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El noveno día cartel reducidoEl noveno día(Der neunte tag)
Dirigida por Volker Schlöndorff
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El padre Kremer es uno de los sacerdotes católicos encerrados en un campo de concentración por la Alemania nazi.

Kremer es un teólogo que pertenece a una influyente familia de Luxemburgo. Tras la ocupación alemana se negó a aceptar las leyes racistas que condenaban a los judíos y por ello corrió la misma suerte que los miles de judíos encerrados a la espera de la muerte.

Las condiciones del "pabellón de los sacerdotes" son muy duras y el propio Kremer se sorprende de las cosas que es capaz de hacer por sobrevivir.

Las autoridades alemanas quieren llegar a un compromiso con la Iglesia Católica para que acepte públicamente el régimen nazi. El Vaticano no ha hecho ningún tipo de declaración, ni a favor ni en contra, y los nazis buscan que el influyente obispo de Luxemburgo, distanciándose del Papa, firme un comunicado de colaboración con la ocupación alemana. El obispo se niega a recibir a ningún miembro de las SS alemanas y hace repicar todos los días las campanas en señal de duelo ante la ocupación del país europeo.

Un ambicioso teniente de las Gestapo hace salir al padre Kremer del campo de Dachau con el pretexto de permitirle acudir al cementerio a despedirse de su madre recién fallecida, pero realmente lo que quiere es que en el plazo de 9 días el teólogo sea capaz de convencer al obispo de que firme el comunicado. La amenaza es grave: si no lo consigue su familia y sus compañeros de barracón pueden ser eliminados, pero si el obispo acepta, el padre Kremer no deberá regresar al campo de concentración, su familia podrá abandonar el país y sus compañeros sacerdotes tendrán mejores condiciones de vida.

El joven oficial, Gebhardt, es un ex-seminarista católico que abandonó su fe y se unió a las juventudes nazis. Tiene grandes conocimientos de teología que utiliza con el padre Kremer, hasta el punto de hacerle discutir con pasión: ¿Fue necesaria la traición de Judas para conseguir que el cristianismo se convirtiera en una fe universal?, ¿Fue Jesús un judío que luchó contra su condición? ¿Todo salvador necesita su antagonista? Y cuando terminan estos razonamientos: ¿es mejor perder unas cuantas vidas para que otros muchos no mueran? ¿El Papa tiene que elegir entre el poder nazi o los bolcheviques? ¿Hitler o Stalin? ¿El orden o el caos? Hasta llegar a lo más cercano al sacerdote, su propia familia: ¿merece la pena arriesgar sus vidas por una idea? ¿es eso lo que nos dice la fe que debemos hacer?

El padre Kremer es también un hombre cualquiera, que siente miedo de volver al horror del campo de concentración y se siente culpable por pensar que podría renunciar a sus creencias y huir muy lejos de todo aquello.

Argumento
Volker Schlöndorff, premiado con el Oscar a la mejor película extranjera y la Palma de Oro de Cannes por El tambor de hojalata, es el director de El noveno día.

Basada en un hecho real, El noveno día muestra otra dolorosa imagen de los campos de exterminio nazis en la II Guerra Mundial: la situación de los curas católicos encerrados por haberse mostrado contrarios a las leyes racistas de Hitler.

El guión se basa en los relatos autobiográficos del sacerdote luxemburgués Jean Bernard, prisionero de los nazis en el campo de concentración de Dachau, desde mayo de 1941. Durante este período se le permite excepcionalmente abandonar su prisión durante 9 días para asistir al entierro de su madre. Esa es la versión oficial. Lo que aparenta ser un gesto humanitario responde a un plan ideado por un ambicioso oficial nazi, Gebhardt, quien ofrece al sacerdote la libertad a cambio de traición: si el cura convence al obispo luxemburgués, Philippe, de colaborar con la administración nacionalsocialista, no deberá regresar a Dachau. Tiene 9 días en los cuales deberá decidir si traiciona sus principios, pero salva su vida y la de sus familiares, o renuncia a la libertad y se mantiene en su idea.

El padre Bernard vivía en el llamado "Pfarrerblock" (bloque de los sacerdotes) de Dachau, en el que entre 1939 y 1945 estuvieron recluidos 2.579 religiosos de toda Europa. De ellos, sólo sobrevivió la mitad.

La película se centra especialmente en la interpretación de los dos actores antagonistas y en las discusiones que mantienen en ese escaso periodo de tiempo. Sólo dos intérpretes excepcionales consiguen mantener ese duelo ante la cámara y tener al espectador en tensión durante todo el largometraje.

Los brillantes diálogos, los excelentes actores y la valentía de mostrar el horror de la vida en un campo de concentración hacen de El noveno día una película muy valiosa.

El director Volker Schlöndorff asegura que es muy importante para todos los europeos que "los nazis por fin hablen alemán y no inglés", en clara referencia a las escasas producciones europeas frente a la industria americana y añade que "es importante que las imágenes de los nazis malos, al igual que las de los alemanes buenos, no lleguen solamente del extranjero, sino que sean también producidas en Alemania".

Cuando El noveno día se estrenó en Alemania las autoridades eclesiásticas aceptaron muy bien la película. El arzobispo de Berlín, Georg Sterzinsky manifestó que "es una película importante, que hay que tomar muy en serio".

Esta película ha coincidido en la cartelera alemana con El hundimiento, la polémica cinta de Oliver Hirschbiegel protagonizada por Bruno Ganz en el papel de un envejecido y derrotado Hitler, que mostraba otra cara más del complejo prisma del nazismo, estudiado desde nuestra perspectiva actual. En esta coincidencia de fechas también se ha podido observar la enorme capacidad para la interpretación del protagonista de El noveno día, Ulrich Matthes como el padre Kremer: en esta película, demacrado y con extrema delgadez por su estancia en el campo de concentración y sumergido en la más íntima duda sobre su manera de entender la lealtad y la traición a la fe cristiana, y en El hundimiento interpretando nada menos que al estrecho colaborador de Hitler, el poderoso Joseph Goebbels que dejó que su mujer envenenara a sus hijos para después matarla él mismo y suicidarse después ante la caída del régimen y la pérdida de la guerra.