a Peter como una reina del drama que siempre se pasa. En Fassbinder también hay un lado queer, con esas mujeres que exageran su feminidad. Peter siempre está abrumado por sus emociones, siempre son excesivas, sobreactuadas. Y casi siempre van acompañadas de alcohol o drogas. Era necesario asumir la teatralidad de este personaje pero sin dejar de lado los sentimientos.

P: Denis Ménochet

R: Denis, a quien admiro y conozco muy bien después de En la casa y Gracias a Dios, era el actor perfecto para encarnar a este demiurgo con pies de barro, este ogro con la sensibilidad a flor de piel, duro y tierno al mismo tiempo. Para mí, lo importante para mí era hacer que su personaje resultara hermoso y conmovedor, como también lo fue Fassbinder al principio en sus propias películas, en particular en La ley del más fuerte.

Denis se ha entregado a fondo a este personaje que se abandona a una melancolía colérica y a una especie de exhibicionismo cuando baila por primera vez con Karl, sin ninguna vergüenza... Al principio, le sugerí a Denis que se abrochara la camisa, pero él prefirió mostrar el torso, asumir su cuerpo de inmediato con esa exposición. La verdad es que no habíamos preparado una coreografía para el baile de la canción Comme au théâtre de Cora Vaucaire. Le había pedido a Denis que interpretara la embriaguez y la desesperación. Él recordó y se inspiró en una coreografía de Fred Astaire. Esta mezcla de ligereza y torpeza alcohólica es lo que da fuerza y emoción a la escena.

P: Khalil Gharbia

R: Si Fassbinder se inspiró en su relación amorosa con Günther Kaufmann, a mí me inspiró más el actor El Hedi Ben Salem de Todos nos llamamos Ali, que también fue uno de los amantes del director alemán.

Así que empecé a buscar a un actor que tuviera entre 25 y 35 años, de origen norteafricano, y tuve muchos problemas. Tenían miedo de la imagen que el papel iba a dar de ellos. Así que abrí el casting a actores más jóvenes y de mente más abierta. Y acerté porque eso me permitió jugar con un lado más inocente y menos viril del personaje.

Descubrí a Khalil Gharbia en un cortometraje sueco muy bonito, The night train de Jerry Carlson, donde no pronuncia una sola palabra pero expresa muchas emociones con su mirada y su perturbadora presencia. Me gustó por la chispa que hay en sus ojos y su habilidad para encarnar la ambigüedad de Amir. Tenía tanto la ingenuidad de las primeras veces como la insolencia necesaria para la segunda parte. Por encima de todo, se sentía a gusto con su cuerpo, su sensualidad y eso era importante ante Denis.

P: Isabelle Adjani

R: Siempre había soñado con trabajar con Isabelle Adjani pero estaba convencido de que nunca sucedería. Así que me encantó que aceptara y me conmovió su manera de interpretar el guion sin centrarse en el tamaño de su papel sino en lo que contaba la película sobre las relaciones románticas y que ella entendía íntimamente.

Isabelle es una actriz fascinante, un Stradivarius. Solo tienes que decirle: fuerza un poco más o un poco menos la emoción, la crueldad… y lo ejecuta con enorme elegancia. Para su papel, Pascaline Chavanne y yo nos inspiramos en el look de las estrellas cinematográficas de los años 70 como Marlene Dietrich o Elizabeth Taylor. A Isabelle le gusta elaborar sus personajes. Creo que le divertía interpretar a este personaje de diva pasada por la cocaína, atreverse a interpretar a una actriz que le es ajena pero que está en el imaginario de los espectadores. Al igual que en Peter, hay rasgos de verdad en este personaje y era necesario equilibrar la ironía y la fragilidad.
En cuanto aceptó, ¡quise escuchar su voz cantando en alemán! Así que añadí la canción Jeder tötet, was er liebt (Todo el mundo mata lo que ama), basada en el poema de Oscar Wilde, que Jeanne Moreau cantó en el cabaret de Querelle. Isabelle es de madre alemana y eso crea un vínculo muy bonito con Fassbinder.

P: Hanna Schygulla

R: Nos llevamos muy bien en Todo ha ido bien, y me encantó reencontrarme con Hanna y que aceptara interpretar a la madre en 2021, después de haber encarnado a Karine, el objeto de deseo en 1972, en la película de Fassbinder. Conoció muy bien a la madre de Fassbinder, y aunque se mostró muy discreta, fue maravilloso poder hablar de ellos con ella.

