Introducción
Desgracia está basada en la novela del mismo título de J.M. Coetzee, galardonada con el Premio Broker 1999. La novela, que transcurre en Sudáfrica, conmovió a lectores del mundo entero gracias a su fuerza, personajes y emociones complejas. La película es una fiel adaptación de la novela. Revela la belleza y la fuerza de los paisajes naturales sudafricanos, al tiempo que descubre las complejidades morales de personas que viven en un país donde el poder está cambiando de manos, tanto en la esfera pública como en la privada.
Información general
Adaptada por Anna-Maria Monticelli a partir de la novela del mismo título, ganadora del Premio Broker y escrita por el Premio Nobel J.M. Coetzee, Desgracia está protagonizada por John Malkovich en el papel del profesor David Lurie. Completan el reparto Jessica Haines como Lucy; Eriq Ebouaney como Petrus; Fiona Press como Bev Shaw, y Antoinette Engel como Melanie.
Dirigida por Steve Jacobs (La Spagnola), los productores son Anna-Maria Monticelli (La Spagnola), Emile Sherman (Candy) y Steve Jacobs. La producción ejecutiva corre a cargo de Julio DePietro, Michael J. Werner y Wouter Barendrecht. El equipo técnico de Desgracia incluye, entre otros, al director de fotografía Steve Arnold (La Spagnola, Terra Nova, Man Thing: la naturaleza del miedo); los diseñadores de producción Mike Berg (Consequence, Promised Land) y Annie Beauchamp (Strange Planet), y al montador Alexandre De Franceschi (Little Fish).
El rodaje empezó en febrero de 2007 y duró 8 semanas repartidas de la siguiente forma: dos semanas en Ciudad del Cabo, tres semanas en Cedarburg, otras dos semanas en Ciudad del Cabo y una última semana en Sídney, Australia.
Acerca del autor J.M. Coetzee
J.M. Coetzee fue galardonado con el Nobel de Literatura en 2003. Ha ganado el Premio Broker en dos ocasiones, la primera en 1983 por Vida y época de Michael K, y de nuevo en 1999 por Desgracia.
John Maxwell Coetzee nació en Ciudad del Cabo y se licenció en Matemáticas e Inglés en la Universidad de esa ciudad. A comienzos de los años 60 se desplazó a Londres (Inglaterra), donde trabajó durante algún tiempo como programador informático. Más tarde realizó estudios de posgrado de Literatura en la Universidad de Texas (EE UU), tras lo que dio clases de Lengua y Literatura Inglesas en la Universidad de Búfalo (EE UU). En 2002 se trasladó a Australia, donde trabaja como investigador en el departamento de Inglés de la Universidad de Adelaida.
Su prosa es sobria, y a menudo sus novelas parecen presentar una visión algo sombría de la humanidad. Varios de sus libros hablan de las condiciones sociales y políticas de Sudáfrica, sobre todo de los sufrimientos causados por el imperialismo, el apartheid y la violencia posapartheid.
Una breve historia del Apartheid (1948 1991) y de Sudáfrica (1652-)
El apartheid terminó en Sudáfrica en 1990; sin embargo, sus raíces se hunden varios siglos atrás.
El país que ahora conocemos como Sudáfrica estuvo ocupado originariamente por los san, un pueblo de cazadores recolectores que llegó siguiendo a sus presas. La arqueología demuestra que ocuparon el territorio hace unos 10.000 años. Las tribus bantúes llegaron hace solo 1.500 años. Emigraron desde el centro de África, aportando a la región sus conocimientos de herreros, ganaderos y granjeros. A mediados del siglo XVII, las tribus se habían dispersado por lo que ahora es Sudáfrica con lenguas y culturas diferentes.
En esa época llegaron los primeros colonos blancos, exactamente en 1652, cuando la Compañía Holandesa de las Indias Orientales instaló un puesto de avituallamiento en el cabo de Buena Esperanza. A partir de ese momento y durante dos siglos se sucedieron las oleadas de inmigrantes procedentes de Holanda, Francia, Alemania e Inglaterra.
