Dirigida por Francis Veber (Salir del Armario, La Cena de los Idiotas), protagonizada por Daniel Auteuil, Gad Elmaleh, Alice Taglioni, Kristin Scott Thomas, Richard Berry y Virginie Ledoyen.
Responde Francis Veber
P: ¿Cómo se le ocurrió la idea de El juego de los idiotas?
Francis Veber Es la pregunta más difícil para un autor: ¿De dónde nace una idea?
A veces tengo indicios. Por ejemplo, la idea de Sálvese Quien Pueda surgió cuando Martin Luther King fue asesinado por un tipo que estaba en un motel. Entonces pensé: Dispararle a alguien desde un lugar público, cuando una limpiadora puede entrar en cualquier momento, es un atrevimiento. De ahí arrancó todo. En el caso de El juego de los idiotas la cosa es más misteriosa. He intentado imaginarme lo que le ocurriría a un multimillonario casado con una mujer peligrosa, ya que posee gran parte de las acciones de su negocio, si fuese pillado con su amante, una top model, en una revista de la prensa del corazón. Supuse que un transeúnte anodino salía en la foto (François Pignon, interpretado por Gad Elmaleh en la película) y el tipo asustado le dijera a su mujer: ¡No está conmigo, está con él! No sé cómo cuajó en mi mente, pero poco a poco la situación empezó a crecer, y un día pensé: Esto puede ser la base para una película. Cuando se tiene una idea, un concepto o el susurro de una película, uno nunca está seguro de que el indicio aguante hasta el final. Puede tratarse, sencillamente, de un punto de partida. Y después, uno empieza a fastidiar a la familia, a los amigos, diciéndoles: Esta es la historia de un tipo que... Y entonces uno ve en sus ojos, según el interés que le prestan, si el tema puede valer.
P: Como maestro de la comedia, está usted muy atento al ritmo de sus películas. ¿El tempo es algo que cuida desde la misma fase de la escritura?
F.V. ¡Pero, por supuesto! Soy ante todo un autor, que se ha convertido en director tras dieciocho largometrajes como guionista, por lo que sé que la película se hace con la escritura. No entiendo a los que escriben una película de 2h 20 para encontrarse con 40 mn de escenas de sobra. Si la película se escribe con el ritmo adecuado, no será necesario recuperar nada durante el rodaje o en el montaje. La película ideal es aquella que debe durar 1h 30 y cuyo primer montaje mide 1h 32, lo cual obliga a arañar 2 mn para acelerar el ritmo, sin que haya despilfarro de película.
P: La perfección de un guión puede venirse abajo por culpa de malos actores
¿El casting es por ello una etapa crucial para usted?
F.V. Milos Forman era el que decía: «Casting is destiny.» El casting es el destino de una película. Confundirse en el casting es como dispararse una bala en el pie. He tenido la suerte de contar con grandes actores, como Villeret en La Cena de los Idiotas, o Gerard Depardieu en La Cabra; Colegas, etc. El encuentro entre un intérprete y un texto es la mejor aventura que le pueda ocurrir a un autor.
P: ¿Cómo nació Francois Pignon?
F.V. Nació del personaje de Jacques Brel en Sálvese quien Pueda, y de película en película se fue convirtiendo en algo parecido a un personaje fetiche, una especie de amuleto. Cuando me dispongo a empezar un guión y sé que me espera mi Pignon, entonces me enfrento a la escritura con menos angustia.
P: Daniel Auteuil dice que hacer de Pignon es algo extenuante. ¿Qué tal le ha ido a Gad Elmaleh?
F.V. Gad es un muy buen Pignon. Porque ha entendido que no hay que pasarse. Se ha visto obligado a borrar el Gad Elmaleh de los espectáculos para meterse en esta nueva piel, lo cual no es fácil, porque no es Pignon quien hace los efectos sino los demás. Pignon es como esos boxeadores que encajan. Al final de la pelea ganan, pero se han llevado muchos golpes.
