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Amor idiota cartel reducidoAmor idiotaDirigida por Ventura Pons
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Amor Idiota arranca con la presentación del protagonista mediante dos de los rasgos que lo identificarán a lo largo de la historia: un cierto grado de reflexión sobre la situación personal, basado en la ironía y el escepticismo, con un toque de humor (a veces negro) y un modo de actuar caótico, excesivo, descontrolado, fruto del momento de crisis que sufre. El inicio marca ambas características.

"Mi vida constituye un largo y provechoso viaje hacia la idiotez. Un día, siendo adolescente, me di cuenta de que era idiota. Unos cuantos años más tarde, descubrí que no era el único. Ahora que voy camino de los treinta y cinco años estoy convencido de que no únicamente todo el mundo es idiota, si no de que nunca dejamos de serlo".

Una pequeña crisis lleva a Pere-Lluc Solans, el protagonista, a cometer un acto infantil, inmaduro y exhibicionista en un restaurante. Durante la celebración de la cena anual del Gabinete Càrdenas de Orientación Psicoprofesional, bastante bebido y deprimido, como acto de expiación, se baja los pantalones y deposita el miembro viril en la bandeja de la carne de olla, con una amenaza muy poco sólida de pinchárselo con el trinchante de la carne.

Será el momento de presentar a sus dos amigos y compañeros, Àlex y Jordina. Sobre todo esta última, que lo salva de la situación con determinación y muestra el tipo de amistada que mantienen, y que marca su relación. También aparece el padrino y valedor de Pere-Lluc, el señor Càrdenas, un hombre que se acerca a los setenta años y todavía conserva una cierta energía vital. Es el fundador y jefe del Gabinete que lleva su nombre.

Al cabo de unos días, Pere Lluc se entera de la muerte en Argentina de su amigo Nicco Zenone, ocurrida cinco meses antes. Aparte de la pena por la pérdida, se enfada estúpidamente por el hecho de haber tardado cinco meses en saberlo. Era imposible saberlo antes, ya que el amigo estaba en el extranjero y se veían muy poco.

Sale de copas, solo, para olvidar la pena. De regreso para casa, borracho, tropieza con la escalera de aluminio de una chica que se dedica a colgar banderolas en las farolas. Cae al suelo y, medio conmocionado, se queda fascinado con ella. La chica no le da ninguna importancia y tan pronto como se asegura de que Pere Lluc no se ha hecho daño, continúa con el trabajo. Atontado por el alcohol, el frío y el golpe, la sigue a escondidas y la observa mientras trabaja. Hasta el final de la jornada, cuando, en plena noche, la chica, después de trabajar, se va a un bar. Él continúa siguiéndola y la espía hasta que la pierde de vista.

Durante unas cuantas semanas, Pere-Lluc Solans intenta olvidar esa noche, con aquella aventura tan rara. Se dedica al trabajo, que consiste en preparar y en caso necesario, impartir, alguno de los cursos ideados por su padrino, dirigidos a la nueva clase de ejecutivos yuppies. Se trata de reciclarse y ponerse al día. Un día consigue ponerse en contacto telefónico con la antigua mujer de Nicco, que le explica cómo fue su muerte. Mientras tanto, va reflexionando sobre su condición de idiota y nos presenta más a fondo a sus dos amigos: Jordina Valldejolí, "delgada, de ojos grandes y mano derecha de mi padrino. Bonita sin ser una belleza, tiene treinta y dos años y ya hace quince que trabaja en la empresa. Nunca nos hemos sentido atraídos físicamente pero sentimos un gran afecto el uno por el otro. Esto ya es más de lo que tienen muchas parejas...". Está enamorada secretamente de Àlex Mallol, segundo amigo del protagonista, que está casado. Pere-Lluc dice: "Discuto con frecuencia con él si nos hemos de considerar fracasados. Entre porro y porro opina que todo es relativo. Es tan idiota como yo, pero ha administrado el fracaso de diferente manera". Tanto Àlex como Jordina intentan cuidar a Pere-Lluc e incluso le presentan chicas.