A principios del siglo XIX, el Cabo era una colonia británica, un hecho que no sentaba nada bien a los descendientes de los primeros colonos holandeses, los afrikáners, que tenían un idioma y una religión propia. Ferozmente independientes y profundamente religiosos, estaban en contra de los esfuerzos británicos para acabar con la esclavitud. En 1834, una comunidad afrikáner emprendió un viaje épico hacia el interior para liberarse del dominio inglés. Conocido como "Great Trek" (Gran marcha), su avance les puso en contacto con tribus negras, que intentaron detenerlos. Una de las batallas decisivas contra el ejército zulú tuvo lugar en un enclave llamado "Blood River" (Río de la sangre). Su asombrosa victoria no sufrieron ni una sola baja, mientras que perecieron más de 3.000 guerreros zulúes contribuyó a reforzar la creencia de que eran el pueblo escogido por Dios para civilizar a los que llamaban "bárbaros".
En 1910, las cuatro provincias que configuraban África del Sur se unieron, poniendo a millones de negros bajo el dominio blanco. El gobierno empezó inmediatamente a estudiar cómo se podía enfocar lo que llamaban "el problema de los nativos". El resultado fue el "Acta de Tierras para Nativos" de 1913, por la que el 87% de la tierra quedaba reservada a los blancos, desposeyendo a millones de negros de sus hogares y granjas. Durante los 80 años siguientes, la resistencia negra se convirtió en la principal dinámica política del país.
Hace tiempo que la identidad de los afrikáners se caracteriza por el espíritu pionero de los que realizaron el "Great Trek" y de sus descendientes, en su mayoría granjeros, que debieron soportar la brutal opresión británica durante la guerra Boer. A mediados del siglo XX, esta identidad estaba basada en la convicción de que su supervivencia dependía de la autosuficiencia y del aislamiento. Encontró su mayor expresión en un nacionalismo cerrado, defensivo y profundamente conservador, reforzado por la creencia de que su supervivencia siempre sería precaria debido a que la población negra superaba dramáticamente en número a la blanca.
Gracias a una campaña que explotaba el temor del "swart gevaar" (la amenaza negra), el ultraderechista Partido Nacional Afrikáner obtuvo el poder en 1948. La política del partido consolidaba y ampliaba la ya existente segregación racial en un sistema legal e ideológico que regulaba todos los aspectos de la vida de los sudafricanos, desde el nacimiento a la muerte, según la raza. Este sistema era conocido por el nombre de apartheid. El objetivo era proteger a la raza afrikáner de la mezcla racial, asegurar el poder de los blancos, y utilizar a los negros como mano de obra barata. Para conseguirlo, cientos de comunidades negras fueron suprimidas y sus habitantes obligados a vivir en las empobrecidas zonas tribales. Los negros estaban sujetos a la infame "Pass Law" (Ley de Pase), por la que debían llevar un documento o pase que permitía a las autoridades coartar aún más su libertad.
La resistencia negra incrementó a partir del 21 de marzo de 1960, cuando en Sharpeville, una pequeña ciudad al sur de Johannesburgo, la policía abrió fuego contra los manifestantes que protestaban contra la Ley de Pase; murieron 69 personas y 180 resultaron heridas. Ningún manifestante iba armado y casi todos recibieron tiros en la espalda. El gobierno aplicó el estado de emergencia en respuesta a las protestas que sacudieron el país. Ilegalizó al Congreso Nacional Africano (CNA) y a otras organizaciones políticas de izquierdas. Al cabo de un par de años, la mayoría de los líderes negros estaban en el exilio o en la cárcel, como el activista Nelson Mandela. Las Naciones Unidas declararon al apartheid como crimen contra la humanidad.
La siguiente generación se radicalizó cuando una manifestación estudiantil que tuvo lugar en Soweto en 1976 fue nuevamente aplastada de forma sangrienta. Muchos jóvenes se unieron al brazo militar del CNA.
En los ochenta, Sudáfrica estaba casi sumida en una guerra civil. El ejército ocupaba los barrios negros de las grandes ciudades. Cualquier protesta era acallada por la fuerza y murieron miles de personas. El país se quedó prácticamente aislado del resto del mundo. Fue expulsado de todas las organizaciones deportivas mundiales; sus productos fueron boicoteados; la economía empezó a tambalearse por la retirada de las inversiones y las sanciones al petróleo.
