Notas de la directora
La vida secreta
Alguien dijo que desde el momento en que uno tiene vida interior, ya está llevando una doble vida.
Las palabras, como manadas de peces, pululan en nuestra cabeza y se agolpan en las cuerdas vocales, pugnando por salir y por ser escuchadas por los demás. Y, a veces se pierden en ese camino entre la cabeza y la garganta. Esta película trata de todas esas palabras perdidas, que durante mucho tiempo vagan en un limbo de silencio (y malentendidos y errores y pasado y dolor) y un día salen a borbotones y cuando empiezan a salir ya nada puede pararlas.
El silencio de las palabras
Hanna ( Sarah Polley) vive en el silencio que su sordera le impone, aunque muchas veces parece que el silencio es la única arma que tiene para defenderse del mundo.
Josef (Tim Robbins) habla como si sólo a través de las palabras -y la ironía y las bromas y el humor- pudiera evitar volverse completamente loco.
El encuentro entre ambos, el inevitable vínculo físico que se establece entre una enfermera y el enfermo al que cuida, va a mostrarles otra cara de la realidad en que ambos están inmersos. La empatía, esa misteriosa capacidad de sentir como propios los dilemas del otro, sean éstos los que sean, que son capaces de desarrollar, consigue romper todos las muros -de silencio, de cinismo- que hay entre ellos.
Rodar en una plataforma
Hace once años estuve en una plataforma petrolífera en el sur de Chile. Desde entonces no ha pasado día en que no pensara en historias que pudieran pasar en una de ellas.
Es un lugar fascinante - bueno, imagino que si tu idea de fascinante es Las Vegas, una plataforma petrolífera NO lo es-, en medio del mar, creado por el hombre, un microcosmos donde gente de muy diversas nacionalidades se ve obligada a convivir -y a crear unas normas de convivencia- y a trabajar en equipo, en circunstancias extremas: si hace frío, te mueres de frío, si hace viento, más te vale ponerte piedras en los bolsillos y si hace calor (y creedme, en la sala de máquinas SIEMPRE hace calor), uno tiene la sensación de vivir en un cuadro de El Bosco. Hay un ruido monótono e infernal. Todas las superficies están resbaladizas (de grasa, de humedad, de la mezcla de ambas). Hay veces que se puede llamar por teléfono, otras no. La sensación de aislamiento es tal, que cuando uno vuelve a tierra, por unos momentos se tiene la impresión de que el resto del mundo ha desaparecido y vas a encontrar las calles, los parques, las casas, vacías.
Y sin embargo, no se me ocurre un sitio mejor para contar esta historia.
Actores, roles
SARAH POLLEY (HANNA)
Escribí el papel de Hanna para Sarah Polley porque conozco, desde que trabajé con ella en Mi vida sin mí, su extraordinaria capacidad de metamorfosis: esa misteriosa cualidad que hace que pueda ser áspera y tierna a la vez, dulce y fuerte, arisca y encantadora. Este es un papel difícil, arriesgado, sin puntos de referencia, donde apenas sabemos de dónde es esta mujer, pero sí sabemos, QUIEN es. Y Sarah se ha entregado a Hanna con los ojos cerrados y una pasión feroz que, a mí y a todos los miembros del equipo, nos puso el nudo en la garganta más de una vez.
TIM ROBBINS (JOSEF)
Cuando acabé el guión de La vida secreta
. tuve una de esas corazonadas que, muchas veces, uno nunca se confiesa a sí mismo, pensé: Ahora ya sólo falta que Tim Robbins interprete a Josef. Porque creo que Tim es uno de los mejores -para mí, el mejor- actor de su generación, además de un director genial y de un ser humano extraordinario. Josef es un personaje complejo, que tiene la cara quemada y que sufre una ceguera temporal, lo cual es sólo un pálido reflejo de todas las batallas que están librándose en su interior. Tim le ha dado además de todo lo que había en el papel, una ternura y un sentido del humor insospechados, una dimensión humana que me resulta imposible imaginarme con otro actor.
