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Entrevista con el director Walter Salles
¿Qué le atrajo a este proyecto?
El hecho de que Diarios de motocicleta revela la geografía física y humana de Latinoamérica y de que, al mismo tiempo, es una extraordinaria historia sobre el proceso de maduración de dos jóvenes que encuentran su sitio en el mundo.

Diarios de motocicleta puede considerarse un rito de iniciación, un viaje a través de un continente que definirá la esencia -tanto en el plano emocional como en el plano político- de quiénes serán estos jóvenes en el futuro.

¿Por qué eligió a José Rivera para escribir el guión? ¿Colaboraron mucho en la escritura?
De todos los escritores con los que me reuní para el proyecto de Diarios de motocicleta, José me pareció el que más claro tenía cómo debía ser este guión. Lo que le interesaba era humanizar a estos personajes tan singulares. La película trata sobre ocho meses en las vidas de estos dos jóvenes, ocho meses cruciales, en los cuales se enfrentaron a una realidad totalmente diferente a la que conocían en su Argentina natal; una realidad que les exigió posicionarse y, en última instancia, decidir qué camino iban a tomar. José entendió esto inmediatamente.

¿Qué puede decirnos acerca del trabajo de investigación que realizó para esta película?
Pasamos más de dos años investigando. José y yo nos leímos todas las biografías publicadas de Ernesto Guevara, incluyendo una que, para mí, fue la más interesante: la del escritor mejicano Paco Ignacio Taibo. Yo fui a Cuba varias veces, a entrevistarme con Alberto Granado -que está hecho un chaval a sus 82 años-, y con la familia de Ernesto Guevara. El apoyo de su viuda, Aleida, y de sus hijos ha sido muy importante para nosotros. Por último, recorrimos también el itinerario del viaje original y realizamos exhaustivas búsquedas de exteriores en Argentina, Chile y Perú, recorriendo Patagonia, atravesando los Andes y el desierto de Atacama, adentrándonos en la cuenca del Amazonas y finalmente visitando la leprosería de San Pablo, cerca de Iquitos, en Perú.

¿Qué historia cuenta la película?
Diarios de motocicleta es la historia de dos jóvenes que se adentran a la aventura en un continente que desconocen, y de cómo su viaje se convierte en un viaje de autodescubrimiento. Es una película sobre las opciones políticas y emocionales que adoptamos en la vida. También es una película sobre la amistad y la solidaridad. Por último, la película habla también de la necesidad de encontrar el lugar de uno en el mundo, un lugar por el que merezca la pena luchar.

¿Considera que su película es un documental?
Diarios de motocicleta es una película inspirada por acontecimientos reales, sucedidos en el año 1952 en las vidas de Ernesto Guevara y Alberto Granado. No es, por lo tanto, un documental de esa aventura. La película intenta recuperar el espíritu original del viaje de nuestros protagonistas en La poderosa. Los encuentros que Alberto y Ernesto hicieron en su camino dieron forma a su viaje. Yo he intentado que esto quede reflejado en la película. En sitios como Cuzco o Machu Pichu, por ejemplo, animamos a los actores a que se relacionaran con la gente que se encontraban, igual que Alberto y Ernesto habían hecho hace medio siglo. Este material, totalmente improvisado, se entreveró después con el guión de José Rivera, más estructurado.

¿Qué impacto cree que tuvo este viaje en la carrera política posterior de Guevara?
Diarios de motocicleta es una película sobre Ernesto Guevara antes de convertirse en "el Che". Esta definición, por cierto, no es mía; fue Camilo, su hijo, quien la acuñó. Por otro lado, Alberto nos repitió en muchísimas ocasiones que el viaje había sido decisivo para su futuro. No hay que olvidar que era la primera vez que se aventuraban por Latinoamérica. En el viaje, se vieron confrontados por vez primera con la herencia de la cultura inca, y entraron en contacto con los trabajos teóricos de pensadores latinoamericanos como Mariategui, por ejemplo. No cabe duda de que experiencias tan extraordinarias y variadas como las que vivieron les obligaron a replantearse su concepción del mundo que les rodeaba.

¿Podría describir las personalidades de Guevara y de Alberto en la época? ¿Por qué quisieron emprender este viaje?
Cuando la película empieza, Alberto tiene 29 años, vive en Córdoba, Argentina, trabaja en un hospital y no se siente totalmente a gusto con el trato que reciben los pacientes. Alberto lleva años soñando con hacer este viaje por Latinoamérica, y está empeñado en conseguirlo antes de cumplir los 30. Su hermano Tomás tiene un amigo íntimo, Ernesto, y Alberto le propone que se venga con él.

Cuando salen de Buenos Aires, en enero de 1952, Ernesto tiene 23 años. Su familia es de clase media alta, pero su curiosidad y sus intereses van mucho más allá de los límites que su situación social imponía normalmente. Ha leído mucho, ha viajado por Argentina en un velomotor. Tiene asma, y esto ha sido un problema constante desde que era muy joven, pero ha aprendido a combatir la enfermedad. Está estudiando medicina; de hecho, cuando decide irse con Alberto no le queda mucho para acabar sus estudios.

¿Podría describirnos los distintos países y los exteriores que visitó para la película? ¿Hasta qué punto ha utilizado los escenarios originales?
Hemos filmado en más de treinta lugares de Argentina, Chile y Perú. Hemos soportado temperaturas por debajo de cero en los Andes, y superiores a 45 grados en el Amazonas. En la medida de lo posible, hemos usado los lugares que Ernesto y Alberto visitaron realmente. En realidad, muchos de los lugares más remotos apenas han cambiado con lo que llamamos "progreso". Cuando no pudimos filmar en un sitio, intentamos encontrar alternativas que fuesen muy similares a los lugares que nuestros protagonistas recorrieron con La Poderosa. En este sentido, ha sido crucial la exhaustiva labor de investigación de nuestro diseñador de producción, Carlos Conti.

¿Cuáles fueron los momentos más duros del rodaje? ¿Y qué momentos destacaría?
Para mí, la parte más fascinante del viaje fue la que se centra en la leprosería de San Pablo, en pleno Amazonas. Ernesto y Alberto pasaron allí más de tres semanas en contacto con una realidad drásticamente diferente de todo lo que habían encontrado hasta entonces. Varias de las personas que representan el papel de leprosos en la película son antiguos pacientes del establecimiento; esto aporta un plus de seriedad y densidad a nuestro trabajo. Por otro lado, filmar en el Amazonas es extraordinariamente duro, debido al calor, la humedad, la imposibilidad de predecir el tiempo. Tienes que aceptar que la naturaleza que te rodea es más fuerte que todos los recursos de que dispongas. No te queda más remedio que plegarte a ello y aceptar agradecido los dones que los dioses de la cinematografía quieran concederte cada día.
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