Cinemanía > Películas > Anora > Comentario
Destacado: Paul Mescal es Lucio en 'Gladiator II' de Ridley Scott
Anora cartel reducidoAnoraDirigida por Sean Baker
¿Qué te parece la película?

ANORA es la película ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2024. Con dirección de Sean Baker (Florida Project, Red Rocket), la cinta está protagonizada por Mikey Madison, Mark Eydelshteyn y Yura Borisov.

De un estilo cautivador, muy entretenida y emocionalmente genuina, ANORA es una versión particular del cuento de la Cenicienta que solo se le hubiera podido ocurrir a Sean Baker. Ambientada en 2018, sigue la inesperada odisea de la protagonista, una joven trabajadora sexual uzbeko-americana que se ve arrebatada de su vida cotidiana como bailarina erótica por el impetuoso y derrochador hijo de un oligarca ruso. La historia da vueltas y revueltas, sumergiéndonos primero en espacios muy diferentes – un lujoso club para caballeros de Manhattan, un gigantesco recinto instalado a orillas del mar en Brooklyn y la ostentosa ciudad de las maravillas llamada Las Vegas – que no parecen tener nada que ver con la vida diaria. En el momento en que la película adopta el ritmo de una historia de amor, cambia de carril y pasa a otro género para convertirse en una persecución alocada y llena de humor negro que recorre las calles de Brighton Beach, Coney Island y Manhattan. Pero al acercarse al final, el tono vuelve a cambiar, llegando a una conclusión tan emotiva como matizada cuando Anora es devuelta al hogar que creía haber dejado para siempre.


LOS ORÍGENES DE LA PELÍCULA
ANORA debe su existencia a la larga colaboración de Sean Baker con Karren Karagulian, que ha trabajado con el cineasta desde su primer largometraje, Four Letter Words (2000). Sabía que el actor estaba casado con una mujer ruso-americana nacida en Brooklyn, y eso fue el punto de partida de ANORA. “Hace bastante que buscaba un vehículo para Karren Karagulian”, explica Sean Baker. “También quería hacer una película en torno a los rusoparlantes asentados en la zona de Brighton Beach y Coney Island, porque Karren tiene muchos vínculos con la comunidad. Tardé más o menos un año en desarrollar la historia una vez que se me ocurrió”.

La escena central de la película debía ser un allanamiento de morada dirigido por Toros, el personaje de Karren Karagulian, que actúa por orden de su jefe, un poderoso oligarca ruso. La operación se desvía de una forma espectacular a pesar de los esfuerzos de Toros y de sus dos secuaces. “Siempre supe que rodaría el allanamiento de morada en tiempo real y que estaría situado en mitad de la película, por lo que estructuré el guion a partir de ahí. Solo quedaba saber cómo llegar hasta ese punto y cómo solucionarlo”, explica el director.

Y así apareció Ani, diminutivo de Anora. Sean Baker pensó en una bailarina y trabajadora sexual uzbeko-americana de Brighton Beach que en un impulso se casa con Ivan, el hijo del oligarca. Pero a los recién casados les queda poco tiempo cuando los padres de Ivan se enteran de la boda en Rusia y deciden viajar a Estados Unidos para repatriar a la oveja negra. Entretanto, Toros le ha ordenado a Garnick, su amigo y compañero de trabajo, y a un ruso llamado Igor que vigilen a la pareja. El plan no sale como estaba previsto porque Ivan consigue escapar y Ani demuestra saber defenderse y no estar dispuesta a que se anule el matrimonio. Con los padres de Ivan de camino, Ani no tiene más remedio que unirse a Toros, Garnick e Igor en una búsqueda nocturna de su marido, sin nunca dejar de luchar por defender su nueva vida.


EL CASTING DE ANORA
Mikey Madison, conocida por encarnar a la hija mayor de Pamela Adlon en la serie “Better Things”, ya había llamado la atención de Sean Baker en Érase una vez en… Hollywood (2019). “Aunque Mikey no aparecía mucho tiempo en esa película, me impactó”, recuerda el cineasta. El desarrollo del proyecto empezó a fraguarse en serio en enero de 2022 cuando Sean Baker y Samantha Quan, su socia productora y esposa, fueron a ver la película de terror Scream, y el director decidió que Mikey Madison era perfecta para el papel de Ani. “Después de verla en papeles tan diferentes, de descubrir su capacidad de cambiar de emoción en un abrir y cerrar de ojos, su sentido del humor y su asombrosa interpretación en Scream, decidí que había llegado el momento”, explica. “Al conocerla y enterarme de que era una cinéfila, que nos gustaban las mismas películas y que le interesaba la idea, compuse su personaje con ella en mente”.

