Para Erica Bain (Jodie Foster), las calles de Nueva York son su hogar y su medio de vida. Como locutora del programa de radio "Street Walk", comparte con sus oyentes los ruidos e historias de su adorada ciudad. Por la noche, regresa a casa junto al amor de su vida, su prometido David Kirmani (Naveen Andrews). Sin embargo, una horrible noche, todo lo que Erica conoce y ama se desmorona cuando ella y David son víctima de un ataque brutal y por sorpresa en el que David muere y Erica resulta gravemente herida.
Aunque el cuerpo destrozado de Erica cicatriza, quedan heridas más profundas, la devastadora pérdida de David y, algo más incontenible, un miedo agobiante que la persigue en todo momento. Las calles de la ciudad por las que antes le encantaba vagar, incluso lugares que antes le resultaban familiares y acogedores, ahora le parecen extraños y amenazadores.
Cuando finalmente el miedo es insoportable, Erica toma la decisión fatídica de armarse contra él. La pistola en sus manos se convierte en un medio tangible para protegerse de un enemigo intangible
o al menos eso piensa Erica.
La primera vez que dispare a alguien, será para matar o matarse. La segunda vez ¿será también en defensa propia
o ha elegido no evitar el peligro? El miedo que una vez la paralizó ha pasado a ser algo más
algo que la impulsa a recuperar la vida que le fue arrebatada aquella noche
algo que ni siquiera Erica reconoce en ella.
Historias de un justiciero anónimo se apoderan de la ciudad y Sean Mercer (Terrence Howard), agente de la NYPD, está cada vez más decidido a encontrar al asesino. Cuando reúne todas las pistas, las pruebas indican que el culpable no es un hombre armado
sino una mujer resentida.
Con Mercer acechándola y su propia conciencia poniéndola a prueba, Erica debe decidir si su búsqueda de cierta forma de justicia, e incluso venganza, es realmente el camino adecuado o si ella misma se ha convertido precisamente en lo que está buscando.