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Amor idiota cartel reducidoAmor idiotaDirigida por Ventura Pons
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Amor idiota está basada en la novela publicada en catalán por Edicions 62 de Lluís-Anton Baulenas, escritor que colaboró con Ventura Pons en Anita no pierde el tren.

Notas de dirección

Algunos comentarios de Ventura Pons

Para empezar, me gusta explicar, una vez más, una cosa básica para mí: toda película comporta explicar una historia. Una buena historia. Cuanto más buena, mejor. Detrás de cada proyecto que he iniciado como cineasta, siempre se encuentra mi placer, mi fascinación, mi pasión, mi complicidad, mi necesidad, diría, de explicar, de implicarme, de sumergirme profundamente en la historia que he escogido. No entiendo el cine de otro modo. Y, evidentemente, todos estos sentimientos afloran ahora, al plantearme Amor Idiota.

Amor Idiota es una película cuyo guión he escrito a partir de la novela Amor d'Idiota de Lluís-Anton Baulenas, publicada en catalán por Edicions 62 de Barcelona, autor que ha desarrollado una amplia obra narrativa principalmente en el campo de la novelística y del teatro y que ha sido reconocido unánimemente como uno de los más importantes narradores catalanes contemporáneos. Desde el inicio de su ascendente trayectoria siempre he pensado que sus textos - con sus personajes, su temática, su mundo, en definitiva con su gran capacidad fabuladora - tenían una gran fuerza para ser adaptados al cine.

Con Baulenas nos unió en el año 2000 una experiencia enormemente gratificante tanto artística como comercialmente: nuestra película, protagonizada por Rosa María Sardà, José Coronado y María Barranco, Anita no perd el tren, cuyo éxito a todos los niveles trascendió las fronteras ibéricas. Empezó su andadura internacional seleccionada oficialmente en el Festival de Berlín (Alemania) en la prestigiosa sección Panorama, para seguir en los de Mar del Plata y Buenos Aires (Argentina); London (UK); Chicago, Seattle, San Francisco, San Diego, AC/Los Angeles, Miami, St. Louis, Puerto Rico, Cleveland, Philadelphia, Rochester, Portland, Washington, Georgia y Tiburon (USA); Toronto y Montréal (Canada); Paris, Toulouse, Bastia, Nantes, Annecy, Foix y Montpellier (Francia); Hamburg y Koln (Alemania); Bruselas (Bélgica); Sidney (Australia); Troia y Oporto (Portugal); Milano (Italia); Moscú (Rusia); Oslo (Noruega); Luxembourg (Luxembourg); La Habana (Cuba); Santo Domingo (Rep. Dominicana); Taipei (Taiwan); Osaka (Japón); Belgrado (Serbia); Estambul (Turquia); Tel-Aviv, Haifa y Jerusalem (Israel); Varsovia (Polonia); Santiago y Valdivia (Chile); Montevideo (Uruguay); Caracas (Venezuela); Marrakech (Marruecos); Tunez (Tunez); Bratislava (Eslovaquia); Karlovy Vary (Chequia)... un largo historial. Obtuvo, entre otros premios: Mejor Película Iberoamericana y Mención Especial del Jurado para Rosa Maria Sardà (Festival de Mar del Plata), Mejor Película y Mejor Actriz (Festival de Miami), Mejor Película, Mejor Actriz, Mejor Guión y Mejor Música (Festival de Peñíscola), Mejor Director (Tiburon Film Festival), Mejor Película en los Premios de la Cartelera Turia, nominada al Goya como Mejor Guión adaptado... A la vez ha sido vendida y exhibida con gran éxito en más de una quincena de países, a varias líneas aéreas...