Mikey Madison reconoce que estaba encantada y sorprendida de que Sean Baker se pusiera en contacto con ella. “Me quedé atónita cuando me dijeron que Sean quería conocerme, pero no pregunté por qué”, dice. “Soy fan de sus películas y Tangerine está entre mis favoritas. Quedé con Sean y Samantha, y me hablaron de una idea asombrosa, totalmente loca. Sean me preguntó si me interesaría hacer la película y dije que sí inmediatamente. Era la actriz más feliz del mundo porque quería trabajar conmigo”.

Bajo la dirección de Sean Baker, no dudó en interpretar a una trabajadora sexual. El trabajo sexual aparece en muchas de las películas del director, Starlet, Tangerine, The Florida Project y Red Rocket. En opinión de la actriz, lo que realmente sobresale en estas películas – y en el conjunto del trabajo de Sean Baker – es una mirada clara, sin crítica, nada condescendiente y sin intención de aprovecharse. “Sean ha dedicado su carrera a desestigmatizar el trabajo sexual y contar historias de marginados”, dice Mikey Madison. “Siempre lo ha hecho de un modo muy honrado y también con mucho humor. Sabe cómo tratar temas sombríos y darles la vuelta gracias a una inyección de humor. Tenía total confianza en él y sabía que sería el mejor de los colaboradores”,

Desde el principio, la actriz se tomó el papel y la película muy en serio. “Mikey participó en todo el proceso, y no me refiero solo a la escritura, sino a la documentación y al desarrollo”, dice el cineasta. “Le presentamos a varios asesores, se molestó en ir a varios clubes y meterse de lleno en la vida de una bailarina, pero lo que aporta como ser humano y artista es algo único. Hizo posible que el personaje cobrara vida de una forma maravillosa e impresionante”.

La preparación de Mikey Madison fue múltiple. Trabajó con un asesor de diálogo para perfeccionar el típico acento de Brooklyn, y más concretamente de Brighton Beach. También estudió ruso con un profesor y se documentó mediante libros, memorias, vídeos y blogs de bailarinas. Durante dos meses trabajó con una coreógrafa para estar en forma, lo que incluía Pilates, barra, ciclismo, estiramientos, hasta conseguir la fuerza necesaria para empezar a usar el “pole” y bailar. “No se me da nada bien bailar, pero fue genial imponerme un reto semejante”, dice. “La coreógrafa también es bailarina y ella es quien me enseñó a bailar como una auténtica bailarina erótica. Me ayudó con la sensualidad y a moverme con tacones altos”.

Reconoce que pensó mucho en el personaje e imaginó su pasado. “Siempre vi a Ani como una luchadora, una embaucadora inteligente”, dice. “Me atraía explorar su vertiente más dura, y también lo que es y deja de ser cuando está con gente. Ani se ha creado un personaje para estar con sus clientes, pero me interesaba saber quién era cuando estaba sola o con amigos. También pensé que quizá no era muy consciente de sí misma, lo que equivalía a una forma de autoprotección”.

Ani tal vez no crea que aparezca un príncipe azul al rescate de su trabajo en un club para caballeros de Manhattan, y espera aún menos que se presente bajo la forma de un fogoso joven ruso que pida una bailarina que sepa hablar ruso. No le agrada especialmente la idea y adopta su máscara habitual cuando le presentan a Ivan Zakharov, al que da vida Mark Eydelshteyn. “Ani no está nada nerviosa a pesar de que le han dicho que Ivan tiene dinero”, explica la actriz. “Eso no es habitual. Muchas trabajadoras sexuales y bailarinas me dijeron que los jóvenes no gastan mucho en los clubes. Más bien intentan sacar lo más posible por lo que han pagado. Pero Ivan es alguien inesperado, no tiene nada de amenazante; solo es divertido, quiere pasarlo bien, tiene más o menos la edad de Ani, y esta no puede resistirse a su encanto”.

