Sobre la producción
Cuando el guionista-humorista británico Jonny Sweet se topó con la historia de dos vecinas enfrentadas por una serie de cartas obscenas anónimas que había revolucionado el país a principios de la década de 1920, supo que había dado con la semilla de su primer guion cinematográfico.
"Me dio un subidón de adrenalina porque estaba buscando una historia que me permitiera escribir un guion original y divertido, pero que tuviera sustancia", dice Sweet.
"Me pareció que podía dar mucho juego ambientar la película en esa época por las convenciones sociales tan absurdas de entonces y que también nos permitiría plantear una mirada profunda y dramática sobre el tema", comenta. "Y fue esa potencial mezcla de matices y tonos lo que más me llamó la atención".
A Sweet le interesaba explorar los comportamientos extremos de ambas mujeres y cuando le presentó la idea a STUDIOCANAL quedaron encantados. La productora se puso manos a la obra para empezar a mover el proyecto con Sweet a través de su empresa People Person Pictures, cofundada con Simon Bird.
"Cuando empecé a darle forma me di cuenta de que me estaba perdiendo en los entresijos del caso real, intentando meter todos los detalles, pero una vez que concreté las líneas generales, vi que el peso de la historia debían llevarlo los personajes. Con eso en mente, las palabras empezaron a fluir".
Si bien el guion tiene un fuerte componente cómico, la historia toca diferentes palos y contiene elementos dramáticos. Por todo esto, Sweet y STUDIOCANAL sabían que necesitaban dar con una intérprete que dominara los dos géneros y Olivia Colman fue el primer nombre que les vino a la cabeza. Dicho y hecho: le mandaron el guion a Colman y a su marido Ed Sinclair, guionista y productor.
"Me enamoré de la historia al instante", dice Sinclair. "Me fascinó esta historia sobre unas mujeres que tienen la capacidad de llevarle la contraria a esos hombres y plantarse cara las unas a las otras. Encontré que había un equilibrio perfecto de emoción y comedia".
La primera vez que leyó el guion, Colman acabó a "carcajada limpia". La pareja decidió unirse al proyecto y producir el filme a través de su empresa South Of The River. Jo Wallet también entró a formar parte del equipo de producción.
Al poco, Blueprint Pictures, la productora de Reino Unido creadora de éxitos como la serie de películas EL EXÓTICO HOTEL MARIGOLD, TRES ANUNCIOS A LAS AFUERAS (nominada a los Oscar) y ALMAS EN PENA DE INISHERIN, también se unieron al proyecto. Blueprint había colaborado recientemente con STUDIOCANAL en LA ÚLTIMA CARTA DE AMOR y EL CHICO QUE SALVÓ LA NAVIDAD.
"Fue un placer unirnos al proyecto", comenta Graham Broadbent de Blueprint sobre su colaboración en PEQUEÑAS CARTAS INDISCRETAS. "Estábamos buscando un guion original y potente que fuera divertido y atractivo, y cuando lo leí pensé que encajaba perfectamente".
Broadbent dice que cuando se trata de llevar historias reales al cine, "la realidad siempre supera la ficción".
"Si alguien se hubiera presentado con la historia de dos vecinas enfrentadas que antes fueron amigas y viven en un pueblo donde se mandan cartas envenenadas, seguramente no hubiera sonado muy realista", comenta. "Pero sabíamos que había ocurrido de verdad y al documentarnos y ver hasta qué extremos llegaron en la comunidad y cómo se resolvió el tema, encontramos el eje sobre el que montar la historia y darle la autenticidad necesaria para crear una película muy entretenida".
Objetivo: Decidir quién dirige la película y quién interpreta a Rose
Cuando Blueprint recibió el guion, Broadbent y su compañero Pete Czernin acababan de terminar THE BEAUTIFUL GAME, dirigida por la directora de teatro Thea Sharrock. Estaban enfrascados con las mezclas de sonido de ese filme cuando Sharrock leyó el guion y se interesó por dirigir el proyecto y trabajar con Colman.
