La acción se desarrolla en el año LII (¡eso, 52!) antes de Cristo. Aunque no toda la Galia está ocupada todavía, Egipto, gobernado por la poderosa Cleopatra - sí, la de la nariz - ha caído bajo el yugo del Imperio Romano. Y lo peor es que Cleopatra ha decidido entregar su corazón a César, Julio César, emperador del pueblo más grande del mundo. O eso dice él.
Harta de los sarcasmos de César, la orgullosa y bella reina hace una apuesta con él: si consigue construir un castillo para él en el espacio de III meses (¡eso, 3!), en medio del desierto, él reconocerá que el pueblo egipcio es el más grande de todos.
Cleopatra confía tan difícil misión a Numerobis, un emergente arquitecto vanguardista: si éste triunfa en el empeño, la reina le cubrirá de oro. Si fracasa, le arrojará a los hambrientos cocodrilos reales.
¡Un plazo que es imposible de cumplir sin un milagro! Y el milagro se llama Astérix, Obélix y su fiel amigo el druida Panorámix, custodio de la Poción Mágica.
Envidioso, el malvado Amonfobis, el arquitecto oficial de Cleopatra, decide vengarse a toda costa. Viéndose entre la espada y la pared (que, por cierto, aún no tiene una sola piedra), Numerobis emprende viaje a la Galia para hablar con el druida Panorámix, cuya poción mágica es consumida exclusivamente por unos cuantos galos. Pero, ante los poderosos ejércitos del César, liderados por el formidable Caius Céplus, y la astucia de su enemigo Amonfobis, ¿bastará la poción para permitir a Numerobis y a su cerebral y concienzudo escriba Otis terminar a tiempo el colosal proyecto?
Así las cosas, el sabio Panorámix pide a sus amigos Astérix y Obélix, además de Idéfix, que aúnen sus fuerzas, su ingenio, su valor y su buen humor para ayudar a Numerobis a construir el palacio a tiempo. ¡Porque si no, ahí están los cocodrilos y los piratas!