Sean Baker conoció a Mark Eydelshteyn a través de Yura Borisov, el actor que interpreta a Igor. Yura Borisov rodaba otra película con Mark Eydelshteyn, y no solo le habló de ANORA, también le sugirió que mandara una cinta suya al director para el papel de Ivan. A pesar de no hablar muy bien inglés, Mark Eydelshteyn y Sean Baker simpatizaron durante un primer encuentro por zoom. El director le habló un poco de Ivan y le pidió que le mandara algo dejándose guiar por su instinto. Convencido de que Sean Baker jamás le escogería, el joven actor decidió grabar una escena que tenía lugar después de haberse acostado con Anora. No dudó en meterse en la piel de un Ivan seguro de sí mismo, feliz. “Para Ivan, la vida es fácil, es rico. Puede tener lo que quiera. Pensando como Ivan, hice la escena totalmente desnudo en la cama”, dice el actor. “Vapeaba y llevaba una gorra rusa. Intenté hablar una mezcla de ruso y de inglés, pero era sobre todo en ruso. También canté un rap. Y se lo mandé a Sean. No me parecía posible que me escogiera, pero me puse muy contento cuando dijo que me quería en la película”.

La idea de Mark Eydelshteyn convenció a Sean Baker y se consolidó a medida que avanzaba la preproducción. “Después de ver la cinta de Mark y de conocerle, nunca pensé en otro actor para encarnar a Ivan”, reconoce el director. “Es muy gracioso, sensible, rebosa energía e inteligencia. El personaje de Ivan cobró más importancia de la que le dábamos al principio con la aparición de Mark, sencillamente porque me apetecía verle en la pantalla”.

Ivan lleva unos seis meses viviendo en Estados Unidos supuestamente para estudiar, pero sobre todo está con sus amigos jugando a videojuegos y disfrutando de todas las comodidades que puede comprar la enorme fortuna de sus padres. Mark Eydelshteyn cree que su personaje está un poco perdido, aunque Ivan no se dé cuenta. “Ivan vive a tope en Brighton Beach, bebe, fuma, toma drogas, pero al cabo de tres meses empieza a aburrirse. Aunque se ha cansado de vivir así, no encuentra otra cosa que le enganche”, explica el actor. “Hasta que llega Ani. Nada más conocerla, la vida vuelve a brillar. Tengo la impresión de que quiere estar con Ani desde el primer momento, pero no se atreve a reconocerlo y le asustan las responsabilidades. Le pide que sea su ‘novia de cama’ durante una semana, una extraña forma de amor”.

Después de que Ivan la presente a sus amigos, Ani se convierte en parte de su vida durante siete días. Hay mucho sexo, desde luego, pero ella también se lo pasa bien divirtiéndose con los amigos de su “novio”, en las excursiones a Coney Island e incluso en un viaje inesperado a Las Vegas. Mikey Madison cree que la situación puede ser algo confusa para su personaje: “Es posible que a veces Ani pierda el sentido de la realidad pasándolo bien con todo un grupo que más o menos tiene la misma edad que ella. Pero también sabe que no encaja del todo porque cobra por estar ahí. No olvida que está trabajando, que debe seguir aparentando felicidad y preocupándose por Ivan: ¿Está contento, se lo pasa bien? Pero también vive el momento y llega a creer que esto es su vida”.

Después de casarse en Las Vegas, Ani e Ivan parecen realmente eufóricos. De golpe, Ani debe enfrentarse a una realidad totalmente diferente cuando una tarde dos desconocidos aparecen en la mansión. “Ani es muy intuitiva”, explica la actriz, “algo muy necesario en su trabajo y en su vida. Nada más verles, sabe que representan un peligro y se pone a la defensiva. Las cosas se descontrolan, y lucha con uñas y dientes para defender su cuento de hadas, que parece estar a punto de desmoronarse”.

Toros sabe que más le vale evitar que Ani lo consiga. De origen armenio, hace muchos años que trabaja para los padres de Ivan y está acostumbrado a solucionar los desaguisados del niño mimado. Pero que Ivan se haya casado con una presunta prostituta cuando se supone que él le vigilaba no le viene nada bien. Y peor aún es el hecho de que se enterara a través de una furiosa madre de Ivan durante una ceremonia religiosa en la que tenía un importante papel. A partir de este momento, Toros se enfrenta a un complicado dilema en el que se juega el todo por el todo. Karren Karagulian lo explica: “Toros tiene familia y se ha ganado el respeto de su comunidad. Durante una de las celebraciones más importantes del año, se ve obligado a escoger entre su trabajo y su posición en la comunidad. Pero pensando en su familia, sabe que debe solucionar el problema cueste lo que cueste, y eso le pone de muy mal humor”.