"Thea es una directora que entiende perfectamente a los intérpretes, creo que por su experiencia en el teatro. Le encanta analizar el guion con el reparto y da mucha libertad", explica Broadbent. "Se gana su confianza".
A Sharrock le apetecía enfrentarse al reto que supondría combinar los diferentes tonos y trasladar el tipo de humor que había creado Sweet con su guion.
"Toca temas de mucho peso, pero lo hace de tal forma que realmente no te das cuenta hasta que todo ha acabado", dice Sharrock. "La verdad es que es una historia sobre la que reflexionar largo y tendido. El guion es muy exigente y está escrito con una voz única. No se parece a ningún otro guion que haya leído".
Los temas de la opresión y la libertad de expresión, que estaban a la orden del día en los años 20, están presentes en lo que Broadbent define como "una comedia con base dramática" y Sharrock quería enfrentarse a un proyecto que le permitiera tocar temáticas de peso sin ser demasiado intenso.
"El filme plantea temas muy importantes, sin duda, pero el planteamiento no resulta forzado", apunta Sharrock. "No sientes que te estén diciendo "Esta es una película sobre la emancipación femenina". No lo piensas mientras la estás viendo, sino que ese sentimiento se queda contigo. Y eso es algo que ha conseguido hacer Jonny con su guion".
El director de fotografía Ben Davis coincide, "Entre otras cosas la película denuncia que en aquella época la sociedad era muy misógina y machista. Me gustó que hablara de aquello y lo viéramos retratado en la historia".
A la hora de pensar en quién podía interpretar a Rose, sabían que debían dar con alguien que tuviera una gran presencia y que pudiera crear mucha química con el personaje de Edith. Colman había trabajado recientemente con Jessie Buckley en LA HIJA OSCURA y se habían llevado de fábula durante el rodaje, aunque curiosamente no compartieron escenas juntas en la película.
Colman se puso en contacto con Buckley para que se uniera al proyecto y le mandó el guion. "Quería que trabajásemos juntas y que compartiésemos escenas porque sabía que nos lo pasaríamos en grande", confiesa Colman. "Por otra parte, no se me ocurre nadie mejor que Jessie para soltar todas esas palabrotas".
Cuando Buckley leyó el guion se quedó impresionada. Le pareció "brillante y escandaloso" y recuerda reírse a carcajadas varias veces. "Pensé que esas mujeres me recordaban a todas las mujeres que conozco hoy en día que se aguantan tantas cosas que de repente explotan porque no pueden más", dice Buckley. "Lo tuve clarísimo desde el principio, quería participar en esta maravilla de filme. Es una historia tan llena de vida, tan humana y tan traviesa, que sabía que me lo pasaría pipa".
"No me gustan los proyectos oscuros e intensos, me encanta meterme en líos y hacer cosas que no debería. Este proyecto me vino al pelo, era justo lo que necesitaba en ese momento", añade.
Edith y Rose
La relación entre Edith y Rose es uno de los ejes de la película, por lo que era crucial que Colman y Buckley fueran realmente conscientes de las circunstancias que habían formado esas personalidades tan fuertes.
"Edith vive con sus padres y es la pequeña de un montón de hermanos. Nunca se ha ido de casa y nunca abandonará a sus progenitores", dice Colman. "Duerme a los pies de la cama de sus padres, lo cual es un poco raro, y los Swan escuchan todo lo que pasa en la casa de Rose, su vecina de al lado. Edith es una mujer muy devota, una buena cristiana que lee la Biblia a todas horas".
Rose, por contra, es muy diferente, si bien también es una mujer compleja. "Es irlandesa, es madre de una niña y tiene un novio muy atractivo", dice Buckley. "Es una mujer muy movida, que exprime la vida al máximo. Le encanta ir al pub, jugar, fumar, beber... Y todo eso escandaliza a Edith, que lleva una vida muy monjil".