P: En El juego de los idiotas ha escrito por primera vez varios papeles femeninos, y uno de ellos protagonista...
F.V. El de Elena, interpretado por Alice Taglioni, que se parece a una joven Candice Bergen e interpreta su papel a la perfección. Yo mismo he quedado sorprendido. No tenía prejuicios contra las mujeres, pero sencillamente no disponía de tema. Las historias que más fácilmente me venían eran historias de amistad. Y, de repente, se presenta como tema una historia de amor, por lo que he tenido que remangarme y escribir un papel femenino. Y ya de paso he escrito varios. En El juego de los idiotas están Virginie Ledoyen y Kristin Scott-Thomas. Al final, esto de escribir para las mujeres no es más difícil que hacerlo para los hombres, y tengo muchas ganas de volver a hacerlo.
P: ¿Qué le reporta el hecho de hacer reír a la gente?
F.V. Una satisfacción formidable. Un día alguien me dijo: cuando veo La cena de los idiotas me siento mejor; el Seguro Social debería pagarnos la entrada. Es el mejor elogio que me hayan hecho. Cuando hago la suma de la gente que me ha hecho reír o llorar en la literatura o en el cine, veo que son muchos, pero si cuento sólo a aquellos que me han hecho reír, entonces son muchos, muchos menos.
No sé si Dios me ha dado el don de divertir; aunque si es el caso nunca le daría lo bastante las gracias.
Responde Daniel Auteuil
P: ¿Quién es Levasseur, su personaje?
Daniel Auteuil Es un rico hombre de negocios, alguien que ha logrado el éxito en su vida profesional y familiar. Pero tengo una amante. Estoy bastante loco por esta chica, la quiero muchísimo, es guapa, divertida, inteligente, pero también me gusta el poder, el dinero que lleva aparejado, y tengo una esposa muy fuerte, de gran carácter, por lo que me veo atrapado entre la espada y la pared. Partiendo de esta situación, voy a llevar a cabo una serie de vilezas que arrastrarán al espectador a grandes ataques de risa.
P: Usted ha sido Francois Pignon en Salir del Armario. Ahora, en El juego de los idiotas, se transforma en su rival. ¿Qué diferencia existe entre ambos?
D.A. - No es la misma presión. Ser Pignon genera una presión especial. Cuando se hace de Pignon hay una responsabilidad, existe un pliego de condiciones muy severo acerca de este personaje. Porque Pignon es más que un nombre en una película, es un personaje que representa un carácter muy definido, un héroe especial: el hombrecillo perdido en la jungla de las ciudades, y al que nada predestinaba a la aventura que va a tener que vivir. Es un papel que exige una concentración especial, que implica estar ahí durante cierto tiempo, no hacerse cargo del ritmo de la comedia y sufrir las situaciones, lo cual precisa un toque especial, una dirección particular. Todos los actores que han hecho de Pignon salen generalmente extenuados del rodaje de Francis Veber. Sin embargo, los personajes que gravitan al margen de Pignon, y a cargo de los cuales discurre la acción o el ritmo, tienen mucha más libertad. Y este es mi caso ahora con el personaje de Levasseur, en el que puedo imprimir en mayor medida mi personalidad.
P: Esta vez, además, trabaja con Kristin Scott-Thomas y Alice Taglioni, dos compañeras femeninas ...
D.A. ¡Y de calidad! No he tenido ningún derecho de inspección sobre el casting, ni de pernada, por desgracia; sólo se me ha dado el derecho de estar a la altura, y lo he hecho lo mejor posible. Conocía a Kristin Scott-Thomas, que ya hizo de novia mía en Petites Coupures, y me la he vuelto a encontrar con gusto. Además, es una actriz con la que sigo teniendo ganas de volver a encontrarme, ya que a pesar de la proximidad sigue siendo misteriosa. Es una mujer que me hace reír, que me parece guapa, divertida e inteligente. Y buena actriz. En cuanto a Alice Taglioni, nuestras relaciones han sido... para mi gusto... demasiado frías (risas), aunque no he dicho mi última palabra (risas).