Un domingo por la noche, mientras vuelve a casa, parado en un semáforo ve las mismas banderolas que colgaba la chica que lo había fascinado quince días antes. Y decide que volverá a verla. Al día siguiente consigue los datos que le permiten situarla: es una empresa pequeña denominada: Pulido Comunicacions S.L.

Pere-Lluc busca a la chica y vuelve a seguirla hasta el final de la jornada. La chica, igual que días antes, se cambia en la furgoneta del trabajo y se va a un bar. Él continúa siguiéndola y mirándola a escondidas. Se siente ridículo y en un momento dado se va corriendo hacia su casa.

Al día siguiente se acerca a la dirección de la empresa. Entra en contacto visual con la chica. La observa trabajar dentro de la oficina. Sin querer se deja contactar por ella, que lo toma por un posible cliente. Atrapado, Pere-Lluc se inventa la posibilidad de un pedido absurdo de banderolas de tema indeterminado.

Pere-Lluc se obsesiona más y más por la chica de las banderolas. Un día se acerca a la sede de Pulido Comunicaciones y descubre a la chica con su marido, a punto de cerrar e irse para casa. En vez de dejárlo correr, los sigue hasta su casa, quiere saber dónde viven. Salen de Barcelona hasta una urbanización de las afueras. Es un chalet con jardín. Entra a escondidas y los espía desde fuera.

Pere-Lluc recupera la energía que le ha faltado durante tantos años a causa de esta nueva situación. Se dedica a espiar a la chica sistemáticamente. "De noche o de día, en su casa, en el local o en la calle, durante las noches de trabajo. Espero horas y horas que salga de trabajar o, escondido en el jardín, que llegue a casa. Tengo la necesidad de mirar a esta chica. Y como eso es lo que quiero, admito el riesgo que estoy corriendo...". Se vuelve descuidado y llega un momento en que es consciente de que la chica sospecha que alguien ronda alrededor de su vida, tanto en su casa, como en Barcelona, durante el trabajo nocturno. Durante una reunión nostálgica, llena de alcohol y porros, le explica lo que le pasa a su amigo Àlex. Pere-Lluc, consciente del peligro que corre decide hacer una última visita a la casa de la chica para hacerle unas fotos a escondidas y poder tener un recuerdo.

Esta expedición es una tortura. Bajo un diluvio constante, provisto de su cámara equipada con película hipersensible, chorreando, consigue fotografiar a la chica, que, despreocupadamente, antes de meterse en la cama, se ha acercado, desnuda, a la ventana de su habitación. Pere-Lluc, mojado, helado, impresionado, es descubierto por la chica cuando estaba a punto de irse. Tiene lugar una situación en que, primero, ella lo reduce con un golpe de una de las troncos de la chimenea. Después él se defiende y la tiene a su merced. Para demostrarle que no le importa nada, la deja ir pero ella no lo denuncia ni se lo dice a su marido. Pere-Lluc vuelve a su casa, derrotado, empapado y enfermo.

Está unos cuantos días en la cama, con un resfriado que casi degenera en pulmonía. Lo cuidan sus amigos, que lo visitan y le hacen compañía. Durante una de estas visitas, oye desde la habitación como, finalmente, sus amigos hacen el amor. Unos días más tarde, cuando ya está bastante recuperado, recibe la visita de su padrino, que le explica que está saliendo con una mujer de su edad. Pere-Lluc se da cuenta de que su entorno inmediato lleva entre manos asuntos amorosos. Él no. Y además, comete actos extraños, locos, incluso ilegales.

Cuando se recupera, lo primero que hace es volver a seguir a la chica. La diferencia es que, esta vez, la llama. La chica le da un par de bofetadas pero acaba accediendo a hablar con él. Después de esta noche se suceden una serie de noches en que él la sigue mientras trabaja, ella lo sabe, no dice nada, deja que lo haga y, cuando acaba, según el día, permite que Pere-Lluc se acerque a ella y, en un bar, mientras espera que su marido pase a recogerla, charlan. Después de muchas noches, la chica acaba por acostumbrarse a la presencia de Pere-Lluc. Una de estas noches, en que la chica está bastante ebria, están a punto de besarse...