Durante el caos del allanamiento de morada y todo lo que sigue, descubrimos que el hombre que más controla es Igor, cuyo aspecto de bruto esconde al único que sabe mantener la calma y reflexiona. Igor es el gorila del grupo y se supone que debe impedir que Ani se escape. Y si para eso debe atarle los pies con el cable del teléfono, no dudará en hacerlo. Sin embargo, solo Igor respeta a Ani y la trata con amabilidad.

Sean Baker ofreció el papel de Igor a Yura Borisov después de verle en el drama romántico Compartimento nº 6, del director finés Juho Kuosmanen. “La trayectoria de Igor es parecida a la del personaje de Yura en esa película, donde el espectador acaba dándose cuenta de que el personaje es mucho más que una fachada amenazante”, explica el cineasta. “Es un papel difícil porque debe convencer al público de que cambie su opinión a medida que avanza la película. Del mismo modo que escribí el papel de Toros para Karren y el de Ani para Mikey, siempre pensé en Yura mientras construía a Igor. Yura aportó una profundidad inesperada y una enorme gama de emociones al personaje. Tuvo ideas geniales en el plató. Le estoy muy agradecido por su talento y por su generosidad como artista”.

Yura Borisov es un gran admirador de The Florida Project, la película que dirigió Sean Baker en 2017, sobre todo por la empatía con que el cineasta retrata a los personajes. Sus conocimientos de inglés eran muy limitados en la época, pero el actor no dudó en apuntarse a su primer largometraje estadounidense. “Para mí, lo más importante es sentir el alma del director”, dice, “y sentí el alma de Sean en The Florida Project. En el corazón de las películas de Sean está la idea de que todos intentamos vivir nuestra vida, y comparto esa idea para mi trabajo. Por eso pensé que podría haber una conexión entre los dos, a pesar de las grandes diferencias entre la cultura rusa y la estadounidense”.

Aunque Igor es capaz de destrozar una tienda de chuches en menos que canta un gallo, no aspira a codearse con mafiosos ni a llevar su vida, y tampoco tiene ningún plan. “Igor no sabe lo que quiere hacer en la vida, no ha escogido una dirección”, dice Yura Borisov. “Le dicen que acompañe a Garnick a la mansión de Ivan y lo hace. Intenta enterarse de algo, de quién es la chica y de por qué está con ese tío… Y es entonces cuando decide que cuidará de Anora y que la protegerá. De todo lo que ocurre a su alrededor, eso es lo más importante”.

El compañero de Igor en el mal planeado allanamiento de morada es Garnick, al que da vida el actor armenio Vache Tovmasyan. Garnick está deseando demostrar su valía a la organización, pero a partir del momento en que se derrumba – figurativa y literalmente – en la casa de Ivan, le va a costar mucho remontar la pendiente. El actor simpatiza con su personaje, cuyas desventuras dan pie a los momentos más divertidos de la historia. “Garnick me atrajo inmediatamente”, dice. “Me recuerda mucho a uno de mis primos. Garnick siempre se muestra como un individuo serio y duro, pero si se escarba un poco, se descubre a un ángel. Por encima de todo quiere probar que puede ascender por el escalafón, pero suele meterse en situaciones que es incapaz de controlar. También es de esos que siempre se queja, convencido de que merece más, sobre todo en lo que a dinero y respeto se refiere”.


EL DISEÑO DE LA PELÍCULA
Una vez acabado el guion, Sean Baker tenía una idea muy clara de cómo quería que fuese ANORA. Entre otras cosas, decidió rodar en 35 mm con objetivos anamórficos. “En este caso me influenció sobre todo el cine de los años setenta”, dice. “Y no me refiero solo a las películas del ‘nuevo Hollywood’, sino también al cine italiano, español y japonés, por su estilo y sensibilidad. Es lo que me inspiró para abordar una estética formal y controlada, con movimientos de cámara coreografiados y encuadres anchos rodados con objetivos anamórficos, una paleta de colores muy definida y una iluminación discreta, pero elegante. Resumiendo, quería ofrecer una presentación pulida y estudiada a una historia que no había sido tratada así desde la década de los setenta”.

