Puede poner fin a su vida sin suicidarse, susurra el médico. Cahit tiene 40 años. Está recluido en la planta psiquiátrica de un hospital por haber intentado suicidarse. Entiende lo que el médico intenta decirle. Debe empezar desde cero, aunque la rabia anclada en lo más profundo de su ser le hace aullar al no tener alcohol ni drogas para dormirse.
Sibel tiene 20 años. Al igual que Cahit, es de origen turco aunque haya crecido en Hamburgo. Es guapa y le gusta demasiado vivir para ser una buena musulmana. En un intento de escaparse de la cárcel que ha levantado a su alrededor una familia muy creyente y respetuosa con las tradiciones, intenta suicidarse. Sobrevive sin encontrar la libertad que anhelaba.
Sibel sólo ve una posibilidad para escapar a su familia, y es que Cahit se case con ella. Al principio, Cahit duda, pero acaba por aceptar quizá porque se da cuenta de que así también podrá salvarse. O quizá por hacer algo sensato por una vez en la vida. La pareja comparte la misma casa, pero no la cama.
Sibel disfruta de su libertad recién estrenada. Cahit sigue acostándose con Maren, con quien tiene una relación pasajera, hasta que el amor empieza a infiltrarse en su vida y se enamora de Sibel. Vuelve a disfrutar de la vida, recupera las fuerzas para seguir adelante. Sibel sale con otros hombres, pero no tarda en darse cuenta de que también está enamorada de Cahit. Pero ya es demasiado tarde: los celos del hombre le empujan a matar a uno de los amantes de su mujer.
Detienen a Cahit, y la familia de Sibel reniega de ella. Sólo le queda refugiarse en Estambul. Al salir de la cárcel, Cahit se reúne con ella con la esperanza de poder compartir su vida.