En la obra de teatro y en la película de Fassbinder, la madre es un personaje bastante vanidoso y cruel. Quise desarrollarlo, sobre todo durante la escena en la que está sola, de noche, con su hijo, e intenta que se duerma. A Hanna se le ocurrió la canción de cuna alemana que le canta a Peter: Schlaf, kindlein, schlaf (Duérmete niño, duérmete ya). Fue bastante vertiginoso filmarla cantando, ella que ha interpretado nada menos que Lili Marleen para Fassbinder…

P: Stefan Crepon

R: Para el papel de Karl, buscaba a alguien con una silueta y una presencia fuerte y misteriosa, parecida a la de Irm Hermann, a quien todos recuerdan después de ver la película de Fassbinder.

Stefan era perfecto para este papel. Hace gala de una gran intensidad cuando actúa y eso permite al espectador proyectar todo tipo de emociones en su rostro. Cuando Hanna Schygulla lo conoció en el rodaje, dijo: "¿Así que tú eres la que interpreta a Marlene? ¡Ya verás, ni digas nada, pero es el mejor papel, el más satisfactorio! »

P: Decorados e iluminación

R: A diferencia de Gotas de agua sobre piedras calientes, donde mostré el lado kitsch pequeñoburgués de los años 70 alemanes, en esta ocasión quise mostrar la belleza y el glamour de aquellos años, tanto en los decorados como en la iluminación, con superficies lacadas, juegos de reflejos y espejos, colores oscuros y cálidos que también corresponden al piso de Fassbinder en Alemania en otoño. Nosotros rodamos en un espacio real: las antiguas cocinas de un orfanato en Ivry sur Seine, que reformamos junto con mi diseñadora de producción Katia Wyszkop. También trabajamos mucho los contrastes y las ambientaciones con el director de fotografía Manu Dacosse para marcar las estaciones.

En Fassbinder, hay varios períodos. Un período llamado "social" en el que tenía muy pocos medios e hizo muchas películas "pobres" (a menudo con el director de fotografía Michael Balhaus): Atención a esa prostituta tan querida, El mercader de las cuatro estaciones, Todos nos llamamos Alí… Y Las amargas lágrimas de Petra von Kant, en la que se ve la falta de dinero. Después están Lili Marleen, Lola, El secreto de Veronika Voss, Querelle, películas en las que es reconocido como un realizador internacional. Ya dispone de más medios y se inclina por lo que siempre le ha gustado, es decir, una variedad del cine de Hollywood con el espíritu de Douglas Sirk. En Peter von Kant me interesaba aplicar ese trabajo del color y la estilización propio del final de su filmografía a un material que corresponde a su primer periodo.

P: Una película autoproducida

R: Siempre he estado cerca de la producción. Vengo de los cortometrajes así que siempre he sabido que había que conocer el precio de las cosas para hacer una película y que en muchas ocasiones su éxito está ligado a su economía.

Como alumno de Éric Rohmer, me llamó la atención lo mucho que hablaba de dinero en sus clases de cine, del coste de sus películas y de la importancia de la rentabilidad. Los directores de la Nouvelle Vague habían comprendido que el precio de su libertad, tanto en su trabajo como en su ritmo de creación, estaba ligado a su implicación en la producción cinematográfica.

A pesar de conocer lo que está en juego en el plano financiero y aunque he coproducido mis películas durante varios años, solo había abordado su elaboración a través de mi prisma como director. Para este proyecto, más radical en su forma y en sus posibilidades económicas, no quería rendir cuentas a nadie, excepto a… ¡Fassbinder! Así que decidí autoproducirlo. Lo que también fue una manera de seguir su ejemplo: velocidad de ejecución, tiempo de rodaje limitado, un decorado, un equipo pequeño, un reparto con actores familiares y economía de medios.

Está claro que producir esta película ha sido una presión nueva, pero todos se subieron a bordo. Tanto los actores, los técnicos como mis habituales socios financieros. Trabajar de esta manera directa con todos los interlocutores de la película me permitió descubrir lo que había detrás del decorado.

P: Una declaración de amor al cine

R: Es posible que mi película Peter Von Kant sea más optimista que la de Fassbinder: Es cierto que Peter acaba solo y aislado, pero su mirada está abierta a sus películas, a la imaginación, a la ficción. Filmó a Amir, capturó la imagen de su amor así que todo este sufrimiento no ha sido en vano ya que se proyecta en la gran pantalla. La creación y el cine salvan a Peter.

También tuve en cuenta esa crítica que suelen hacerme: "No vives, solo haces películas…” Pero hacer cine es vivir. ¡De hecho, es vivir más intensamente!


Declaraciones del actor Denis Ménochet

P: ¿Cómo abordaste este nuevo proyecto con François Ozon?