Para conseguirlo, volvió a unirse con Drew Daniels, el director de fotografía de Red Rocket, película que sin embargo se rodó en 16 mm. “Me di cuenta muy al principio de que este proyecto encajaba conmigo”, dice Drew Daniels. “No solo me engancharon la historia y los decorados, también el hecho de que Sean quería rodar en 35 mm con objetivos anamórficos. Siempre he pensado que para un director de cine o de fotografía, rodar una película en Nueva York era un rito de iniciación, y me lo tomé como tal. Fue un sueño hecho realidad para mí”.

Hablando de la estrategia que adoptaron, dice: “Sean y yo optamos por una versión fría y grisácea de una Nueva York invernal en oposición a los rojos saturados y los brillantes colores del club y de Las Vegas. Tampoco era un enfoque muy dogmático, y nos esforzamos en estar abiertos a lo que ocurría delante de nosotros para adaptarnos y seguir una sensación si era importante. Pero añadiré que intentamos realizar composiciones y movimientos de cámara muy deliberados, sin rodar cámara en mano, a menos que la escena lo requiriese absolutamente. En general plasmamos una perspectiva objetiva y realista, sin por eso impedir que la cámara se divirtiera y aportara un toque de humor a la película. Es verdad que la historia da un giro hacia lo subjetivo, lo que me inclina a pensar que no se la puede encasillar y describir con unas pocas palabras. A medida que la película y las sensaciones cambian, también lo hace el enfoque y el idioma”.

El cine de los años setenta les ofreció ideas prácticas y referencias específicas. “En general, me esforcé en enfocar la película como lo habría hecho un cineasta independiente de esa década”, explica Drew Daniels. “Insistí en que las herramientas debían ser sencillas. El manejo de las cámaras fue práctico, utilizamos objetivos anamórficos y zooms rusos de los setenta. Rodamos en las calles con la luz de la ciudad, mientras recordaba la forma en que Owen Roizman había rodado Pelham 1, 2, 3 y El imperio de la droga. Del cine italiano me llevé prestado el uso del zoom. Y películas como El desprecio, de Jean-Luc Godard, nos inspiraron para el color y la composición.

Los decorados y el diseño de producción marcan con sutileza la diferencia entre las clases sociales. Todo lo que tiene que ver con la vida de Ivan está a miles de kilómetros de la vida de Ani. Cuando Ivan la contrata por primera vez, manda una limusina a recogerla donde vive, una casa típica de dos pisos que comparte con su hermana. Después de dejar atrás los barrios de casitas con jardines, por fin llega ante una enorme estructura de cemento y vidrio protegida por una garita de seguridad a la entrada. Ani nunca se había acercado a un nivel tan elevado antes de conocer a Ivan. Pero no acaba ahí. Cuando Ivan decide llevarse a Ani y a sus amigos a Las Vegas, viajan en un avión privado y se instalan en el ático más caro del hotel, después de que la dirección haya trasladado a los clientes que lo ocupaban. Sin embargo, la segunda parte de la película, correspondiente a la búsqueda de Ivan, transcurre en espacios públicos de Brooklyn y Manhattan, un terreno que Ani conoce bien.

En la primera reunión que celebraron Sean Baker y el diseñador de producción Stephen Phelps hablaron de una paleta de colores compuesta principalmente por blancos, negros y grises, interrumpidos por manchas de rojos en los interiores. Pero el diseñador se vio obligado a adaptarse en muchos casos a un decorado ya existente, como es el caso del club de Manhattan. Los dos niveles abiertos al público tenían una decoración interesante desde el punto de visto estético, pero otras zonas estaban mucho más desnudas. “Había muchos espacios muertos, y les di vida con espumillón rojo”, dice. “Para la panorámica con que arranca la película, coloqué espumillón rojo en puntos clave. Cuando Drew avanza con la plataforma, el color rojo es reflejado por los espejos y las luces”.

