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AzulOscuroCasiNegro cartel reducidoAzulOscuroCasiNegroDirigida por Daniel Sánchez Arévalo
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Primer largometraje de Daniel Sánchez Arévalo (Exprés, Profilaxis, La culpa del Alpinista).

Daniel Sánchez Arévalo (Director)
El arte de la renuncia.
Sí, lo confieso, yo fui uno de esos que estudió Empresariales, que quería ser broker, como Gordon Gekko, estupendo Michael Douglas en "Wall Street". Tardé cinco años en graduarme, en darme cuenta de que lo que de verdad me interesaba no era la profesión del protagonista, sino la de los que me habían tenido engañado durante tanto tiempo. Cuánto daño me hiciste Oliver Stone. Tú y tantos otros como tú. Ahora, después de diez años dedicado a escribir guiones para televisión, un Master de Cine en la Universidad de Columbia (Nueva York) y una docena de cortometrajes como director, me enfrento a mi primer largometraje. Por fin mi oportunidad para engañar a algún chaval despistado, y sólo se me ocurre pensar una cosa: con lo a gusto que estaría yo trabajando en un banco...

Notas del director
Sí, lo confieso, yo fui uno de esos que estudió Empresariales, que quería ser broker, como Gordon Gekko, estupendo Michael Douglas en Wall Street. Tardé cinco años en graduarme, en darme cuenta de que lo que de verdad me interesaba no era la profesión del protagonista, sino la de los que me habían tenido engañado durante tanto tiempo. Cuánto daño me hiciste Oliver Stone. Tú y tantos otros como tú. Ahora, después de diez años dedicado a escribir guiones para televisión, un Master de Cine en la Universidad de Columbia (Nueva York) y una docena de cortometrajes como director, me enfrento a mi primer largometraje, por fin mi oportunidad para engañar a algún chaval despistado, y sólo se me ocurre pensar una cosa: con lo a gusto que estaría yo trabajando en un banco.

El arte de la renuncia
Siempre me ronda lo mismo en la cabeza: terminar. Hay un pánico incontrolable a no terminar, a no acabar el trabajo, a no llegar al final, a dejarlo a medias. Dirigir un largometraje es una carrera de fondo donde una vez que se ha dado el pistoletazo de salida ya no puedes parar hasta que llegas a la meta. Si no llegas a la meta, todo el trabajo no servirá para nada. Para nada. Por eso, si no te sientes capaz de llegar, y de hacerlo en condiciones, es mejor no salir, entre otras cosas porque está en juego un presupuesto considerable y el trabajo de decenas de personas.

Por eso mi máxima obsesión antes de plantearme dirigir mi primer largometraje fue, ya no estar preparado, sino sentirme preparado. Sentir que iba a ser capaz de asumir esos largos meses de trabajo sin flaquear, no desfallecer ante la presión, y hacer bien mi trabajo. Soy un gran privilegiado porque sé lo difícil que es que te ofrezcan la posibilidad de dirigir tu primer largometraje. Y que cuando te lo ofrecen casi nunca uno está en condiciones de rechazar la oferta, sea cual sea. Con lo cual muchas veces incurrimos en la precipitación, sucumbimos al ansia hacer lo que sea y hacerlo ya.

José Antonio Félez, mi productor, me contrató incluso sin tener un guión, ninguna historia, sólo compartíamos las ganas de trabajar juntos. Yo he tenido la tremenda fortuna de marcar mis tiempos, De poder hacerlo bien, a mi manera, a mi ritmo. Me tomé mi tiempo, seguí mi propio camino, lento pero seguro, poco a poco. Hasta sentir que ya había llegado el momento, que ya estaba preparado. Pero enseguida me di cuenta de que en realidad uno nunca puede estar seguro de que va a llegar al final, y menos en condiciones, que es más una cuestión de fe, y sobre todo de saber que vas a tener gente a tu lado que te va a ayudar a llevarlo todo a buen puerto.

En mi primera película ha sido fundamental sentirme arropado, tanto a nivel artístico como técnico. Contar con la gente que ha confiado en mí desde el principio y con la que he desarrollo un fino sentido de la complicidad. Sentirme en el "set" como en casa. Para mí dirigir es un proceso bastante traumático y estresante. A mí me cuesta que me saquen de mi ordenador y de la soledad del escritor. Nunca fue mi objetivo acabar dirigiendo. Yo sólo quería escribir, para otros (para los buenos preferiblemente), pero poco a poco me di cuenta de que nadie iba plasmar mis historias como yo las imaginaba, como las veía. Para bien o para mal. La dirección surgió como una extensión natural y siempre aferrada fuertemente al proceso de escritura. Hasta hace bien poco (a pesar de haber realizado más de una docena de cortos) no acabé de sentirme "director".

Mi habitual director de fotografía Juan Carlos Gómez me dijo poco antes de empezar a preparar la película: "Dani, el cine es el arte de la renuncia. Todos los días vas a estar renunciando a cosas". Y puedo asegurar que sus palabras se cumplieron puntualmente. Y mi obsesión, y deber como director fue intentar que esas cosas que iba dejando por el camino, no afectaran al resultado final. Y de alguna manera acabé encontrando en esa renuncia una fuente de inspiración, un arma creativa para incluso mejorar la propuesta inicial.

El arte de la renuncia y su difícil proceso de aprendizaje no es sólo lo que me ha ocurrido a mí, sino todo lo que encierra la película en sus entrañas. "Azul oscuro casi negro" es una historia sobre personajes que luchan contra el destino, contra lo que se supone que está escrito "en las estrellas". Personajes atrapados al otro lado del cristal, ese fino cristal apenas perceptible, casi invisible pero imposible de obviar, que les separa de sus sueños, contra el que se golpean constantemente y olvidan a diario con la facilidad de un pececillo de agua dulce. Personajes que no saben diferenciar entre lo que quieren y lo que necesitan, a los que les cuesta renunciar, que lo quieren todo. Y que poco a poco, deberán aprender a dejar de resistirse, a dejar de nadar contra corriente, no como una muestra de conformismo, sino todo lo contrario, asumir sus propias limitaciones, para así poder empezar a avanzar. Poco a poco. Para acabar en un sitio completamente distinto al que soñaban, pero igual o más acogedor y placentero.

Hoy, con la película ya terminada y de vuelta a la deliciosa soledad del escritor, me doy cuenta de que no he llegado al final, de que esto sólo es el principio, que ya no puedo renunciar a seguir hacia delante, que no quiero, y que seguiré necesitando que mi gente esté a mi lado, arropándome, enseñándome y entregándome todo su talento para intentar que esto nunca termine.