R: Empecé viendo películas de Fassbinder, cuyo universo es muy potente, casi devorador. Me impresionó su escala, su energía tan oscura. Y también me impresionó la importancia del texto de Las amargas lágrimas de Petra von Kant. No he hecho nunca teatro así que no estaba seguro de estar cómodo con tanto diálogo. Al final lo conseguí pero tuve que trabajar muchísimo. ¡Una obra de teatro escrita por Rainer Werner Fassbinder y filmada por François Ozon es como hacer un curso acelerado!

También vi muchas entrevistas con Fassbinder y François me enseñó el cortometraje Alemania en otoño, mitad ficción mitad documental, que Fassbinder hizo en casa con su amante de esa época. Es una película muy descarnada y me di cuenta de que Fassbinder era a la vez divertido y prisionero de su propia inteligencia. Lo que dice sobre su tiempo es muy acertado pero al mismo tiempo sentimos que está muy implicado a nivel emocional. Como si las cosas le afectaran mucho más de lo normal…

P: Peter es a la vez divertido, insoportable, entrañable, conmovedor… ¿Cómo te apropias de un personaje que tiene tantas facetas?

R: Por encima de todo está la genialidad del texto de Fassbinder en el que encontramos todos estos matices. ¡Después, mi trabajo consiste en vivir con sinceridad en unas circunstancias imaginarias! Intentaba colocarme emocionalmente en el estómago de Peter, cómo respira, cómo siente las cosas.

Y sobre todo, me dirigió François. Gracias a Dios nos acercó mucho más, nos hicimos amigos, así que todo es bastante simple entre nosotros. Puedo hacer sugerencias, él puede aceptarlas o rechazarlas... Inventamos algunas cosas muy divertidas y nos dimos el lujo de tener tiempo para ensayar mucho, buscar ideas para los movimientos, la interpretación... François nos transmitió una energía increíble y la libertad de explorar caminos muy diferentes. Es sorprendente ver lo que ha hecho en el montaje. Cuando rodábamos, tuve la impresión de que estábamos haciendo una película mucho más teatral.

P: Para este papel, te expusiste, física y emocionalmente…

R: No esperaba que François me ofreciera un papel como este y quería agradecérselo dándolo todo por la película. No quería decepcionarlo. Quería demostrarme a mí mismo que estaba a la altura, que él no me había dado este regalo por casualidad. Y sentir su mirada benévola me permitió ir aún más lejos.
Me di cuenta, al abordar otros rodajes posteriores, que esta película me ha hecho crecer, que ha sido una etapa en mi manera de leer un texto como una partitura, de adentrarme en los sentimientos del personaje. Es como si hubiera ejercitado y entrenado mi musculatura de actor a fuerza de interrogarme sobre el estado emocional de Peter.

P: ¿Buscaste un mimetismo con Fassbinder?

R: Nunca. De todos modos, no sería capaz de hacer lo que, por ejemplo, hizo Philip Seymour Hoffman con Truman Capote. Para llegar a Fassbinder, lo importante era su texto, tan bien escrito, con toda esa emoción, esa rabia, ese humor... Y luego, aunque parezca una tontería, me gusta creer que Fassbinder estaba presente en algún lugar del plató. En la escena de baile con la canción Comme au théâtre, que se convierte casi en un trance, varios miembros del equipo me dijeron que también tenían la impresión de que él estaba entre nosotros.

Está claro que esa impresión también procede de François, de su pasión por este director que siempre lo ha inspirado incluso en el rigor de su trabajo, en la forma en que se permite encadenar proyectos sin dar excusas, explorando lugares tan diferentes.

P: ¿Así que te inspiraste en François Ozon?

R: A veces me inspiré en su lenguaje corporal, sobre todo cuando Peter se dirige a Karl. ¡Me inspiré en los movimientos impacientes que caracterizan a François cuando rueda!

P: ¿Cómo abordaste la escena de baile con la canción de Cora Vaucaire?

R: Primero escuché mucho la canción, que me parece magnífica. Me encanta lo que cuenta y la sigo escuchando hoy. Y para moverme por los escalones del plató, también vi extractos de las películas de Fred Astaire para inspirarme en su manera de subir y bajar escaleras, de dar vueltas por el espacio... ¡Pero al final, me costó mucho ver a Fred Astaire en esa secuencia!

Era la escena que más temía. Pero el estado de embriaguez de Peter, bajo los efectos de las drogas durante varios días, me ayudó mucho. Y la iluminación de Manu Dacosse terminó de guiarme, me permitió dejarme llevar.

Para esa escena le di la lata a Pascaline Chavanne, la diseñadora de vestuario, por tener que llevar un calzoncillo de piel de tigre, como él de Gérard Depardieu en Vestido de fiesta, un actor y una película que fueron una gran inspiración para mí.

