Ya hace mucho de los días en que la familia de Leo estaba unida... Cuando sus tres hijos, Max, David y Simon, trabajaban hombro con hombro... Hasta que Max rompió con David después de un suceso trivial... Y se retiró del negocio familiar...
Leo siempre pensó que, después de la muerte de su mujer, había educado a sus hijos en el respeto a los valores familiares y sentía que sus esfuerzos habían sido pobremente recompensados. Viendo como se comportan: David, jefe de la empresa, rehuye a su familia, alegando que trabaja mucho. Max, que ha estado ausente desde que se retiró, tiene mucho tiempo libre, pero lo dedica a su mujer y a su depresión. En cuanto a Simon, es un adolescente en un cuerpo de adulto que, antes de que empezara esta historia, vivía en otro planeta.
Leo ya no sabe qué hacer para reconciliar a David y Max. Entonces interviene el destino y le da un pequeño empujón: un día sufre un desmayo. Sólo un ligero desfallecimiento, nada importante. ¡Pero estar enfermo tiene algunas ventajas! Por lo que Leo se inventa una operación para sí mismo. Nada demasiado serio, pero suficientemente peligroso... con un cincuenta por ciento de posibilidades de sobrevivir. Pero antes de la delicada operación, que no se realizará hasta al cabo de tres semanas, tiene tiempo de llevarse a sus hijos de viaje para recuperarlos y disfrutar de su compañía. ¡Quizá por última vez!
¿Quién puede resistirse a un padre a quien no le queda mucho de vida y que sólo te pide una semana? Alejarse y disfrutar de un poco de paz y tranquilidad. Nadie.