Cercanas las Navidades, dos jóvenes afroamericanos caminan por el distrito de Westwood (Los Ángeles) a punto de desencadenar una serie de acontecimientos que no van a dejar a nadie indiferente. Cuando Peter (Larenz Tate) y Anthony (Chris "Ludacris" Bridges) asaltan a un conductor para quedarse con su Lincoln Navigator con miras a venderlo en un desguace de coches robados, se cruzan con Rick Cabot (Brendan Fraser) -un ambicioso fiscal del distrito ávido por ser reelegido y así seguir con su política altamente corrupta-, y su aterrorizada y privilegiada esposa Jean (Sandra Bullock). Rick no puede ofrecer a su esposa el tipo de seguridad que ella desearía. Cuando la policía responde al aviso del robo del vehículo, Peter y Anthony ya se han ocultado con el todoterreno en una inhóspita zona industrial de Los Ángeles, donde accidentalmente atropellan a alguien. Recogen al hombre, muy mal herido, y le llevan a un hospital de la zona, donde lo abandonan.
Mientras tanto, en el distrito de Studio City, otra pareja de afroamericanos en un Lincoln Navigator son obligados a hacerse a un lado de la calzada por la policía. Pese a que la documentación del vehículo es distinta y los ocupantes no encajan con la descripción de los sospechosos del robo del vehículo en Westwood, el director de televisión de clase media alta Cameron Thayer (Terrence Howard) y su esposa Christine (Thandie Newton) se ven obligados a soportar un alto y un registro humillantes por parte del veterano oficial de policía Ryan (Matt Dillon), quien se halla encolerizado debido a una llamada telefónica reciente acerca de su padre achacoso por parte de un funcionario de reclamaciones del seguro médico global. Mientras su compañero, el oficial Tom Hansen (Ryan Phillippe), lo presencia todo con ansia, Ryan atormenta a la pareja, centrándose en Christine, a quien toquetea el cuerpo simulando un registro como excusa para acariciar la piel brillante de la mujer negra ante las narices de su marido. Tras finalmente permitirles la marcha no sin "una advertencia," Christine mortifica a su marido por decidir no enfrentarse al oficial y por las diáfanas provocaciones raciales del incidente. Christine está furiosa y quiere denunciar al oficial. Cameron sólo quiere olvidarse del incidente y regresar al trabajo el día siguiente.
Al otro lado de la ciudad, el detective Graham Waters (Don Cheadle) de la policía de Los Ángeles y su compañera Ria (Jennifer Esposito) examinan la escena del crimen acaecido en un comercio de licores, donde un topo, el policía afroamericano William Lewis yace muerto, aparentemente ejerciendo la autodefensa contra el oficial y compañero Conklin. El fiscal de distrito Rick Cabot, comprendiendo el valor potencial de la noticia del robo de su vehículo, ahora empeorado por el tiroteo entre integrantes del Departamento de policía de Los Ángeles, busca anhelante a "un negro a quien colgarle una medalla" y así atajar toda controversia política perdurable que se derive de esta cadena de acontecimientos. Para complicar las cosas, Hansen, tras el incidente con Thayer, solicita un nuevo destino o un nuevo compañero, pero sólo logra la inflexibilidad de su superior. Por fin, el capitán participa a Hansen que se le puede destacar a un coche en solitario, con tal de que "admita" que la razón para esta solicitud es un incómodo "problema personal."
En una armería del centro de la ciudad, Farhad (Shaun Toub), un inmigrante iraní de actitud resuelta quiere comprar una arma para proteger su tienda de la esquina. Incapaz de comprender cuanto le dice el propietario del establecimiento, Farhad resulta literalmente arrojado del local en medio de un torrente de insultos. Su hija, Dori, acaba la compra de la pistola, apropiándose de munición al salir de la tienda. En su establecimiento, Farhad sitúa la pistola en un cajón oculto tras el mostrador mientras un cerrajero, Daniel (Michael Penã), substitutye la cerradura forzada, aunque advierte a Farhad que el verdadero problema es la puerta entera, pues habría que colocar una nueva. Farhad cree que Daniel le está tomando el pelo y le increpa. Cuando Daniel acaba el trabajo y se va de la tienda, el desconfiado y airado Farhad maldice y amenaza al cerrajero negándose a creer que la puerta sea un problema.
De regreso a casa, Daniel se encuentra a su hija Lara bajo la cama horrorizada por ruidos que le parecieron balas provenientes del exterior. Daniel le dice que el nuevo vecindario es mejor que el anterior y le proporciona un enigmático manto invisible que abrocha hasta el cuello de ella. Daniel informa a la pequeña que se trata de un capote que la protegerá, por lo que ya no debe temer nada.
Desgraciadamente, para todos los que cruzan sus caminos en Crash, la idea de que todo cuanto se debe temer es el miedo en sí se diluye en un mar de asaltadores de coches y balas perdidas, de inacabables y al parecer ineludibles encontronazos con lo inevitable y lo imparable. En la Ciudad de los Ángeles, donde un roce fácilmente puede tornarse una magulladura y donde tocar se interpreta antes como propio de locos que como un gesto de familiaridad, toparse se ha convertido en una manera de vivir.