Estas dos mujeres empiezan a entablar una amistad cuando Edith le va contando a Ruth las costumbres de su pequeño pueblo costero. "Creo que encuentran compatibilidades y se ven reflejadas en determinados comportamientos que les gustaría adoptar", dice Buckley. "Por ejemplo, a Rose le atrae la ternura de Edith porque le gustaría ser más cariñosa. Pero también hay características de Rose, como su despreocupación y extravagancia, que le gustan a Edith, a quien le encantaría atreverse a ser así"
Sharrock comenta que estos dos personajes interpretan la mayoría de las escenas clave y apunta que trabajar con Colman y Buckley ha sido "un placer". "Son unas currantas, grandes profesionales, muy volcadas en su trabajo y con mucha experiencia a sus espaldas. Asimismo, son muy disciplinadas, algo que requerían estos papeles. Lo que más me sorprendió fue que utilizan métodos muy diferentes para trabajar, y eso ha sido muy interesante a la hora de rodar".
Según Davis, la diferencia entre los personajes también tenía que percibirse a través del enfoque de la cámara y los planos. "Edith y Rose necesitaban sus propios lenguajes visuales, pero sin que esto supusiera perder la coherencia estética de la película, claro".
"Llegamos a la conclusión de que la cámara se movería con más fluidez al grabar al personaje de Jessie y se volvería más estática al enfocar a Edith". Asimismo, la iluminación también contribuyó a darle forma a los personajes: en las escenas de Edith todo es más oscuro y contenido, mientras que la casa de Jessie está llena de luz y de vida.
"Nos hemos basado en la fotografía en color de esa época para ver cómo trasladarla a nuestro filme al recrear ese periodo", dice Davis. "Es una película contemporánea basada en la década de 1920 y tuvimos que esforzarnos para dar con lo que buscábamos".
La agente Gladys Moss
La verdadera Gladys Moss fue la primera agente de policía en la historia de Sussex y Anjana Vasan era consciente de la importancia de este papel cuando le pidieron interpretar a esta mujer decidida e inteligente.
"La policía estaba recién formada y la idea de una agente era un concepto muy innovador en el país, así que no me quiero imaginar cómo sería en condados como Sussex y pueblos como Littlehampton", dice. "Es la única mujer de la comisaría y la conocemos en un momento en el que está viviendo una experiencia muy nueva y diferente porque que hubiera mujeres en la policía era una novedad, que hubiera mujeres con estudios era más bien nuevo y que hubiera mujeres ocupando estos puestos también lo era. Se crea inmediatamente una situación tensa al ver a una mujer con su aspecto rodeada de estos señores que preferirían que se dedicara a llevarles un té y se ocupara de las mujeres histéricas".
Gladys es muy inteligente y borda su trabajo, pero se enfrenta al enorme problema de que sus compañeros en la policía no le permiten avanzar. Es una mujer seria, pero precisamente esa seriedad y su sarcasmo e inexpresividad al responder a los comentarios sexistas hacen que sea muy divertido verla en pantalla.
"Gladys tiene idealizada a la policía porque su padre era agente y ella le respetaba mucho", dice Vassan. "Pero al entrar en el cuerpo se da cuenta de que las normas son diferentes para ella porque es mujer y ve que las normas que se aplican a Rose y Edith también son diferentes porque son mujeres. Así que se enfrenta a un dilema: ¿debería fiarse de su instinto o acatar las normas? Unas normas que parecen cambiar en función de dónde estás y de quién eres. Le cuesta mucho tomar una decisión porque es una mujer cuadriculada que siempre hace lo correcto".
Vasan comenta que hay parte de las personalidades de Rose y Edith en su personaje y que su viaje interior surge de la tensión entre esas dos mujeres. Por un lado, Gladys quiere cumplir las reglas, pero por otro siente la necesidad de seguir su instinto y desoír a sus superiores para seguir investigando el asunto de las cartas indiscretas.
"A menudo creo que la realidad supera la ficción y esta historia da buena cuenta de ello. La película rescata un hecho que le ocurrió a los habitantes de este pueblecito", añade.
Los hombres
Timothy Spall interpreta al padre de Edith. Edward Swan es un hombre dominante y controlador que contribuye a afianzar el matiz dramático de la historia. Es una figura respetada que impone bastante a los lugareños, y según avanza la trama se descubre que dos de sus hijos murieron durante la Primera Guerra Mundial. Rezuma rencor y rabia, lo que influye en la personalidad reprimida de Edith.