P: "El ser humano necesita al otro pero no ha aprendido a ser dos" ¿Qué opinas de la relación de Peter con el amor?

R: Al principio, Peter manifiesta unas ideas muy definidas sobre el amor. Habla desde lo alto de su torre de marfil como un director de éxito pero en realidad se protege a sí mismo, y de hecho está muy solo. ¡Y cuando sucumbe al encanto de Amir, todas sus hermosas teorías saltan por los aires! Todos tenemos ideas sobre la pareja pero, superados por nuestros sentimientos, todos vivimos relaciones que son contrarias a nuestras teorías.
Cuando Peter conoce a Amir, se encuentra con una fantasía sexual, pero también con alguien que, como él, está solo y cuya vida está hecha pedazos. Más allá del elemento físico y sexual, Peter tiene ganas de acoger a Amir, de protegerlo, de ser su pigmalión... Peter se enamora no solo de Amir sino de la criatura en la que podría convertirlo. Y cuando Amir se le escapa de las manos, a Peter le consumen los celos y, una vez más, todas sus teorías sobre la libertad en la pareja se desmoronan.

P: A Peter le gusta más la posesión que el amor…

R: El propio Peter le cuenta a su madre sobre Amir: "No lo he amado, solo quería poseerlo". Es muy bonito y muy cierto. Ya sea una relación homosexual o heterosexual, es algo universal: muchas personas se equivocan en las relaciones amorosas porque quieren poseer a la persona con la que están. ¿En qué consiste amar de verdad a alguien? Tengo la impresión de que esta es la pregunta que plantea la película y que obsesionaba a Fassbinder.

P: ¿Qué opinión tienes del cine de Fassbinder?

R: Me gusta la modernidad con la que supo asumir su época, que fue fascinante, con su troupe de actores, su singularidad, sin olvidar que estaba muy influenciado por Estados Unidos. Todos se llaman Ali es una película maravillosa. Y Querelle, con esa canción de Jeanne Moreau, que François ha querido que Isabelle Adjani cantara en alemán… De todos modos, me imagino que no debió ser fácil trabajar con él y su cine me parecer muy descarnado.

P: Además, Peter von Kant es menos amarga que Las amargas lágrimas de Petra von Kant…

R: Sí, Peter von Kant es más alegre. Y eso también se parece a François que, en mi opinión, es menos lúgubre que Fassbinder, al menos en apariencia. También es una cuestión de ritmo. La película de Fassbinder es bastante lenta, con poco montaje. En François hay ligereza, una vivacidad propia de sus películas y de sus rodajes. Si hubiera empezado a interpretar mi texto más lentamente, él me habría interrumpido de inmediato: "¡No vamos a hacer una película de tres horas!" »

P: En Peter von Kant queda claro el amor al cine, la alegría de actuar.

R: De hecho, fue una gozada estar totalmente aislados en un entorno único. Todos estábamos felices de estar juntos, especialmente en el contexto del Covid y del confinamiento. Queríamos actuar, dejarnos llevar. Y todo eso se verá y se sentirá en la película. Al igual que Stefan Crepon, pensamos que este rodaje quedaría como el recuerdo de un paraíso perdido.

Ese ambiente también se lo debemos a François, que se rodea de buena gente. Estuvimos muy presentes los unos para los otros, con mucha generosidad. Estuve muy pendiente de Stefan, y por supuesto de Khalil… Era su primera película y me recordó mis primeras experiencias personales. Cuando hacemos películas lo que guardamos con más cariño son los recuerdos del rodaje. Así que quería que su primer rodaje fuera lo más bonito posible.

P: ¿Y cómo ha sido trabajar con Isabelle Adjani y Hanna Schygulla?

R: ¡Fue increíble estar cara a cara con Isabelle Adjani para hablar sobre el amor! Ella estaba delante de mí, absorta en la interpretación. Al principio me sentía un poco intimidado pero poco a poco se convirtió en una verdadera aliada. Una aliada fascinante…

Cuando Hanna me vio llegar vestido con el famoso traje blanco de Fassbinder, se emocionó. No es que viera un fantasma, pero le recordó un momento crucial de su vida. Me parece maravilloso y muy conmovedor que encarne a la madre de Fassbinder. La escena final entre Peter y ella es magnífica.

P: Peter acaba quedándose solo, pero con el recuerdo de Amir grabado en el carrete de la película…

R: Abordar el tema del amor a través del prisma del cine es muy emocionante. Sobre todo en estos momentos en los que hay tantos cambios en el cine con la caída de la asistencia a las salas, la irrupción de las plataformas… Así que espero que Peter von Kant haga que la gente vuelva al cine, teatro, a vivir intensamente maravillosas historias de amor.