Para la decoración del edificio que hace las veces de mansión de los Zakharov, el diseñador se centró en las estancias donde tendría lugar la acción y utilizó parte de los muebles más grandes, como el enorme sofá color camello instalado en el salón abierto. Aparte de eso, empleó piezas clave – mesas, cuadros, lámparas – que contaran la historia de unos dueños que quieren dejar patente su riqueza mediante objetos que consideran de buen gusto y adecuados. “Me interesaba que los interiores comunicaran una cierta frialdad, que hubiera mucho espacio entre la gente”, explica. “Parece más una exposición que un hogar, hay mucho vidrio, colores neutros. El estilo austero y caro de los interiores encaja muy bien con el exterior del edificio, que casi podría describirse como brutalista”.

La escapada a Las Vegas se rodó en The Palms Hotel and Casino. Por suerte, fue posible filmar numerosas escenas sin salir del edificio. El ático, espléndidamente equipado y con inmensos ventanales, sorprendió a Stephen Phelps. “Me quedé atónito porque se parecía mucho al interior de la mansión de los Zakharov. Pero en realidad, tiene sentido e incluso es gracioso. Cruzan medio país para acabar en un decorado casi idéntico”.


EL RODAJE
El rodaje de ANORA empezó en enero de 2023, con treinta y siete días en Nueva York y tres en Las Vegas. La logística no fue nada fácil debido a los numerosos decorados, diferentes idiomas, personajes poco comunes, un ambicioso plan de rodaje y los caprichos del invierno neoyorquino. A pesar de lo anterior, los participantes describen la experiencia como extraordinaria. “Todos nosotros, actores, miembros del equipo e incluso Sean, nos dejamos la piel y el alma en esta película. Fue asombroso trabajar con semejante flujo de energía”.

Hace casi 30 años que Karren Karagulian conoce a Sean Baker, desde que eran estudiantes en la Universidad de Nueva York. “Cada vez que Sean acaba una película, siempre le digo que es la mejor hasta la fecha”, dice. “En todos estos años, he sido testigo de cómo adquiere madurez con cada película. En uno de nuestros primeros proyectos juntos, Prince of Broadway, estuvo detrás de la cámara, dirigió, produjo y montó la película. Luego, con Tangerine, tuvo la genial idea de rodar con un iPhone, y pudimos hacerlo por muy poco dinero. Sean es un cineasta de pies a cabeza, respira cine, vive por el cine. Se ha convertido en un maestro del oficio”.

Vache Tovmasyan comparte esta opinión: “La película mejoraba en cada paso gracias a la pasión de Sean. También disfruté mucho con la mezcla de culturas (estadounidense, rusa y armenia). No es fácil para un cineasta dirigir a actores tan diferentes, pero Sean sacó lo mejor de cada uno. Creó una sinergia entre los actores muy beneficiosa para la película”.

Sean Baker agradece la entrega y creatividad de los actores: “Este reparto estaba compuesto en su mayoría por actores con experiencia, y cada día me regalaban matices, ideas y mucha inspiración. Fue un placer trabajar con cada uno de ellos”.

Los actores también se lo pasaron bien dentro y fuera del plató. Mikey Madison y sus compañeros, Mark Eydelshteyn y Yura Borisov, pasaban mucho tiempo juntos para conocerse mejor, hablar de sus personajes y crear una relación que nutriera sus escenas. La actriz no escatima a la hora de cantar las alabanzas de sus compañeros: “Mark y Yura son actores increíbles, muy dedicados y talentosos, pero también son personas maravillosas. Era importante que Mark y yo confiáramos el uno en el otro para poder rodar algunas escenas. Al principio no era fácil comunicarnos debido a la barrera idiomática, pero aun así recuerdo que nos reíamos mucho juntos. Creo que la química fue inmediata. Mark es un actor con mucho espíritu aventurero, inteligente y rápido. Cuando se trata de hacer comedia física, me recuerda a Charlie Chaplin; se le ocurren ideas fantásticas, locas, como dar una voltereta al revés en la cama después de la primera escena de sexo. Las risas en la película son reales, y se lo debo a Mark, porque no le daba miedo pasarse de la raya con tal de hacerme reír”.