Los resultados conseguidos con la historia de Baulenas, Anita no perd el tren, fueron una de las razones que me indujeron a embarcarme en este proyecto, pero no la única. Creo que está muy claro que lo que me interesa más es la posibilidad de avanzar por una vía, aún poco explorada en nuestra cinematografía, determinada en buena medida por trasladar y dar un sentido cinematográfico a muchas obras literarias que piden a gritos su versión para la gran pantalla. En el caso de Amor Idiota la inquietante historia de Baulenas me sirve para una aventura apasionante. He traducido las andanzas de Pere-Lluc en un guión con la voluntad de verme reflejado (el cine es la mirada del director) tanto en el contenido como en la apuesta formal. Baulenas nos habla de un tema universal, un tema al que, como se observa fácilmente viendo mis películas, vuelvo muy a menudo: la necesidad de comunicación, afecto, amor, cariño... la búsqueda del otro, el deseo de amar y ser amado. Del tema, de la historia y de su propuesta tragicómica me sirvo y la filtro con mi forma de hacer cine.

Como ya he escrito en otras ocasiones, mi modo de hacer cine me parece difícil de definir. Es más, creo que no soy la persona indicada para hacerlo. Siempre intento encontrar temas muy personales, que me afecten profundamente e impliquen un estilo personal de contarlos. Las historias que escojo no son nunca fáciles ni convencionales y siempre comportan un riesgo implícito. Son historias basadas en personajes y esto se debe al gran placer que experimento trabajando con actores. Soy de la escuela de la interpretación, de los personajes, del texto, de la palabras... Siempre me han gustado directores tan distintos, pero tan cercanos a estos planteamientos, como Mankiewicz, Rohmer, Bergman o Woody Allen...

Al mismo tiempo, siento una inmensa atracción por el paisaje urbano de Barcelona. En Amor Idiota, creo que es obvio que seguirá esa relación profunda entre mi ciudad y mi trabajo... También me interesa el mundo de los perdedores; aunque si uno hace ese tipo de películas, va a contracorriente, dado que el cine de gran consumo es como una inmensa vía de escapismo donde los espectadores son forzados a ver la enésima copia de un mundo de ganadores natos. Mi gusto no es ése, prefiero explorar y explicar temas sobre la pérdida de las ilusiones en la sociedad contemporánea o sobre la necesidad que todos tenemos de amar, de comunicarnos, de encontrar nuestra media naranja. Me doy cuenta de que siempre acabo dando vueltas alrededor del mismo tema. Amar y ser amado. El gran tema.

Amor Idiota no es sólo una historia que me atrae, también encaja perfectamente con el tipo de películas que me gusta hacer; principalmente basadas en personajes que me permiten trabajar con un sólido reparto, con actores provenientes en su mayor parte del mundo del teatro. Ahí es nada poder contar con Cayetana Guillén-Cuervo, Santi Millán, Marc Cartes, Mercè Pons, Jordi Dauder... La comprensión mutua entre el director y los actores es algo que considero absolutamente imprescindible. Necesito de esa compenetración. Me gusta hablar de los detalles, de los motivos de los personajes que estamos creando juntos. Creo firmemente que la disciplina teatral de los actores ayuda inmensamente a construir las películas que dirijo.

Una película se basa en tres elementos: historia, narrativa y reparto. Si uno de los tres no encaja bien o falla, el resultado final es más que dudoso. El concepto es la base de la mise-en-scène en el cine y es el director quién da sentido a la historia. En una película de ficción, se debe seguir la idea, el criterio que da unidad y significado a todos los elementos que participan en la misma. Luces, decorados, actores, ritmo, música, montaje, todo debe estar de acuerdo con el concepto del director. No soy partidario de empezar a trabajar hasta tenerlo todo claro, ya que considero que esta profesión requiere mucha reflexión y ésta se debe hacer antes del rodaje. Una de las cosas que he aprendido es a seguir el concepto hasta el final. Para bien o para mal. Supongo que es uno de los atractivos de mis películas. No se trata únicamente de un riesgo temático; también intento siempre asumir un riesgo narrativo. Soy consciente de mi tendencia a explicar historias cronológicamente discontinuas y también de mi reputación por crear frisos minimalistas como se puede ver en mis películas más recientes. Pero, por encima de todo preciosismo, creo que el concepto narrativo debe estar al servicio de la historia y no al contrario. En este caso, Amor Idiota sigue un orden cronológico, con unos pocos flash backs, pero con un tratamiento que tiene mucho que ver con el minimalismo....