Los informes de las atrocidades perpetradas a diario aumentaron la presión mundial y el presidente F.W. de Klerk tuvo que rendirse ante lo inevitable. En febrero de 1990 legalizó al CNA y a los demás partidos políticos. Nelson Mandela fue liberado después de 27 años de encarcelamiento. Los exiliados pudieron regresar. El apartheid por fin había caído.
En 1994, Sudáfrica celebró sus primeras elecciones libres, ganadas por el CNA con Nelson Mandela como presidente. El dominio afrikáner había terminado. Sin embargo, los vestigios del apartheid aún conforman la política y la sociedad sudafricana.
Sudáfrica tiene un perfil demográfico poco habitual, marcado por una población heterogénea y problemas sociales relacionados con el legado del apartheid, con las divisiones entre los grupos étnicos, con el sida y la emigración.
Información de producción
De la novela a la gran pantalla
En 1999, el premio Nobel J.M. Coetzee fue galardonado con un segundo Premio Broker por la novela Desgracia. La historia, que transcurre en la Sudáfrica posapartheid, fue aclamada en el mundo entero como una obra fuerte y de gran complejidad en cuanto a personajes, emociones y relaciones sexuales.
En opinión de la guionista y productora Anna-Maria Monticelli, la novela es "extraordinaria, valiente y real". La guionista nació en Marruecos y siempre había querido rodar algo en el continente africano, además de leer regularmente a autores africanos. Su reacción cuando leyó Desgracia fue "orgánica e inmediata". El director Steve Jacobs recuerda: "Anna-Maria estaba convencida de que podía ser una película con mucha fuerza. Estábamos de acuerdo en que la novela era fantástica y empezamos a movernos para conseguir los derechos".
Desgracia es la segunda película en que Anna-Maria Monticelli colabora con Steve Jacobs como director, después de La Spagnola. Cuando acaba el guión, sabe que "al entregárselo verá la misma película que yo. Confío plenamente en él y me asombra lo que es capaz de aportar".
El realizador y la guionista unieron sus fuerzas a las del productor sudafricano Emile Sherman (Candy, Sueños mágicos, Generación robada/Rabbit-Proof Fence), otro gran admirador de la novela: "Desgracia es una novela muy compleja; no conozco a nadie que reaccione del mismo modo al leerla".
El productor se había desplazado anteriormente al sur de Australia, donde vive ahora el autor J.M Coetzee, para comprar los derechos de la novela, pero ya los habían adquirido el director y la guionista australiana. "Me puse en contacto con ellos para ver si podíamos trabajar juntos en el proyecto. Siempre quisieron rodarla en Sudáfrica, pero no encontraban el apoyo necesario. Además, me había gustado mucho el trabajo de Steve en La Spagnola".
Cuando Steve Jacobs leyó la novela, le pareció realista, pero no desoladora. Dice: "El cine realista no está muy de moda actualmente, los espectadores prefieren evadirse", lo que explica su enfoque de la película. "No es un estilo moderno, interactivo. Quiero que el público decida por sí mismo, por eso la cámara siempre está un poco atrás". El realizador cree que la película, como el libro, levantará una controversia "productiva, nada sensacionalista. Tocará cuerdas muy profundas dentro de todos".
Rodar en Sudáfrica
El director de fotografía Steve Arnold, que ya había colaborado con Steve Jacobs en La Spagnola, aceptó encargarse de la fotografía de Desgracia: "Es un drama intimista, pero Steve quería comunicar una sensación de inmensidad, por lo que el paisaje sudafricano se convierte en otro personaje principal. Era cuestión de guardar una simetría, de realizar cuadros, como en La hija de Ryan, donde un drama intimista transcurre frente a un telón de fondo épico". Asimismo, añade que "varias tomas fueron muy complicadas debido a la profundidad de campo".