Cuando se le pregunta a Mark Eydelshteyn cómo ha sido trabajar con Mikey Madison, lo primero que hace fue exclamar: “¡Madison! Madison es una compañera brillante, una actriz brillante, una mujer brillante. Es una de las mejores personas con las que he trabajado hasta ahora. Llegó un momento en que me di cuenta de que Mikey y yo éramos muy parecidos. Sí, procedemos de culturas diferentes, hablamos idiomas diferentes, pero compartimos el mismo sentido del humor. Si cuenta un chiste, la entiendo, es muy graciosa. También entiende mis estúpidos chistes. Todavía recuerdo la primera vez que se rió con uno de mis chistes, me hizo feliz”.

Obviamente, la interacción de Mikey Madison y Yura Borisov tenía otro color. Ani pasa gran parte del tiempo luchando físicamente con él o lanzándole sartas de insultos, pero Boris nunca pierde la calma, y en manos del actor, el personaje es divertido y conmovedor. “Me giraba hacia Yura en una escena y la emoción en su mirada siempre me pillaba desprevenida”, explica la joven actriz. “Aportó muchos rasgos a la personalidad de Igor. Como actor, Yura tiene una relación muy interesante con el tiempo. Nunca sacrifica la integridad del personaje durante una escena, incluso si la cámara se está quedando sin negativo. Se toma el tiempo necesario, y el personaje crece porque Igor reflexiona. Además, tiene un sentido del humor muy seco y también lo compartió con su personaje”.

Yura Borisov no esconde que su compañera le dejó impresionado. “Mikey es una actriz de gran fuerza, y también una mujer, un ser humano muy fuerte”, dice. “Cuando la miraba, me da cuenta de que estaba dispuesta a todo. Se entrega al máximo en cada escena. Para mí fue como una hermana durante el rodaje, la respeto mucho”.

De los treinta y siete días de rodaje en Nueva York, diez se dedicaron a la escena clave del allanamiento de morada, aproximadamente veinticinco minutos de acción continua rodada en tiempo real. Era una empresa de envergadura con un gran número de variables a tener en cuenta, tal como explica Drew Daniels: “Debía parecer que todo ocurría de forma seguida. Que la casa tuviera enormes ventanales y espejos por todas partes no ayudaba para nada porque dependíamos de la luz diurna, y en invierno en Nueva York podíamos contar con ocho horas como mucho. Había que tener en cuenta si rodábamos mirando hacia la ventana o al revés, además de encontrar trucos que no costaran caro con el fin de alargar la luz diurna. Para colmo, se supone que la escena dura veinticinco minutos rodados en continuo, pero filmamos durante diez días durante los que el tiempo nos regaló todos los cambios posibles. Fue muy estresante, pero lo conseguimos y estoy muy orgulloso de la secuencia”.

La improvisación forma parte del enfoque de Sean Baker a la hora de rodar. Improvisar puede consistir en dejar de lado el guion e inventar un diálogo nuevo, o construir una escena más larga a partir de la acción de un personaje. “En el guion de Sean podía encontrarme con algo así: ‘Ani está en el club y habla con los clientes’. Y debía construir la escena. Nunca había hecho nada igual. Durante diez minutos voy de un cliente a otro, hablando con ellos mientras me ruedan. Es totalmente espontáneo y real. Así es como Sean Baker consigue estas escenas y crea increíbles momentos de realismo”.

Pero este tipo de interacción no se limitó al club, también ocurría en exteriores, en Las Vegas, Brooklyn y Manhattan. Durante la búsqueda de Ivan, Madison, Borisov, Karagulian y Tovmasyan entran en el venerable restaurante Tatiana’s de Brighton Beach, en un billar y en un salón recreativo, entre otros decorados. “Me encantó rodar esas escenas casi documentales”, reconoce la actriz. “Entrar con una cámara en un restaurante lleno o filmar en una calle abarrotada es algo que nunca olvidaré”.

Pero la búsqueda termina cuando los implacables padres del futuro exmarido de Ani le meten en vereda. Las películas de Sean Baker acaban a menudo con cierta ambigüedad y escenas de una gran belleza física y emocional. ANORA no se queda atrás, y en los momentos finales vemos a Anora en el coche con Igor que la lleva a su casa de Brighton Beach.

“En el guion, la escena era un poco diferente, pero la cambiamos. Evolucionó a medida que rodábamos por lo que todos aportábamos a la película. Es una escena de mucha importancia, y tanto Yura como yo queríamos dar lo mejor. Lo que más me gusta es que cada persona que la vea decidirá por sí misma lo que ocurre”.