JAVIER CAMARA (SIMON)
Javier Cámara interpreta a Simon, un cocinero español que vive en su pequeño mundo de la cocina, añorando el mundo de la alta cocina, ofreciéndoles a sus compañeros pequeñas maravillas de suffles de queso, ternera con albahaca y helado de mascarpone que no saben apreciar. Es un personaje tierno e idealista y Javier le ha dotado de una extraordinaria vulnerabilidad, de un sentido humanista de la esperanza. Gracias al personaje de Simon , Hanna empieza a abrirse al mundo otra vez. Y gracias a Javier, Simon, permanece en la memoria del espectador.
JULIE CHRISTIE (INGE)
¿Qué puedo decir de Julie Christie que no se haya dicho? La recreación que esta actriz ha hecho de un personaje real como Inge Genefke es sublime; sus gestos, su acento, su voz, su aire severo tras el que se esconde un incombustible amor a la humanidad. Contar con Julie Christie ha sido un privilegio para todos los que hemos hecho la película. Es una de las mujeres más jóvenes que he conocido.
Apuntes de John Berger
Al ver la película (2 horas, de las que no sobra ni un minuto), no pienso ni en unos actores que están interpretando ni en unas localizaciones. Los protagonistas son tal cual viven. Sus debilidades son como las nuestras consecuencia de haber vivido. Los lugares la planta de una fábrica, un área de almacenamiento, una plataforma petrolífera, un helipuerto, un comedor son exactamente lo que tenemos a nuestro alrededor, queramos o no ser conscientes de ello.
La distancia entre esta historia y la vida cotidiana que todos conocemos es mínima. Por eso me evocó determinadas películas de Rossellini y De Sica de la posguerra italiana. La visión del mundo de esta película, así como su estética, es muy diferente. El encuadre a menudo se parece al de un cuadro renacentista, de un Mantegna por ejemplo. Lo que comparte con el neo-realismo italiano es esa manera de sacralizar la vida cotidiana.
Hace sesenta años, el público italiano se reconoció de inmediato en aquellas películas: los dilemas, las calles devastadas, las artimañas para sobrevivir y el momento histórico concreto al que se habían visto arrojados al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
Precisamente de la misma manera nos reconocemos nosotros en esta película sobre el inicio de lo que el subcomandante Marcos ha denominado la Cuarta Guerra Mundial. La Tercera fue la Guerra Fría. Y la Cuarta es la guerra de los ricos organizados contra los pobres, que comenzó hace diez años. Todos los personajes de esta película han adquirido cierta experiencia en supervivencia. Todos han sido, de algún modo, heridos. No llegamos a ver a ninguno en su hogar, pero son conscientes de su destino de una forma en que los ricos nunca lo serán.
La comida, el placer de cocinar y del buen comer (cuando se presenta la ocasión), es uno de los temas recurrentes de la película. Otro de ellos es la broma, hacer chistes, porque en un momento dado no se puede hacer otra cosa. Ambos temas nos recuerdan que, a pesar de todo, se debe considerar la vida como un regalo. En la cubierta inferior de la plataforma petrolífera hay un ganso salvaje, parcialmente domesticado por un oceanógrafo que se dedica, día y noche, a medir la fuerza de las olas. Un heraldo. La película trata sobre el deseo que subyace a la idea de que la vida es un regalo. Pero estoy usando palabras grandilocuentes. Mejor escuchar las pequeñas palabras de la película; lo dicen todo.
Esta película se sitúa conceptualmente en un paraje que rueda hacia el horizonte, más allá de la noción de martirio. ¿Cuántos cuadros han tratado este tema a lo largo de los siglos? Buen número de ellos. Sin embargo, en nuestros días, el esquema mental de los ricos y los medios de comunicación que controlan han abolido la noción de martirio y la han sustituido por la de la exención. Exención del dolor y de la violencia, brindada en primer lugar por el dinero, y después por las falsas promesas de los productos. En esta película no existe tal exención. Por eso nos identificamos con ella.