El realizador Steve Jacobs enfocó el problema desde el punto de vista del diseño de producción: "Me trasladé a Sudáfrica para buscar el decorado idóneo. Cuando lo encontré, empezaron a construir la granja. Parte de la banda sonora se compuso antes de empezar a rodar. Disponíamos de poco tiempo y había que estar preparados para cualquier eventualidad. Con un poco de organización, si surgen problemas, siempre hay una solución".
El reparto
Anna-Maria Monticelli y Steve Jacobs, antes que guionista y realizador, fueron premiados actores, por lo que ambos conceden una gran importancia al reparto. Anna-Maria Monticelli dice: "Si se escoge al actor idóneo para el papel, el rodaje será mucho más llevadero. Es importante seleccionar los elementos adecuados para la película". Por eso decidieron ofrecer el papel principal a John Malkovich. La guionista añade: "John Malkovich es un actor de gran inteligencia, muy intenso, con un registro muy amplio. Además, tenía la edad, el aspecto y el físico requerido por el papel. No hay muchos actores capaces de meterse en un personaje tan complejo, tan sutil".
John Malkovich no escondió el entusiasmo que le producía la idea de enfrentarse a un papel como el del profesor Lurie en Desgracia. Dice: "J.M. Coetzee es un escritor genial, un creador de personajes estimulantes". El actor está a la altura del reto y encarna a la perfección al complicado personaje principal.
Los cineastas llevaron a cabo una amplia búsqueda en Sudáfrica, Sídney, Londres y Los Ángeles para encontrar a la joven actriz que encarnaría a Lucy, la hija del profesor Lurie. El director Steve Jacobs acabó por escoger a una luminosa y joven actriz sudafricana, Jessica Haines, y a la desconocida Antoinette Engel para dar vida a Melanie Isaacs. Un profesor de interpretación se desplazó desde Australia para trabajar con las jóvenes actrices durante dos semanas antes del rodaje.
Steve Jacobs y John Malkovich hablaron de lo que implicaba trabajar con actores con poca o ninguna experiencia. "Hay casos en los que funciona con la primera toma, y otros en que se necesitan cinco tomas. No hay un sistema mejor o peor", dice John Malkovich.
Jessica Haines hizo varias pruebas para el papel de Lucy y estuvo encantada cuando por fin le confirmaron que tenía el trabajo: "Hay una lucha entre lo que le dicta la razón y los sentimientos después de que David invada su espacio, después de la agresión. Su mundo perfecto se ha ensuciado. Acepta la responsabilidad y empieza a cambiar. No mira hacia atrás, su adaptación al futuro es radical".
El actor francés Eriq Ebouaney obtuvo el papel cuando el director le vio en la película irlandesa The Front Line, de David Gleeson, en un festival sudafricano. Por suerte había ido a promocionar la película y Steve Jacobs pudo hablar con él. "Es muy apuesto", dice Anna-Maria Monticelli. "Fue necesario ponerle gafas y ennegrecerle los dientes para que se pareciera a Petrus". El actor, refiriéndose a su trabajo con John Malkovich, dice: "Si un tenista trabaja con el número uno del mundo, hace todo lo posible para estar a la altura y devolverle la pelota".
La joven Antoinette Engel preparaba un trabajo sobre la novela Desgracia, cuando su agente le dijo que la habían escogido para el papel. Hablando de Steve Jacobs como director, dice: "Me dio muchísimo apoyo, no era un papel fácil. Me esforcé mucho porque me pareció que era una película importante para Sudáfrica".
Steve Jacobs es consciente de que su experiencia como actor influye en su estilo de dirección: "No me parece natural que los actores solo se vean en el plató, rueden y se despidan. Creo que deben leer, estudiar, hablar y conocerse antes y durante el rodaje". El resultado deja patente el tiempo invertido en los ensayos y en la preparación de los papeles.
Brutalidad, verdad y metáfora
La guionista cree que la película muestra "una brutalidad y una verdad muy sudafricanas, pero que pueden trasladarse a otros países. Lucy está llena de esperanza, a pesar del horror por el que ha pasado". Steve Jacobs cree que en la película caben temas como "la gracia, la venganza, la retribución, el sexo, la autoridad y el poder". Para el productor Emile Sherman, la película representa "la aceptación de la realidad, de lo que no podemos controlar".