"Le preocupa mucho cómo está cambiando el mundo moderno en 1920 y piensa que van hacia una sociedad totalmente reprobable", dice Spall. "No entiende que se hayan metido en un gran conflicto para salvar una sociedad que va a peor y una mentalidad que no cree ya en los valores y el buen comportamiento. Todo lo que le rodea va en contra de cómo piensa que debería ser el mundo. Está muy enfadado". Mucha de esa rabia se debe a la muerte de sus hijos pero, a pesar de tener esa personalidad tan autoritaria, Spall cree que en el fondo Edward adora a su hija Edith.
"Es muy firme y controlador con ella", dice Spall. "Tienen una relación complicada y tampoco entramos en explicarla, pero creo que queda implícito en lo que ocurre en el filme. Su mundo se viene abajo cuando recibe esas cartas y siente la obligación de hacer algo para llegar al fondo del asunto".
Edward es el referente masculino de Edith y ha sido una gran influencia en su vida, haciendo que se sienta reprimida. Por el contrario, el novio de Rose, Bill (interpretado por Malachi Kirby), no tiene nada que ver con esos hombres anticuados.
"Le vemos fumando, tocando la guitarra y escuchando atentamente lo que tienen que decir estas dos mujeres", dice Kirby, sobre la aportación de Bill a la historia. "Es de clase trabajadora, un tipo normal y corriente que participó en la Primera Guerra Mundial. Es leal y sincero. No te imaginas que vaya a mentir, a no ser que sea para ayudar a alguien. No va con segundas intenciones, es un hombre abierto".
Kirby añade que "me ha gustado interpretar a un personaje que es realmente amable, sin ocultar nada oscuro".
El contraste entre los referentes masculinos de Edith y Rose encaja con la forma de ver la vida de estas mujeres y quizá se ve reflejado en sus personalidades.
En cuanto a Gladys, por un lado su figura paterna tuvo una influencia positiva en su vida. Por él quiso ser agente de policía y muchas veces recurre a él durante su investigación para dar con la persona que está detrás de esas terribles cartas.
Pero por otro, Gladys se enfrenta a la misoginia cada día en su entorno laboral, principalmente por parte del agente Papperwick y el sargento. A ambos les incomoda esta idea moderna de una agente de policía y les cuesta reconocer sus habilidades y se niegan a creerla cuando propone que Rose puede no ser la autora de las misivas.
Cuando se lanza a investigar por su cuenta, el sargento la echa del cuerpo y Papperwick se regodea en su decisión. En definitiva, ninguno puede aceptar que una mujer esté haciendo mejor su trabajo que ellos y eso hace que se sientan inseguros.
La importancia del lenguaje
"El lenguaje malsonante tiene muchísimo peso en la película", comenta Sharrock. "Rose habla fatal, pero una cosa muy importante es que nunca usa tacos para atacar a nadie. No utiliza las palabras como arma. Y en las cartas eso sí ocurre, por decisión de la persona que las escribe".
Buckley también opina que el lenguaje casi se podría considerar uno de los personajes de PEQUEÑAS CARTAS INDISCRETAS, y añade que las palabras utilizadas y la vehemencia con la que se pronuncian pueden tener mucho impacto.
"Soltar esas palabras afecta, de forma positiva y negativa. Se pronuncian con gran pasión pero que también conllevan un sentimiento de culpa", apunta. "A Rose se le escapan constantemente, como una forma de liberación, mientras que para Edith es un descubrimiento. Ha sido un rodaje muy divertido. Da mucho gusto soltar un buen taco y sabes que lo has bordado cuando todo el equipo se parte de risa con algo que has dicho".
Cómo recrear el Littlehampton de 1920
PEQUEÑAS CARTAS INDISCRETAS se rodó en el condado de Sussex en Arundel y Worthing, que están cerca de Littlehampton pero no tenían nada que ver con el aspecto del pueblo hace un siglo. El director de arte Romain Hémeray echó mano de un montón de libros en busca de inspiración para recrear con precisión cómo era Littlehampton en la década de 1920. "Los libros son una fuente visual maravillosa y están llenos de información", comenta. "No solo tienen mejor calidad que las fotos que se encuentran internet, sino que contienen información y descripciones que nos ayudan a entender el cómo y el porqué de muchas cosas".
"Cristina Casali (diseñadora de producción) creó dos o tres biblias, llenas de post-its y notas. Bastaba con ojearlas para encontrar todo tipo de información para recrear la época con total precisión visual".
"Me encargué de las fachadas y los exteriores de Western Road, la calle en la que viven las dos protagonistas", añade. "Hicimos un inventario de los diferentes acontecimientos que se desarrollan en el filme y Cristina y Fabrice Spelta (la supervisora de arte) me fueron contando qué partes se iban a construir en Arundel. Habían dado con referencias impresionantes para la época y vimos que las verjas, los tablones y el metal ondulado no solo encajarían perfectamente, sino que además aportaban texturas perfectas a la estética".
El vestuario también desempeña un papel fundamental para ambientar la película, y la directora de vestuario Charlotte Walter se documentó a fondo para retratar con precisión cómo vestía la gente de la zona en aquel momento. "Me inspiré en mis álbumes familiares", confiesa. "Mis abuelos nacieron en 1900, así que mi abuela tendría 22 años en 1922 y tengo fotos preciosas de ella, su hermana y el resto de la familia".
Walter dice que repasó montones de fotos de Littlehampton, fijándose en los colores sepia de las instantáneas y las postales. Por otra parte, también se documentó sobre los uniformes de los agentes de policía para ver cómo vestían en Littlehampton en aquella época.
"Littlehampton era el único sitio donde la policía llevaba gorras planas en lugar de casco", dice Walter. "Por algún motivo, el jefe de la policía decidió que vestirían así en el condado. Creo que es un guiño a cómo vestían en la Primera Guerra Mundial".
Walter encontró fotos de Gladys Moss, que le ayudó a definir la ropa del personaje, a quien visitó con una gorra plana, falda y pañuelo al cuello.
A la hora de diseñar el vestuario de Edith y Rose, Walter empezó por la ropa interior. Edith, que es más estirada, llevaría corsé, mientras que Rose no, como reflejo de su personalidad más liberada.
"A principios de la década de 1920, algunas mujeres no querían llevar corsé, y Rose claramente es el tipo de chica que no querría llevarlo. A partir de ahí fui creando su ropa", dice Walter. "Los vestidos de Edith son mucho más austeros, como reflejo de la vida con su padre, mientras que los de Rose son más sueltos y son de algodón".
Walter se esforzó al máximo para utilizar fibras naturales, de acuerdo con la época. También diseñó algunas chaquetas y blusas a partir de chales de seda, y añadió encaje en algunas prendas.
Cómo adaptar la historia al público moderno
De primeras puede parecer que la vida en este pueblo costero en la época de la posguerra que retrata PEQUEÑAS CARTAS INDISCRETAS está a años luz de la sociedad moderna. Pero en esta realidad de los años 20, en la que los teléfonos eran una idea lejana y donde los baños y los servicios aún eran compartidos, se produjo algo atemporal que conecta con el público actual: el acoso. El verdadero eje de esta película se fundamenta en una serie de cartas tremendamente crueles que ponen patas arriba al pueblo y desemboca en una caza de brujas que lleva a juicio a la recién llegada Rose (Jessie Buckley). Al escuchar las obscenidades que contienen las cartas en boca de los residentes es imposible no pensar en las desagradables declaraciones que vuelca cualquier persona desde su teclado, tanto anónimos envalentonados como algunos de los líderes mundiales o celebridades internacionales. Si vinieran acompañados de algunos hashtags podrían parecer un perfil de Twitter en analógico escrito por un presentador de televisión desatado. Pero por otra parte, también hay algo de atemporal en aquellas personas que le plantan cara al odio. Los hechos ocurren durante el auge del movimiento sufragista y la valentía de este grupo de mujeres que se une para reclamar justicia se sigue viendo reflejada en movimientos similares que surgen hoy en día. Los métodos habrán avanzado, pero el espíritu sigue siendo el mismo.