La actriz Jessica Haines prefiere pensar que trata "de personas y de cómo son capaces de superar los escollos de la vida". Para Eric Ebouaney, Desgracia es una metáfora de África, de la Tierra: "Hay que mirar hacia delante, no hacia atrás. Todo eso se acabó".
En opinión de John Malkovich, Sudáfrica "es un país maravilloso y hay que esperar que siga creciendo a pesar de su difícil historia. Me encantó mi estancia allí. Ciudad del Cabo es magnífica, como lo es también el cabo oeste donde rodamos".
Anna-Maria Monticelli siempre estuvo convencida de que la película se rodaría en Sudáfrica: "Teníamos una visión romántica del rodaje, no pensábamos en el gasto. Queríamos encontrar paisajes que convencieran al público de que Lucy quisiera vivir allí eternamente".
Las dos jóvenes actrices, Jessica Haines y Antoinette Engel, no se cansan de hablar de la generosidad de John Malkovich como actor.
Críticas
1.Steve Jacobs ha conseguido integrar a la perfección la historia en el grandioso paisaje sudafricano. Las interpretaciones de los actores principales son fuertes y meditadas. - J.M. Coetzee, autor de la novela
2.Una meditación enfocada y absorbente sobre las razas, las clases sociales, la historia y el sexo
que gustará a los seguidores de la premiada novela de J.M. Coetzee. Malkovich es una sinfonía viviente de tics y manierismos puesta al servicio de un personaje profundamente ensimismado, aunque en ningún momento deja en segundo plano a Jessica Haines o a ningún miembro del estupendo elenco. - Eddie Cockrell - Variety
3.John Malkovich ha dejado su impronta en uno de sus más absorbentes papeles en una buena adaptación de la novela de J.M. Coetzee. Ha sabido deslizarse bajo la piel de un complejo e inquietante personaje. Jessica Haines es sumamente convincente en el papel de Lucy. - Joan Dupont, International Herald Tribune
4.Una película que sorprende constantemente y que lleva al espectador donde menos se lo espera. Una obra madura, con mucha resonancia y que obliga a pensar. Jessica Haines está impresionante en el papel de Lucy. Desgracia no es una película que se olvida fácilmente. - Louise Keller, Urban Cinefile
5.La soberbia interpretación de John Malkovich se basa en el inteligente y poderoso estudio de un hombre que vuelve de lejos
Una adaptación fiel y exitosa de la premiada novela de J.M. Coetzee. Una obra de gran complejidad. - Jamie McLeish, Film Four
6.La premiada novela Desgracia, de J.M Coetzee, ofrece una visión inquietante del alma de la Sudáfrica actual. La respetuosa adaptación de Steve Jacobs aporta un inteligente comedimiento a un tema complejo, dando pie a un drama reflexivo y sensible que no desilusionará a los numerosos lectores de la novela.
La adaptación de Anna-Maria Monticelli es fiel a los conflictos raciales, generacionales y de género. Ha respetado la fascinación que siente el escritor por los perros, y lo que el sacrificio y propiedad de estos animales significa en una sociedad cuyos miembros parecen destinados a devorarse mutuamente. El personaje interpretado por John Malkovich tiene algo de dinosaurio, aunque nos identificamos con su necesidad de orden y con sus contradicciones acerca del amor, el deseo y el corazón humano. Jessica Haines no desentona en el otro papel principal (Lucy); no esconde su resentimiento, pero es capaz de cualquier cosa con tal de sentar una base para un futuro que puede ser mejor.
Al hacer hincapié en la esperanza, la película de Steve Jacobs encuentra una nota positiva con la que cerrar una reflexiva exploración de un hombre y de un país que luchan para definir su nueva identidad y sus creencias más profundas. - Allan Hunter, Screen Daily
Ficha artística
John Malkovich - Profesor Lurie
Jessica Haines - Lucy Lurie
Eriq Ebouaney - Petrus
Fiona Press - Bev Shaw
Antoinette Engel - Melanie Isaacs